TTIP: verdades críticas… y lemas publicitarios interesados. Salvador López Arnal. Rebelión
Marina Albiol Guzmán, Carlos Sánchez Mato y
Alberto Arregui Álava abren su magnífico artículo sobre el TTIP -“La
mentira y la explotación vestidas de acuerdo” [1]- con una cita de
Robespierre: “De todos los derechos, el primero es el de existir. Por lo
tanto, la primera ley social es aquella que garantiza a todos los
miembros de la sociedad los medios para existir; todas las demás están
subordinadas a esta”. Tenía razón el revolucionario francés; la tienen
ellos en su elección.
El abismo entre ricos y pobres, señalan, se
ha ampliado de tal manera que los “85 capitalistas más ricos del mundo,
acumulan tanta riqueza como los 3.570 millones de personas más pobres
del planeta”. España, como es sabido, ocupa un lugar destacado en este
escenario de inmensa regresión social: es el segundo país más desigual
del mundo entre los denominados países desarrollados, el país
“desarrollado” en el que más ha subido la desigualdad entre 2006 y 2010:
1,27 [2]
La realidad de nuestras vidas, prosiguen los autores,
ha dejado en evidencia algunas de las grandes mentiras en las que se
fundamenta el sistema económico en el que vivimos: “ni todos somos
iguales, ni la crisis nos afecta por igual, ni hacemos los mismos
sacrificios”. De toda evidencia. Con la claridad y distinción a la que
aspiraba el autor del Discurso del método: “La crisis del sistema
económico, entre todos sus horrores, ha tenido la virtud de poner al
descubierto, por exacerbación, la injusticia estructural en que está
fundamentado. La concentración de la riqueza en pocas manos (en un polo,
mientras en el otro se acumulan millones de seres humanos viviendo en
la miseria) no es una maldición de los dioses ni un terrible accidente
natural. Es la evolución lógica, buscada y planeada del sistema
económico que domina el planeta, el capitalismo”.
Como si fuera
poco con lo anterior, comentan, “una nueva amenaza se cierne sobre
nosotros en forma del tratado, que la Unión Europea y EEUU están
articulando para garantizar este proceso de enriquecimiento”. Hablan del
TTIP, por supuesto, de “la santa alianza de las multinacionales de
ambos lados del Atlántico, se alza como un nuevo ariete contra la clase
trabajadora y la naturaleza de ambos continentes y en nuestro país
recibe el respaldo, como no podría ser otra forma, del gobierno del PP y
también de los dirigentes del PSOE”. E igualmente, con la ayuda sumada
inestimable de UPD y CiU. Lo demostraron el pasado junio en el Congreso
de Diputados votando contra una propuesta de participación democrática
de Izquierda Plural: unidos contra el derecho ciudadano a decidir en
este ámbito.
Las negociaciones, como sabemos, se han
caracterizado por la opacidad más absoluta. “Las élites tienen muy claro
que si los detalles salieran a la luz, se produciría una auténtica
rebelión que impediría su formalización”.
Algunas de sus principales críticas:
1. El objetivo declarado es “aumentar el comercio y la inversión entre
la UE y EEUU haciendo realidad que exista un área única para las
empresas a ambos lados del Atlántico”. Los obstáculos para esta meta ya
no son los aranceles. Para las grandes corporaciones, el enemigo a batir
son determinadas regulaciones y normativas. “Hay que socavar las leyes
que supongan un obstáculo al comercio y la inversión”.
2. Lo
que se busca es un “mercado regulado a favor de las grandes empresas”.
Para eso exigen la creación de Tribunales Arbitrales Internacionales
(ISDS) que “apliquen las normas más ventajosas para las empresas, por
encima de los derechos laborales o económicos que establezcan las leyes
de los países donde operen estas empresas, en lugar de acudir a los
tribunales de justicia”. No hablan de política ficción: “este tipo de
demandas ya se interponen por empresas de EEUU, Suiza, Francia… contra
países donde se producen cambios en las políticas económicas que puedan
suponer mermas de los beneficios de las empresas, como en Egipto,
Honduras, Argentina…” No es el futuro, es ya el presente.
3. En
el terreno del derecho existe una vieja doctrina, la de la aplicación de
la norma más favorable. Este principio se aplica para favorecer al
débil frente al fuerte. El TTIP es la aplicación al revés de esta idea:
“se aplicará la norma más favorable a las multinacionales y si se
produce un cambio legislativo que la empresa considere que daña a sus
intereses (pensemos en una reducción de jornada, anticipación de la
jubilación, aumento del salario mínimo…) esa normativa no será de
aplicación para dichas empresas”. Alicia en tierra de monstruos.
4.
Según estudios independientes, el Tratado destruiría 600.000 puestos de
trabajo y daría lugar a una pérdida de ingresos de hasta 5.000 euros
por persona al año. Los ingresos tributarios y el PIB se reducirían
considerablemente en todos los países, especialmente en los europeos.
“No se trata solo de que el TTIP constituye un ataque a las normas
sociales, derechos laborales, protección del medio ambiente, a la
agricultura sostenible y la democracia, sino también al empleo y el
crecimiento”.
¿Exageran los autores de este documentado artículo? ¿Se pasan tres pueblos y dos comunidades?
Ignacio García-Bercero es el jefe negociador europeo del Tratado con
Washington. Entrevistado recientemente por María Sosa Troya [3] ha
afirmado que “No acordaremos nada que rebaje los estándares europeos”
-¡qué podía decir si no!-y ha apuntado cosas del siguiente tenor.
¿Creíbles?
Sobre la actual situación de las negociaciones:
“Ya hemos concluido una primera fase, en la que ambas partes han
expuesto sus objetivos. Se están discutiendo más de veinte asuntos. En
todos hemos avanzado. Lo más difícil es lo que tenemos aún por delante:
reconciliar posiciones y llegar a un acuerdo ambicioso y equilibrado”.
Aún queda bastante por hacer, admite. “Se trata, por ejemplo, de
revisar la duplicación innecesaria en temas reglamentarios. La octava
ronda se celebrará en febrero en Bruselas, pero antes habrá una reunión
para asegurar que el nivel político está implicado”. Hay espacio para la
intervención.
Sobre el mecanismo de resolución de conflictos
entre inversores y Estados, punto esencial, asunto sobre el que se le
señala que el presidente Juncker y la Comisaria de Comercio, Cecilia
Malmström, han manifestado algunas discrepancias:
“No, ambos
han dicho que ningún tribunal de arbitraje puede interferir con los
procesos de jurisdicción nacional. El mandato de negociación que los
Estados miembros entregaron a la Comisión deja claro que la inclusión o
no de este instrumento en el acuerdo solo puede decidirse en una fase
más avanzada de la negociación”.
Para más adelante pues.
EEUU, se le recuerda, no está dispuesto a prescindir de este mecanismo.
La postura de la UE que el señor Ignacio García-Bercero representa:
“Que se incluya o no en el acuerdo depende de que se cumplan ciertas
condiciones… Es esencial que los procedimientos en materia de arbitraje
sean transparentes y en conformidad con los más altos estándares de los
Estados miembros. Cuando se habla de que se pretende establecer
jurisdicciones secretas, esto se debe desgraciadamente a algunos de los
más de 1.000 acuerdos bilaterales de protección de la inversión en los
Estados miembros, que incluyen mecanismos de arbitraje. Pero en todos
los acuerdos que ha negociado hasta ahora la UE —con Canadá y Singapur—
se prevé la transparencia de los procedimientos arbitrales. Y en el acuerdo con Canadá
los estándares están definidos de forma muy precisa para evitar que
medidas legislativas perfectamente legítimas sean cuestionadas”.
De cualquier forma, añade, lo que la Comisión y la UE realmente
propondrán sobre este instrumento es una cuestión que está aún abierta
“porque lanzamos una consulta pública debido a lo sensible del tema”.
¿Consulta pública” Es esto: “Antes de final de año haremos un informe
que se discutirá con los Estados miembros y el Parlamento Europeo.
Después diremos cuáles son para nosotros las condiciones aplicables en
esta materia”.
Sobre la falta de transparencia (la comisaria
Malmström ha anunciado que los 751 diputados podrán –¡no han podido
hasta el momento!- acceder a todos los documentos de la negociación -¿en
nombre de quien se hace?-, que se harán públicas las propuestas
formales:
“Nos hemos esforzado por asegurar un máximo de
transparencia. Ahora en todos los temas de la negociación la propuesta
de la UE será pública”.
¿Pública, ahora? “Por supuesto, ciertos
asuntos tienen que continuar siendo confidenciales porque debe haber un
espacio para que ambas partes vean cómo reconciliar sus posiciones”
También están discutiendo con la Eurocámara “cómo definir las
modalidades para que los textos que tienen que seguir siendo
confidenciales sean en cualquier caso accesibles para todos los
eurodiputados”. No lo han hecho, pues, hasta el momento
Sobre la rebaja de los estándares de protección:
“No habrá nada en esta negociación que implique una rebaja de los
estándares de protección en Europa, ya sea en materia de calidad, de
protección del consumidor, de protección del medio ambiente, de
privacidad o cualquiera de los valores que se encuentran reflejados en
la legislación europea. La garantía principal es que cualquier pacto
negociado por la Comisión tendrá también que ser acordado por todos los
Estados miembros y ser ratificado por el Parlamento Europeo. La Comisión
no va a negociar nada que implique una reducción del nivel de
protección. Si acaso incluyese algo, no sería jamás aceptable para la
Eurocámara”.
El punto: “acordado por todos los Estados miembros y
ser ratificado por el Parlamento Europeo.” ¡Un ámbito claro para
intervenir presionando a nuestros gobiernos para que no firmen un
acuerdo de estas características!
Sobre los transgénicos:
“No vamos a negociar ningún cambio en la legislación europea sobre
transgénicos. EE UU tampoco nos lo está pidiendo. Donde han mostrado
preocupación es en los casos en los que nuestra legislación no está
siendo aplicada de forma eficaz por los retrasos en los procedimientos
de aprobación.”
¡Vaya con los retrasos! ¿Se lo creen, se creen la perspectiva?
Sobre la privatización de los servicios públicos:
“La posición de la UE es clarísima: no negociamos al respecto”.
Ibidem. ¿Se lo creen con la que ya está cayendo? ¿Alguien piensa que
van a transigir con conquistas sociales de esta importancia?
En torno a los contratos públicos empresariales:
“Uno de los objetivos de la UE es que las empresas europeas sean
tratadas en EE UU de la misma manera en que las empresas americanas son
tratadas en Europa. Aquí los procesos de licitación se hacen sobre una
base transparente y no se discrimina a las empresas americanas. En EE UU
existe una legislación —Buy American Act— que establece que una empresa
debe estar establecida en EE UU y asegurar que un cierto porcentaje del
valor del contrato, en algunos casos hasta el 100%, es americano para
poder participar en un procedimiento de licitación. Esta legislación discriminatoria es uno de los problemas importantes de la negociación.
Sobre los servicios financieros, uno de los puntos complicados:
“Para la UE sería paradójico que un sector en el cual la cooperación es
tan importante se excluyera del TTIP. No se trata de cambiar los
niveles de protección, sino de asegurarse de que los reguladores de
ambas partes cooperen de buena fe y que examinen la posibilidad de
establecer reconocimientos mutuos de equivalencias en el sector
financiero, dejando muy claro que al final depende de la decisión de
cada regulador”.
Este es el objetivo europeo, “pero de momento la posición americana continúa siendo bastante reticente”
Sobre
los estudios económicos que apuntan que las previsiones de crecimiento
de la Comisión Europea tras la firma del acuerdo —119.000 millones de
euros en beneficios y 400.000 puestos de trabajo— son demasiado
optimistas:
“Hay muchísimos estudios económicos. Y no todos
arrojan la misma cifra. El que presentó la Comisión antes del
lanzamiento de la negociación hablaba de que este pacto supondría un
aumento anual en el PIB de la UE de en torno al 0,5% a partir de los
diez años de su aplicación. Parece una cifra realista. Eso no quiere
decir que no vaya a tener efectos inmediatos; por ejemplo, si
conseguimos que los aranceles americanos, en su gran mayoría, se
eliminen desde el primer día. Y lo mismo ocurre con el tema
reglamentario”.
Ninguna referencia a los estudios críticos que
apuntan hacia escenarios muy distintos. Esta, por ejemplo, es una de las
investigaciones a tener en cuenta: Jeronim Capaldo. Impacto del TTIP
elaborado por Universidad de Massachusetts, Estados Unidos.
En
fin, una de las reflexiones más significativas: se conseguirá reducir la
oposición de ciertos sectores sociales al acuerdo se le pregunta al
responsable de la UE en las negociaciones. Su respuesta:
“El hecho de que haya un gran debate sobre política europea
es una señal de que existe una democracia activa. No solo la Comisión,
sino también los Estados miembros tienen que estar implicados en un
debate público para dejar claro qué estamos negociando y qué no. El
texto del acuerdo será público mucho antes de que los Estados miembros y
el Parlamento Europeo tengan que pronunciarse sobre él. Es cierto que
los acuerdos comerciales son muy técnicos y reconozco que hay que hacer
un esfuerzo continuo de pedagogía”.
¿Notan la presencia de la
ciudadanía en algún nudo de esta compleja figura? ¿Se habla de
consultarla, de que pueda manifestar su opinión sobre un asunto tan
importante? Estados, Parlamento europeo,.. ¿no es esta es la máxima
“democracia activa” a la que se hace referencia?
En síntesis:
es más necesario que nunca estar informados, organizados y movilizados.
Nos va nuestro futuro, y no es ninguna exageración, en ello, en el TTIP,
una las aristas más crueles, antiobreras y anticiudadanas de la
contrarrevolución empresarial a la que se nos quiere someter… y
derrotar. ¡En pie de resistencia, de pedagogía crítica, de denuncia
constante, de lucha democrática!
Notas:
[1] http://blogs.publico.es/dominiopublico/11927/ttip-la-mentira-y-la-explotacion-vestidas-de-acuerdo/
[2] Thomas Gualtieri, El País, 6 de diciembre de 2014, p. 30.
[3] El País, 4 de diciembre de 2014, p. 4
[1] http://blogs.publico.es/dominiopublico/11927/ttip-la-mentira-y-la-explotacion-vestidas-de-acuerdo/
[2] Thomas Gualtieri, El País, 6 de diciembre de 2014, p. 30.
[3] El País, 4 de diciembre de 2014, p. 4
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