Sociología ideológica

jueves, 13 de marzo de 2014

Valcárcel, Ramón Luis, 20 años de Presidente regional de Murcia, y sus grandes logros y sus mayorías absolutas. ¡Un pueblo puede ser más gilipollas pero más tonto, NO!

Valcárcel ha anunciado su inminente dimisión como presidente del gobierno de la Comunidad de Murcia para presentarse a las próximas elecciones europeas, y ha señalado claramente a quien quiere de sucesor. Mientras ha buscado una solución provisional -Garre- que le permita ganar tiempo.
Esta forma de actuar, propia de un partido caudillista que no practica la democracia interna, se ha visto dificultada por la condición de imputado del verdadero elegido para sucederle (que sin embargo no le ha impedido hasta ahora, como al también imputado consejero de Agricultura, ser miembro del gobierno regional)
En todo caso el procedimiento, siendo legal, es muy poco legítimo. La respuesta democrática a esta sucesión deberían ser unas elecciones anticipadas coincidentes con las próximas elecciones europeas.
Valcárcel ha estado 19 años al frente del gobierno murciano, gobernando con mayoría absoluta. Se niega ahora a abrir un debate institucional y público sobre lo que ha significado esta larga etapa de gobierno.
Pero lo hechos son inocultables: los sucesivos gobiernos del PP en Murcia han arrastrado a la región a la mayor crisis de su historia. Esta crisis, que empezó siendo económica, es ahora sobre todo una crisis social y una crisis política.
Valcárcel y el PP murciano, máximos responsables políticos del impulso al ciclo inmobiliario especulativo que vivió Murcia por más de una década, lo es también de la profunda crisis a que condujo el estallido de la burbuja inmobiliaria.
 LAS CIFRAS DE UN FRACASO
Las cifras espectaculares que dibujan esta crisis son el exponente del inmenso sufrimiento que se ha extendido en pocos años por la sociedad murciana, y son el emblema del fracaso del pacto de interés de las élites - políticas, económicas, financieras- que han dirigido la región todo este tiempo.
En estos años el paro ha llegado a más de 200.000 murcianos (de los que sólo 78.000 tienen prestaciones), que representan más del 29% de la población activa; un 57% de los jovenes menores de 25 años están desempleados; Murcia es la segunda región que más se ha empobrecido (un 8,5 de pérdida entre 2008 y 2013); la renta familiar ha caído un 22%, el PIB per cápita ha descendido un 11,4%; es la segunda región com peor ingreso anual medio por persona; casi 20.000 familias (60.000 personas) no tiene ningún ingreso; y la brecha salarial entre directivos y el resto de empleados es la mayor del país (75.527 euros frente a 16.476). Murcia, con una disminución del 9,61%, es la comunidad que más empleo público destruyó entre abril de 2011 y abril de 2013.
En 2012 la tasa de precariedad (las familias son ingresos iguales o inferiores a 12.000 euros brutos anuales) llegaba al 48%, casi la mitad de los murcianos.
El gobierno ha fracasado en el objetivo de reducir las distancias que nos separan de la media de riqueza española: en 1995 la renta per cápita era el 82,6% de la española, pero en 2011 había bajado al 82,2%.
Uno de cada cuatro hogares vive, según CCOO, de un jubilado; la pensión media de jubilación es la tercera más baja del país; Murcia es la región con mayor porcentaje de población "con mucha dificultad para llegar a fin de mes" (un cuarto de la población), la primera cuyas familias no pueden permitirse una semana de vacaciones al año (63,6%); la primera en número de hogares que se retrasan en los pagos sobre su vivienda principal (casi un 20%); y la tercera peor en porcentaje de familias que no pueden hacer frente a gstos imprevistos (53,3%).
La población en riesgo de pobreza y exclusión llega al 36,9%, o sea, más de 500.000 personas (más de ocho puntos por encima de la media española); también estamos en cabeza en menores en riesgo de pobreza infantil (con respecto al umbral nacional, hasta el 39,4%). Mientras se suceden los desahucios: las familias desahuciadas se multiplicaron por diez en la región durante la crisis, según datos del TSJ. En los últimos cinco años hasta 3.400 familias murcianas perdieron sus casas , al tiempo casi 130.000 vivendas permanecen vacías en la región.
La región está presupuestariamente quebrada. Llevamos años vivendo del aumento de la deuda autonómica, que se ha disparado estos años hasta casi los 6.000 millones (de 2007 a 2013 el aumento ha sido del 762%).
Los sucesivos planes de ajuste han representado duros recortes sobre los servicios y prestaciones públicas. Sólo en 2013 la sanidad regional perdió el 12,8% de su presupuesto, mientra educación perdía el 9%, y la política social hasta un 26%. La pérdida acumulada en educación durantre la crisis representa ya el 20% del presupuesto educativo.
Cada día 7 murcianos abandona la región hacia el extranjero por la crisis. La economía sumegida llega al 26,3% del PIB según Gestha, lo que representa cada año 7.000 millones opacos.
Para terminar, el gobierno ha anunciado un nuevo ajuste presupuestario a fin de reducir el déficit, el mayor del país, que supondrá un nuevo recorte regional de 300 millones de euros en 2014. Después de los recortes ya introducidos, el daño que este nuevo hachazo puede suponer para la sociedad es inmenso e inasumible.
LA PLAGA DE LA CORRUPCIÓN Y EL COSTE DEL MAL GOBIERNO
Pero junto al desastre económico y social el gobierno del PP debe atribuirse otro indiscutible baldón: la extensión de una corrupción política de carácter estructural que ha socavado la credibilidad de casi todas las instituciones públicas de la región.
Varios consejeros y ex-consejeros y un sinfin de alcaldes y concejales, incluidos bastantes del PSOE, amen de decenas de cargos intermedios y técnicos de confianza política se han visto implicados como imputados en la larga lista de procesos contra la corrupción abiertos por la justicia en la región. En conjunto supone el mayor ciclo de corrupción de toda la democracia, con un efecto corrosivo sobre la sociedad que se expresa en términos de rabia como de desafección política.
Además la corrupción, asociada a las mayorías absolutas, la falta de transparencia y control, y las posibilidades que abría el boom inmobiliario, han venido acompañadas de despilfarro y mala gestión, de mal gobierno.
El mal gobierno no es sólo un problema de ética pública y de baja calidad democrática. El uso ineficiente, impropio o ilegal de los recursos públicos, que daña a la sociedad, tiene también un valor económico, y es muy sangrante cuando la situación es crítica para un amplio sector de la sociedad.
De la televisión autonómica (más de 250 millones de euros invertidos) al aeropuerto son aviones (no menos de 220 millones de euros), pasando por los sobrecostes de la autovía del Noroeste (de la que terminaremos por pagar tres veces su precio), la innecesaria desalinizadora de Escombreras (por la que se reclama al gobierno 550 millones), o los despilfarros del consejero Cruz, entre otros proyectos, son el exponente del mal gobierno de la región en la era de las mayorías conservadoras aplastantes.
EL MISMO GOBIERNO Y LA MISMA POLÍTICA SÓLO PRODUCIRÁ MÁS DOLOR SOCIAL
¿Quién puede creer que los que nos han traido hasta aquí nos van a sacar de donde estamos? Sin reconocer los errores y la mala gestión de estos años no hay salida. Pero el gobierno del PP es incapaz de estos reconocimientos. Antes al contrario, expresa su voluntad contumaz de reiterar las políticas fracasadas: la apuesta por los grandes proyectos (El Gorguel, el Parque de la Paramount, el Aeropuerto de Corvera, etc.) es la confirmación de que no se ha entendido nada.
Los recortes en educación y universidades, en investigación e innovación, la falta de política industrial, de apuestas serias por la defensa del territorio y una política energética y ambiental sostenible, por un papel público mucho más activo en la creación de empleo, junto al desmantelamiento acelerado de la política social y el deterioro de los servicios públicos, son los exponentes de una política que no puede continuar.
El empeño del gobierno del PP en continuar la misma política, esperando la menor oportunidad para retomar los proyectos aparcados, indican con claridad que es ha llegado la hora de desalojarlos del poder. La región no puede permitirse este gobierno por más tiempo si no quiere verse arrojada a situaciones extremas de fractura social que están dejando a cientos de miles de personas abandonadas a su suerte sin recursos algunos.
LA SOLUCIÓN NO ES CAMBIAR DE PRESIDENTE
El gobierno del PP por casi dos décadas ha destrozado el débil estado social que la etapa democrática ha construido en Murcia. Además, ha dejado sin un horizonte claro a la región. Salir de aquí va a costar mucho tiempo y mucho dolor social. Y salir rediciendo las hondas desigualdades no lo puede hacer más que otro gobierno con otro proyecto.
Por eso cambiar parlamentariamente de gobierno no es sino ganar tiempo y profundizar en los problemas. Lo que necesitamos en este momento de incertidumbre y marasmo social es un verdadero cambio político.
Necesitamos devolver la palabra a los ciudadanos, a través de unas elecciones regionales anticipadas coincidentes con las europeas de mayo.
De esas elecciones ha de salir una nueva mayoría capaz de definir dramáticamente otro horizonte para Murcia, que incluya a la mayoría social y reordene las prioridades regionales, atendiendo en primer lugar a los más necesitados.
Convocatoria por el cambio hace un llamamiento a las organizaciones políticas y sociales de la región de Murcia, y a la ciudadanía en general para forzar democráticamente, con la movilización social y la convergencia política, el cambio que ya se hace inaplazable y que debe empezar por la exigencia de unas elecciones anticipadas para renovar la representación de los ciudadanos.

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