La ONU se ve incapaz de atajar el riesgo de desnutrición en Centroamérica: "No tenemos tiempo"
El director regional del Programa Mundial de
Alimentos para América Central asegura que sólo cuentan con un 12% de los
fondos necesarios para evitar una crisis humanitaria
Dos millones de personas pueden sufrir
desnutrición aguda a causa de la sequía si la comunidad internacional no se
vuelca para evitarlo
"Todavía hay que trabajar mucho porque
desgraciadamente el hambre no vende porque no es rentable", dice Miguel
Barreto
Hugo Jolón muestra el pobre
desarrollo de su maíz debido a la falta de lluvia en el corredor seco de
Guatemala. Foto: PMA/Francisco Fiónmás INFO
Hambre, desnutrición, sequía en América Central. ONU,
PMA.
“Un tercio de los limentos que producimos en el mundo cada
año acaba perdiéndose o en la basura”. La amenaza de una
crisis humanitaria por hambre en América Central podría afectar a un total de
dos millones de personas tal y como han alertado la FAO y el Programa Mundial de
Alimentos (PMA) a partir de los datos de los gobiernos de Honduras, Guatemala,
El Salvador y Nicaragua. Las fuertes sequías de los últimos meses y la epidemia
de la roya, que ha afectado al 30% de las cosechas de café en la zona, son las
principales causas del agravamiento de la situación alimentaria de las familias
centroamericanas.
El director regional del PMA, Miguel
Barreto, reconoce que los fondos del programa para atajar la crisis son
insuficientes: no alcanzan el 12%. Aunque no da cifras de las escasas
aportaciones internacionales, exige mayor contundencia: "No tenemos más
tiempo. Tenemos que empezar a recoger fondos ahora para empezar a
trabajar", alerta en una entrevista con eldiario.es.
"La situación climática, la falta
de un clima estable y ahora el fenómeno de El Niño obviamente han afectado al
empeoramiento de la situación", asegura. Barreto ha aclarado que la sequía
se está dando en un área conocida como el corredor seco centroamericano que
reúne tres trágicas características: en primer lugar, el desarrollo económico
de la zona depende casi en su totalidad de los cultivos de subsistencia, es
decir, las familias consumen los alimentos que cultivan. Por otro lado, existe
un sector de la población que depende del trabajo temporal en la cosecha del
café y que esta temporada no ha podido trabajar. Por último, el corredor seco
es una zona de "altísima inseguridad alimentaria" debido a la extrema
dependencia del monocultivo del maíz y del frijol".
Esas tres características responden a
un perfil de población muy concreto: poblaciones muy pobres con escaso acceso a
los sistemas sociales del Estado. "Cuando existe sequía y no llueve, como
en estos momentos, los cultivos se ven muy afectados", explica Barreto.
"Hoy en día tenemos dos elementos negativos adicionales: la plaga de la
roya que afecta a las plantaciones del café desde hace 18 meses y una subida de
los precios de la cesta básica que se deben al fracaso de las cosechas".
El panorama es preocupante. "No
hay alimentos porque la cosecha se perdió, no tienes acceso porque no hay
empleo para generar ingresos y al mismo tiempo estás deteriorando tu nutrición,
lo que puede influenciar de manera directa en los más vulnerables que son los
niños menores y las madres gestantes y lactantes".
Sólo disponemos del 12% de los 80 millones necesarios
El PMA no puede corroborar la cifra,
matiza Barreto, pero asegura que los datos de los informes que publicarán en
septiembre no variarán mucho de los cálculos aportados por los gobiernos de los
países afectados. Dos millones de personas pueden verse inmersos en una crisis
humanitaria por inanición si la comunidad internacional no se vuelca en la
ayuda para evitarlo. "Nosotros hemos calculado que al 100% de nuestra
capacidad podemos atender hasta 1,4 millones de personas, el problema es que
ahora sólo disponemos del 12% de los 80 millones necesarios", explica. La
concentración de los esfuerzos por contener la roya se ha llevado casi todo el
presupuesto de la organización en América Central.
Las organizaciones de la ONU presentes en la región, la FAO y el propio PMA, han
elaborado una evaluación rápida de la situación después de que los gobiernos de
los países afectados hayan declarado el estado de emergencia. "En
Guatemala, por ejemplo, 16 departamentos han declarado el estado de calamidad y
todos los líderes han pedido ayuda a la comunidad internacional".
Aunque todavía la población no se
encuentra en un estado crítico, las familias están subsistiendo con las últimas
cosechas y los últimos animales de los que disponen. Barreto advierte que si no
se reacciona rápido, "la situación alimentaria de la población se va a
deteriorar hasta llegar a una crisis humanitaria de desnutrición aguda que
eleve los niveles de mortalidad infantil".
Miguel Barreto, director regional del
PMA y la vicepresidenta de Guatemala Roxana Baldetti, visitan las zonas
afectadas por la sequía en el país. Foto: PMA/Francisco Fión
"Estamos realizando una campaña
especial para pedir a los donantes del PMA, entre los que se encuentra España,
un esfuerzo mayor", asegura el dirigente de la organización. Para Barreto
es esencial generar políticas de nutrición, “es muy importante entender el
efecto de no hacerlo”. Según un estudio del PMA con la Confederación Económica
Para América Latina (CEPAL), cada Gobierno pierde el 10% de su PIB por no
invertir en nutrición. Por otro lado, el impacto a medio-largo plazo de la
desnutrición crónica influye en términos de seguridad pública: el hambre “eleva
los niveles de criminalidad” y acelera los procesos migratorios de las
poblaciones más pobres. “Son los más necesitados los que buscan en otros
lugares un futuro mejor”.
Aunque el corredor seco centroamericano
es una de las zonas más afectadas, la
FAO calcula que en la totalidad de América Latina existen 47
millones de personas con hambre. "No estoy hablando de hambruna -dice
Barreto- estoy hablando de personas que se acuestan con hambre. Los niveles de
desnutrición crónica son graves en algunos países como Guatemala, Honduras,
Haití, Bolivia... donde tenemos que trabajar a largo plazo". Además, la
desigualdad constante en todo el territorio dibuja un continente con
"bolsas de riqueza" y desigualdades que van desde los niveles de
Chile o Uruguay, con un 1% de población en situación de desnutrición, hasta
Guatemala, donde el problema afecta a un 50% de sus habitantes.
Una política internacional a medio plazo
Durante los años 80, la comunidad
internacional y los gobiernos de los países en vías de desarrollo se centraron
en la producción de alimentos como solución al problema del hambre. Largos
excedentes de alimentos no sólo para cubrir la demanda interna sino para
exportar y generar beneficios a partir de la venta.
Barreto incide en que esta política ni
ha sido ni es suficiente. "Los estados no hemos invertido durante los
últimos cincuenta años en políticas destinadas a generar programas
nutricionales que es la otra parte del problema", sostiene. Chile es un
ejemplo de este tipo de políticas: en el año 1950 tenía índices de desnutrición
crónica del 50% y hoy tiene del 1%. "Desarrolló una política sostenida de
nutrición a través del fortalecimiento de alimentos, de campañas nutricionales
en menores de cinco años que han permitido que esas cifras de desnutrición se
redujesen".
El PMA ve necesario crear una
conciencia dentro de la comunidad internacional para que las políticas
alimentarias a medio y largo plazo cobren importancia. "Estamos en el
camino correcto y todavía hay que trabajar mucho porque desgraciadamente el
hambre no vende porque no es rentable", añade a la vez que pide que,
dejando de lado los intereses políticos, los problemas del hambre y de la
alimentación entren dentro de una agenda social en cada país para crear
políticas públicas a largo plazo.
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