martes, 30 de abril de 2013

¿Dónde está el Borbón, matarile, rile, rile…? (Abdicación no; inhabilitación y referéndum)

 

¿Dónde está el Borbón, matarile, rile, rile…? (Abdicación no; inhabilitación y referéndum)


Amadeo Martínez Inglés.

   Pues sí, amigos ¿alguien sabe dónde coño se mete el Borbón de medio pelo que el golpista Franco nos colocó a frotamiento duro y a título de rey en la Jefatura del Estado? ¿Alguien sabe dónde está en estos momentos el monarca de huesos de titanio que hasta hace poco reinaba (aunque no gobernaba) en esta España de mendigos, desahuciados, cabreados, corruptos, militares sin graduación, antidisturbios de la señorita Pepis, políticos de cara de cemento, banqueros de chequera blindada, tesoreros de alto estánding, rubalcabas terminales y rajoys de mirada perdida? ¿Alguien sabe siquiera si vive realmente (a cuerpo de rey naturalmente) el tal borbónido o la lucecita de La Zarzuela que todavía nos alumbra a los españoles por las noches no es más que un smartphone de última generación, con secráfono incorporado y 32 gigas de memoria interna, que se pasa las horas conectado con jeques, emires, reyes y tiranos de toda ralea ubicados en las ardientes arenas de Medio Oriente para bajar como sea el paro nacional y de paso recolocar al presunto chorizo regio? Y en el caso de que viva ¿es que algún español a día de hoy podría jurar que el soberano/campechano/cazador permanece en su puesto de caza zarzuelero y no se ha ido, después de darle un soberbio corte mangas a su fisioterapeuta de toda la vida, con alguna entrañable “fisiocorinnapeuta” germana de muy buen ver y seguramente mejor tocar?

   Bueno amigos, dejémonos de coñas marineras porque aquí, bromas aparte que no tienen (o no deberían tener) ninguna gracia para el común de los mortales de este país (que somos todos menos Bárcenas y la Pantoja), estamos hablando nada más y nada menos que de la Jefatura del Estado español (a título de rey, naturalmente que si no, no tendría gracia) y de que en estos momentos lleva, prácticamente vacante, más de un año, con un rey a su frente que no puede cumplir, con un mínimo de rigor y operatividad, las obligaciones de tan alto cargo. Para el que fue elegido, no lo olvidemos, con un solo voto de entre los treinta y cinco millones de posibles electores españoles a 22 de noviembre de 1975, el nada respetable del dictador Franco. Aunque algunos historiadores malintencionados y sin credibilidad alguna sostienen que en realidad fueron diez o doce los que recibió, todos, desde luego, procedentes del entorno paradisíaco de El Pardo.

   Este hombre/dios de La Zarzuela, inviolable e irresponsable (ante las leyes terrenales, obviamente, pues en la Iglesia católica hay muchas voces cualificadas que sostienen que el Sumo Hacedor está reuniendo material sensible para catapultarlo a los infiernos en cuanto llegue a sus dominios etéreos) lleva semanas y semanas desaparecido desde aquél ya lejano día en el que, después de enderezarle y atornillarle la columna vertebral un par de cirujanos cortesanos de la clínica madrileña de La Milagrosa, alguien nada cortesano (la policía lo sabe pero se lo calla) le puso un petardillo cerca de la habitación teniendo el pobre que salir de naja recitando a la prensa su ya famoso serial del taller y sus huesos serranos.

   Y así, claro, la Jefatura del Estado (¿pero existe realmente dicha Institución?), de un Estado fallido como el español de hoy pero Estado al fin y al cabo por lo menos hasta que catalanes y vascos culminen sus respectivos procesos de transición, lleva meses sin funcionar, inoperativa, inhábil, con un titular que ni está ni se le espera. Con embajadores extranjeros haciendo cola para presentar sus credenciales a un fantasmal monarca que, antes por lo menos, los recibía con muletas, muecas de dolor y tropezando con todo lo que se le ponía por delante (excepto, claro, con su “asesora estratégica” señora o señorita Zu…) y ahora, sin embargo, no quiere ni oír hablar de enfundarse su terno castrense para, haciendo el payaso, recoger unos papeles que nadie se lee. Y, también, con viajes de Estado que hay que suspender porque a día de hoy “el señor de los anillos y de las pulseras” (por lo visto ha regalado unos cuantos y no digo a quien) es totalmente incapaz de trepar por la escalerilla del avión sin un alma caritativa (la de su amada esposa Sofía, por ejemplo) que lo coja en brazos. Y, también, con recepciones y actos protocolarios y de Estado que hay que suspender sine die porque al antiguo cazador paquidérmico regio, por su mala cabeza de antaño, los huesos se le han convertido en caca de la vaca…

   Y sin embargo, amigos, la Constitución española es muy clara al respecto y proclama más o menos esto en su artículo 59.2: “Si el rey se inhabilitare para el ejercicio de su autoridad y la imposibilidad fuere reconocida por las Cortes Generales entrará inmediatamente a ejercer la Regencia el Príncipe heredero de la Corona, si fuere mayor de edad”. Entonces ¿a qué esperan las Cortes Generales de nuestra amada España? Si lo que tenemos los españoles en la Jefatura del Estado es un pobre lisiado, un “carne de quirófano” con todos los respetos para todos aquellos que utilizan (utilizamos) a diario estos maravillosos centros rehabilitadores de nuestra salud, un hombre enfermo que no puede ya ni vestir decorosamente el uniforme de capitán general de las FAS (en sus últimas apariciones de tal guisa la vergüenza ajena ha invadido cuarteles y salas de banderas que hubieran preferido ver en su lugar a cualquier espadón caribeño lleno de medallas de hojalata pero con un aire un pelín más marcial), un humanoide con corona (dicho sea con los debidos respetos) al 70% de titanio que, efectivamente, como él dice hasta la saciedad, a partir de la última operación quirúrgica sufrida deberá cambiar las clínicas sanitarias privadas por talleres especializados en metales especiales, por ejemplo los militares que pasan revisión a los modernos carros de combate… algo habrá que hacer y pronto. Y si la Constitución contempla (que sí que contempla) semejante y muy peligrosa situación institucional, pues habrá que cumplir lo que determina semejante texto sagrado inhabilitando cuanto antes al actual monarca (que ni reina ni gobierna ni nada de nada pues este hombre si le quitas a la Corinna se queda en nada) y colocando en su lugar, de manera provisional, muy provisional y hasta que el pueblo español se pronuncie al respecto, al actual heredero revestido del nada honroso título de Regente.

   No hay otra solución, amigos del antiGobierno Rajoy y del antiPSOE Rubalcaba, o sea todos los que siguen mandado o han mandado hasta ahora: Inhabilitación pronta del actual monarca, que está hecho unos zorros y ya no hay taller que le pueda pasar la ITV, dejando de lado una hipotética abdicación que no contemplan o por lo menos no ha sido desarrollada en nuestra leyes y que crearía más problemas que soluciones (los republicanos de este país, mayoría super absoluta a día de hoy, nunca, nunca ¡entérense de una vez los que todavía cortan el bacalao en este yermo ibérico! aceptaremos una coronación automática del ciudadano Felipe Borbón), y yendo con urgencia a la celebración de un referéndum para que el pueblo español en su conjunto decida la futura forma del Estado español: Monarquía o República.


   Esto o el caos. Porque no es la III República española la que pide paso en estos momentos (que también) sino la sensatez, la inteligencia y la historia de todo un pueblo. El hacerse el ciego o el tonto en una situación como ésta, como suele hacer el mentiroso Rajoy, nos puede llevar a todos a sufrimientos pasados. Aunque, evidentemente, iniciada ya la segunda década del siglo XXI, las circunstancias patrias no son evidentemente las mismas. Es verdad que nos debatimos en una grave crisis de todo orden, nadie lo duda, pero afortunadamente los nazismos y fascismos son residuales en Europa y el pueblo español ya no tiene miedo al Ejército franquista, que ya no existe, y en cambio sí sabe lo que quiere: Un país libre, moderno, verdaderamente democrático, solidario, donde haya trabajo y porvenir para sus hijos. Un país que jamás se lo podrá pedir al claudicante y corrupto régimen monárquico que agoniza al compás de su presente titular y sí al que en estos momentos anida en sus corazones: La República.


Fdo: Amadeo Martínez Inglés
Coronel. Escritor. Historiador.

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