GeoingenierÃa, la última tentación del capitalismo. Ignacio de Alba
Ecoportal
Los inicios de la geoingenierÃa, como se llama a estas técnicas, son de uso militar. Alguna vez se pensó en utilizar el clima como arma y de ahà surgió el Convenio sobre la Modificación Ambiental para el no uso de este tipo de técnicas en la guerra. Pero desde hace varios años, la geoingenierÃa ha sido retomada por universidades como Harvard, petroleras como Exxon y fundaciones como la del empresario informático Bill Gates, el hombre más rico del planeta.
Las técnicas propuestas son muchas y variadas. Por ejemplo, la fertilización oceánica por medio del vertido de nutrientes para que crezca fitoplancton que, en teorÃa, absorberá el dióxido de carbono. O el movimiento de masas de agua para obtener alimento para el fitoplancton. O la captura mecánica de gases. O combinar el CO2 con minerales calcificantes para obtener un producto como el cemento y emplearlo en la construcción.
Otra opción es la gestión de la radiación solar, que implica la inyección estratosférica de aerosoles, el blanqueamiento de las nubes marinas para que reflejen la luz o el adelgazamiento de nubes cirrus para que el calor pueda escapar hacia el espacio. O hacer plantaciones de monocultivos alterados genéticamente para que reboten los rayos solares.
Otro tipo de geoingenierÃa es la alteración del tiempo atmosférico sembrando nubes para cambiar los patrones de precipitación.
Hoy, el uso de cualquiera de estas tecnologÃas está impedido por una moratoria. Los 193 paÃses que forman parte del Convenio Sobre Diversidad Biológica reafirmaron el año pasado el no uso de estos métodos para controlar el clima. Pero la llegada de Donald Trump al poder podrÃa cambiar las cosas.
Para muchos lo más grave es quien va a ser el depositario del poder de cambiar el clima a una escala global. Raymound Pierrehumber, profesor de fÃsica de la universidad de Oxford escribió: “ya bastante malo es el hecho de que Trump tenga en sus manos los códigos de lanzamientos de las armas nucleares. ¿Realmente queremos dale a alguien como él las herramientas para cambiar el clima del mundo?”
A la Conferencia de las Partes de Naciones Unidas que busca acuerdos entre representantes de más de 200 paÃses para combatir el cambio climático (COP23), que se realiza en esta ciudad desde el 6 de noviembre, han acudido empresas, gobiernos y organizaciones con propuestas de todo tipo.
En un stand, por ejemplo, están los Boy Scouts. El movimiento juvenil de calcetines largos podrÃa parecer fútil en un evento como este, pero no lo es. En sus filas hay más de 40 millones de muchachos repartidos en 224 paÃses. La organización tiene más capacidad de acción en la lucha contra el cambio climático que muchas naciones.
En otro de los stands está IETA, donde “se discuten prioridades en los negocios y soluciones sobre el cambio climático”. IETA conglomera a petroleras como Chevron, Shell, PetroChina, Total y Repsol, todas ellas responsables en gran medida de la crisis ambiental. Pero aquà llegaron “a proponer”, y en su stand se ofrece té orgánico y pláticas sobre financiamientos, inversiones, energÃa nuclear y geoingenierÃa.
La organización Action Group on Erosion, Technology and Concentration (Grupo ETC), que tiene reconocimiento consultivo ante la ONU, acusa que este tipo de tecnologÃas no sólo “no pretenden influir en la concentración de gases de efecto invernadero, que es la causa fÃsica del cambio climático”, sino que pueden implicar un riesgo mayor, pues no se conocen a fondo las consecuencias de su implementación.
¿Por qué en Latinoamérica no hay un debate más extendido sobre este tema?“Porque estas discusiones están en las grandes instituciones anglosajonas, en enclaves de cientÃficos. La inequidad del debate también es muy grave. Yo creo no hay suficiente conciencia en América Latina sobre el peligro de estas tecnologÃas”, dice, en entrevista con Pie de Página, Simone Lovera, de la organización Coalición Global de Bosques.
“La acumulación de poder de este tipo de tecnologÃas es tremendo, si esta tecnologÃa acaba en manos de las personas equivocadas podrÃan utilizar estas tecnologÃas para ocasionar grandes tormentas. Como arma de guerra”.
La activista insiste en que hay otras soluciones, muy básicas, como el uso de las bicicletas, bajar el consumo de carne o detener la deforestación. “No se necesitan tecnologÃas tan complicadas para solucionar el cambio climático. Es falso que necesitamos una tecnologÃa con tantos riesgos y con tanta inversión de plata”.
Nele Marien, encargada de bosques de la organización Amigos de la Tierra, también apuesta por soluciones más simples y menos riesgosas: “Necesitamos parar todo tipo de emisión que no sea necesario para el bienestar básico de los pueblos. La agricultura industrial causa muchas emisiones por las formas de producción y por las grandes distancias en las que viajan los alimentos. Necesitamos movernos de un sistema alimenticio global a uno local”.
— ¿De verdad es posible cambiar ese sistema alimenticio?
— La gente pensaba que no se podÃa acabar la esclavitud porque era un sistema en el que habÃa mucho dinero e intereses muy grandes. Y a pesar de eso se acabó.
Es posible, repiten aquà los activistas. Pero en la esfera de la polÃtica las cosas parecen avanzar para el otro lado.
Fuente: https://www.ecoportal.net/temas-especiales/geoingenieria-la-ultima-tentacion-del-capitalismo/
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