miércoles, 8 de mayo de 2013

Reseña de “Chavs. La demonización de la clase obrera”, de Owen Jones. Para entender por qué los ricos ganan las elecciones.


Con menos de treinta años, Owen Jones se ha revelado como una de las mentes más lúcidas y vigorosas de la izquierda activista británica. Para los que no lo conocíamos -y nos habríamos muerto esperando que lo sacaran los medios de comunicación españoles- su libro Chavs. La demonización de la clase obrera, nos ha servido para descubrir su talento y su capacidad de pensamiento autónomo incluso de los clichés de la izquierda. Lo primero que debemos explicar es que el término chavs se refiere de forma despreciativa al entorno de la subcultura de los sectores trabajadores -preferiblemente jóvenes-, caracterizado por la ropa deportiva de marca, bisutería llamativa, bajo nivel cultural y usuarios de las prestaciones sociales públicas, en especial las viviendas sociales.
Jones nos aporta muchas ideas novedosas. Detalla las claves ideológicas que explican el avance de la derecha. Algo así de por qué el partido de la minoría rica gana las elecciones. Algo que ya señaló desde postulados mucho más moderados políticamente el gurú de los demócratas estadounidenses George Lakoff.
El autor nos aclara cómo hemos pasado de la idealización de los ricos de las telenovelas o de la tradicional prensa rosa a la estigmatización y humillación de la clase trabajadora, con sus macarras y horteras como carne de burla en programas televisivos como Gran Hermano y otros reality-shows. El procedimiento es el siguiente. Primero se ridiculiza su subcultura, su lenguaje pobre, su ropa hortera, su vida mediocre, su sexualidad vulgar, sus índices de natalidad tercermundistas; así nos sentimos superiores. Una vez presentados como odiosos, se nos restriega que viven de las prestaciones sociales, aunque no sea verdad porque toda esa población chavs es la que repone los productos del supermercado y nos atiende en sus cajas, reparte las pizzas en las motos o descarga camiones en los mercados y puertos. Cuando consiguen que los repudiemos como grupo social y los percibamos como parásitos, concluimos que son pobres porque son mediocres, fracasados y borrachos; mientras que los ricos son guapos, listos y brillantes, que gracias a su esfuerzo han logrado triunfar. Así la clase media y acomodada termina demonizando el sector público que, alguna vez, les proporciona una prestación por desempleo o una vivienda social (en el Reino Unido se entiende, en España ni eso) y los chavs acaban abrazando a los partidos de ultraderecha que son los que les dicen que son estupendos por ser blancos, cristianos y británicos de pura sangre.
Owen Jones. Chavs. La demonización de la clase obrera. Capitán Swing. Madrid, 2012

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