Los ricos votan a Podemos. Compartir:
Etiquetas: Anibal Malvar, Baudelaire, Pablo Iglesias, Podemos, Wert
La
última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas arroja
ciertas raras verdades a la cara. Una de ellas es que los empresarios y
ejecutivos de alto nivel, la gente con mayor poder adquisitivo, coloca a
Podemos, empatado con el PP, como su opción política preferida (17,7).
La gente con estudios superiores eleva, con diferencia (Podemos: 14,4,
PP: 10,6, IU: 6,4, PSOE: 5,4), al partidillo de los perroflautas a la
cima de un gobierno ilustrado. Bajando la escalera académica, el PSOE es
la fuerza mayoritaria entre las personas sin estudios, y el PP arrasa
en el marco de los que solo han alcanzado la enseñanza primaria.
Asombra a los poetas la métrica alocada
de estos datos sobre intención de voto directo. Habrá otras variables,
pero me estoy refiriendo solo a la pregunta de a quién votarías tú si
las elecciones se celebrasen hoy (del 1 al 9 de julio). Las personas más
dañadas por el sistema son las que votan sistema, mientras que los más
favorecidos son los que quieren quebrar, subvertir, dinamitar el
sistema. No uso la palabra casta por si Pablo Iglesias la ha registrado en la sociedad de autores y me encaloman.
También asombra que la gente con ninguno o escasos estudios sea la que apoye, mayoritariamente, al partido de José Ignacio Wert,
devorador del acceso universal a la enseñanza, caníbal de la
investigación y la inteligencia, adalid de la ignorancia y de su propia
zafiedad.
Analizar los datos del CIS es, en
resumen, una invitación a la nostalgia de aquello que fue la clase
obrera, que hoy en Europa se lepeniza y en España se queda en chiste de
Lepe.
Lo que le pasa al obreraje español con el socialismo y el comunismo es lo mismo que le sucedía a la prostituta Louise Villedien cuando el maldito Baudelaire
la llevaba a ver esculturas en el Louvre: la putilla se tapaba los
ojos, escandalizada, ante la visión de los desnudos masculinos.
No hay nada más triste que un pobre que
se suicida por amor al explotador, que la visión de un analfabeto
quemando un libro, que el gesto de una puta que se tapa los ojos
avergonzados ante la tamaña discreción del pene del David de
Miguel Angel. Son como esas ballenas que, por razones ignotas, se tumban
en las playas para morir asfixiadas. La belleza del suicidio se
pervierte cuando no la dibuja el individuo, sino una especie o una clase
social. Cual es el caso.
El
voto de las gentes mayores de 55 años se va hacia la urna seca del PP y
el PSOE, partidos capaces de pactar como prioritaria la cura del cáncer
de un banco sobre la cura del cáncer de un niño o la pensión de un
anciano.
Ahora va a resultar que la revolución la
van a tener que emprender los ejecutivos, los empresarios, los
universitarios y los altos directivos, nos dice el CIS, con lo que la
revolución va a oler demasiado a Chanel 5 como para parecer cierta o
verdadera.
Eso no quiere decir que esta revolución
de peluquería no sea honesta, sino todo lo contrario. Los que más tienen
y los que más saben votan el recorte de sus privilegios, mientras que
los que menos tienen y los que menos saben votan a Botín. Me recuerda el obrero español al esclavo de Lo que el viento se llevó, que anhelaba seguir esclavo y se jugaba la vida y la dignidad por la señorita Escarlata.
Voy a escribir algo que seguramente sea
falso o incierto, aunque no insincero, porque mi formación es bien
liviana, menos poblada de pensamiento que de ficción. Pero acuso a los
partidos de izquierda y a los sindicatos de haber descuidado la
formación del pueblo, de haber silenciado la letra sin sangre de la
calle, el ideario y la cultura de las asociaciones de vecinos y los
bares, el caminar con el obrero por parajes que no sean alfombrados. Y
eso es lo que sí ha hecho el 15-M, o sea, el germen de Podemos. Y por
eso va a pasar lo que ya está pasando. Que es encantador como todo lo
incierto.
Vemos que el voto a la derecha (PP y
neo-PSOE) nace de la inacción social estupidizante que durante 35 años
han practicado PSOE, IU, PCE, CCOO, UGT, etc… Del miedo de sus
dirigentes a volver a ser obreros, a volver a cargar palés de ladrillos
siendo más cómodo sentarse en los consejos de administración de los
bancos. El día en que estos partidos y sindicatos expulsen, tras juicio
público y sumarísimo, a los militantes que participaron en ese expolio
de las cajas desde sus consejos de administración, y a los dirigentes
que lo consintieron, ese día, quizá recuperen un primer atisbo de
credibilidad. E incluso algún voto honesto.
Tenéis lo que os merecéis, compañeros. O sea, nada. Parafraseando la canción: adiós para casi siempre, adiós.
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