Sociología ideológica

domingo, 12 de enero de 2014

La televisión, abierta en canal


La televisión, abierta en canal
La periodista Mariola Cubells habla con emociones. Casi con impulsos. Rezuma vitalismo. Un apasionamiento se diría que televisivo. Hace una década que comenzó, una de las pioneras, a “destripar” (es el verbo que suele utilizar) la telebasura en la pequeña pantalla con el libro “¡Mírame tonto!: Las mentiras impunes de la tele”. La analista de televisión, que también ha trabajado en la radio y en prensa escrita, acaba de publicar “¿Y tú que miras? La tele que no ves” (Rocaeditorial), presentado esta semana en la librería Primado de Valencia.  Puede parecer enfático, pero la periodista confiesa que escribe “por el bien común”. Y habla por su propia experiencia. Trabajó durante muchos años en televisión (nada menos que en Radiotelevisió Valenciana), y vio que con la tele que estaba haciendo “iba a convertirme en un gusano”; y esa es una piel “que ya no te puedes quitar en toda la vida por mucho que intentes disfrazarte”. Así que decidió un buen día abandonar el canal autonómico, irse a su casa y escribir “¡Mírame tonto!”. “Ahora soy mejor persona”. Lo mejor que le pasó fue “recuperar la mirada limpia hacia los demás”, que la televisión le había emponzoñado.
La historia empieza con la periodista trabajando en el legendario “Parle Vosté, Calle Vosté” (“Talk Show” que Canal 9 emitía en la década de los 90 y que con el mismo formato -en época del PSPV-PSOE- se titulaba “Carta Blanca”). Un buen día decidieron los programadores dedicar uno de los “reallities” a responder esta cuestión: “¿No llegan las mujeres a más porque no pueden?”. Así, como suena. Mariola Cubells se encargaba entonces de rellenar los contenidos y encontrar los invitados idóneos para “Parle Vosté, Calle Vosté”. Para impostar una buena tertulia “amarilla”, encontró una “bomba” en John Arias, un chaval de Alicante que presidía en ese momento una liga antifeminista. “A él le debo en buena medida mi cambio”, apunta Mariola Cubells.
Para el programa se necesitaban personajes con el perfil de “maruja”, tipos machistas o sedicentes feministas, todos los ingredientes necesarios para armar un show escatológico que encandilara a las audiencias. Mariola Cubells interrumpe en este punto el relato y advierte que esta televisión “la hacíamos periodistas, gente con licenciatura que pretende dedicarse a este oficio”. Es decir, “pueden pedirse responsabilidades a personas concretas y, sobre todo, también es posible decir no”.
Realmente John Arias no era sino un pobre descocado, pero en el plató cuajaba. Sus palabras eran potencialmente explosivas y muy adecuadas para el fin perseguido. Mariola Cubells, como una de las responsables del programa, le decía: “no me falles, ya sabes lo que tienes que decir”. Y el joven alicantino no decepcionó. Se levantó del asiento y sin embozo alguno clamó: “Las mujeres no tienen alma ni derecho al orgasmo; como esas tres feministas que están en la mesa y andan arrastrándose por el mundo”. Hubo de inmediato un corte y el realizador dio paso a la publicidad. Súbitamente, la autora de “¿Y tú que miras? La tele que no ves” bajó al plató y abroncó al joven, que miró atónito a la periodista, pues él no hacía sino ajustarse al rol que se le había encomendado.
El programa fue muy criticado en la época. Se emitió en “prime-time” y en un canal público. A Mariola Cubells le sirvió para reflexionar, irse a su casa y renunciar así a un salario en RTVV. La mirada perpleja de John Arias le sacudió la conciencia: “Este tipo de programas te llevan a desarrollar los peores instintos; a ese pequeño monstruo también lo creé yo”. Aunque lo peor, subraya la periodista, es que pasada más de una década, los procedimientos y las estrategias televisivas no han cambiado.
Ciertamente, “en la televisión funciona mucho el poner lo peor ti mismo”. El trabajo en este tipo de programas encanalla, conduce al cinismo, envilece. “Te haces pasar por una persona muy simpática, para que gente con menos formación y menores recursos económicos que tú, vaya a la tele y te cuente su vida; y empeñas en ello todo tu bagaje”, explica la autora de “Mis padres no lo saben” y “Mentiras en directo”.
El testimonio es vívido y la narración espectacular. Rabiosamente personal. Tan válida o más que un doctorado sobre la materia. Porque Mariola Cubells ha transformado su experiencia en categoría para, mediante libros y análisis, diseccionar estos programas, abrir en canal la televisión. Insiste en que se trata de un “proceso” en el que intervienen productores, realizadores, cámaras, redactores y muchos más profesionales. La cadena, esto es lo fundamental, se compone finalmente de una suma de decisiones personales “que se pueden revertir”. En otras palabras, “existe la posibilidad de decir que no”. La periodista pone el ejemplo de la caza de brujas en Estados Unidos y las palabras de Orson Welles, cuando afirmaba que quienes testificaban ante los tribunales del macarthismo, no lo hacían por un puesto de trabajo, ni por su familia, ni siquiera por un hogar. Lo hacían por “salvar sus piscinas”. Por eso, “hemos de recuperar en el periodismo palabras como ética, honestidad o buen hacer”.
Mariola Cubells escribe sus libros en forma de crónica, de “fresco”. No se trata de ensayos, ni de textos académicos, sino de libros redactados como un gran reportaje sobre televisión. Siempre desde la práctica como periodista. Es lo que viene haciendo desde hace más de una década. Vivisecciona los programas, les saca la entraña y la vierte en el texto.
Eduardo Zaplana gobernó el País Valenciano entre 1995 y 2002. Hubo un momento, durante su mandato, en que ingresaban en RTVV con bastante normalidad exfalleras mayores. Se les hacía un hueco en la redacción de Deportes o en tareas de producción. El criterio para que se les reservara una plaza de periodista era básicamente la fotogenia. Precisamente a secciones como “Deportes” y “Medio Ambiente”, la dirección de RTVV había desterrado a los periodistas de primera hora en la casa, muchos con una oposición ganada. Era la redacción inicial de Canal 9, la que laboraba en “Informativos” y que fue defenestrada pues eran los “rojos”. También se les condenó a hacer “pasillos”. Uno de estos veteranos periodistas estaba visionando, en la sección de “Deportes”, el debate sobre el estado de la nación, cuando se le acercó una dicharachera exfallera en funciones de periodista y le espetó: “¿Te queda mucho? Es que va a empezar “Yo soy Bea”.
Conclusión. “Todo esto es posible únicamente cuando una televisión pública llega a un grado extremo de decadencia moral”, afirma Mariola Cubells. Además, “en Canal 9 hemos tenido el episodio más sórdido de todos los canales públicos de este país, el caso de Vicente Sanz, que en ningún caso se puede aislar de lo que ocurría en esa televisión”. Vicente Sanz, secretario general de RTVV entre 1999 y 2010 (en la práctica jefe de personal y número dos de la casa), se halla actualmente procesado por supuesto acoso sexual a tres trabajadoras de Canal 9. Tampoco los hechos se puden desvincular de una televisión que no citaba el caso Gürtel, ni informaba de las víctimas del accidente de metro de Valencia el 3 de julio de 2006 (43 muertos y 47 heridos). “Cuando los compañeros de Televisión Española y Telemadrid me comentan lo que ocurre en estas cadenas, siempre les digo que eso ha pasado antes en Canal 9”. Hace un mes que el presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra, designó secretaria autonómica de Comunicación a Lola Johnson, quien ocupó cargos de altísima responsabilidad en RTVV en la era Camps.
Pero el gobierno valenciano echó el cierre a Canal 9 a finales de 2013. ¿Qué ocurre ahora mismo en las televisiones públicas? Mariola Cubells pone el foco en TVE. Y en uno de sus programas. “El más perverso”, afirma. “Mucho peor que Sálvame”. “Totalmente ofensivo para la madurez audiovisual del ciudadano”. Se trata de “Entre todos”, conducido por la “hipersimpática, muy fresca, cercana y vitamínica” Toñi Moreno. La iniquidad de este programa, explica la analista de televisión, es que confundiendo caridad con justicia, “nos intenta confundir a todos”. “Convoca a pobres ciudadanos que nunca vivirán en su entorno, y los invita para que cuenten sus desgracias personales; en eso llama un espectador que ofrece una determinada solución al problema; por supuesto, nunca dice Toñi Moreno que muchos de estos dramas los debería resolver la ley de dependencia”. ¿Cuál es el mensaje? “Los buenos y solidarios españoles somos capaces de sacar todo esto adelante”, anota Mariola Cubells. Ni el menor apunte en “Entre Todos” sobre los recortes, la política de austeridad, las exponenciales desigualdades o la corrupción.
Uno de los momentos estelares, apoteósicos, del programa de Toñi Moreno es el de los “pareados”. El invitado que, por ejemplo, no puede adaptar el baño para introducir la silla de ruedas de su padre (dependiente), asiste al programa en busca de una solución. De la redacción pasan una llamada de alguien que regenta una ferretería y ofrece el material gratis. El programa revienta entonces de creatividad con un pareado de esta guisa: “Si quieres cambiar tus azulejos, llama a ferreterías Realejos”. “Entre Todos” ha concitado numerosas críticas. Del sector de trabajadores sociales, de medios internacionales como “Le Figaro” y también de los nacionales.
Pero también del PSOE. Ésa es la cuestión. Porque el PSOE emite ése mismo programa en la Radiotelevisión Andaluza (con el título de “Tiene Arreglo”), que incluso ha anunciado una demanda por plagio y competencia desleal contra Televisión Española. Pablo Carrasco, quien fue director general de Canal Sur hasta marzo, ha impulsado “Entre Todos” a través de su productora “Proa Magna”. Y Toñi Moreno ha presentado ambos programas en el canal autonómico y también en el estatal. Entre los seguidores de la presentadora gaditana se encuentra Sofía de Grecia, reina consorte de España, según ha reconocido. Las dos se saludaron muy amigablemente en la presentación de la serie televisiva “Vicente Ferrer”, en el cine Callao de Madrid.
Éste es el panorama. Y lo que, según Mariola Cubells, justifica su trabajo: “Lo que hago es destripar la televisión y dar claves a los espectadores para que sean más sabios; la tele está muy presente en nuestras vidas; mucha gente basa su ocio en el consumo de televisión que, de hecho, todos los años aumenta”. Ahora bien, según la periodista, la televisión se ha “salvamizado” (por el “reality” de Tele 5). El modelo “Sálvame” se ha extendido, así, a las tertulias futboleras, donde aparece gente con la vena hinchada “hablando de estupideces”; o a los pseudodebates, en los que se busca la frase más gruesa para coronar el “trending Tepic”; o al “infoespectáculo” (realmente no se trata de informativos). Ocurre, afirma la periodista, “que nos hemos acostumbrado a que sea ése el procedimiento utilizado para hacer televisión”. De hecho, “lo preocupante no es que exista este formato, sino que haya colonizado toda la parrilla”.
¿Hay alternativas? “Por supuesto”, responde Mariola Cubells. Pero lo primero que haría falta son buenas intenciones. “Habrían de querer los ejecutivos de televisión”, agrega. ¿Cómo sería esa televisión? “Más cara, más elaborada y con mayor sosiego; porque para hacer buena tele es necesaria la pausa”. La periodista apunta las posibilidades que se abrirían con pequeños cambios. Por ejemplo, que los estudios de seguimiento se realizarán, al igual que en la radio y la prensa escrita, cada varios meses. Porque hoy, en televisión, “prima la locura de las audiencias, que se analizan al día y de ello depende finalmente tu vida profesional y tu vida privada”. Es el objetivo único, el ara a la que se sacrifican calidad y contenidos. Es algo que en los informativos alcanza cotas de delirio, pero que también ocurre en programas con escasa audiencia, caso de La 2.
“Pero ése contenido es el que quieren las audiencias, lo que la gente pide”, truena un ejecutivo. Mariola Cubells se ha enfrentado con este comentario en muchas ocasiones, y responde de modo sencillo: “La televisión es uno de los pocos ámbitos en que la oferta condiciona a la demanda”. La audiencia, la gente, no sale a la calle en manifestación de multitudes pidiendo que se programe “Tómbola” o “Punto Pelota”. Además, “tampoco hay que sacralizar la audiencia de estos programas”, ya que en términos absolutos la gran mayoría de la población no los visiona. La periodista señala además el ejemplo de “Salvados” (La Sexta), con índices de audiencia muy notables, y en el que “un periodista inteligente pregunta con humildad a personas preparadas y con cosas que contar”. Otras dos “frases míticas”, como las califica la periodista, de responsables de las cadenas televisivas: “Ése contenido mi madre no lo entiende” y “eso es lo que hay en la calle”. E insiste en que estos programas “los hace gente leída, instruida, que después va a Festivales de Cine y, sobre todo, que nunca verá esos programas”.
Pero es el “infoespectáculo” un nudo con aristas, que muy poco tiene de inocente. Mariola Cubells indica que muchas veces se utiliza esta síntesis de información y entretenimiento (en la que lo “interesante” prima siempre sobre lo “importante”) para ocultar lo que al poder no le interesa que aflore. De nuevo, anécdotas que sumadas se quintaesencian en categoría. En la Televisión de Galicia, el primer día del “Caso Bárcenas” se abrió el informativo con la noticia de que la lluvia se prolongaba durante 10 días en esta comunidad. En Castilla-La Mancha, el director de la televisión autonómica, Nacho Villa, procedente de la COPE y afamado tertuliano conservador, “el día que el juez dio la razón a Bárcenas frente a Dolores de Cospedal, dijo en el informativo exactamente lo contrario”. En Canal, 9 casi constituyen un tópico la información sobre las nevadas, cuando se producen, que copan por entero el noticiario, con enviados especiales ataviados con chubasquero que se distribuyen por todo el territorio.
Cuestión diferente es la de los “reallities”, que se expansionan sin freno por las parrillas. Mariola Cubells distingue, a la hora de juzgar programas como “Gandia Shore”, entre dos segmentos de adolescentes: Los que se inscriben en familias más o menos “ilustradas” y, en consecuencia, ven estos programas desde la distancia. En otras palabras, “nunca se mezclarían con los poligoneros, las chonis y los canis que aparecen en Gandia Shore”. Pero se da, agrega la periodista, un segmento de adolescentes más “débil” que sí piensa que una posibilidad como mujer es ir a “Hombres, Mujeres y Viceversa”, a “dejarse ningunear por un macarra y cargarse así décadas de lucha feminista”. Un ejecutivo de Tele 5 le comentó a la periodista que “eso está en la calle y así hablan los adolescentes”, por eso se programa. Por descontado, el directivo de la cadena lleva a sus hijos a un colegio de élite. ¿Lucha de clases?

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