Sociología ideológica

viernes, 14 de marzo de 2014

El Kaganato de Kíev y otras historias


 Portada de Der Spiegel esta semana,
 

El Kaganato de Kíev. Hay tres países que son vistos como obstáculo para el dominio mundial en Washington: China, Rusia e Irán. Estados Unidos salta de uno a otro, un día rodeando y agobiando militarmente a China y anunciando que su potencia militar se traslada hacia Oriente; otro rondando a Irán y pasando de la amenaza militar a la negociación y otro desestabilizando Europa por la vía de azuzar al oso ruso. La política exterior que provocó la muerte de varios centenares de miles en Irak para colocar a un régimen pro iraní en Bagdad, y que ha propiciado con dinero y armas del Golfo (los padrinos de Al Qaeda) la guerra civil en Siria, ha instalado en Kíev el actual “Kaganato”. El concepto es del analista brasileño Pepe Escobar, y se basa en el nombre de Robert Kagan un quimérico ideólogo neocón, vinculado a las anteriores chapuzas. Kagan está casado con Victoria Nuland, la vicesecretaria de Estado y “estratega” del cambio de régimen de Kíev. Asistida por sus peones polacos y con la obtusa aquiescencia alemana, Nuland ha puesto por fin a sus hombres en el gobierno de Kíev, los mismos que mencionaba el 25 de enero en una conversación telefónica grabada de la que trascendió aquel magnífico “¡Fuck the EU!”. El deseo de forzar el ingreso de Ucrania en la OTAN y de extender las bases americanas hacia las mismas barbas de Rusia, han acabado con un zarpazo del oso moscovita. El resultado; un claro peligro de guerra civil en Ucrania, la anexión de Crimea con violación de la integridad territorial ucraniana, y una inusitada tensión con Rusia. El Kaganato de Kíev es, hablando en plata, una gran cagada, dice Escobar. Mientras tanto la prensa occidental continúa ignorando el asunto y presentándolo como una mera maldad del “incendiario” Vladímir Putin. 

-Smuta. Ucrania se desliza hacia lo que en esa parte del mundo se conoce como “Smuta”. Es un concepto de la historia rusa que designa la “turbulenta época” (“smutnoye vremia”) de finales del XVI y principios del XVII, pero muchos autores hacen un uso más amplio del concepto y caracterizan como “smuta” el principio del siglo XX y la Revolución de 1917 seguida de guerra civil (la “Krásnaya Smuta” de Vladimir Buldakov, por ejemplo), e incluso se refieren periodísticamente a la disolución de la URSS (1991), como una “smuta” de fin de siglo.
Antídotos: un gobierno representativo de todas las regiones del país, una declaración de neutralidad de Ucrania (estatuto finlandés) y un reconocimiento de la soberanía e integridad territorial ucraniana a todos los efectos por parte de Euroatlántida y de Rusia. Por desgracia es poco probable que el kaganato occidental de Kíev y sus irresponsables padrinos que han llevado las cosas hasta este punto, abran vía a eso.
Hasta personajes tan peculiares como Henry Kissinger advierten de que, “cualquier intento de una parte de Ucrania por dominar a la otra conduce a largo plazo a una guerra civil o a una división. Tratar a Ucrania como un capítulo de la confrontación Este/Oeste destruirá para décadas cualquier posibilidad de integrar a Rusia y Occidente, sobre todo a Rusia y a Europa, en un sistema internacional cooperativo”.
Fuente: http://blogs.lavanguardia.com/berlin/?p=646.

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