Sociología ideológica

lunes, 14 de octubre de 2013

Mirad lo que hace el régimen capitalista contra los jueces que meten a la cárcel a los capitalistas más impíos y ladrones , los expulsa del cuerpo para que no hagan más tonterías. Elpidio J. Silva: “Acerté mucho más de lo que imaginaba cuando mandé a Blesa a prisión”

Elpidio Silva: “Acerté mucho más de lo que imaginaba cuando mandé a Blesa a prisión”


- El juez que envió a la cárcel al expresidente de Caja Madrid habla para VF
- Es su primera entrevista tras ser suspendido por cuatro meses
- La Fiscalía se querelló contra él por prevaricación

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Elpidio José Silva. © Miguel Colmenero Castro
No hay muchos como él. A decir verdad, ninguno. Hasta ahora, que un fiscal se querelle contra un juez por prevaricación en el ejercicio de un proceso, es algo insólito. Pero Elpidio José Silva (Granada, 1959) tiene algo de juez insólito. Aunque reniega del protagonismo que le han dado los medios, resultaría imposible no haber visto su nombre impreso en los diarios: el pasado mes de junio envió a prisión incondicional al expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa. Ya lo había hecho veinte días antes bajo fianza de 2,5 millones de euros. El resultado de ese segundo auto fue su suspensión como juez por cuatro meses y una petición de la Fiscalía de inhabilitación por 40 años. Miguel Blesa salió de la cárcel en 48 horas y acaba de casarse, con Gema Gámez, en la finca Las Jarillas. Elpidio J. Silva está suspendido. Ni cobra su salario ni puede ejercer. El próximo día 16 está citado para declarar ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Aún no sabe si declarará. Siente que le obligan a bajar a la arena sin armas con que defenderse, en lo que entiende como un proceso descabellado. Cree, también, que el Estado pretende amedrentar a los jueces que desafían a los intocables. Elpidio J. Silva gusta de explicarse con metáforas costumbristas para asegurarse de que se entienda muy bien lo que dice. Y se entiende. Desde luego que se entiende.
¿Se siente perseguido?
No tengo una sensación interna de sentirme perseguido. No como persona. Pero sí me produce desazón trabajar en un ámbito judicial que no funciona. Si no fuera juez, me dedicaría a otra cosa y esto no pasaría. Y casi seguro ganaría más dinero; no tengo un miedo existencial a quedarme sin trabajo. Pero sí me da mucha pena que a la Justicia le he dedicado más de 20 años de mi vida y ver que la Justicia de tu país es esto… Te da vergüenza cuando sales al extranjero y te reúnes con colegas, sientes en su mirada el desprecio. España ha perdido muchísimo a nivel de calidad internacional.
¿Diría entonces que la Justicia española da vergüenza?
Yo creo que sí. Presenta una situación vergonzante. También en lo físico: basta ir a un juzgado como los de plaza de Castilla y ver cómo se trabaja: instalaciones, medios, espacio… Eso no es presentable. El propio aspecto arquitectónico de los edificios tiene algo de sumidero. Parece esa parte del metro o el aparcamiento a donde vas para entrar en el baño y es una sala terminal y reservada. Eso parecen los juzgados. Hay una carencia de atención pública y de medios espectacular. Y eso va calando en la gente. Los jueces no tenemos una posición sólidamente establecida en España, no tenemos poder real ni independencia y eso provoca rechazos a todos los niveles. Cuando trabajamos en equipos de investigación conjunta a nivel internacional, esto se paga, no sale gratis.
Se encuentra usted ahora mismo cuatro meses suspendido por el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). ¿Es pesimista sobre la evolución de su caso?
No tengo claro que haya que ser pesimista; he tenido problemas con acosadores en varias ocasiones, con procesos abiertos, y hasta ahora siempre les he ganado. No he tragado por situaciones que me parecían inadecuadas y en las que no tenía por qué colaborar, no se sabe exactamente con qué. Esta situación se ha ido mucho más allá de lo normal. Es la primera vez en la historia judicial que un fiscal se querella contra un juez por prevaricación. Esto no había pasado nunca. Parece que la movilización y las contiendas se han llevado más allá de lo razonable.
Una situación que ha provocado que mucha gente le mande mensajes de ánimos, según me consta.
La sociedad se moviliza porque está cansada de ver todo tipo de cargos públicos imputados y ninguna condena. Está cansada de tanta corrupción y tanto escándalo. Si ves que permanentemente hay problemas con bancos, hundimiento de entidades financieras, instituciones públicas, un Gobierno en una situación muy delicada en lo económico y no digamos por las imputaciones que puedan surgir por una cuestión de financiación y no pasa nada… No hay condenas y el ciudadano tiene, además, que pagar un déficit en su sistema educativo y sanitario. La situación es muy difícil.
¿Se equivocó mandando a Miguel Blesa a prisión?
Cuando ingresas a alguien en prisión preventiva no lo estás condenando. Lo haces para llevar a cabo una protección de pruebas y diligencias. A día de hoy yo no sé si Miguel Blesa es o no culpable, obviamente, pero no puedo pensar que estaba equivocado, claro. Aunque si lo pensase, saldría ganando personalmente. Pero creo que acerté mucho más de lo que imaginaba. Cuando lo ingresé en prisión estaba plenamente convencido que se daban todas las circunstancias para ingresarlo. A día de hoy, con todo lo que ha pasado, se me han confirmado una serie de extremos referentes a una posible relación con el delito de esta persona que yo desconocía. Es evidente que la movilización de esfuerzos responde a muchas personas que a lo mejor se pueden considerar implicadas potencialmente por los hechos que se persiguen y que no quieren que se haga. Han movido todos los resortes que hay en un Estado para ir contra alguien. El único resorte que no se ha movido contra mí es la violencia física. Si analizamos todos los resortes que tiene un Estado para ir contra un individuo, están todos integrados: prensa, radio, medios en general, tertulianos, programas de día y de noche, fiscalía, la inspección del CGPJ, los expedientes disciplinarios… Si yo me equivoco, ¿qué se hace? Se alegra el abogado de la defensa, lo recurren, van a la Audiencia, me quitan la razón y se acabó. Lo que no monta nadie es un espectáculo de este calibre. A menos que se quiera que haya avisos a navegantes, es decir, a jueces que puedan recibir querellas contra cargos de cajas de ahorro o temas similares. Se quiere crear un escenario de miedo en los jueces, me imagino.
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Miguel Blesa junto a Alberto Ruiz Garllardón, ministro de Justicia.© Gtres
Muchos ciudadanos tienen la sensación de que existe una Justicia en general y otra para los poderosos. ¿Entiende esa sensación?
Para afirmar eso tendríamos que investigarlo a nivel criminógeno. Pero yo soy juez y he probado que no es así. He tratado igual a todo el mundo durante dos décadas. Nadie ha sido tratado peor o mejor en mi juzgado por su situación económica. Pero estamos constatando que cuando el personaje es un imputado ilustre, pasan cosas que no deberían. Hay una movilización de medios y unas complejidades para llevar a cabo la instrucción que no entiendo. No entiendo por qué para redactar el auto de prisión de un imputado ilustre tengo que dedicarle 50 folios. ¿Por qué si puedo enviar a una señora que lleva un kilo de cocaína en bolas en el recto con tres folios, y esa prisión siempre la confirma la Audiencia? ¿Por qué tengo que dedicarle 40 o 50 folios a los demás? Esto no lo hace ningún país de nuestro entorno. ¿por qué hacemos esto?
“El único resorte que no se ha movido contra mí es la violencia física”

¿Para evitar esos resortes que usted mencionaba?
Pero la presión se percibe igual. Yo no estoy en los casos que llevó Garzón, no estoy en la piel de Ruz ni sé lo que lleva a cabo Castro o Alaya, por citar algunos ejemplos importantes, no los únicos. Seguro que hay jueces totalmente desconocidos trabajando sobre la corrupción en condiciones inconfesables y que sufren presiones todo los días. De esto estoy completamente seguro. Somos los que ha decidido alguien a través de alertas muy difíciles de ubicar que estemos en los medios.
¿Qué le sugiere el término “juez estrella”?
Eso se le aplica a los cantantes, ¿no? (risas). Un juez desde el momento que es estrella, está fracasando a nivel judicial. Un árbitro de tenis no tiene que ser estrella. Si yo voy a ver a Nadal y Federer, quiero verlos a ellos. Es una catástrofe que el público esté pendiente del árbitro. El juez no es ni tiene que buscar ser estrella sino hacer un trabajo oscuro, complejo, técnico, plagado de incertidumbres porque nadie está en posesión de la verdad. Que un juez se convierta en estrella le viene bien a quien quiera manipular: señalar a quien desempeña el cargo permite movilizar a los medios de comunicación, la inspección del CGPJ y mil historia más. Y en España, a un sentimiento tan antiguo como la envidia. Hay jueces que trabajan en condiciones terribles temas de narcotráfico, en Galicia y Andalucía, con plantillas funcionariales que son de la zona, a ellos no les conoce nadie pero se dejan la piel y nadie habla de ellos. A estos compañeros puede parecerles insólito. “¿A este Elpidio lo conoce todo el mundo?”. Yo no lo he buscado.
Leo que tiene usted fama de juez conflictivo. Incluso en algún medio conservador se le tilda de trastornado. ¿De dónde nace esa fama?
Esa es una fama fabricada. Cuando yo comienzo en la carrera judicial tengo mi historial. Soy profesor de Universidad, premio extraordinario de licenciatura, he recorrido media Europa… En lo deportivo hasta he sido campeón de tenis de mesa varias veces. Si la persona tiene esos ingredientes que me dices, se sabría. Pero en la madeja esta de la manipulación, cuando un juez no se acomoda al criterio ortodoxo y colaboracionista, entre comillas, que tiene el CGPJ, el ponen una etiqueta de conflictivo, polémico, de trato difícil, de no colaborador. A mí me lo han dicho periodistas, que han pulsado fuentes de fiscalía y se lo han dicho: “No, este juez no es colaborador”. ¿Con quién tengo yo que colaborar? Nadie que haya aguantado lo que yo estoy soportando, puede calificarse como inestable o trastornado, sino todo lo contrario. Mi fuerza me sorprende a mí mismo.
¿Qué es ser colaborador?
Eso es francamente raro. Nosotros cobramos un sueldo público que pagan todos los ciudadanos. Tu margen de colaboración es saber el interés ciudadano. Si alguien está pensando en una llamada, que te pidan algo o que tengas un detalle, nos salimos del ámbito judicial y nos metemos en laberintos muy oscuros. Si fuese un juez conflictivo lo sería para todos los casos, no solo para el caso Blesa. Tendríamos una ristra de 300 casos donde yo la he liado. No cabe ser conflictivo para un caso: un jugador de ajedrez que juega de forma extraña lo hace siempre. Esto es una situación de manipulación. Si le sumamos lo de estrella y trastornado, lo tenemos genial. Metemos en esa cajita todas las cosas que me interesa que la gente sepa y vamos machacando y presionando este procedimiento.
¿Por qué es tan importante el caso Blesa?
Caso Blesa y sobre todo caso banco de Miami. Lo que hace saltar todas las alarmas y hasta el día de hoy no sé por qué, es que incoo diligencias respecto de la compra del City National Bank of Florida, en Miami. Esta es la clave. Mientras yo estaba trabajando el caso Blesa, recibía muchas presiones pero, mal que bien, aquello seguía adelante. Cuando incoo diligencias para, separadamente, investigar la compra del banco de Miami se complica todo muchísimo. No sé qué puede pasar con esa entidad u operación porque no me dio tiempo a instruirlo debidamente.
¿Cómo prevé la evolución del caso Bárcenas?
El caso Bárcenas me suscita dos dudas tremendas. Si no ha podido ser una cortina de humo para tapar los grandes casos abiertos en materia de gestión de cajas de ahorro, fundamentalmente Bankia y Caja Madrid. No lo sé pero habría que planteárselo seriamente. En el momento en que Bárcenas entra en prisión había una gran atención ciudadana en esos casos. Yo entiendo que si alguien es apoderado general de un partido y luego tesorero, tiene que haber responsabilidad política, y en su caso penal, de las personas que pudieran conocer las actividades de Bárcenas y que pudieran salir beneficiados económicamente de ellas. Pero no sé cómo lo está llevando el juez Ruz. Cierto es que yo puedo no saber lo que hace mi apoderado pero sí tengo muy fácil saberlo. ¿Qué protocolos tenía usted para seguir las actividades de ese apoderado, qué beneficios económicos obtuvo o pudo obtener usted de esas actividades?
Se refería usted a la gestión de las cajas de ahorro.
Es que ese es el gran tema: cómo se han gestionado las cajas de ahorro desde el año 1996 hasta 2010, tema que está ligado a un rescate financiero que ha llevado al país al colapso. Que nos ha llevado a una pérdida de soberanía real y a una deuda soberana que a día de hoy no salen las cuentas para devolverla. No crecemos en PIB ni para pagar los intereses. Hablamos de decenas de miles de millones de euros, d emiles de enfermos que no saben si van a poder pagar los tratamientos contra el cáncer, de alumnos que me dicen que ya no tienen dinero para matricularse… Tal vez haya varias generaciones hipotecadas de personas que no tienen nada que ver con ese problema. Este es el gran asunto, investigar qué ha sucedido con el delta de incertidumbres que es Bankia. Al lado de esto, el caso Bárcenas tiene una importancia relativa.
Su trayectoria y decir las cosas como las dice, ¿le crea amigos o enemigos entre los compañeros jueces?
La vida en cierto modo me ha cambiado. Ha habido gente que me ha impedido llegar al juzgado con facilidad: me han parado para saludarme y hasta para abrazarme. Compañeros magistrados me han dicho que se alegran de estar conmigo en ese ascensor. No sé si es o no positivo porque no tengo protagonismo, hago mi trabajo sin incorporar heroísmo ninguno. Pero me consta que hay mucho miedo en el aparato judicial. Los jueces tienen miedo. Mucha gente tiene miedo de verse en una situación como la mía. Que esto que me ha pasado a mí hace que se multiplique ese miedo. Que perder el puesto de trabajo se ve con terror, que un compañero que lleve poco tiempo en la carrera no sé si verá esto con pavor.
¿Miedo a qué?
Los juzgados son maquinarias que funcionan mal. Tienes un coche que sabes que es malo. Que se te para cada dos por tres, que no cierra bien, con problemas sistemáticos de batería… Pero vas llevando a gente en él de aquí para allá y lo toleran. El mal trato que la Justicia ejerce sobre muchos ciudadanos porque vamos lentos, la sentencias se dictan tarde, a veces son de poca calidad… Cuando esto se aplica a alguien con medios económicos y estatus, al juez le da miedo. Es como si vas con el coche birrioso a recoger al jefe de tu empresa. ¿Cómo voy a quedar? Una cosa es ir y venir tú y otra ir a recoger al jefe con un coche impresentable que no limpias desde hace 20 años. Eso es una parte. Luego genera miedo las posibilidades que esos poderosos tengan para hacer de tu vida un infierno. El sistema español no está tan corrompido como para matar al juez. Pero sí te la convierten en un infierno: te abren expediente, te estigmatizan y no todo el mundo tiene la misma fuerza de carácter. Si alguien dice “Elpidio es un trastornado” yo creo que casi habría que darle la vuelta y considerar que con lo que me ha pasado, podría estar realmente trastornado. Tráigame usted a alguien que aguante más.
¿Se arrepiente de alguna decisión que haya tomado como juez?
No. No suelo dudar, cuando tomo decisiones tengo facilidad para configurar lo que hay en juego y no voy con dudas. Cualquier funcionario puede decirte que nunca le he pedido un auto para revisarlo. De lo que me arrepiento es de maltratar a los ciudadanos: se les hace esperar indebidamente, no trabajamos con los medios suficientes, ni personales ni humanos, y sabes que maltratas a la gente.
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Juzgados de Plaza Castilla.© Gtres
¿Qué es lo peor de los juzgados españoles?
Los juzgados tienen un sistema informático de pena. Hay problemas escandalosos; uno de ellos es que no hay un software nacional. Cada CCAA tiene su sistema operativo perfilado hasta donde puede y quiere llegar, según los medios con que se le dote. Pocos, porque la Justicia no es un tema electoral. Puede decirse sin ambages que en la ciudad Madrid tenemos el peor de toda la Comunidad y, posiblemente, el peor del Estado. Es muy difícil que encontremos uno peor en Europa, según me cuentan especialistas en este área. Se cuelga continuamente, los técnicos tienen que asistir hasta dos y tres veces al día. Sería mejor llevarse el sistema y usar máquinas de escribir. O que el juez comprase un ordenador de 500 euros y lo instalase allí. No tiene sentido emplear dos horas para una declaración y que se te cuelgue el sistema. Esa declaración no puedes volver a tomarla si la persona ya sabe las preguntas. Esto deja muy mal sabor de boca. Hay que abordar la responsabilidad penal o administrativa de los jefes del gabinete de información de los tribunales. Hay que analizar por qué cuelgan las resoluciones con nombres y apellidos, lo que prohíbe la Ley de Protección de Datos. Y a veces, mal, como acaba de suceder.
“Se quiere crear un escenario de miedo en los jueces”
Cuénteme cuál es su situación procesal y profesional ahora mismo.
Antes de pedir que se paralizara cautelarmente la suspensión de cuatro meses que me han impuesto, nosotros pedimos también que esa paralización fuera inmediata, sin necesidad de oír al Consejo. Creemos que es ilegal y que puede haber incurrido en responsabilidad penal. Nos hemos querellado contra el magistrado instructor del expediente y una fiscal. Es decir, antes de la suspensión cautelar pedimos una cautelarísima, la cautelar de la cautelar: mire, no la aplique, suspéndala inmediatamente sin ni siquiera oír al CGPJ porque creemos que es una barbaridad y el daño puede ser irreparable. Es a esto a lo que el Tribunal Supremo (TS) ha dicho que no, a la cautelarísima. Ni siquiera ha abordado la cautelar. Luego tendrá que decidir si la sanción es o no legal. Y hemos pedido cautelar y cautelarísima porque creemos que es un atropello sin precedentes..
A la velocidad que va la Justicia, ¿es posible que cumpla usted los cuatro meses de sanción sin que el TS entre al contenido del asunto?
Perfectamente. Sin resolver la cautelar. Y el daño a las causas Blesa y Banco de Miami puede ser irreparable. Mientras estoy apartado se ha nombrado para llevarlas una juez sustituta, una persona sin la suficiente experiencia, que no es miembro de la carrera judicial y, si ya son causas enormemente complejas para cualquier juez al uso, imagina para una interina que acaba de entrar.
La fiscalía se querelló contra usted por prevaricación y le pide 40 años de inhabilitación. Está citado para declarar el próximo día 16 ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM). ¿Cómo prevé ese día?
Será muy difícil que yo pueda declarar. La Fiscalía me imputa prevaricación y otros tres delitos absolutamente disparatados, por decirlo suavemente. Para que se me pueda tomar declaración por prevaricación tiene que existir lo que llamamos pieza de convicción. Si tomo declaración a un asesino que ha matado a alguien con un puñal, en la causa ha de estar el puñal, el acta de fallecimiento y el informe de autopsia. Si a mí se me toma declaración sobre una causa penal que yo instruido, dos causas en realidad, Blesa y Banco de Miami, las causas han de estar enteras en el TSJM. ¿Qué sucede? Que la parte más importante, no está en el TSJM. Fiscalía, de una manera irresponsable, ha omitido las áreas fundamentales: los correos corporativos de Miguel Blesa no están. Cuando el instructor me pregunte por qué he adoptado mis resoluciones, posiblemente yo me tenga que remitir a esos correos y contar cosas que nadie sabe para poder defenderme. Esto es brutal. Es decirle a alguien: te voy a acusar porque sé que no te puedes defender. El instructor, además, tiene que tener los mismos elementos que yo tenía para evaluar mis decisiones y saber de los casos Blesa y Banco de Miami lo mismo que yo. Y también faltan las transcripciones de centenares de horas de declaraciones testificales, periciales, etc. Es increíble pero es así. La Fiscalía pidió las transcripciones a mi juzgado, sin medios humanos, y no al TSJM, que sí los tiene. Esto es una deslealtad. Es jugar sucio faltando a todas las reglas del fair play. Por eso creo que mi declaración es poco menos que imposible. Y si se produce estamos en el camino a Europa y a las nulidades. Eso es esperar dos o tres años a que el Tribunal de Estrasburgo me dé la razón y el Estado me reembolse una cantidad importante por el tiempo en que he estado suspendido. Y el ciudadano pagará en última instancia las consecuencias de gente que no hace bien su trabajo.
¿Está usted entonces suspendido de empleo y también de sueldo?
Así, es. Yo ahora vivo de mis ahorros.
¿Y cómo se siente en lo personal?
Cuando a una persona le multan por aparcar mal el coche y uno no es ni el dueño del coche ni ha estado en esa ciudad, se queda con la sensación de que le pueden multar cuando quieran. Lo llevo con paciencia, sabiendo que llevo la razón y que al final, esta sale. A mí siempre me ha salido; le he ganado al CGPJ todos los pleitos. Sé de lo que se trata: amedrentar a una persona, de que se vaya separando por las buenas o las malas, luego se la intenta premiar o reconducir… Pero el daño grave ya está hecho. Y no a mí, llevar el caso Blesa o Banco de Miami me toca solo porque es mi trabajo. A la ciudadanía es a quien le interesa que esas causas no estén congeladas, que es lo que se pretendía. Se quería meter un glaciar en el Juzgado de Instrucción Nº 9 y se ha conseguido.
Fuente: Revistavanityfair.

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