Clamor mundial para salvar al planeta del cambio climático
Más de 300.000 personas salieron a manifestarse por el clima en New York.
La Jornada⎮La Marea⎮22 de septiembre de 2014
DAVID BROOKS|NUEVA YORK
// De repente, decenas de miles de participantes en lo que los
organizadores declararon la marcha sobre cambio climático más grande de
la historia cesaron sus consignas, dejaron de golpear sus tambores,
levantaron los brazos y guardaron dos minutos de silencio, dedicados a las décadas de inacción de las cúpulas políticas y económicas,
silencio que fue seguido de una ola de dos minutos de ruido que inundó
el centro de esta ciudad, enviando así una señal de alarma y un grito
para exigir “justicia climática”.
La marcha y acciones paralelas –2.700
actos en 161 países, según organizadores– fueron convocadas justo para
enviar un mensaje desde la calles a los gobiernos que están citados para
realizar una cumbre sobre el cambio climático en la Organizaciones de
Naciones Unidas este martes, cuyo propósito es establecer un marco para un acuerdo global
sobre emisiones el año entrante. La movilización exigió compromisos
inmediatos para contrarrestar una crisis que afecta a todos y ante la
advertencia de los científicos de que el cambio climático ya afecta a todos los continentes y mares del planeta y que está al borde de causar “daños irreversibles”
si no se dan pasos audaces para frenar el calentamiento del planeta
(junio, julio y agosto fueron los meses más calientes jamás
registrados).
Diversidad de sectores se movilizaron en NY
La marcha en Nueva York –a diferencia de
muchas otras acciones ambientalistas– reflejó el hecho de que la crisis
climática afecta a todos, al manifestarse una diversidad sin precedente
de participantes;unos 300.000 según los organizadores.
Marcharon juntos ambientalistas y agrupaciones de inmigrantes de
América Latina, el Caribe, Asia y África –muchos de los cuales libran
luchas ambientales en sus países– al lado de indígenas estadounidenses,
estudiantes y académicos, científicos, cocineros y granjeros. Una amplia
representación de sindicalistas (de servicios, transportistas, sector
automotriz, salud) marcharon a la par que una coalición de trabajadoras
domésticas, de maestros y médicos todos a un mismo coro: “la crisis
climática es una crisis de salud”, monjas y bailarinas en bikini y
organizaciones comunitarias de todo tipo, además de delegaciones
internacionales de representantes de movimientos indígenas y
ambientalistas en México y otras partes de América Latina.
“No estés jodiendo a la Madre [tierra]“. “Pon fin al capitalismo antes de que nos ponga fin a nosotros”. “No al fracking”.
“Deja de chingar a tu Madre”. “El agua vale más que el oro”. “Más
futuro, menos capitalismo”. “1%, quita tus manos de nuestro futuro”,
expresaban las mantas y pancartas tan variadas como los participantes,
incluso una de un contingente de Nueva Orleans que decía: “el mar se
está levantando, y también nosotros” y otra con una imagen de un oso
panda que pedía: “salven a los humanos”, mientras recorrían las avenidas
del centro, acompañadas de consignas como “Exxon, Mobil, Goldman
Sachs/Quítenme su crisis de la espalda”.
Una joven llevaba un cartel en que se leía: “somos la primera generación que siente los impactos del cambio climático y somos la última generación que puede hacer algo al respecto”.
Un arca de Noe avanzó entre
representaciones del mundo en mantas y globos, decenas de gaviotas,
títeres, que pasaban desde la punta de Central Park para bajar por la
Sexta Avenida a Times Square, y finalmente a una fiesta callejera en la
Avenida 11. Más de 500 autobuses transportaron participantes de varias partes del país, junto con unos 200 que llegaron por el “tren del cambio climático” desde California.
A la vez, varias figuras reconocidas,
entre ellos el secretario general de la Organización de Naciones Unidas,
Ban Ki-moon; el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio; el ex
vicepresidente, Al Gore, y los actores Leonardo DiCaprio y Mark Ruffalo
figuraron entre los manifestantes.
La Rude Mechanical Orchestra, entre
otras bandas, ayudó a marcar el paso con su magnífica sección de metales
y percusión, mezclando canciones populares con himnos rebeldes y
provocando brotes de baile en la calle.
Muchos expresaban que ahora se verá si
esta ola de ruido colectivo se escucha en los pasillos del poder, o si
éstos tendrán que ser inundados por los pueblos antes de que se logre
salvar al planeta.
[Artículo publicado en La Jornada]
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