Italia: La "Tercera República" nace sin patrón tras el tsunami de liguistas y grillinos
Dante Barontini
11/03/2018
Los resultados de las elecciones aún no definitivos, pero el escenario es muy claro y hace posible una primera evaluación: un país dividido en trozos, que corresponden casi exactamente a las diferentes condiciones sociales maduradas durante décadas, especialmente los últimos diez años de crisis. “Liguistas” en el Norte, donde hay algo que defender (empresas que obtienen beneficios y otras en peligro de cierre, empleo precario y mal pagado), “grillinos" en el Sur, donde ya se ha perdido casi todo y el miedo de no salir del hoyo es evidente y manifiesta (los recortes del gasto público han roto indirectamente las piernas de sus usuarios). Incertidumbre en el centro, al que aspiran fragmentos de ambos lados.
Esta vez, la Italia del "resentimiento" ha barrido lo que quedaba de la vieja "clase política" de la segunda república. Ha enterrado a los Bersani y a los D'Alema y con ellos a su alter ego de un cuarto de siglo, Silvio Berlusconi. Ni los juegos de prestigio ni las promesas clientelistas han podido detener este tsunami causado por movimientos de tierra tan profundos que no presentan ningún rastro en la superficie del conflicto social. Ni siquiera el fraude puede tener el impacto suficiente como para mover la aguja de la escala. El malestar que no genera un proyecto de cambio simplemente se contenta con la primera respuesta que encuentra, por pobre que sea.
Hay poco espacio para la interpretación, para la esperanza de una "venganza" en la siguiente vuelta. El símbolo mismo de la "ruptura" ( "rottamazione", un término inventado por Luigi Bersani, el "rottamatore" profetizado debería haber sido Renzi ...), el actor político surgido del vientre de la masonería toscana, que estaba llamado a canalizar durante un tiempo la exigencia de cambio general, ha terminado hecho picadillo, arrastrando consigo los restos de un "partido" nacido a la vez - hace un cuarto de siglo - con los estigmas de dos establishmentspolíticos (DC y PCI ) antiguos adversarios.
Lo que queda es la falta de un centro de gravedad creíble. Cualquier gobierno es imposible si borra incluso lo poco tangible que se ha dicho, en una campaña electoral carente de ideas sobre cómo revivir un país que se empobrece cada día un poco más (a pesar de una pausa en la crisis incorrectamente llamada "crecimiento").
Este pequeño tangible era esencialmente "no a las alianzas contra natura”. Los grillinos normalizados por Luigi Di Maio han prometido formalmente que formarán gobierno con quienes estén de acuerdo con el programa, llegando a presentar de antemano un equipo de ministros no negociable (lo que debería teóricamente evitar las negociaciones habituales sobre los ministerios disponibles). El Partido Democrático y los berlusconianos han hecho la misma campaña electoral, prometiendo no formar gobierno con los "populistas" (grillinos y liguistas). Salvini y compañía han prometido gobernar sólo con los competidores-aliados de la coalición de centro-derecha.
Ninguno de ellos será capaz de cumplir estos "compromisos", si quieren acceder a las palancas residuales del gobierno. No pueden ni siquiera defender lo que parecería la "solución indolora”: apoyar al ejecutivo de Gentiloni con una mayoría "renzusconiana" parcheada con los trásfugas de varias listas.
El escenario político es aparentemente paradójico: lo que "hay que hacer" en los meses y años venideros está escrito en las directivas de Bruselas, en los periódicos habituales, por los comentaristas más competentes. Pero ninguno de los candidatos "hacer lo que hay que hacer”, aunque solo sea un poco.
Lo que nos espera a partir de mayo es una maniobra de recortes de varios miles de millones. Un verdadero tormento después de las pequeñas dosis de morfina inyectadas por la ley de estabilidad del gobierno Gentiloni. En especial nos espera la implementación real del Pacto fiscal, lo que obligará a cualquier gobierno en los próximos veinte años a producir un superávit primario mínimo anual del 5% para reducir la deuda pública. Algo así como 50 mil millones anuales antes de poder decidir lo que puede o no puede hacer. Los más informados han señalado discretamente algunas venas de las que extraer la mayor cantidad de sangre: las pensiones, que esta vez serán "reformadas" mediante el recorte de los pagos mensuales asignados, como en Grecia.
Pero falta el ejecutor, el verdugo social que empuñe el hacha en el nombre y a favor de los "mercados internacionales" y la Troika. Nadie quiere serlo antes de empuñar el hacha (el papel desempeñado por Emma Bonino, con unos resultados electorales mínimos en comparación con los costes de su cara campaña).
Hay por lo tanto una distancia abismal y dramática entre una población desorientada en busca de una posible "defensa" y un pequeño círculo de aspirantes a verdugos que, obviamente, no tienen la intención de presentarse como tales antes de comenzar a "operar" (a la espera de que los brujos de la "comunicación" les construyan una "narrativa" aceptable).
No es una dinámica que haya nacido hoy, pero es sólo ahora cuando aparece tan claramente. Los ascensos rápidos seguidos de saltos mortales súbitos de nuevos"líderes" son una consecuencia lógica de la pinza construida por promesas poco realistas con las actuales restricciones europeas y la realidad de los actos de gobierno. Quién desembarque en el Palazzo Chigi sabe que solo podrá permanecer el tiempo necesario para llevar a cabo algunas "reformas" impuestas por la UE, y desaparecer después. Como Renzi.
Analizaré en otro momento los resultados y las perspectivas de Potere al Popolo, la lista nacida hace tres meses y para la que incluso la recogida de firmas para presentarse en esta vuelta parecía insuperable. El entusiasmo de los activistas, antiguos y nuevos, habría merecido mucho más, sin duda, pero no se puede revertir una tendencia con un simple acto de voluntad. Será necesario examinar los resultados electorales distrito por distrito, y las asambleas territoriales, para definir mejor lo que ya durante esta campaña electoral, intuido y censurado por todos los medios de comunicación, se ha hecho evidente: donde hay una actividad política y social real (comités de lucha, mutualismo, sindicalismo de lucha, etc.), nuestra "bloque social" responde en cierta medida también en el terreno electoral. Donde esta actividad no existe o no es visible, no se puede presentar y pedir el voto en nombre de un ideal o un símbolo.
Pero sólo de este esfuerzo puede surgir el germen de una representación política que se implante y crezca en el conflicto social que - en los próximos meses - se enfrentará a las maniobras de "lágrimas y sangre." La época de los comités electorales, que reaparecen sólo para las elecciones, ha pasado.
http://contropiano.org/news/politica-news/2018/03/05/tsunami-grillin-leghista-la-terza-repubblica-nasce-senza-padrone-0101546
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