Contra todo pronóstico, el No se
 impuso en el plebiscito sobre el acuerdo de paz en Colombia. Pero fue 
por un pelo y con 63 por ciento de abstención. La diferencia entre las 
dos opciones no llega a 54 000 votos. Estadísticamente, un empate 
técnico. De modo que no es rigurosa la afirmación de que “Colombia votó 
por la guerra”. No caigamos en las trampas del sentido común 
“democrático” impuesto por las clases dominantes y su maquinaria 
propagandística.
En
 cuanto se conocieron los resultados del plebiscito tanto el presidente 
Juan Manuel Santos como el comandante Timochenko, líder de las FARC, 
ratificaron su voluntad de cumplir con el acuerdo, muestra inequívoca de
 que su voluntad de paz es inquebrantable.  
Por
 supuesto, que el Sí no lograra no solo ganar, sino hacerlo 
contundentemente, no es políticamente conveniente para la paz. Pero no 
por ello va a naufragar el acuerdo de La Habana después de tanto 
esfuerzo, de la altura de miras y altas dosis de voluntad política con 
que se negoció por el gobierno, las FARC y todos los actores nacionales e
 internacionales coadyuvantes en el proceso.
El
 magnífico proyecto de transformación social, cultural y política de 
Colombia plasmado en La Habana tras seis años de duro trabajo, 
concesiones mutuas y la tesitura humana de perdón y reconciliación con 
que fue teñido por la activa participación de las víctimas de uno y otro
 lado, no puede ser echado a la basura (https://www.mesadeconversaciones.com.co/sites/default/files/24_08_2016acuerdofinalfinalfinal-1472094587.pdf.)
 Solo por respeto a esas víctimas ya sería indecoroso no continuar la 
lucha a brazo partido porque continúen callados los fusiles y por que 
callen para siempre.
Por lo demás, el documento conserva todo el valor jurídico nacional e internacional que tenía antes del plebiscito. Más aún la
 Corte Constitucional de Colombia, consigna en reciente sentencia que la
 consulta plebiscitaria no tiene efecto jurídico alguno y que  la paz es
 un derecho “contramayoritario” por ser esencial a la dignidad.
Santos
 convocó a un gran diálogo nacional con todas las fuerzas políticas, 
particularmente con los partidarios del “no”, representados 
fundamentalmente por los ex presidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, 
con quienes se reunió el martes 5 para analizar las vías que permitan 
llegar rápidamente a un acuerdo definitivo sobre la base del documento 
de La Habana, puesto que la incertidumbre política creada después del 
plebiscito pone en peligro la paz. Era la primera vez en seis años que 
Santos y Uribe se dirigían la palabra.
 Las
 FARC ante el nuevo escenario han expresado desde La Habana su voluntad 
de abrir el acuerdo a la renegociación. Es obvio que la organización 
guerrillera no aceptará modificaciones que conlleven una paz indigna, 
sin justicia social y que no reconozca la condición de actores políticos
 de sus miembros, pero ya ha demostrado reiteradamente su disposición a 
escuchar y tomar en cuenta otros criterios, a flexibilizar sus posturas,
 a pedir perdón honestamente a sus víctimas. Incluso, Timochenko dirigió
 una memorable carta a Uribe en mayo en que lo invitaba a dialogar 
personalmente sobre la paz.
El
 gran peligro ahora es que Uribe, intente utilizar la pírrica victoria 
del No para tratar de arrodillar a las FARC con peticiones absurdas e 
incumplibles, como meter tras las rejas a sus jefes principales o 
negarles el derecho a la participación política. Enemigo jurado de la 
Revolución Bolivariana, el ahora senador es uno de los exponentes más 
corruptos, fanáticos y reaccionarios de la derecha pro imperialista en 
nuestra región, un hombre estrechamente ligado -como su entorno 
inmediato- al paramilitarismo y a los pingües negocios que proporciona 
la guerra. Está animado de un odio visceral que lo conduce a pensar que 
con el contrario no hay más solución que aniquilarlo, como lo ha 
caracterizado la ex candidata presidencial y firme partidaria de la paz 
Ingrid Betancourt, quien fue cautiva de las FARC durante seis años.
Uribe
 sirvió de centro articulador de la campaña de miedo y odio previa el 
plebiscito a la que se sumaron muchos medios de derecha en nuestra 
región, con CNN a la cabeza.  
El
 miércoles hubo manifestaciones en varias ciudades de Colombia de los 
partidarios del Sí, a las que se sumaron en Bogotá miles de estudiantes 
de 15 universidades públicas y privadas que impulsan la primera 
movilización estudiantil en muchos años, la marcha universitaria por la 
paz, pues aseguran que no quieren un día más de guerra en Colombia. 
Continúa el alto el fuego bilateral.
Twitter: @aguerraguerra
