¡Contra la Europa del capital!. 18 feb 2015
(En recuerdo a Ramón Fernández Durán, tan entusiasta, tan comprometido, tan lúcido…tan necesario)
¿Información? No, intoxicación. Syriza, Podemos, el cambio que
amenaza los privilegios de una minoría que se creía invulnerable, que
hacía y deshacía a su antojo, sin rendir cuentas. Pero ahora la
situación es muy diferente, el cambio es posible, además de necesario
(ya lo era hace mucho tiempo). Es mucho lo que está en juego y han
decidido emplearse a fondo, utilizando toda la artillería mediática;
anti sistemas, anti europeos, ignorantes, ingenuos, irresponsables… todo
vale si, al final, algo queda en el sentir colectivo.
Y también están dispuestos a colocar contra las cuerdas al gobierno
de Syriza, que es lo mismo que negar el pan y la sal a los orgullosos
griegos que, en medio de una campaña plagada de amenazas lanzadas desde
las muy democráticas instituciones comunitarias, han dado su confianza a
un gobierno para el cambio, inaugurando un escenario político de
ilusión y esperanza. Actuando de esta manera, Europa da la espalda a los
que no pueden acceder a los medicamentos que precisan con urgencia, a
los millones de personas que han perdido su empleo, a los que han visto
sus sueldos caer en picado, a los que se han echado a la calle para
mendigar, a los que dependen de la caridad para sobrevivir, a los pobres
de solemnidad, a los que sufren y a los que han perdido casi todo.
El gobierno de Syriza viene con un mensaje, sólo uno: lo primero es
la gente. Nada es más importante, nada es más urgente. Y por esa razón
han puesto en marcha un plan de rescate ciudadano (de la mayoría social
empobrecida, no de los bancos ni de los ricos). Porque hay un drama
humanitario que las elites y las oligarquías, instaladas en su cómoda
atalaya, no pueden ni quieren ver, del mismo modo que también está lejos
del arco visual de los economistas del mainstream. Todos se
escandalizan porque el nuevo gobierno se haya apresurado a aplicar las
primeras medidas de un plan social de emergencia; quizá, porque no
estamos acostumbrados en estos lares a que los partidos lleven a cabo lo
que prometen en las campañas electorales.
Y por esa razón es imprescindible proceder a una rápida y sustancial
reestructuración de la deuda pública griega. Porque sin esa
reestructuración –con propuestas tan razonables como vincular los pagos a
la recuperación de la actividad económica y de las exportaciones-, el
gobierno griego estaría obligado a continuar metiendo la tijera en
gastos que son absolutamente vitales para la ciudadanía; sin esa
reestructuración, simplemente no es posible hacer una política económica
centrada en las personas.
La respuesta de las autoridades comunitarias ha consistido en apretar
todavía más las tuercas, con el sonrojante e insultante apoyo del
gobierno español, esgrimiendo que las exigencias planteadas por el
gobierno de Syriza resultan inaceptables, como si su aceptación
sancionara el despilfarro griego y dejara tocado el proyecto
comunitario.
Ante tanta mentira y cinismo hay que decir con claridad, sin
subterfugios ni juegos retóricos, que la economía y la sociedad griega
se encuentra en el filo de la navaja en buena medida por culpa de la
Troika y de los sucesivos gobiernos. Han aplicado medidas encaminadas a
proteger los intereses de los bancos alemanes y de otros países
europeos, los cuales, durante muchos años (¡Ay, la memoria selectiva!)
hicieron muy lucrativos negocios en Grecia, en abierta connivencia con
una clase política en su mayor parte corrupta y con un estado
clientelista. Recordemos, asimismo, que los recursos canalizados por el
Banco Central Europeo a los bancos a un coste muy bajo, con el objeto de
facilitar su saneamiento, también sirvieron para adquirir deuda griega,
por la que exigían, rentabilidades muy elevadas. Igualmente, las
denominadas políticas de austeridad (¡cuánta perversión y contaminación
esconde el lenguaje!), impuestas desde las instituciones comunitarias a
Grecia y a otras economías el sur de Europa han sido el gran
instrumento, junto a la denominada devaluación interna (reducción de los
salarios), para socializar perdidas y para que la población trabajadora
pagara las deudas contraídas por bancos y empresarios sin escrúpulos.
La pequeña Grecia, liderada por Syriza, es un ejemplo de dignidad, de
que hay otra manera de hacer política y de que otra economía es
posible; también simboliza el clamor de que necesitamos una refundación
democrática de la Unión Europea. Ahí reside la amenaza, y no en los
costes asociados a la reestructuración de la deuda, para un poder
enrocado, envejecido y a la defensiva.
Recuerdo a mi amigo Ramón cuando acudía a las manifestaciones
enarbolando con orgullo y convicción –entonces, muy minoritaria- la
consigna “Contra la Europa del capital”. ¡Cuánta razón tenía!
No hay comentarios:
Publicar un comentario