Barómetro sociopolítico mayo 2013 (la única revolución)
 Hablar de la desafección ciudadana por la política de partidos existente, a día de hoy, y atendiendo a los datos de las diferentes encuestas disponibles, sería suavizar en exceso una realidad tan original como demoledora.
Ahora mismo, y confirmando una tendencia
 ya consolidada, se puede hacer un análisis con un mínimo margen de 
error. Y el resultado no puede ser más contundente.
Sobre la fiabilidad de los datos 
actuales hay que decir que cruzando las encuestas del CIS, Metroscopia, y
 Celeste, apenas se encuentran diferencias relevantes: o si las hay son 
de interpretación posterior, y no tanto de datos directos.
Sobre la fiabilidad de los datos pasados
 y de las encuestas en sí, hay que decir que calculando sobre barómetros
 cronológicamente aleatorios y validando con resultados definitivos de 
diferentes elecciones, la fiabilidad se encuentra entre el 95-98%.
Dicho de otra forma, lo que se presenta a
 continuación, y sin posibles interpretaciones, es la realidad social en
 el Estado español a mayo de 2013.
En números redondos, si mañana se 
celebrasen elecciones, los dos grandes partidos tradicionales (en 
conjunto) recibirían el soporte de poco más del 25% de los ciudadanos 
con derecho a voto, lo que traducido resultaría en 9.000.000 de 
36.000.000 posibles. Si comparásemos con los datos de las mismas 
empresas y correspondientes a estimaciones previas a las elecciones de 
2008, el resultado sería de 21.500.000 de 35.500.000 posibles. Si 
tomásemos como referencia el barómetro de julio de 2009, estaríamos 
hablando de 19.000.000 de 36.000.000 posibles. Y si nos remontásemos a 
las estimaciones previas a las elecciones de 2011, estaríamos hablando 
de 17.500.000 sobre 36.000.000 (los resultados definitivos fueron de 
17.800.000).
No hago diferenciación entre PSOE y PP 
porque dependiendo de la consultora y cruzando datos, existe un empate 
técnico entre ambas formaciones. ¿Y qué pasa con el resto?
Pues no pasa mucho, porque los 
nacionalistas, con alguna variación, mantienen sus irrelevantes 
porcentajes de intención de voto a nivel nacional (traducidos en 
relevantes por la actual Ley electoral). Y porque los partidos 
“alternativa” no están siendo alternativa, pues aunque ganarían muchos 
escaños respecto a pasados comicios, no sería tanto por haber aumentado 
drásticamente el número de apoyos, sino porque cada escaño precisaría 
muchos menos votos.
Concretamente, IU pasaría de ser votada 
por 5 de cada 100 posibles electores, a ser votada por 7 de cada 100, y 
UpyD pasaría de los 3 anteriores a los 4 actuales. CiU dependiendo del 
barómetro que se consulte (aquí sí hay diferencias) se quedaría en 3 o 
pasaría a 1,5 (de cada 100), y el PNV pasaría a menos de 1. PSOE y PP 
rondarían ahora los 12 y 13 de cada 100 respectivamente, cuando 
históricamente, y como media, solían superar los 30 cada uno.
¿Y esto cómo se traduce en las elecciones?
Pues aunque no tenga ningún interés 
personal en mostrarlo, porque creo que un partido que gane las 
elecciones gracias al apoyo de 13 de cada 100 ciudadanos con derecho a 
voto no está legitimado para gobernar… la cosa quedaría aproximadamente 
así:
Escaños
PP: 130-150
PSOE: 110-130
IU: 25-30
UPyD: 12-17
CiU: 12
PNV: 7
Esto significa, por ejemplo (y sin 
descartar otras muchas combinaciones que incluyen un aparente “pacto de 
Estado”), que pudiera darse el caso de que el PP revalidara la mayoría 
absoluta en coalición con UPyD (mayoría absoluta con 6 millones de votos
 de 36 posibles, o en porcentaje total el 16,6%).
Insisto en referirme a los números 
totales y no a los porcentajes resultantes en las elecciones, porque a 
este paso, y con una intención de abstención que ya apunta por encima 
del 50% y con una intención de voto a partidos que no alcanza el 40%, 
acabaremos siendo gobernados por los que decidan en una asociación de 
vecinos a poco que sea grande y se pongan de acuerdo.
Os recomiendo por tanto que cuando 
repaséis una de estas encuestas, os fijéis en las cifras o porcentajes 
de “voto directo”, y no en las estimaciones, porque estas se calculan 
sobre voto válido, descartando todo lo demás.
Visto esto, lo único que queda claro es 
que muchos de los que en su día creyeron posible un cambio porque aún no
 estaban desengañados (por falta de cultura política, o…), hoy ya no 
participarán en esta farsa porque no ven alternativas posibles.
Con todo, en un país en el que hoy un 
70% de la población no sabe quién es el ministro de Defensa, un 55% 
desconoce al de Interior, o un 19% “aprueba la labor de oposición al gobierno” de Mariano Rajoy, un 77% la desaprueba, y solo un 4% elige el NS/NC ante una pregunta tan absurda: mal lo tenemos.
Si llegan a celebrarse las próximas 
elecciones, cabe esperar, a pesar de la jugada renovadora que el PSOE 
retrasará todo lo posible para no tener que mancharla (eso ya lo harán 
una vez manden), y de los cambios que puedan aparecer en el PP a última 
hora; que la ingenuidad no dé para grandes vuelcos en las diferentes 
intenciones de voto y participación actuales. Y ahí sí nos vamos a 
encontrar un curioso e interesante panorama.
Es obvio que esta no es una solución, ni
 garantiza nada. Pero siendo poco y triste, es lo más relevante a lo que
 vamos a poder asistir (de no surgir un gran partido “serio y 
responsable” de esos que gustan a las mayorías, dispuesto a reconducir 
la situación, para no reconducir nada). Y si hoy hay alguna posibilidad 
de presión (lo que se intenta con las manifestaciones), ninguna es más 
efectiva, ni puede ser más preocupante para los que están enquistados en
 el poder, aunque a algunos no se lo parezca, que el desposeerlos de esa
 legitimidad que mantiene “su” sistema.
Si las apariencias no contasen, hoy se 
volvería a fusilar a la disidencia política e intelectual, porque 
ideológicamente (y genéticamente) siguen los mismos.
Paco Bello | Iniciativa Debate
Gráficas y datos estadísticos
Fuentes documentales
 
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