¡Paremos la masacre sionista en Gaza! |
Escrito por Ulises Benito |
Miércoles, 30 de Julio de 2014 11:38 |
Cada
hora que pasa continúa el macabro contador que marca los muertos
palestinos (en su gran mayoría civiles). El último dato que tenemos, de
1.104 asesinados (unos 200 de ellos niños), seguramente estará ya
sobrepasado cuando este texto se publique. La cifra de heridos ronda los
6.500. Pero estos números ni siquiera pueden expresar la absoluta
destrucción a la que la aviación, marina y ejército de tierra sionista
está sometiendo Gaza. Y todo ocurre bajo el espectáculo de hipocresía al
que los Gobiernos de Estados Unidos y la UE, los organismos
internacionales, etc., nos tienen acostumbrados. Sin embargo, la
continuidad de la masacre tiene también peligros para los intereses del
Gobierno sionista y del imperialismo… La resistencia a la ocupación es
feroz, las bajas de militares israelíes son numerosas y crecientes,
Cisjordania podría estar a las puertas de una Intifada, las
manifestaciones se suceden por todo el mundo… y cuanto más se alargue la
masacre y la ocupación, más se extenderá la rebelión en el propio
Israel.
La anunciada invasión terrestre de la
Franja es un paso cualitativo más en la guerra de exterminio que el
poderoso ejército sionista está librando contra un pueblo de escasos
recursos y prácticamente sin armamento pesado. El Tsahal comete todo
tipo de atrocidades con un único objetivo: aterrorizar a los palestinos.
Con este fin se despanzurran edificios de viviendas, hospitales,
colegios usados como centros de refugiados, fábricas, cementerios,
parques y cualquier espacio abierto. Quieren que no se sientan seguros
en ningún sitio. Han utilizado también contra la población fósforo
blanco. Los colegios donde la UNRWA acoge a parte de los 140.000
gacetíes que han sido obligados a huir de sus casas son también
bombardeados con saña, mientras la ONU anuncia una vez más patéticas
investigaciones sobre crímenes de guerra que no llegarán a nada. Pero el
horror no sólo tiene la cara de los miles de muertos, o de los heridos o
mutilados que no tendrán medios de vida, o que habrán visto desaparecer
toda su familia. La devastación provocada por el sionismo trastoca
todo, elimina los medios de subsistencia de la población: no hay
producción, no hay cultivos, la sanidad pública está desbordada y sin
suministros, la educación es una quimera… La única central eléctrica en
funcionamiento fue bombardeada el 28 de julio, y se prevé que no pueda
volver a funcionar en un año. De esta forma se pone en peligro (entre
otras muchas cosas) el bombeo de las aguas residuales hacia el mar,
potenciando así el peligro de horribles pandemias. Para la mayoría (de
los supervivientes), en definitiva, hambre y miseria. Pero precisamente
estas condiciones son las que animan a tantos y tantos jóvenes a
participar en la resistencia… ¿acaso hay una alternativa mejor?
La hipocresía imperialista
Mientras
Gaza se desangra, asistimos al esperpento de los líderes del
imperialismo intentando crear la ilusión de que un alto el fuego
fabricado por ellos va a traer la paz. No es más que una maniobra de
distracción, un intento de hacernos creer que sus movimientos ayudarán a
salir de esta situación. No, son ellos mismos los responsables de ésta.
Los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania… por
supuesto acompañados de otros mucho menos decisivos como el español, son
los que estimulan con armas, financiación y cobertura política al
sionismo y a la ocupación y opresión de Gaza y Cisjordania, que ya tiene
casi medio siglo. Barack Obama le dijo al primer ministro israelí,
Benyamin Netanyahu, que ‘cualquier solución duradera debe garantizar el
desarme de grupos terroristas y la desmilitarización de Gaza’. Es decir,
una Gaza inerme, rodeada por un Estado que controlaría sin ningún tipo
de resistencia su agua, su electricidad, sus suministros… Dicho de otra
forma, la paz de los cementerios es la única paz que acepta el
imperialismo. Ésos son también los objetivos señalados por Netanyahu.
Por su lado, el papel de los Estados burgueses árabes (empezando por el
más importante, Egipto) no es otro que hacer de comparsa del
imperialismo. Si la cúpula militar egipcia y las clases dominantes
árabes y de otras nacionalidades intentan desesperadamente un alto el
fuego, es sólo para evitar que la agresión sionista ponga (más) al
descubierto sus intereses compartidos con Estados Unidos y, también, con
Israel, y no echar más leña al fuego de la contestación interna. Pero
una posible tregua, más o menos duradera, no cambia nada importante.
Como sabe bien la población, y asume todo el movimiento palestino, un
cese el fuego que mantenga el bloqueo de la Franja es totalmente
insuficiente. Es equivalente al cigarrito que se fuma el torturador
entre sesión y sesión…
Más allá de la retórica, todos esos
gobiernos defienden sin fisuras la actuación de sus protegidos
israelíes. Al mismo tiempo, temen las graves consecuencias de la
extensión en el tiempo de la ocupación. Cuanto más tiempo pase, más
posibilidad de que la situación se le vuelva en contra, tanto en
Palestina, como dentro de Israel, y en todo el mundo.
El gobierno sionista manipula el asesinato de los tres jóvenes israelíes
El actual intento de acabar con la
resistencia palestina no tiene relación directa con el secuestro y
asesinato de tres chicos judíos. No obstante, este crimen fue
profusamente utilizado por el sionismo, aprovechando el impacto que tuvo
sobre la población israelí y estimulando los prejuicios antiárabes y la
caza del palestino. En una declaración televisada, Netanyahu acusó a
Hamás de estar detrás del hecho, y argumentó que, como Abu Mazén, el
presidente palestino, de Al Fatah, había formado Gobierno con Hamás,
también era responsable, y debía pagar las consecuencias… Con mucha
menos publicidad, el Tsahal ha variado ahora su versión: dice que los
asesinos, aunque militantes de Hamás, actuaron por cuenta propia, sin
órdenes de arriba. Versión que hay que poner en cuarentena tratándose de
fuentes tan interesadas, pero que en todo caso demuestra la tremenda
manipulación del hecho por parte del sionismo. Presentadores televisivos
han denunciado el régimen de censura generalizado que en cuanto se
difundió el secuestro se estableció en los medios de comunicación
públicos y privados. El Gobierno judío, que es una coalición de partidos
burgueses, con predominio del tradicional (el Likud), y la
participación de grupos de extrema derecha (Israel Nuestro Hogar y la
Casa Judía), está azuzando a lo peor de la sociedad israelí,
permitiendo y animando a grupos fascistas a buscar por las calles, en
cada comercio, etc., a cualquier palestino para machacarle. El brutal
asesinato de un adolescente, quemado vivo, sólo ha sido el ejemplo más
horrendo de estos pogromos. Reflejando el ambiente en la élite política y
social, una diputada de la Casa Judía, Ayelet Shaked, declaró: “Detrás
de cada terrorista hay decenas de hombres y mujeres sin los cuales no
podría atentar. Ahora todos son combatientes enemigos (…). Incluso las
madres de los mártires, que los envían al infierno con flores y besos.
Nada sería más justo que siguiesen sus pasos”. Y añadía: “Deberían
desaparecer junto a sus hogares, donde han criado a estas serpientes. De
lo contrario, criarán más pequeñas serpientes”.
La
clase dominante israelí se apoya en los sectores más reaccionarios para
sostenerse. Pero esto tiene también sus riesgos. El inicio de la
invasión de Gaza fue acelerado por la presión de los dos partidos
ultraderechistas citados, que ahora presionan a Netanyahu para rizar el
rizo: la ocupación permanente de Gaza hasta su desmilitarización, es
decir, ir casa por casa y persona por persona. Pero esto es sólo un
delirio de imperialista. La permanencia de las tropas israelíes será un
infierno, por supuesto para las masas palestinas, pero también para los
soldados ocupantes. Es absolutamente utópico que puedan mantener la
ocupación mucho tiempo.
De hecho, y a pesar de la desproporción
de fuerzas, el Tsahal está pagando un alto precio. Ellos reconocen 41
militares muertos, pero según Hamás son en estos momentos 86. Y es
creíble que el ejército censure el número real de fallecidos para evitar
la desmoralización interna. varios soldados han sido detenidos,
acusados de divulgación de secretos militares; lo único que hicieron fue
informar por Whatsapp de bajas de soldados.
Descontento en el ejército sionista y entre la juventud israelí
El ambiente bélico y chovinista
promovido desde el Estado sionista, favorecido también por el asesinato
de los tres muchachos judíos, no va a durar indefinidamente. Las bajas
israelíes son también parte del enorme sacrificio humano ofrecido a los
dioses del capital y del militarismo sionista. La avasalladora
propaganda oficial chocará, choca ya, con la realidad de una ocupación
imperialista y de la feroz resistencia de un pueblo. Ya ha habido las
primeras manifestaciones contra la guerra y la ocupación y, aunque
todavía no multitudinarias (unas cinco mil personas en Tel Aviv),
reflejan una posición que se irá abriendo camino a pesar de todas las
dificultades (el Gobierno permite que grupos fascistas apaleen a
manifestantes, intentando aterrorizar a todo aquel que se oponga a sus
intereses). Cincuenta reservistas han firmado un comunicado negándose a
participar en el Tsahal, ni siquiera desde la retaguardia, y denunciando
la utilización de los militares para imponer la opresión, la violación
de derechos a los palestinos y la ocupación. También está circulando una
carta de estudiantes de secundaria negándose a realizar el servicio
militar. En Israel éste es obligatorio y actualmente hay movilizados
65.000 reservistas. Muchos de ellos no se están presentando en sus
destinos. De igual forma que en 2006, cuando las potentes tropas
sionistas fueron obligadas a retirarse del Líbano por la resistencia, el
ambiente social puede cambiar rápidamente. Los dirigentes sionistas
actuales serán señalados con el dedo como culpables de toda esta
destrucción.
Otro
de los puntos débiles del sionismo es Cisjordania. Las manifestaciones
se suceden, en Jerusalén Oriental (50.000 personas), el campo de
refugiados de Kalandia (20.000), Ramala, Belén, Nablús... Si en la
anterior ocupación de Gaza (hace seis años) la dirección de Al Fatah
hizo de cortafuegos de la extensión de la lucha, utilizando mano dura
contra los manifestantes, en la actual situación, dada su debilidad, no
se puede permitir ser sospechoso de tibieza ante la masacre. Cuanto más
dure ésta, la posibilidad de una Intifada en Cisjordania más se
acrecienta. La manifestación de Kalandia fue atacada por colonos y
militares, que mataron a dos palestinos e hirieron a 59. En total, han
sido asesinados ocho en tres días de manifestaciones, pero en esta
situación la represión, lejos de amilanar, va a atizar la lucha. Por
otra parte, la población palestina israelí también se está incorporando;
el 21 de julio una huelga general convocada por la OLP paralizó Nazaret
(la principal ciudad israelí de mayoría árabe) y el resto de los
comercios árabes de Galilea.
De forma inevitable, el cierre de filas
en el pueblo palestino, ante una agresión de tamaña amplitud, fortalece a
Hamás, es decir, el Gobierno sionista consigue el efecto contrario al
supuestamente deseado. Sin embargo, según algunos medios también está
habiendo un importante aumento de militancia y autoridad del Frente
Popular de Liberación de Palestina, la principal organización histórica
de la izquierda. Y no sería de extrañar porque es totalmente
comprensible que las nuevas capas de jóvenes que se integran en la lucha
vean como un referente las enormes movilizaciones que en todo el mundo
árabe y en general en el planeta ponen en cuestión el imperialismo y el
capitalismo.
Manifestaciones en todo el mundo
La
actual agresión también está teniendo un efecto en el resto del globo.
Las manifestaciones se extienden: Gran Bretaña (45.000 personas, según
la policía, en Londres), Irlanda, Bélgica, Estados Unidos (donde se une
al movimiento contra la deportación de niños inmigrantes, decidida por
Obama), Canadá, Chile, Brasil… Merece destacar el caso de Francia, donde
se están incorporando miles de jóvenes de ascendencia magrebí. Las
autoridades francesas intentan criminalizar las manifestaciones, creando
un clima de alarma ante un supuesto antisemitismo masivo, y fabricando
escenarios violentos. La manifestación del 15 de julio, de unas 30.000
personas en París, fue pacífica, y al final de la manifestación habló
entre otros un dirigente de la Unión Judía por la Paz (antisionista),
pero algunos de los manifestantes que se retiraban fueron atacados por
el grupo fascista internacional Liga de Defensa Judía, que supuestamente
defendían una sinagoga. Este grupúsculo dotado de total impunidad se
vanagloria de haber efectuado “correctivos contra manifestantes
antisemitas”, publicando vídeos de sus fechorías y amenazando con
reventar próximas manifestaciones. Sin embargo, el gobierno reescribió
la historia, acusando a los manifestantes de “actos antijudíos” y
prohibiendo las manifestaciones posteriores. Lo que no está paralizando
la lucha… Y esto es sólo el principio, si el sionismo continúa
intentando desarmar Gaza y así someterla completamente se encontrará con
una respuesta masiva en todo el mundo, y en el propio Israel.
El futuro del pueblo palestino, de su
liberación nacional y social (y el futuro del pueblo judío israelí,
sometido por una clase dominante especialmente parasitaria y
militarista, y por prejuicios que esconden los intereses de ella), está
más vinculado que nunca a la ruptura con el capitalismo y el
imperialismo. Una convivencia pacífica entre los pueblos de toda la
zona, compartiendo los recursos, sólo es posible con el derrocamiento de
la burguesía sionista y de sus hermanos de clase árabe, que aceptan en
la práctica el dominio sionista y tienen lazos irrompibles con los
imperialistas. Y para derrocar el Estado sionista es imprescindible un
programa revolucionario, de expropiación de las grandes empresas y la
banca, que pueda ofrecer una mejora radical del nivel de vida de las
masas de Israel, tanto judías como palestinas. La fuerte irrupción del
movimiento de indignados hace pocos años refleja el potencial para unir
en la lucha a los trabajadores y campesinos árabes y judíos contra su
enemigo común.
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