domingo, 5 de mayo de 2013

Que el Parlamento ocupe Las Turquillas, esa es su obligación democrática, para dar trabajo a los jornaleros.


Que el Parlamento ocupe Las Turquillas


Vuelven las huestes jornaleras andaluzas por donde solían, regresan a la ocupación de fincas públicas para exigir la utilidad social y laboral de un bien que es patrimonio de todos. Vuelven a lo de antaño y se olvidan, por fortuna para todos, de aquella arriesgada novedad táctica que fue la entrada abrupta en los hipermercados a llevarse comida para los pobres y que contribuyó mucho más a desacreditar la causa jornalera que a legitimarla a los ojos de la gente.
Los seguidores de Juan Manuel Sánchez Gordillo y Diego Cañamero han protagonizado esta semana la ocupación pacífica de la finca sevillana Las Turquillas, propiedad del Ministerio de Defensa. Los jornaleros han conseguido salir en los telediarios, sí, pero no deberían hacerse muchas ilusiones por ello: hoy día cualquier que se lo proponga acaba saliendo en los telediarios. La frustrada ocupación del Sindicato Andaluz de Trabajadores tendrá alcance, eficacia y sentido sólo si el Parlamento de Andalucía es capaz de hacer su trabajo complementando con su acción institucional la acción insurreccional de los jornaleros. ¿Cómo? Lo primero de todo, preguntando. Obligando al Ministerio de Defensa que explique ante una comisión de la Cámara andaluza si los jornaleros tienen o no tienen razón: es decir, preguntando si las 1.200 hectáreas de la finca están infrautilizadas, si en ellas se puede hacer algo más que criar burros y caballos o sembrar cereales que apenas generan jornales, si es posible ceder una parte de la finca a jornaleros en paro para que la exploten…
Y no solo eso, si el Parlamento de Andalucía funcionara como debe funcionar podría también hacer lo siguiente: crear un grupo de diputados con representación de los tres partidos, fletar un autobús y visitar durante unos días la finca Las Turquillas para ver con sus propios ojos si se le saca todo el rendimiento que se le puede sacar o si, como sostienen los jornaleros, podría generar decenas de miles de jornales al año. Cuando la gente empiece a ver que su Parlamento hace cosas como esa es seguro que empezará a estar orgullosa de él.
Durante mucho tiempo ocupar fincas fue un ejercicio tal vez revolucionario, pero también retórico. En los noventa Gordillo y los suyos ocuparon una finca de Mario Conde y la acción revolucionaria acabó con el banquero invitándolos a almorzar debajo de un chaparro. La manera de que esta ocupación de Las Turquillas no se quede en mero folclore revolucionario es instando al Parlamento a hacer lo que tiene que hacer: averiguar la verdad económica de esa finca y hacer que el Gobierno de España obre en consecuencia. Puede que, en efecto, solo sirva para criar burros y caballos, pero si es así queremos saberlo. Y la manera más fiable de saberlo es haciendo que el Parlamento de Andalucía viaje a la finca, la ocupe por unos días, averigüe qué puede hacerse con ella y exija a Defensa que lo haga. Esa ocupación sí que sería revolucionaria. Casi tanto como la otra. Y con un poco de suerte hasta saldría también en los telediarios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario