¿Condenar por
corrupción en Cuba a un empresario canadiense? Tan injusto como a un político
español por conducción temeraria
José Manzaneda,
Coordinador de Cubainformación.- La condena por corrupción a 14 altos
funcionarios cubanos –entre ellos un viceministro- poco ha interesado a las
grandes agencias de prensa (1). Sin embargo, la pena impuesta –en el mismo
juicio- a un rico empresario de Canadá ha generado titulares en no pocos
medios, convertidos en abogados defensores de su honorabilidad (2).
Hace unos días,
tres ejecutivos de la compañía canadiense Tokmakjian Group eran condenados por
el Tribunal Provincial de La Habana. Entre ellos, su presidente, que era
sentenciado a 15 años de prisión y a la confiscación de cerca de 100 millones
de dólares en activos. La sentencia recoge delitos de cohecho, falsificación de
documentos, actividad económica ilícita, tráfico de divisas, estafa y evasión
fiscal en los sectores de la agroindustria azucarera, la minería y el turismo
de Cuba (3).
Tras la sentencia, la
empresa canadiense no tardaba en arremeter contra el sistema de Justicia de la
Isla, utilizando el altavoz de agencias y medios internacionales. Calificaba el
proceso de “espectáculo” (4), “farsa de juicio” y “parodia de justicia” (5), y
de “absurdas” las sentencias (6). Más o menos en la misma línea argumental del
político español Ángel Carromero, condenado en la Isla en 2012 por “homicidio
imprudente”, tras provocar la muerte de dos personas en accidente de trafico
(7). Para defender su inocencia, Carromero recorrió decenas de medios acusando
al Gobierno cubano de haber “fabricado” su sentencia judicial (8).
La misma acusación que ahora
sostiene la compañía Tokmakjian Group, con un objetivo claro: dañar la actual
política de atracción de inversiones impulsada por el Gobierno cubano. “No le
recomendaría a nadie que invirtiese en Cuba”, decía el portavoz de la empresa
canadiense a los medios internacionales (9).
Varios
diarios iban más allá, y aseguraban que el caso “ha perjudicado las relaciones
(diplomáticas) entre Cuba y Canadá, que es uno de los principales socios
comerciales de la isla caribeña” (10). “Diplomáticos occidentales ya han
advertido de que esta decisión de La Habana alejará a los inversores
extranjeros”, recogían varios diarios (11).
Estos
medios trasladan dos mensajes contradictorios entre sí: uno, que cualquier
sentencia judicial en Cuba no es “independiente”, sino decidida o condicionada
por la autoridad política; y su contrario, que la Justicia cubana es demasiado
“independiente”, por cuanto aplica la ley al empresariado extranjero al margen
de una hipotética conveniencia de atracción de capitales. Algo que demuestra hasta qué punto los
grandes medios internacionales son altavoces de los intereses del Capital
transnacional, siempre en búsqueda de autoridades, políticas fiscales, leyes y
sistemas de justicia laxos y manejables.
Pero
la empresa canadiense iba más allá: a través de los medios, acusaba al Gobierno
cubano de “inventar” los cargos contra su presidente para incautar los 100
millones de dólares en activos de la firma recogidos en la sentencia (12).
Incluso que habría chantajeado a la empresa para comprar, por dinero, su
libertad (13).
Y es que, si hay algo que
une a un empresario canadiense corrupto y a un político español amante de la
velocidad es el respaldo de un poderoso altavoz mediático para difundir por
todo el mundo inventos conspirativos con los que defender su impunidad y
justificar sus delitos.
(5)
(5)
http://www.bbc.co.uk/mundo/ultimas_noticias/2014/09/140927_ultnot_cuba_empresario_canadiense_lav
No hay comentarios:
Publicar un comentario