La comitiva (policía, cerrajero y agentes judiciales) que ejecuta desahucios se equivocó de vivienda
Desahuciados por error. Una familia de la calle de La Mancha, en el 
barrio de Pumarín, no da crédito aún a lo vivido en el día de ayer. A 
las 12 de la mañana una comisión judicial, un cerrajero, el empleado de 
un banco y varios agentes de la Policía Local irrumpieron en su 
domicilio sin avisar. Cambiaron la cerradura y dieron por enajenado el 
piso.
En el interior no había nadie. Los propietarios, ajenos a todo lo que
 estaba ocurriendo, se encontraban en sus puestos de trabajo cuando una 
vecina de planta les telefoneó para avisarles de que «algo gordo estaba 
pasando». Lo «gordo» era que el cambio de numeración en los portales de 
la calle de 'las 1.500' llevado a cabo hace un año había motivado que se
 procediese al desahucio del piso que no era.
No solo sustituyeron la cerradura y los dejaron en la calle sino que,
 para colmo, levantaron acta y realizaron un inventario de todo el 
contenido, «las fotos de los niños, los álbumes familiares, los 
ordenadores...», relatan Jaime Fernández Mesejo y Jessica Redondo 
Martín, padres de un niño de 9 años y de una niña de 19 meses.
Cambiaron la cerradura e hicieron un inventario del contenido cuando 
los dueños no estaban«Nadie quería saber nada ni explicarnos cuál era el
 error»
Cuando se quisieron personar en su casa, la comitiva ya no estaba. 
«No nos dejaron ni una notificación ni absolutamente nada, es más, se 
fueron sin conocer el error», lamentan. Lo primero que hicieron, ya que 
la Policía le dijo a la vecina que se trataba de un desahucio, fue 
llamar a su banco. «Se quedaron asombrados y nos dijeron que ellos no 
habían ordenado nada de eso, que teníamos todos los recibos de la 
hipoteca pagados y que no entendían nada», explica Jessica Redondo, que 
tuvo que cerrar durante todo el día su peluquería, «con el consiguiente 
perjuicio económico», para tratar de solucionar el entuerto.
No fue el único daño sufrido. «Mi padre tuvo que dejar de trabajar 
para ir a buscar a la niña a la guardería y tuvo que comprarle cosas 
para hacerle los potitos, pañales... Lo teníamos todo en casa y no 
podíamos entrar», explica la mujer.
Cinco horas en la calle
Después de cinco horas en el portal haciendo decenas de llamadas para
 saber por qué habían sido desalojados, lograron que el cerrajero les 
entregase las nuevas llaves. «Fue un periplo y todos se pasaban la 
pelota de unos a otros, nadie quería saber nada ni explicar cuál era el 
error», aseguran.
Los afectados consideran que «dentro de lo malo, tuvimos suerte 
porque si por cualquier cosa hoy no vamos a dormir a casa, mañana nos 
sacan todo lo que teníamos en el piso y cuando volvemos lo encontramos 
vacío».
A falta de conocer el motivo exacto de la garrafal equivocación, todo
 apunta al cambio de numeración en los bloques de 'las 1.500', donde se 
encuentra el piso 'desahuciado'. De hecho, en el portal aparece el 
número nuevo -el 24- y también el antiguo -el 32-. «Aún así, no nos lo 
explicamos porque si había un error en la dirección tendría que habernos
 llegado alguna carta que no era para nosotros o algo, y no hemos 
recibido absolutamente nada, ha sido una sorpresa total», relata Jaime 
Fernández Mesejo. La pareja acudió ya por la tarde -cuando ya tenía en 
su poder las nuevas llaves- a interponer una denuncia en el juzgado de 
guardia «por el desahucio ordenado por el juzgado de Primera Instancia 
número 10 de Gijón». «Nadie se explica cómo ha podido haber un error tan
 grave, esto no tiene precedente en Asturias», aseguran.
Tanto la Policía Local como el cerrajero contratado fueron requeridos
 por la comisión judicial y el representante de la entidad bancaria en 
el lugar en el que se iba a ejecutar la enajenación. Lo que desconocen 
estos perjudicados es quién es la persona a la que realmente iba 
dirigida la medida judicial. «Intentamos buscar por la calle el antiguo 
número 24, pero no lo encontramos porque ya no tiene la cifra en la 
puerta», dicen. A última hora de ayer tenían pensando volver a dormir a 
su casa y recuperar la normalidad. «Pero ya no estamos tranquilos 
después de esto...», sentencian.
elcomercio
 
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