Drones mediáticos contra Venezuela
Ángeles Diez
El 24 de febrero de 2014 el Secretario de Defensa de Estados
Unidos, Chukc Hagel, presentó el plan de la administración Obama para recortar
el tamaño del ejército hasta niveles previos a la II Guerra Mundial. La
propuesta no parece que implicaría una reducción del presupuesto sino una
reducción del número de soldados y una reorientación de las inversiones
(Estados Unidos gastó en el 2013 unos 600.000 millones de dólares,
es decir, 6 veces lo que gasta el gobierno Chino y un equivalente a lo que
gastan los 12 países que le siguen en la lista).
La justificación con la que se presenta el plan para su
aprobación en el Congreso de Estados Unidos es que hay que adaptar al ejército
al final de las intervenciones en Irak y Afganistán, y seguir
una vía diplomática para los casos de Siria e Irán, pero sobre
todo porque se necesita un ejército adaptado a las “demandas estratégicas”.
La
pregunta que cabe hacerse es cuáles son las demandas estratégicas que
tiene que enfrentar el ejército estadounidense. El secretario de Defensa dice
que las prioridades políticas del presidente requieren “un ejército más pequeño pero también más ágil y mejor preparado para intervenciones puntuales y para
afrontar las amenazas de Internet […] “Nuevas tecnologías, nuevos
centros de poder y un mundo que es cada vez más volátil, más
impredecible y en algunos casos más amenazador”[1].
Sin
lugar a dudas esta propuesta de la administración Obama en relación al número
de tropas está en sintonía con su concepción de cómo debe ser la política
exterior imperial y quién debe tener el protagonismo en ella. Como dice el
periodista e investigador Jeremy Scahill en su libro sobre las guerras sucias
de Estados Unidos en el cuerno de África, Obama no modifica la forma de hacer
la guerra de Bush, todo lo contrario, la desarrolla al máximo con la única
salvedad de que trata de reducir los costes directos en vidas de soldados
estadounidenses y aplica criterios de mayor racionalidad y eficacia[2].
¿Cuál
es esta concepción de la guerra? La administración Obama, al igual que
anteriormente la administración Bush, considera que el mundo es un campo de batalla (su
campo de batalla), que las
amenazas a los intereses de EEUU se han extendido, se han hecho más difusas e impredecibles,
y que para derrotarlas, la legalidad y las instituciones internacionales son un
obstáculo. La consecuencia lógica es que el ejército convencional no es útil
para este tipo de guerras porque es lento, porque está sujeto a demasiadas
restricciones legales y administrativas, y porque no es eficaz en la
eliminación de los objetivos.
Por
otra parte, la justificación ideológica de sus campañas bélicas se coloca, como
ya inició Clinton y continuó Bush, en el campo de la cruzada moral: el intervencionismo humanitarioy la voluntad de las masas.
La excusa que se utilizará para intervenir en cualquier parte del mundo incluso
si el gobierno ha sido elegido democráticamente es que no se respetan los
derechos humanos. En mayo del 2013, en un viaje a México, preguntado sobre si
reconocía los resultados electorales de Venezuela y la legitimidad del presidente
Maduro, Obama contestó que eso no era lo que le preocupaba, que su enfoque para
todo el hemisferio se basaba “en nuestros principios básicos sobre derechos
humanos, la democracia, la libertad de prensa y la libertad de reunión. ¿Se
están respetando [en Venezuela]? Hay informes que dicen que no se han respetado
plenamente después de las elecciones”[3] Hace apenas unos días la portavoz
adjunta del Departamento de Estado, Marie Harf, insistía en esta argumentación
reclamando la liberación del opositor y golpistaLeopoldo López apelando
a la libertad de expresión y reunión que debe garantizar el gobierno venezolano[4].
Reducción
del ejército, redefinición de las amenazas y justificación humanitaria explican la apuesta de
la administración Obama por una nueva forma hegemónica de guerra imperial: las operaciones encubiertas. Para llevarla adelante
no sirve el ejército convencional, o por lo menos no puede ser el que la
lidere, sino los comandos de fuerzas especiales. Tanto en el primero como en el
segundo mandato Obama ha alimentado y priorizado las operaciones especiales y
se ha esforzado en la coordinación de las distintas agencias e instituciones
encargadas de ellas (CIA, Pentágono, servicios de inteligencia, JSOC[5]).
Esta
guerra global mueve además muchos recursos: fundaciones, periodistas,
escritores, generales, soldados y gente que pega tiros aunque no lleven
uniformes. Además la guerra encubierta es más eficaz que la guerra convencional
para derrocar gobiernos porque se sirve de la población civil autóctona (y de grupos afines
externos). Previamente y a veces en paralelo a la actuación de los comandos
especiales se necesita alimentar el conflicto interno, apoyar a los sectores
sociales más proclives a criticar al gobierno que hay que derrocar, difundir la
imagen de caos y violencia, señalar quienes son las víctimas y los culpables.
Para eso están los medios de comunicación que serán una pieza clave de este
tipo de guerra.
No
es que antes no se haya utilizado la guerra encubierta, desde 1947 en que el
presidente Harry Truman creó la
CIA las operaciones encubiertas han sido uno de los pilares
de la política exterior norteamericana. Desde el fin de la II Guerra Mundial hasta
el 2008 Estados unidos intentó derrocar a más de 50 gobiernos, muchos de ellos
democráticos y bombardeó 25 países[6]. Sin embargo
sólo ahora con Obama se desarrolla el intento que ya hizo Reagan de poner en
manos de las fuerzas especiales el liderazgo de la guerra imperial sin ninguna
supervisión ni límite por parte del Congreso y anular de facto la Orden Ejecutiva de
1976 que prohíbe explícitamente que Estados Unidos cometa “asesinatos
políticos”.
La
guerra perpetua, por cualquier medio y en cualquier parte del mundo es el marco
conceptual en el que se inscribe tanto lo que está pasando en Venezuela[7] estos días como lo que ocurre en Ucrania.
Los
medios de comunicación y la ideología fascista claves para entender la guerra
sucia contra Venezuela.
Los medios de comunicación siempre han tenido
un papel destacado en las guerras encubiertas de Estados Unidos especialmente
en América Latina. En tanto que conglomerados de empresas que comparten los
mismos intereses generales que el imperio no han tenido ningún reparo en
ponerse al servicio de la propaganda imperial. Pero si la guerra encubierta se
ha convertido en la forma hegemónica de hacer la guerra también los medios de
comunicación han adquirido un protagonismo mayor y han sufrido transformaciones
en su forma de operar impulsados por el desarrollo tecnológico.
Con
las Nuevas tecnologías de la comunicación y la información se ha añadido una
mayor potencia contaminante a la capacidad de los medios tradicionales que
ahora se servirán de las imágenes y mensajes de los ciudadanos de a pie para
hacer propaganda. La supuesta democratización de los medios masivos gracias a
Internet ha sido la oportunidad para que cientos de ciudadanos se conviertan en
un ejército de propagandistas con tweets yhashtag que
, siempre que estén en la línea adecuada, serán replicados y amplificados por
los medios tradicionales. Así, las redes sociales están
siendo utilizadas a modo dedrones para
bombardear nuestras conciencias.
Las
imágenes falsas y manipuladas sobre los conflictos en las calles en Venezuela
que han inundado Internet estos días han circulado mayoritariamente a través de
las redes sociales[8]. Algunos medios
tradicionales también las han usado pues la inmediatez, la urgencia y la
credibilidad que se otorga a los supuestos testigos directos siempre es mayor
que la que puede aportar un periodista contratado por un medio que puede ser
acusado de tener una ideología. Los activistas sociales a través de las redes
se convierten en la tapadera perfecta para que los medios utilicen estas
imágenes sin necesidad de contrastar ni verificar las fuentes. Porque, en
realidad lo que importa es que estas imágenes circulen e inunden Internet ya
que reforzarán la matriz previamente creada por los medios masivos. Si se trata
de imágenes o noticias falsas no importa ya que sirven igualmente para reforzar
los mensajes adecuados.
La buena voluntad, los buenos sentimientos y
las emociones que provocan estas imágenes son utilizadas en contra nuestra para
provocar repulsa hacia el gobierno venezolano y para justificar, en última
instancia, el derrocamiento de un gobierno democráticamente elegido y con el
apoyo mayoritario de su población.
La guerra en cualquier parte del mundo
necesita la rapidez y versatilidad que ofrecen las nuevas tecnologías. No es
casual que junto con la reducción del número de soldados la Administración Obama
se plantee destinar mayores recursos a las amenazas de Internet. Además de
replicar las imágenes y mensajes que refuerzan la línea de las editoriales los
medios masivos se servirán de la publicación de los comentarios a sus noticias
que apoyen la línea correcta creando la impresión de que existe una opinión
pública ya formada en contra de la cual será muy difícil situarse. Sin duda hay
empresas e individuos pagados que hacen determinados comentarios en los blogs
de los periódicos y en las redes formando parte de un nuevo ejército no regular
de propagandistas.
Los
medios masivos continúan cumpliendo su tarea en los golpes de Estado al
preparar las condiciones subjetivas. En realidad, son ellos, previa
orientación, quienes eligen a la oposición –preseleccionan al candidato que
tiene mejor imagen- le dan la forma correcta, silencian su peor cara, preparan,
en definitiva la opción de salida. Se nos puede acusar de fomentar la
teoría de la conspiración si no fuera porque los cables de Wikileaks donde se publican los
correos de agencias de espionaje y embajadas de Estados Unidos encontramos
comunicaciones en las que los medios de comunicación antigubernamentales son
contenidos habituales de dichos mensajes. Por ejemplo, en diciembre del 2011
Wikileaks publicaba varios cables de correos entre miembros de la empresa Stratfort (tapadera de los servicios de
inteligencia USA) donde aparecían artículos de El Universal recogiendo los planes de Leopoldo
López de abrir a empresas extranjeras las inversiones en el petróleo
venezolano, o la promesa de purgar las agencias de policía[9].
Pero
la figura de Leopoldo López como plan B en
caso de que no resultara la opción de Henrique Capriles viene de más atrás. Ya
en el 2008 los cables de Wikileaks mostraban a López como una opción para
desestabilizar al gobierno venezolano. Se le mencionaba al menos 77 veces y, en
uno de ellos, cuando se da cuenta de la visita del senador estadounidense Ron
Wyden, se señala que: “el senador y su equipo discutieron posibles estrategias de medios
con López y métodos para trasladar de manera eficiente su mensaje al público en
EE.UU.” En otro cable se informa de la reunión de la embajada
de EEUU con la asesora legal de López en la que se explica que convertir a
López en víctima de las maquinaciones del chavismo estaba haciendo que su
popularidad aumentara[10]. Así pues, todo
a punta a que la guerra sucia contra Venezuela tiene una dirección a distancia
situada en territorio estadounidense y que el mapa de vuelo ha ido cambiando
según la coyuntura.
En
relación a los golpes de Estado los medios masivos se han adaptado a las nuevas
formas de intervención del imperio y al cambio de coyuntura, especialmente en
América Latina. La
deslegitimación de la derecha latinoamericana, las experiencias de los
gobiernos neoliberales, el fracaso de todas las promesas liberales y
capitalistas y el triunfo de gobiernos progresistas en toda la región ha dado
lugar a una derecha fragmentada, enfrentada y debilitada. En los golpes
de Estado tradicionales el papel de los medios de comunicación se dirigía
principalmente a la difusión de la propagan y reforzamiento de las élites. Una
parte importante de los ejércitos, formada en la tristemente famosa Escuela de
las Américas, era golpista, y las élites contaban con una base social amplia.
Ahora
los medios tienen que ser mucho más activos pues junto con la construcción del liderazgo opositor tienen que crear
una base social que ha
quedado muy disminuida en la mayor parte de los países con el empobrecimiento
de las clases medias.Tienen que construir una realidad inexistente y si los
esfuerzos por persuadir a la población venezolana de que han de votar a la
oposición no dan sus frutos necesitan acrecentar el bombardeo hacia la opinión
pública internacional. En el caso de Venezuela, con las informaciones de que
disponemos de los cables difundidos y por el seguimiento sistemático de las
noticias de los medios masivos en las campañas electorales, los medios parecen haber
asumido la tarea de unir a la oposición, de construir el liderazgo político y
de convertir a grupos acomodados de venezolanos en “el pueblo venezolano”.
Por eso estamos viendo unas formas de mentir, de tergiversar, de manipular tan
agresivas, tan violentas y tan claramente subordinadas a las directrices
imperiales. Si los SEAL tienen licencia para matar los medios tendrán licencia para engañar.
Los periodistas están actuando como
“para-periodistas”, funcionan como los mercenarios a sueldo sin ninguna
restricción ética o profesional. Sin duda hace tiempo que la función de los
medios masivos no era informar sino hacer propaganda pero el nivel ha subido
tantos decibelios que es difícil pensar que se trata de una casualidad.
Los
medios masivos señalan los objetivos y marcan la estrategia de la guerra, las
redes sociales disparan. La ideología que está
detrás de esta nueva forma de guerra masiva y permanente coincide en rasgos
básicos con una ideología fascista.
El fascismo nunca ha sido enemigo del
capitalismo, todo lo contrario. Pero el fascismo italiano y el nazi eran fuertemente
nacionalistas y esto representaba un peligro para la expansión global del
capital. Ahora, el fascismo como ideología sirve a intereses globales, no tiene
una esencia nacionalista. Ha dejado de ser una ideología sin más para ser una
opción de poder necesaria para la continuidad del capitalismo. Parece como si
desde las instancias de poder se contemplara esta opción ideológica como la
mejor para acabar con la democracia en aquellos países en las que sus
poblaciones hayan elegido inadecuadamente. Presentado como un movimiento de
masas y desprovisto de rasgos ideológicos que pudieran ser rechazados por la
opinión pública internacional, asimismo tratarán de justificar las imágenes de
violencia como algo inevitable dada la represión gubernamental.
De ahí que se alimente desde los medios la
idea de que es el pueblo venezolano en las calles quien pide el derrocamiento
del gobierno y se oculten las imágenes más violentas de quienes promueven y
alientan estas manifestaciones que no tienen nada de pacíficas. Se reinterpretan
los actos violentos y se trasfiere la culpabilidad al gobierno en vez de a la
oposición.
Ante el recalentamiento global que hace surgir
multitud de movilizaciones en todo el planeta, ante la posibilidad de que
proyectos soberanistas e independientes se hagan con el poder Estatal se
alimenta el fascismo y los medios deciden cuales sí y cuales no son las
movilizaciones legítimas.
La
guerra encubierta para derrocar gobiernos necesita presentarse como movimiento de masas. Estas masas violentas necesitan:
recursos materiales y cobertura mediática.
Las
imágenes de movilización social, las calles, no las imágenes de los militares,
son las que permitirán legitimar simbólicamente el derrocamiento de un gobierno
“los pueblos no se equivocan” dirán los intelectuales. Así, frente a las
imágenes clásicas de golpes de Estado con los militares ocupando las sedes
parlamentarias, incendiando, disparando… en vez de los bombardeos a la Casa de la Moneda en Chile tendremos las imágenes de
ciudadanos corrientes ocupando las calles, haciendo barricadas, disparando y
ocupando las sedes de las instituciones. En estos momentos el discurso de la
institucionalidad, de la legalidad y de la democracia están dejando paso al
discurso de “las calles” hablan. Los medios no utilizarán el término golpe de
Estado sino “cambio de régimen”, porque los ciudadanos no dan golpes de Estado.
La legalidad pasará a un segundo plano como defiende Obama en sus discursos.
Para
que todo esto funcione primero se han sembrado las ideas, después, cuando surge
la crisis, es el momento de impulsar la salida política correspondiente. La
multiplicación de mensajes tóxicos durante los momentos de crisis producirá un colapso sensorial que paralizará la razón y el
entendimiento, generará impotencia y el reclamo de una salida.
Friedman
el ideólogo de los “Chicago boys” y del golpe de Estado en Chile dirá enCapitalismo y libertad: “Sólo una crisis –real o
percibida como tal- produce un verdadero cambio”. Y “cuando sucede una crisis
así, las medidas que se emprendan dependen de las ideas sembradas y cultivadas
hasta el momento. Y esa, creo yo es nuestra función básica: desarrollar
alternativas a las políticas existentes, y mantenerlas vivas y disponibles
hasta que lo políticamente imposible se convierta en políticamente inevitable”[11]
Las
consignas de ideología fascista que han ido sembrando los medios masivos en
Venezuela tienen cuatro ejes: crisis económica (escasez), violencia (del gobierno),
juventud reprimida (estudiantes) e injerencia extranjera (cubana).
Crisis
económica:
A pesar de la mejora de todos los indicadores económicos, especialmente los
relacionados con la mejora de las condiciones sociales. A pesar de las
políticas del gobierno de Maduro controlando el desabastecimiento, el
acaparamiento y los intentos de reventar la economía, los medios masivos han
sido constantes en presentar la imagen de caos económico. El responsable de la
situación ha sido, según los medios masivos, el gobierno y no las élites
económicas que han disparado los precios de los productos. Sin duda es un
clásico de la ideología fascista dirigirse hacia los sectores que ven afectados
sus intereses por las políticas gubernamentales que favorecen a las clases
populares. La crisis que viven estos grupos sociales se presenta como si
afectara al conjunto de la población venezolana. Es así como la parte se
convierte en el todo.
La
violencia: Los medios de
comunicación han magnificado todo lo que tiene que ver con los datos de
violencia en Venezuela descontextualizando la situación y sin relacionarla con
el periodo anterior al triunfo de la revolución bolivariana. La violencia en
Venezuela aparece en los medios como un fenómeno actual vinculado incluso a las
políticas del gobierno. En contraposición, se ha trabajado mediáticamente la
imagen de una oposición pacífica, no violenta, respetuosa de la legalidad –nada
más lejos de la realidad-. La palabra paz ha sido una constante en todos los
discursos de la oposición en clara contradicción con sus actuaciones.
En los últimos acontecimientos los medios de
comunicación se han encargado de encubrir la violencia de los manifestantes y
de establecer relaciones causales entre los actos vandálicos de las calles y la
política del gobierno de Maduro (esto también se ha dado en el caso de
Ucrania). Han producido la inversión causa efecto presentando al gobierno como
responsable de los disturbios. Al mismo tiempo se presenta a los violentos como
víctimas porque es la forma en que se consiguen las simpatías de los
espectadores en el exterior, se encubre la ideología de los manifestantes y su
extracción social para lograr mayor empatía con los manifestantes y mayor
rechazo del gobierno. Sin duda, también la violencia de las masas es un
clásico del fascismo.
La
juventud: Para todos los
movimientos fascistas la juventud ha sido una pieza clave. Más influenciable a
través del manejo de las emociones, menos paciente, más dispuesta a tomar
iniciativas, menos controlable. Pero no son la mayoría de los jóvenes
venezolanos los que son retratados en los medios sino los jóvenes de las clases
altas. Estudiantes universitarios acomodados son entrevistados en los medios
masivos apareciendo como si fueran los representantes de la juventud venezolana
en su totalidad. Asimismo, en el imaginario social, juventud es un término cargado de significantes
positivos y dignos de admiración. Las simpatías que despiertan son siempre
mayores pues se les identifica con el futuro, los cambios, el progreso, el
avance, es decir, el cambio.
Injerencia
extranjera: De la injerencia
imperial de Estados Unidos, sobre la que existen multitud de evidencias
contrastables, los medios ocultan estas actuaciones y cuando son desveladas se
minimizan o se acusa a los que las denuncian de conspiranoicos. En
contraposición los intercambios de médicos y técnicos cubanos aparecen en los
discursos de la oposición, las noticias y editoriales de los medios, como
ingerencia de “la dictadura castrista”.
Estas
cuatro claves de la propaganda contra el gobierno popular bolivariano son los
misiles que trasportan los drones mediáticos dirigidos
a distancia desde Washington.
*
Conferencia impartida el día 27 de febrero de 2014 organizada por el Movimiento
Mundial de Solidaridad con Venezuela de Madrid.
**Ángeles
Diez es Doctora en Ciencias Políticas y Sociología, profesora de la Universidad Complutense
de Madrid
[1] El Mundo, El pentágono propone un
recorte del ejército a niveles previos a la II Guerra Mundial
24/2/2014,http://www.elmundo.es/internacional/2014/02/24/530b999522601d131c8b459a.html
[2] Jeremy Scahill, Guerras Sucias. Ed.
Paidós, Barcelona, 2013.
[4] El Universal, 20/2/2014
[5] Mando Conjunto de Operaciones
Especiales
[6] 1954 intervino en la caída de Jacobo
Arbenz en Guatemala, en 1960 bombardeó Guatemala, en 1961 la invasión de Playa
Girón, entre 1955 y 1975 la guerra de Vietnam, en 1964 en Panamá, en 1965 en
República Dominicana, en 1967-69 en Guatemala, en 1980-90 interviene en el
Salvador y en Nicaragua apoyando a los Contras, en 1983 invade Granada, en 1994
en Haití, etc.
[7] En un informe de tres centros de
investigación y análisis de EEUU publicado en septiembre del año pasado se
señalaba que “ las Fuerzas Especiales serán cada vez más empleadas en
América Latina para tareas de capacitación, de recaudación de inteligencia y
otras misiones militares, bajo el rubro del viejo esquema de la lucha
antinarcóticos”. […] En lugar de construir bases, emplear la Cuarta Flota o lanzar
paquetes de ayuda de “gran envergadura” como el Plan Colombia o la Iniciativa Mérida,
el involucramiento de las fuerzas armadas estadounidenses se está haciendo más
ágil y flexible, pero aún menos transparente. http://www.cubadebate.cu/opinion/2013/09/27/aumenta-capacidad-operacional-de-estados-unidos-en-america-latina-y-el-caribe/ .
[8] Sandra Russo, Las falsas fotos sobre
Venezuela,http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-240368-2014-02-22.html;
Pascual Serrano, Venezuela y Twitter la orgía desinformativa,http://www.eldiario.es/zonacritica/Venezuela-Twitter-orgia-desinformativa_6_229987023.html
[9] Buscador de Wikileaks: http://search.wikileaks.org/gifiles/?viewemailid=207327
[11] Citado por J. Scahill en Guerras
sucias, Paidós, Barcelona 2013, p. 49
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En Venezuela existe un gobierno elegido
democráticamente hace apenas 10 meses (1). Las formaciones políticas que lo
sustentan aumentaron incluso su ventaja electoral en las posteriores elecciones
municipales, celebradas hace menos de tres meses (2). Pero un sector de la
oposición, mediante una estrategia que denomina “La salida”, propone quebrar el orden constitucional y
derrocar al ejecutivo por la fuerza (3). Su líder, Leopoldo López, lo decía con
claridad hace unos días. “¿Cuándo termina esto?”, le preguntó una periodista.
López le respondió: “Cuando logremos sacar a quienes nos están gobernando” (4).
Para ello, en la
última semana, este sector ha movilizado a sus seguidores entre el estudiantado
de clase media y entre grupos violentos de ultraderecha, en municipios
–coincidencialmente- gobernados por la oposición. El resultado: seis personas
muertas, decenas de heridas e incontables destrozos en bienes públicos (5).
Curiosamente, lo que sería inaceptable en otro país, en
Venezuela es legitimado y apoyado por la línea informativa de los grandes
medios internacionales. Un editorial del diario español El
País, por ejemplo, describía a Leopoldo López no como un líder que
trata de quebrar por la fuerza a un gobierno electo, sino como un “economista
educado en EEUU(…)
(que) abandera (..) la presión contra el régimen en la calle”. Mientras,
acusaba aNicolás
Maduro de
encabezar un “heredado régimen socialista unipersonal”, como si su cargo
hubiera sido heredado, y no electo hace apenas 10 meses (6).
Y es que los medios no
son un observador imparcial.
Son la pieza clave de un intento de “golpe suave”, estrategia
elaborada por el sociólogo y colaborador de la CIA Gene Sharpes (7). Un método puesto en
práctica en las llamadas “revoluciones de colores”, todas desarrolladas
-curiosamente- en países que enfrentan los intereses geoestratégicos de EEUU y la Unión Europea (8).
Repasemos. La primera fase del “golpe suave” es la denominada
“ablandamiento” del gobierno, en este caso mediante la guerra económica. En
1970, el presidente de EEUU Richard Nixon pidió “hacer chirriar la economía” de Chile para tumbar a Salvador Allende (9).
Exactamente igual que hoy en Venezuela: desabastecimiento por
acaparamiento, fuga de divisas, sabotajes a la distribución eléctrica e
inflación inducida han conducido a un claro deterioro de las condiciones de
vida (10). Y, como en Chile, en Venezuela los medios presentan estos problemas
como un caos económico y social, cuyo único culpable es el gobierno de Nicolás
Maduro (11).
La segunda fase del
golpe suave es la “deslegitimación” del gobierno, por supuestas violaciones de
los derechos humanos o de la libertad de prensa y expresión. En los últimos
días, el mensaje repetido hasta la saciedad en los medios internacionales ha
sido el de la supuesta represión policial de las protestas (12).
En este sentido, medios y oposición no han dudado en utilizar
las armas más groseras de manipulación. La periodista venezolana del diario
español ABC Ludmila
Vinogradoff incluía en la web del diario una fotografía de la represión
policial en Egipto, haciéndola pasar por una instantánea tomada en Caracas
(13). Una anécdota, realmente, si tomamos en cuenta la trayectoria de
propagandista del golpismo de esta periodista (14). En abril de 2002,
legitimaba con absoluta impunidad el golpe de estado de Pedro Carmona en las
páginas deEl País (15).
En esta fase de “deslegitimación” del gobierno por supuesta
represión, una herramienta clave han sido las redes sociales de Internet,
en especial Twitter, donde la manipulación de fotografías ha
alcanzado cotas inéditas (16).
Hemos visto imágenes
de supuesta brutalidad policial y torturas de la policía de Venezuela que
realmente eran de Brasil, de Chile, de Siria, de Ucrania, de Egipto, de Turquía
(17), del País Vasco, y hasta sacadas de una película porno (18); o imágenes
del rostro agredido de un joven supuestamente opositor que realmente eran de un
estudiante chavista golpeado por la oposición el pasado año (19); o imágenes de
grandes concentraciones opositoras que correspondían realmente a una procesión
religiosa, o a una manifestación independentista en Cataluña (20).
La tercera fase del
golpe suave es el llamado “calentamiento de calle”, con la generalización de
todo tipo de protestas y la toma de instituciones públicas a las que no se reconoce.
Los medios
internacionales han realizado un vergonzoso acompañamiento propagandístico de
este violento “calentamiento” de calle. Todo, además, acompañado de la
criminalización de los partidarios del Gobierno (21). Por ejemplo, los llamados
“colectivos”, con implantación en barrios populares, a quienes los medios
endosan la responsabilidad de la violencia, con términos como “bandas
paramilitares” (22), “parapoliciales chavistas” (23) o “milicias
progubernamentales” (24). A la vez, estos medios silencian los reiterados
ataques de francotiradores de ultraderecha contra pacíficas marchas del
chavismo (25). Los mismos medios internacionales que han colocado en titulares
el asesinato, por ejemplo, de una opositora ganadora de un concurso de belleza
(26), jamás han publicado una línea sobre los 175 campesinos muertos por
sicarios pagados por terratenientes en Venezuela desde el año 2001 (27).
A la vez que se magnifican las protestas de la oposición, las de
apoyo a la Revolución,
mucho más multitudinarias, apenas tienen espacio informativo (28). La marcha de
cerca de 100 mil personas, el pasado martes (29), era ridiculizada en el diario El
País, bajo el titular “El chavismo arenga a sus seguidores”, con
una fotografía no de dicha marcha masiva, sino de una protesta de la oposición
(30).
Hay datos importantes
para entender esta estrategia de “golpe suave”, y el fortalecimiento
organizativo de ciertos grupos de la juventud opositora, que los medios ocultan
deliberadamente. Por ejemplo, que el Gobierno de Estados Unidos ha destinado en
los últimos 3 años más de 100 millones de dólares para financiar a todo tipo de
grupos de oposición en Venezuela (31).
Los medios
internacionales, tan sensibles –en teoría- a los ataques contra la
libertad de prensa, se han olvidado –curiosamente- de la violencia ejercida por
jóvenes opositores contra numerosos periodistas de medios comunitarios y
públicos de Venezuela (32). Los trabajadores de Venezolana de Televisión, por
ejemplo, fueron asediados durante 6 días en sus instalaciones (33).
Las siguientes fases
de la estrategia de “golpe suave” aún no han llegado. El Gobierno y los
sectores populares que lo apoyan deberán tomar las medidas adecuadas para
evitarlo, teniendo en cuenta que los medios, lejos de ser informadores
neutrales, son el principal peón de una guerra contra el orden constitucional
de Venezuela. Para ello están las leyes que regulan sus excesos, cuya
aplicación contundente está hoy más justificada que nunca.
*Coordinador de Cubainformación
(12) http://www.infobae.com/2014/02/15/1543914-no-cesa-la-represion-policial-venezuela-un-herido-bala
(30) El País, edición
impresa, 19 de febrero de 2014, pag. 3.
(32) http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&idioma=1&id=2384871&Itemid=1
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