LA INSOSTENIBLE BANCA PRIVADA Javier Jimeno (ATTAC Navarra/Nafarroa) Carlos Sánchez Mato (ATTAC Madrid)
Una banca pública transparente, democrática, ética, con control social y 
orientada a la ciudadanía es un instrumento imprescindible 
para intervenir contra la desigualdad, la exclusión social y la irracionalidad 
del mercado.
Plataforma por una Banca Pública
Hace pocos días, 
en el curso desarrollado por la UIMP, bajo el titulo “El nuevo modelo económico. 
Lecciones de la crisis”, José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia, 
explicaba que la banca pública es insostenible. “A veces pienso que tenemos una 
memoria frágil. Pensemos qué era Bankia y cuál era su gobierno corporativo hace 
tres años” dijo sin ruborizarse.
No era otra su 
intención que abundar en la tesis oficial que, de forma interesada,  ha culpabilizado a las cajas de ahorro 
de lo ocurrido al tiempo que eximía a los bancos privados.  
Es evidente que las cajas han 
mostrado en la actual crisis una enorme debilidad y prácticas deplorables cuando no delictivas de sus 
directivos. Pero es falso que su situación patrimonial fuera peor que la de las entidades bancarias privadas. Ni su morosidad[1] era más elevada ni su gestión 
peor que la de los bancos pero se enfrentaban al 
abismo sin posibilidades de captar capital para asumir los quebrantos y con 
enorme ansia por parte del resto del sector de acceder a la cuota que estas 
entidades tenían en créditos y depósitos[2]. El resultado de esta crisis ha sido 
su eliminación que, ni ha resuelto el problema de fondo, ni ha evitado otros 
efectos negativos de enorme magnitud como la destrucción de la obra social, que 
había aportado un considerable dividendo al conjunto de la sociedad[3].  
Profundizando en el tema, no podemos menos que asombrarnos de que el 
presidente de un banco que solo puede existir gracias a las ayudas públicas, 
diga que la banca pública es insostenible. Memoria “frágil” la de Goirigolzarri 
que olvida que las ayudas públicas directas a Bankia para su recapitalización 
han sido 22.424 millones de euros y las ayudas indirectas mediante avales, 
créditos fiscales, adquisición de activos y préstamos del Banco Central Europeo 
han ascendido a 125.386 millones de euros. En total 147.810 millones de euros. 
Si tuviera la tentación de argumentar que las ayudas se destinaron solo 
a las cajas de ahorro, habría que recordarle al presidente de Bankia que,  el sector bancario  al completo es absolutamente dependiente de las ayudas públicas. Si al lucrativo negocio obtenido de la operativa con deuda pública y 
los préstamos a las Administraciones Públicas, unimos el beneficio que obtienen 
las entidades bancarias por el aval implícito a los depósitos de los ahorradores 
protegidos por el Fondo de Garantía de Depósitos, el beneficio de la banca 
privada se esfuma.
Sin embargo 
Goirigolzarri dijo algo muy cierto en su conferencia, “el sector financiero es 
clave para el futuro de la sociedad”. Pero lo que parece olvidar es que también 
ha sido clave para el presente, pues la crisis del sistema financiero 
internacional que comenzó en 2008 con la quiebra del banco Lehman Brothers y las 
tristemente famosas hipotecas subprime, fue el detonante de la peor crisis 
económica del capitalismo mundial desde la gran depresión de 1929.  El que fuera el detonante no lo convierte en 
el origen del problema y cometeríamos un grave error si consideramos que fue éste momento el 
inicio de la crisis. Ésta venía gestándose desde hacía tiempo y, aunque no 
podemos desligarla de la hipertrofia del sector financiero[4], es inevitable relacionar la 
sobredimensión del mismo con la incapacidad de la llamada economía real para 
ofrecer una tasa de ganancia atractiva a los poseedores de capital. 
La pretendida auto-regulación de los mercados financieros ha brillado 
por su ausencia y ha generado burbujas especulativas que, como en el caso 
español, han concentrado las inversiones de capital en sectores como el 
inmobiliario, las grandes infraestructuras y la internacionalización de las 
grandes compañías, con una deficiente asignación de recursos en otros ámbitos. 
La deriva de ese funcionamiento del 
sistema ha tenido como consecuencia el excesivo e insostenible endeudamiento de 
los agentes económicos.
Hay dos lecciones 
importantes que sacar de esta crisis, estas son: que lo único que ha impedido 
que sistema financiero privado internacional haya quebrado han sido las 
astronómicas ayudas públicas recibidas. Y que con esas ayudas públicas se ha 
salvado a los grandes accionistas mientras se ha condenado a una gran parte de 
la población al paro y la pobreza.
En octubre de 
2008, el primer plan de rescate de Wall Street presentado por el secretario del 
Tesoro, Hank Paulson implico: 250.000 millones dólares para recapitalizar 
bancos, 500.000 millones de avales a empresas en crisis, 500.000 millones para 
la compra de hipotecas basura, 500.000 millones para salvar planes de pensiones 
privados… ¿alguien cree que sin esta masiva intervención del estado el sector 
financiero de Estados Unidos habría sobrevivido?
Pero Europa no se 
queda atrás. Entre diciembre de 2011 y febrero de 2012 el Banco Central Europeo 
(BCE) prestó más de 1 billón de Euros (1.000.000.000.000€) a  unos 800 bancos europeos, a un plazo de 3 
años y al 1% de interés, no teniendo que pagar los intereses hasta el final de 
la vida del prestamos. Este programa lleva el nombre de LTRO (Long Terme 
Refinancing Operations).
A esto se puede 
añadir unos 2 billones de euros (2.000.000.000.000€) de ayudas de los gobiernos 
para la recapitalización de los bancos europeos mediante inyecciones de capital 
y garantías publicas de los gobiernos de la Unión Europea para asumir las deudas 
bancarias en caso de necesidad. Y en esta línea se enmarca la nueva política del 
Banco Central Europeo de adquisición de activos que está cebando una nueva bomba 
que terminará estallando. Cuando lo haga, los mismos que contribuyeron a su 
explosión, mostrarán asombrados gestos de incredulidad ante los efectos de esta 
nueva burbuja y dirán una vez más que nadie lo supo ver.
La contrapartida 
a estas ayudas masivas a la banca privada ha sido el crecimiento exponencial de 
las desigualdades sociales. El caso griego es paradigmático. A cambio de unos 
paquetes de rescate de unos 226.500 millones de Euros (comparen esta cantidad 
con las anteriormente mencionadas), a Grecia se le han exigido unos planes de 
austeridad que han provocado que un tercio de su población caiga en la pobreza y 
la exclusión social. Recientemente Christine Lagarde, presidenta del FMI, 
comenzaba un discurso diciendo que “el mes pasado casi me atraganto con mi yogur 
del desayuno cuando vi la primera página de un periódico económico”. El motivo 
fue leer que el gestor de fondos de alto riesgo mejor pagado del mundo había 
ganado el año pasado (2014) 1.300 millones de dólares. Y que los 25 gestores 
mejor pagados habían ganado 25.000 millones. Es comprensible que casi se 
atragantase pues la “pobre” Christine tiene un sueldo anual libre de impuestos 
de solo 467.940 dólares. Tanto el FMI como la OCDE reconocen abiertamente que 
durante esta crisis la desigualdad entre ricos y pobre ha crecido a favor de los 
primeros, hasta el punto de considerar que el crecimiento de la brecha de la 
desigualdad está poniendo en riesgo la incipiente recuperación económica. Según 
los estudios de la OCDE, actualmente el 10% de la población más rica de los 
países de la OCDE gana 9,6 veces más que el 10% menos favorecida. En la década 
de los 80 la diferencias era de 7 a 1, en los 90 la diferencia era de 8 a 1 y en 
la pasada década de 9 a 1.
El resultado 
final de esta edición de la lucha de clases está todavía por definir pero, es 
evidente a la luz de los datos anteriores, que la clase dominante está 
obteniendo un éxito total hasta ahora. Para que las tornas cambien y es preciso 
que las clases populares, la mayoría social, reivindique otro sistema y se 
convenza de que hay alternativas a la deriva que solo ocasiona exclusión y 
sufrimiento. Y como elemento central de esa alternativa está la imprescindible 
necesidad de domeñar al sistema financiero. Como dice Eric Toussaint[5],  “el 
oficio de bancario es demasiado serio para ser dejado en manos del sector 
privado. Es necesario socializar el sector y ponerlo bajo control ciudadano, 
pues debe estar sometido a normas de un servicio público y las rentas que su 
actividad genere utilizadas para el bien común. La deuda pública contraída para 
rescatar los bancos es claramente ilegítima y debe ser repudiada”. Tenemos 
un reto clave para abordar la crisis y es abordar la conformación de 
una banca pública y el fortalecimiento de un sector público que busque el 
desarrollo integral y planificado de los recursos económicos y su control 
democrático, dando prioridad la satisfacción de las necesidades sociales y no la 
explotación de los trabajadores, una utilización racional de los recursos 
naturales y no su expolio. En definitiva, se trata de establecer bases de 
cooperación entre países que permita un desarrollo integral de todos, en lugar 
de la competencia en beneficio de los más poderosos. Son las respectivas clases 
dominantes de cada país las que nos están imponiendo medidas de ajuste, a sus 
trabajadores y a los de los demás países, en su propio beneficio y son ellas las 
que están alimentando la posibilidad de nuevos enfrentamientos entre las 
naciones. 
Una Unión Europea realmente democrática, con unos pueblos dueños de sus 
propios recursos y de su moneda común, sería una fuerza imparable, que podría 
abrir la puerta a unas relaciones de cooperación real entre los pueblos en 
beneficio mutuo, en lugar de la competencia por el máximo beneficio privado. 
[1] En 2010 la 
morosidad de las cajas de ahorro era del 5,82% frente al 5,83% de las entidades 
bancarias. Las cooperativas de crédito tenían indicadores mejores (4,48%). 
Fuente: Banca Pública, rescatemos nuestro futuro.
[2] Las cajas 
de ahorro tenían el 47,6% de créditos y depósitos en 2010.
[3] En el 
período 2000-2010, las cajas de ahorro aportaron a sus obras sociales un total 
de 13.954 millones de euros (24,98% de su beneficio).
[4] El volumen 
de los activos de los bancos privados europeos en relación al Producto Interior 
Bruto se disparó, sobre todo en la última década del siglo XX. En 2011 han 
alcanzado 3,5 veces el PIB de la UE-27 con alumnos aventajados como Irlanda 
cuyos bancos inflaron su activo hasta 8 veces su PIB.  De manera paralela, las deudas de los bancos 
privados de la zona euro representan igualmente 3,5 veces el PIB. En concreto, 
los pasivos del sector financiero británico multiplican por 11 el PIB del Reino 
Unido mientras que la deuda pública era de alrededor del 80% del 
PIB.
[5] Bancocracia. Editado por 
Icaria
 
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