Los nuevos jefes políticos milmillonarios
No debería culparse a Charles y David
Kock por poseer una riqueza mayor que la del 40% de estadounidenses
juntos. Tampoco deberían ser condenados por su imperio petroquímico.
Hasta donde yo sé, han respetado las reglas y han acatado la ley.
Además, también tienen derecho a sus propias opiniones políticas de derechas. Es un país libre.
Pero en lo que se refiere a usar su
enorme fortuna para cambiar esas reglas y leyes con el fin de introducir
sus opiniones políticas, los hermanos Koch están minando nuestra
democracia. Eso es una traición al mayor tesoro que los estadounidenses
comparten.
Los Kochs ejemplifican una nueva
realidad que golpea en el corazón de Estados Unidos. La enorme fortuna
acumulada en la cima de la economía estadounidense no es un problema en
sí mismo. El problema es que el poder político tiende a levantarse allí
donde está el dinero. Esa combinación de una inmensa fortuna con el
poder político lleva a mayores y mayores acumulaciones y concentraciones
de ambos, inclinando el campo de juego hacia los Kochs y los de su
clase, y contra el resto de nosotros.
EEUU todavía no es una oligarquía, pero es hacia allí donde los Koch y otros pocos milmillonarios nos llevan.
La democracia estadounidense solía
depender de partidos políticos que más o menos representaban a la
mayoría de nosotros. Los politólogos de los cincuentas y sesentas se
maravillaban ante el “pluralismo” estadounidense, con lo que se referían
a la capacidad de los partidos y de otros grupos militantes de reflejar
las preferencias de la más amplia mayoría de los ciudadanos.
Aproximadamente desde hace un cuarto
de siglo, a medida que los ingresos y la riqueza empezaron a
concentrarse en las cimas, los partidos Republicano y Demócrata
empezaron a metamorfosearse en mecanismos para extraer dinero,
mayoritariamente de la gente adinerada.
Finalmente, tras la decisión de la
Corte Suprema “Ciudadanos unidos” en 2010, los milmillonarios empezaron a
crear sus propios mecanismos políticos, al margen de los partidos.
Empezaron con grandes provisiones de fondos a los candidatos políticos
de su elección, y crearon sus propias campañas en los medios para atraer
la opinión pública hacia sus propios puntos de vista.
Así, en el ciclo electoral de 2014
“Americanos por la prosperidad”, el frente político de los hermanos Koch
ha emitido más de 17.000 anuncios en TV, comparados con los solo 2.100
emitidos por los grupos del partido Republicano.
“Americanos por la prosperidad”
también ha estado invirtiendo en los más democráticos súper Comités de
acción política (PAC) en casi todas las carreras al senado que los
Republicanos han tomado como objetivo durante este año. En siete de las
nueve carreras la diferencia en el gasto total es, como mínimo, dos a
uno, y los súper democráticos PAC prácticamente no han estado presentes
en 5 de los 9 Estados.
Los Koch han generado muchos
imitadores. A finales de febrero, cuatro de los mayores cinco
contribuyentes a los súper PAC ahora están proveyendo fondos a
operaciones políticas que ellos mismos han creado, según el Centro por
una política responsable (CRP).
Por ejemplo, Joe Ricketts, el
milmillonario fundador de TD Ameritrade y su hijo, Todd, copropietario
de los Chicago Cubs, tienen su propia operación política de 25 millones
de dólares con el nombre de “Ending Spending” (“Acabar con el gasto”).
El grupo ahora está invirtiendo grandes cantidades en anuncios en la TV
contra el representante republicano Walter Jones en unas primarias en el
norte de Carolina (culpan a Jones de haber votado a Obama demasiadas
veces).
Su anuncio atacando al senador
demócrata por New Hampshire Jeanne Shaheen por apoyar la ley de sanidad
de Obama se ha convertido en un modelo a seguir para anuncios similares
financiados por el “Americanos por la prosperidad” de los Koch en las
carreras al senado a lo largo y ancho del país.
Cuando los billonarios suplantan a
los partidos políticos, los candidatos se encuentran en deuda directa
con los billonarios. Y si sucediese que esos candidatos ganasen las
elecciones, los billonarios serían los que estarían completamente al
cargo.
En este mismo instante, el magnate de
los casinos Sheldon Adelson (con una fortuna estimada de 37,9 mil
millones de dólares) está ocupado entrevistando a potenciales candidatos
republicanos a los que pueda financiar, en lo que se ha venido a llamar
las “Primarias de Sheldon”.
“Ciertamente, las “Primarias de
Sheldon” son unas primarias importantes para cualquier Republicano que
pretenda llegar a presidente”, dice Ari Fleischer, el que fuera
secretario de prensa de la Casa Blanca bajo el gobierno de George W.
Bush. “No hace falta decir que cualquiera que vaya a por la nominación
republicana querría tener a Sheldon a su lado”.
Los nuevos jefes políticos
billonarios no se limitan al sector Republicano. Los simpatizantes
Demócratas milmillonarios, Tom Steyer, el que fuera director de los
fondos de cobertura; y también el que fuera alcalde de Nueva York,
Michael Bloomberg, también han creado sus propios partidos políticos.
Pero incluso en el supuesto de que ambas partes fueran iguales,
milmillonarios ajustándose las cuentas entre ellos no resulta ni
remotamente una democracia.
En su debatido nuevo libro, El capital en el siglo XXI del
economista Thomas Piketty explica por qué los ricos se han convertido
en más ricos mientras que la cantidad de los ingresos nacionales
destinados a los sueldos no para de bajar. Muestra que cuando la riqueza
se concentra en unas pocas manos, y cuando los ingresos generados por
esa riqueza crecen más rápidamente que el general de la economía –tal y
como ha sido el caso de EE.UU y otras muchas economías avanzadas durante
años- los ricos reciben casi todo el grueso de los ingresos.
Lógicamente, esto llevará a mayores y
mayores concentraciones de ingresos y riqueza en el futuro: fortunas
dinásticas que pasarán de generación en generación, tal y como eran
previamente en el siglo XX en la mayor parte del mundo.
Esta tendencia se giró temporalmente
durante el siglo XX gracias a la Gran Depresión, a dos guerras
terribles, al desarrollo de los modernos Estados de bienestar y a
fuertes sindicatos. Piketty se muestra justificadamente preocupado por
el futuro.
Una nueva era dorada empieza a
parecerse mucho a la vieja. La única manera de frenarlo es a través de
una acción política concertada. Sin embargo, la única acción política a
gran escala que estamos presenciando es la de Charles y David Koch, y
sus imitadores billonarios.
Robert Reich fue secretario de Trabajo de EEUU bajo la
Administración Clinton. Es catedrático de Políticas Públicas en la
Universidad de Berkeley. Autor de ‘Aftershock’.Fuente: sinpermiso.info
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- Etiquetas: billonarios, democracia, EEUU, neoliberalismo, partidos, politicos
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