Heridos atendidos en el suelo porque "no hay camas para hacer frente a la avalancha"
La Operación Margen Protector se ha cobrado la vida de 514 palestinos y de 20 israelíes en 14 días y ha dejado 3.330 heridos
Palestinos trasladan el cuerpo de una mujer encontrado entre los escombros de una casa en Gaza.- EFE
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"Las bombas han destruido mi casa completamente por
segunda vez. Sin embargo, nadie se preocupa por nosotros. Un primo mío
ha muerto en los bombardeos sobre Shuyaiya y su cuerpo todavía está en
la calle. No tengo adonde ir y aquí espero a que traigan su cadáver a la
morgue", dice Abu Muhammad. "Nos están fumigando como si fuéramos insectos".
Abu
Muhammad es un hombre de unos 45 años que está sentado en el bordillo
de una de las calles que rodean el hospital Al Shifa, el mayor de Gaza,
pero no está solo. El pequeño parque de detrás de Al Shifa está lleno de
familias enteras, y lo mismo ocurre con las calles adyacentes.
Hadra
Abu al Ata, de 42 años, madre de nueve hijos, está sentada a pocos
metros de Abu Muhammad con otros miembros de su familia, incluidos
varios niños de corta edad. Su casa en el barrio de Shuyaiya, al este de
la ciudad de Gaza, pegado a la frontera con Israel, también fue
destruida el sábado y no tiene adonde ir, o por lo menos piensa que no
hay mejor lugar que los alrededores del hospital.
A las 8 de la
tarde del sábado empezó el bombardeo. Todas las familias de Shuyaiya se
preparaban para el iftar, la comida de la tarde con que se rompe el día
de ayuno durante el mes de ramadán. Una de las primeras bombas destruyó
una buena parte del edificio. Hadra y algunas otras personas bajaron a
la primera planta, que se salvó de las bombas.
"Nos quedamos hasta
las 8 de la mañana. No nos pasó nada porque la primera planta fue la
única que no se derrumbó. Éramos 19, la mayoría niños. Al final
decidimos salir todos juntos y conseguimos escapar. Un helicóptero se acercó y disparó muy cerca de nosotros pero no nos quiso dar. Nos podía haber matado fácilmente", explica Hadra.
"Estamos
aquí porque no tenemos otro lugar. La gente nos trae comida y ropa.
Vamos a asearnos a los cuartos de baño de las casas de alrededor. Vamos a
seguir en esta calle hasta que la guerra se acabe. Es el sitio más
seguro. Es más seguro que los refugios que la UNRWA ha abierto en las
escuelas. No sería la primera vez que Israel bombardea las escuelas de la UNRWA", dice limpiándose una lágrima.
"He
pasado la noche aquí. En el hospital están ingresados algunos
familiares y amigos. He dejado a mi mujer y a mis hijos en casa de unos
parientes, no muy lejos. Espero noticias de los heridos. Ya no podremos
volver a Shuyaiya porque nuestra casa ha resultado dañada por las
bombas", explica el albañil Hussein Abu Hamad.
"La mentalidad
israelí parece haberse creado para destruir. Destruyen las casas y talan
los árboles. ¿Por qué nos cortan la luz o destruyen la red de
distribución de agua potable? Los bombardeos han acabado con muchos
depósitos de agua así que hemos tenido que marcharnos", continúa.
"Espero
y deseo que la resistencia siga luchando, que los milicianos no
descansen ni un momento, que capturen a más soldados, que maten a más
soldados, como ellos hacen con nosotros, que la resistencia se comporte
con los israelíes exactamente como los israelíes se comportan con los
palestinos, hasta en los mínimos detalles", remata.
El doctor Ashraf al Qedra, portavoz del ministerio de Sanidad, dice lo siguiente: "El domingo hubo 72 muertos y más de 400 heridos en Shuyaiya.
En el hospital Al Shifa hemos tenido que atender a muchos heridos en el
suelo porque no tenemos suficientes camas para hacer frente a la
avalancha. Nos faltan medicamentos. Hay amplias zonas de Shuyaiya que
siguen cerradas y los heridos que llegan nos cuentan que en las calles
hay cadáveres que no se han retirado porque el ejército no permite el
acceso de las ambulancias".
En la morgue de Al Shifa, en la parte
trasera del hospital, hay una actividad constante. Las ambulancias
llegan de tanto en tanto con cadáveres, algunos en proceso de
descomposición porque han permanecido mucho tiempo en las calles. A
veces transportan simplemente pedazos de carne humana. La gente, hombres
y mujeres que aguardan los cadáveres de sus familiares, se tapan la
nariz para no respirar el aire corrompido.
De la morgue salen los
cadáveres envueltos en piezas de plástico blanco, se colocan en
furgonetas o en pequeños camiones y enseguida parten para el cementerio.
Los familiares y los amigos de los difuntos se suben a las furgonetas y
a los camiones para acompañar a sus seres queridos hasta su última
morada.
Rafiq Mahdi, de 64 años, trabajó durante muchos años en
Israel como aparejador. Está frente a la morgue esperando a que salgan
los cadáveres de siete familiares que murieron en Shuyaiya, en el
bombardeo del sábado, justo unos minutos antes de que comenzara el
iftar. Acompaña a Mohammed Yaakub. Los muertos son la hermana de éste,
sus cinco hijos y la suegra de la hermana.
"Trabajé durante 30
años en Israel y ahora, viendo lo que están haciendo con nosotros, me
arrepiento de no haberme convertido en un suicida. La única solución es
que los palestinos recuperemos toda Palestina, desde el río Jordán hasta
el mar. Ellos no son de aquí. Pregunte a Netanyahu de dónde ha venido", dice alterado Mahdi.
"Por
supuesto que tengo amigos israelíes. Hablo con ellos frecuentemente,
pero ¿qué me van a decir cuando los aviones hace unos días destruyeron
una pequeña casa que tengo cerca de la playa?, ¿qué me van a decir cuando su gobierno dice que está matando a terroristas pero en realidad está matando a civiles?, pregunta Mahdi.
Mohammed,
un hombre de mediana edad, espera frente a la morgue los cadáveres de
una familia cercana. Eran doce personas, de las que murieron ocho.
"Vivían en Shuyaiya pero cuando empezó todo decidieron irse a Rimal (un
barrio de Gaza), que consideraban más seguro. Y fue en Rimal donde los
mataron las bombas", dice Mohammed.
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