El fraude de las pensiones privadas
19 abril 2014 Vicenç Navarro
Una avalancha constante por parte de la 
banca y de las compañías de seguros privadas es hacer creer a la 
población que las pensiones públicas son insostenibles, es decir, que 
como resultado de la transición demográfica (cada vez hay más ancianos y
 menos jóvenes) no podrán pagarse. Se repite constantemente que no habrá
 suficientes jóvenes para pagar las pensiones de los ancianos. Y debido a
 la enorme influencia que estas instituciones tienen sobre el mundo 
político, mediático y académico del país, esta tesis de la 
insostenibilidad de las pensiones ha alcanzado una categoría de dogma. 
Todos los gobernadores del Banco de España –incluido el actual, el Sr. 
Luis María Linde– y los presidentes del Banco Central Europeo (como el 
actual, el Sr. Draghi) han enfatizado la necesidad de que la población 
española se haga un aseguramiento privado un plan privado de pensiones 
que les garantice el nivel de vida al cual están acostumbrados, 
subrayando que las pensiones públicas no se lo garantizarán.
Esta postura es también promovida por la 
mayor parte de economistas de pensamiento liberal (que son la mayoría 
hoy en los centros académicos), alcanzando su máxima expresión en las 
declaraciones de economistas ultraliberales como el “economista de la 
casa” de TV3, que propone la privatización de la seguridad social, tal 
como hizo el gobierno presidido por el General Pinochet en Chile. En 
aquel país, la tasa  neta de reemplazo de las pensiones públicas es 
bajísimo, menos del 6% del salario medio de las personas, siendo 
complementadas por provisiones del aseguramiento privado, insuficientes 
para alcanzar el nivel necesario de mantenimiento del estándar de vida 
del jubilado (se alcanza solo el 52%; en España, en las pensiones 
públicas es del 80%).
En esta promoción de las pensiones 
privadas, el Estado juega un papel clave. En España, el Estado desgrava 
(lo cual quiere decir que subvenciona) el aseguramiento privado. Es 
decir, provee unos 2.000 millones de euros, con datos de 2012, para que 
las personas que se compran pólizas de aseguramiento privado paguen 
2.000 millones de euros menos. Un enorme regalo. Para que el lector se 
dé cuenta de lo que ello significa, baste recordar que el Presidente 
Zapatero congeló las pensiones para conseguir precisamente 1.500 
millones de euros a fin de reducir el déficit público, subrayando que no
 había otra alternativa para conseguir dinero (con el fin de reducir el 
déficit) que congelar las pensiones. Dicha afirmación de que no había 
alternativa no era cierta. Podría haber eliminado la desgravación (es 
decir, el subsidio público) a las pensiones privadas, consiguiendo algo 
más que esa cantidad.
Ni que decir tiene que, como resultado de
 la enorme influencia del capital financiero (banca y compañías de 
seguros) sobre los medios (todos ellos endeudados con la banca), ninguno
 de los principales medios de comunicación editorializó proponiendo esta
 medida como alternativa a la congelación de las pensiones. Y, 
naturalmente, FEDEA, el portavoz de este capital, y su revista “Nada es 
Gratis”, frecuentemente citada en los medios, no dijeron ni pío, 
aplaudiendo en cambio la congelación, mostrando esa política pública 
como un indicador de madurez y realismo. A su vez, los economistas de 
los gobiernos Zapatero y Rajoy (que cínicamente se opuso a la 
congelación para apoyarla cuando estuvo en el gobierno) aplaudieron 
dicha medida. Y, como no, la Troika (El Fondo Monetario Internacional, 
la Comisión Europea y el BCE) y todo el mundo que manda en la Unión 
Europea también aplaudieron. Es importante señalar que, en general, las 
mismas voces que piden que se reduzcan las pensiones públicas porque no 
habrá jóvenes que las paguen, apoyan las políticas de bajadas de 
salarios y de destrucción de empleo (eliminando empleo privado y 
público), que fuerzan a los jóvenes (cuya tasa de desempleo es de más 
del 50%) a irse del país.
La privatización de las pensiones
La privatización de las pensiones es la 
medida más promovida por los establishments financieros, económicos, 
mediáticos y políticos (en este orden) de España (incluida Catalunya) y 
de la UE. En todos ellos se asume que las pensiones privadas son mejores
 que las públicas. Lo que es sorprendente es que todos (repito, todos) 
los datos (creíbles y rigurosos) muestran precisamente lo contrario (ver
 el libro de Vicenç Navarro y Juan Torres, Lo que debes saber para que 
no te roben la pensión). Incluso instituciones de tendencias liberales, 
como la OCDE, en el informe Pensions at a Glance 2013, reconocen que el 
sistema de pensiones privadas en España es un desastre. La narrativa que
 utilizan no utiliza dicha expresión, pero sus conclusiones justifican 
este diagnóstico.
Menos concluyente, pero también muy poco 
halagador, es el informe presentado por un grupo de investigadores del 
IESE que ha estado siguiendo la evolución de las pensiones privadas 
(trabajo bien resumido por Pere Rusiñol en su artículo “Pensiones 
privadas, un mal negocio en España”, publicado en Alternativas 
Económicas). Según este informe, de los 257 fondos de pensiones privados
 con al menos 15 años de historia, solo el 1,16% (sí, solo 1,16%) 
lograron una rentabilidad media superior a los bonos del Estado a 15 
años. Otro 10% tuvieron pérdidas, con lo cual, el asegurado perdió 
dinero. La rentabilidad de la mayoría era baja. El que tenía mejor 
rentabilidad alcanzaba solo el 1,58% (los bonos del Estado tuvieron unos
 intereses medios superiores, del 4,4%, para el mismo periodo de 
tiempo). En realidad, la OCDE ha indicado que la rentabilidad media de 
los fondos de pensiones privados en España (en el periodo 2008-2012) fue
 negativa en términos reales (una vez descontada la inflación). Después 
de Estonia y Polonia, España fue el que tuvo peor rentabilidad.
Pero lo que es incluso más interesante es
 que el hecho de que tengan una rentabilidad muy baja, no quiere decir 
que les vaya mal a los gestores de los fondos privados de pensiones. 
Este es un dato de enorme interés. De la misma manera que los banqueros 
españoles son los que están mejor pagados en la Unión Europea, a pesar 
de que la banca española apenas ofrece crédito, no realizando su función
 social, los gestores de las compañías de seguros tienen elevados 
ingresos, precisamente a costa de la baja tasa real de sustitución 
salarial de los futuros jubilados y las elevadas comisiones que reciben.
 Estos gerentes de las compañías de seguros reciben las comisiones (lo 
que los gerentes y magnates de las compañías de seguros se quedan como 
paga personal por cada póliza de seguros) más altas de la UE. Solo otro 
país las tiene más altas. Esta situación es escandalosa (ver mi artículo
 “El maridaje entre la banca, el Estado español y las autoridades 
europeas”, publicado en Sistema, 04.04.14).
Los pensionistas privados están 
claramente desprotegidos frente al capital financiero y sus gestores. Y 
para complicar más las cosas, este capital financiero tiene una enorme 
influencia en el Estado. En realidad, la mayoría de autoridades públicas
 responsables de supervisar las pensiones privadas son individuos 
procedentes o que terminan trabajando para tales compañías. Pere Rusiñol
 muestra la puerta giratoria que hay entre los directores generales de 
Seguros y Fondos de Pensiones del gobierno, por un lado, y las compañías
 de seguros y fondos privados de pensiones, por el otro, con una puerta 
giratoria que alcanza su máxima expresión en los gobiernos Aznar y 
Rajoy, máximos favorecedores de la privatización de las pensiones. Pero 
de todo esto, prácticamente nada se ha dicho al ciudadano, incluido al 
que tiene una pensión privada.
Este artículo señala la situación
 real en la que se encuentran las pensiones privadas, que es mucho peor 
que la de las pensiones públicas, lo cual raramente aparece en los 
medios.
Vicenç Navarro ha sido 
Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona. 
Actualmente es Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad
 Pompeu Fabra (Barcelona, España). Es también profesor de Políticas 
Públicas en The Johns Hopkins University (Baltimore, EEUU) donde ha 
impartido docencia durante 35 años. Dirige el Programa en Políticas 
Públicas y Sociales patrocinado conjuntamente por la Universidad Pompeu 
Fabra y The Johns Hopkins University. Dirige también el Observatorio 
Social de España.
Fuente: vnavarro.org
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- Etiquetas: Economia política, estado del bienestar, Internacional, Política Española
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