LaLa asombrosa FE de los ciudadanos
españoles al PP.
Lo más sorprendente, es que en la Comunidades de Baleares, Valencia,
Madrid y Murcia, después de la
descomunal MAGNITUD de los casos de CORRUPCIÓN, en todas sus Administraciones,
Central, Autonómica y Local (siendo el partido más corrupto de toda la
historia) en número de casos de corrupción, de acusados y en cantidades
públicas de dinero sustraído, defraudado, estafado, apropiado indebidamente,
robado, prevaricaciones, cohechos, etc., etc, a los ciudadanos, y encima
habiendo ejecutado contra los ciudadanos, los recortes en derechos sociales,
económicos, civiles y políticos más brutales de la historia, nunca se
retrocedió tanto en tan poco tiempo (sanidad, pensiones, dependencia,
educación, becas, servicios públicos, etc. etc., es inaudito en la historia
conocida en el mundo entero, que
de las siete legislaturas políticas que ha habido, el Partido Popular haya sido
el partido más votado en cinco ocasiones.
En La
jungla de asfalto, de John
Huston, un delincuente asegura que no se puede confiar en la policía porque
cuando menos te lo esperas, se pone de parte de la ley. Algo parecido ocurre
con la justicia en España, incluso con infantas por medio. Lustros y más
lustros de Barberá, de Camps, de Fabra, y de repente cae la guillotina sobre la
práctica totalidad de los ediles valencianos del PP. Casi al mismo tiempo, el
juez Andreu ha sentado en el banquillo a Rato y a Blesa por el caso de las
tarjetas black.
De norte a sur y de oriente a occidente, el partido más votado de España es un
agujero negro, un inmenso zurullo de corrupción. Puesto que tampoco se puede
confiar en la justicia, habrá que tener fe en la política, ese sutil juego de
alternancia donde unos roban cuatro años mientras otros se ofenden muchísimo hasta
que les llega la hora del relevo. El bipartidismo ha funcionado así, mal que
peor, durante las últimas décadas, arrojando dividendos inmensos para la banca
y la gran empresa, desmantelando las estructuras públicas y dejando a las
clases medias, pequeños empresarios y pobres gentes a la intemperie. Como a los
cuatreros de la última legislatura se les ha ido un poco la mano, tras las
últimas elecciones el parlamento ha salido un poco descabalado, ha quedado así
como raro y no hay manera de cuadrar las cuentas para que los de siempre sigan
poniendo el cazo. Los señoritos se están poniendo nerviosos y hasta el rey
Felipe ha lamentado que los dos grandes dinosaurios de la política española no
den un paso adelante. Mariano ha decidido quedarse parado, como siempre, un
gesto de gran responsabilidad en sintonía con la marcha general del país. Con
una economía que no para de crecer, según los beneficios de los grandes bancos,
y cerca de cinco millones de desempleados, según las últimas estimaciones,
puede decirse que su gestión ha sido un rotundo éxito. A pesar de estas
evidencias palmarias, es muy posible que no pueda repetir gobierno por culpa de
esos advenedizos que han entrado en las instituciones en rastas y mangas de
camisa en vez de ir bien trajeados como los presuntos valencianos que hacen
cola en las comisarías. Menos mal que ahí está Ciudadanos, que es un pegamento
ideológico capaz de unir lo que sea, el PP con el PSOE, la corrupción con la
honradez y la renovación con la lepra. Puede concluirse que, en efecto, todo es
cierto salvo alguna cosa y que los políticos honestos del PP son únicamente
casos aislados. Desde los centros financieros a los grandes medios de
comunicación, la caverna domina ya la casi totalidad de centros neurálgicos del
país y ahora está empeñada en controlar también las prisiones empezando desde
el patio. La jugada definitiva de Mariano, el último as que se guarda en la
manga, una vez agotadas la vía judicial y política, es encomendarse al buen
gusto del pueblo, que los votaría otra vez con los ojos cerrados y una fe de
carbonero en paro, aunque arrasen el país con napalm.
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