Nueva
masacre del sionismo en Gaza. Por Ulises Benito
Una vez más el enorme poderío
del Ejército israelí (el más fuerte de la región del Oriente Próximo) ha sido
aplicado al servicio de la clase dominante de Israel. Durante 8 días la
aviación y la marina israelí han machacado Gaza, castigando como siempre a toda
la población, supuestamente por los cohetes lanzados desde este territorio e impactados
más allá de la frontera. Millones de trabajadores y jóvenes, en todo el mundo,
nos hemos podido estremecer con las más visibles consecuencias dramáticas de
esta nueva masacre sionista. Se calcula en alrededor de 150 las personas
asesinadas por las bombas israelíes. De ellos, según el Ministerio de Sanidad,
unos 40 son ancianos, niños y mujeres. La gran mayoría de las víctimas mortales
son parte de la población civil. A los muertos hay que añadir unos 700 heridos,
sin contar la destrucción de instalaciones de todo tipo y de viviendas.
Como es habitual, los
sionistas no respetan nada. Fueron bombardeados varias veces diferentes sedes
de medios de comunicación, no sólo públicos (como la televisión de Gaza), sino
privados, incluidos medios extranjeros como France Presse, Al Yasira, la
agencia estadounidense Associated Press o la televisión alemana ARD. De una
forma muy evidente, el Ejército israelí considera un arma del enemigo la
difusión de los efectos devastadores de su matanza.
La demagogia del Gobierno de
Benjamin Netanyahu, justificando esta carnicería en la defensa de la población
civil israelí frente a los cohetes de Hamás, es una cortina de humo. La élite
burguesa-burocrática-militar de Israel protege sólo sus intereses de clase,
intentando desviar la atención de los graves problemas sociales latentes en el
país, a dos meses de las elecciones generales. Es habitual que las masacres e
intervenciones militares sionistas coincidan con momentos de tensión social
que, desde su punto de vista, es imprescindible soslayar estimulando una
psicología de guerra y de unidad nacional entre sectores importantes de la
población israelí. En el último año y medio la oligarquía se ha enfrentado a
uno de los movimientos populares más importantes, el de los indignados; un
movimiento que pese a sus limitaciones ha expresado una parte del enorme
malestar acumulado, y que refleja la extrema distancia entre las masas
israelíes y las instituciones sionistas y sus partidos. Que la maniobra de
distracción de los burgueses sionistas tenga éxito depende de varios factores,
y en especial de la existencia o no de una alternativa de clase atractiva para
los trabajadores tanto judíos como palestinos. En este sentido, es evidente que
los cohetes lanzados desde Gaza, de forma indiscriminada contra ciudades
israelíes, y que han matado a cinco personas, no ayudan en nada a combatir el
chovinismo sionista, más bien al contrario.
En el momento de escribir esto
Estados Unidos y Egipto han anunciado una tregua que sería efectiva en pocas horas.
Lo que es evidente es que existe una extrema preocupación del imperialismo y
sus aliados (de Obama, de la Comisión Europea, del Gobierno turco, del
presidente egipcio Mohamed Mursi), por que la matanza sionista no supere unos
determinados límites (Netanyahu amenazó con una nueva invasión de Gaza, como la
que hace cuatro años costó la vida a 1.400 palestinos), ya que toda la zona
vive una situación convulsa e inestable (y en especial Siria, Líbano y Egipto),
y las tensiones entre las diferentes potencias imperialistas de la región
(Turquía, Egipto, Irán y las de la Península Arábiga) se acrecientan al calor del
proceso de revolución y contrarrevolución.
En caso de aplicarse una nueva
tregua, mínimamente duradera, no va a ser más que un parche temporal (otro).
Bajo la bota de Israel, la vida de los millones de palestinos, y en especial de
los de Gaza, sólo puede ser un infierno. Miles mueren como consecuencia de la
falta de instalaciones sanitarias, o como efecto del letal bloqueo (sólo
parcialmente suavizado por Egipto), que dura ya cinco años. La actitud
colonialista clásica del Gobierno sionista se refleja muy bien en las amenazas
a la Autoridad
Palestina si la
ONU vota la admisión de Palestina como ‘Estado observador’;
amenazas que incluyen el derrocamiento de dicha Autoridad. La clase dominante
israelí no quiere la paz porque defender sus intereses exige la guerra, sin la
retórica del enemigo exterior su papel reaccionario sería evidente para las
masas israelíes.
Como es habitual, las caretas
democráticas de los señores imperialistas quedan a un lado. Mientras Obama
reconoce el derecho de Israel a defenderse, la Unión Europea
condena el lanzamiento de cohetes palestinos mientras “pide a Israel contención
y proporcionalidad en su respuesta”. Como siempre, condenando al agredido y
aconsejando al agresor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario