Administración Corrupción Gobierno — 28 abril 2013
La
 ministra de Presidencia, Soraya Saenz de Santamaría, también 
vicepresidenta del Gobierno, pasa a la firma muchos contratos públicos 
al día. Tantos que a veces ni se acuerda de lo que hace su departamento.
 Veamos algunos de ellos: la vigilancia del Monasterio de Yuste: 225.000
 euros. Si Carlos V levantara la cabeza se preguntaría por qué demonios 
un Estado que sus descendientes han arruinado ha de pagar tanto por 
custodiar sus recuerdos y no se costea solo con los turistas. Y existe 
otro curioso sobre “reconocimientos ginecológicos”, que ganó MD Anderson
 Internacional (40.000 euros), dispendio algo menor que el apartado de 
prensa (163.000) o plantas de interior y jardines (175.000). ¿De veras 
España está quebrada? Lo estarán sus ciudadanos, porque sus impuestos ya
 se los gasta Soraya en mantener su estatus de alta política sin sombra 
de austeridad alguna.
La
 ministra Soraya reclama austeridad, pero gasta a manos llenas. Los 
contratos de su departamento evidencian que no hace política con los 
pies descalzos precisamente.
Soraya
 gusta de más gastos: 19.300 euros en uniformes para sus ordenanzas, que
 aunque no vayan de Emilio Tucci han optado por una firma de prestigio a
 tenor de su precio, aunque el modisto elegido se ha negociado sin 
publicidad. No es el único dispendio. A sus chóferes, conductores y 
motoristas el cambio de trajes nos ha costado 18.000. Pero los nuevos 
uniformes de los guardas de campo del Pardo (esto no entra en los 
presupuestos de la Casa Real ni en la ley de Transparencia), los 
uniformes nos cuestan ¡217.000 euros! ¿Los habrá elegido Corina, Sofía o
 Soraya? Y es barato: mantener sus jardines y plantas de interior nos 
cuesta 175.000 euros al año. 
El 
Consejo de Administración del Patrimonio Nacional (CAPN) también pasa 
por sus manos y a órgano tan directamente relacionado con el rey no debe
 faltarles de nada ni aún en época de crisis: 1,7 millones de euros en 
seguridad, 325.000 euros en “baja tensión” (no apagan la luz nunca), la 
ampliación de la vigilancia 33.000, y la venta de entradas 26.000 
(porque Patrimonio gasta hasta para cobrar). Los equipos contra 
incendios nos cuestan 90.000. Los recursos electrónicos de su biblioteca
 digital nos valen 68.000 euros. Claro que la contratación de una 
agencia de publicidad para una exposición fue aún más cara: 118.000 
euros.
Soraya
 paga las traducciones de su página web a 60.000, otros 123.000 en 
internet, en informática 30.000 y y la gestión del sistema informático 
165.000, la reforma de la cafetería 198.000 y las propias cafeterías y 
bares ¡1,5 millones de euros!. ¡Pero cuanto nos cuestan los cafés del 
personal de Soraya, si es que son cafés! Soraya lee una barbaridad y sus
 asesores también: en la época de la gratuidad digital y de internet, 
Presidencia paga 163.000 euros en prensa diaria. Otro órgano 
dependiente, el Centro de Estudios Constitucionales, pagó ¡44.000 euros!
 por editar tres volúmenes de las “Obras Escogidas de Juan José Linz”, 
escritor tan escogido y visionario que nos hablaba de la “quiebra de las
 democracias”. Lo que no pensó Linz es que caeríamos en manos de una 
gestora como Soraya, que paga por sus ediciones un precio que está a 
todas luces fuera de mercado, como podría atestiguar cualquier imprenta o
 editor. Una minucia, si se compara con los 350.000 euros que gasta 
Soraya en servicios postales, aunque ya estemos en la generación digital
 de internet. Y hasta el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) 
nos clavó 41.000 euros por un “estudio sociológico” sobre el Debate del 
Estado de la Nación, algo que pocos corresponsales parlamentarios 
soñarían cobrar ni por una tesis doctoral.
Estos
 gastos son solo un botón de muestra: estos son solo los 20 primeros 
contratos de un total de 878 que figuran en su organigrama. Los 
caprichos de Soraya y sus departamentos que le competen son más 
importantes que los 6,2 millones de parados. Si nuestro dinero, en lugar
 de emplearse en esas superficialidades, se le diera a cada familia 
española desempleada, resistiríamos mejor la crisis. Y si no dan crédito a lo que escribo, pueden contrastar y alucinar con todos los contratos pinchando aquí.
 
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