El 26 de Enero, como se
venía anunciando, la presidenta del gobierno andaluz convocó las
elecciones autonómicas para el 22 de marzo. Las razones del adelanto son
claras y evidentes: tratar de frenar el empuje de Podemos, que aún no
está organizado en nuestra región y conseguir que el PSOE sea la fuerza
más votada; y no se hace coincidir con las municipales, lo que ahorraría
unos millones de euros a la autonomía con más pobreza, para intentar
desligarlo de la tendencia negativa del partido en esas elecciones. En
esa semana un sondeo concedía un 36% de votos al PSOE, que sería el más
votado, seguido del PP con el 30 y PODEMOS con un 18. Y al día siguiente
Luis Alegre, portavoz de Ganemos viene a decir, aunque luego amagara
con rectificar, que en Andalucía Podemos no tiene aspiraciones de ganar.
Me cuesta trabajo creer esos sondeos que predicen que en menos de dos
meses los andaluces y andaluzas harán ganar las elecciones al PSOE. No
me puedo imaginar que el bipartidismo se mantenga precisamente en la
autonomía donde más años ha permanecido el mismo régimen, que nos ha
llevado al podium nacional y europeo del paro y a las mayores cotas de
pobreza del continente. No puedo pensar que el pueblo andaluz haya
olvidado los grandes casos de corrupción de este gobierno como ERES y
cursos de formación, con cientos de imputados a punto de ser juzgados; y
que no se indigne por el robo del dinero dedicado al desempleo y a la
formación de las personas desempleadas. No lo creo capaz de premiar con
su voto a quién ha recortado como el que más los servicios públicos
básicos, reduciendo miles de puestos de trabajo y los presupuestos de
Educación y Sanidad, rebajando más que ninguna otra Comunidad los
sueldos del funcionariado y aumentando sus horarios de trabajo lo que
degrada la atención al público en sectores tan vitales. Me niego a
admitir que este pueblo pueda ser cómplice, "dejándose engañar" una vez
más, del mantenimiento de la precariedad y la falta de porvenir de sus
hijos y nietos. Dudo que pese más en su decisión de voto las influencias
folklóricas y tradicionalistas que las sangrantes realidades económicas y
sociales que sufre o le rodean. O que el clientelismo de tantos años se
manifieste hoy en el vasallaje de una mayoría de nuestra población.
Por el contrario, estoy convencido de que los aires de indignación
contra ese bipartidismo austericida y empobrecedor deben ser huracanes
en la región más deprimida. Que el desencanto de los políticos que tanto
tiempo nos han gobernado no se va a manifestar como otras veces
"pasando", sino yendo a votar para echarlos. La juventud más castigada
de España y parte de Europa va a asumir su responsabilidad y tomar el
futuro en sus manos. Los miles de padres sin trabajo y las miles de
familias sin ningún ingreso van a sacudirse el fatalismo y a moverse
aunque sea sólo para votar otra cosa. Las clases medias que están viendo
como las empobrecen, a ellos y a sus hijos, soportando la mayor carga
fiscal, van a analizar la situación y actuar en consecuencia. Los miles
de pequeños empresarios que han tenido que cerrar o no pueden vivir y
los autónomos que viven casi en la pobreza van a castigar a los
culpables. Ese inmenso bloque de marginalidad y pobreza tiene que
despertar y moverse.
Y los nuevos partidos que representan el
cambio, como Podemos, por muy poca organización y estructura formal que
tengan, aunque actúen con inexperiencia e improvisación, se van a ver
empujados por las miles y miles de personas que se han ilusionado, se
están agrupando, están participando y se van a movilizar con todas sus
fuerzas. Máxime cuando ya cada persona de éstas sabe que ya somos
mayoría, que no sólo lo dicen los sondeos generales, sino que lo ha
dicho la gente hace unos días invadiendo Madrid. Porque toda esta marea y
sus dirigentes tienen suficientemente claro que Andalucía es el primero y
un gran paso, necesario y casi imprescindible, para la construcción del
nuevo Estado Democrático. Y además saben que la victoria tiene que ser
tan amplia que no permita una mayoría de componendas de la "gran
coalición" (PP-PSOE), que el gran líder Felipe González pide y que ya
empieza a verse en ciertos gestos a nivel nacional.
Andalucía
tiene un gran reto. Le toca librar la primera gran batalla y quizás la
más importante. Estoy seguro de que este pueblo se levantará, como dice
su himno, como lo hizo en su momento para reclamar su autonomía, ahora
para reclamar con fuerza su dignidad.
José Antonio Naz Valverde. Miembro del colectivo Prometeo y Frente Cívico
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