El ¿último? disparate vs Cuba. Por José Manzaneda
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El 
sistema sanitario de Cuba consiguió, en 2017, la menor tasa de 
mortalidad infantil de su historia: 4,0 por cada mil bebés nacidos 
vivos. Menor que la de EEUU y Canadá (1). 
Es un 
indicador que avala cada año la Organización Mundial de la Salud (2). 
Pero al que supuestos analistas expertos han descubierto su “trampa”. 
Juan 
Ramón Rallo publicaba en “El Confidencial” y otros medios digitales un 
texto titulado “Cómo manipula Cuba sus estadísticas de salud” (3). En él
 asegura que “la alta esperanza de vida y la baja mortalidad infantil” 
en la Isla “no se explican (…) por la excelencia de su sistema sanitario
 socialista”, sino por “la manipulación estadística y (…) la represión estatal”. 
Veamos. 
En Cuba la esperanza de vida es de 79,5 años, un año más que en EEUU. 
Rallo lo explica como un “efecto no intencionado del racionamiento” en 
la Isla. La “pobreza impuesta –leemos- debería acarrear efectos adversos
 sobre la salud, (…) pero en algunos casos puede tener, paradójicamente,
 un efecto positivo sobre la misma”. Explica que en EEUU se vive 
menos por tres factores: los accidentes de tráfico, el abuso de drogas y
 las armas de fuego. “El racionamiento cubano de vehículos” –nos 
asegura- “elimina prácticamente la mortandad por accidentes de tráfico” y
 “promueve un estilo de vida más saludable”, al igual que “la 
prohibición de las drogas o de las armas”. Conclusión: “la pobreza 
impuesta por el socialismo” –leemos- “contribuye a mejorar las 
estadísticas sanitarias” de Cuba. 
Después 
de pasar este buen rato, pasemos al tema de la mortalidad infantil, 1,7 
puntos inferior en Cuba que en EEUU. Dos son las razones, según el texto
 de “El Confidencial”: una, “las mujeres con embarazos de 
riesgo” serían forzadas “a abortar”; y dos, las muertes neonatales 
serían “reclasificadas” como muertes fetales (4). 
Ambas 
prácticas se explicarían porque “los facultativos cubanos” –leemos- 
“tienen incentivos” y “son recompensados en función de los objetivos 
cumplidos”. Así es cómo Cuba reduciría tanto su índice de mortalidad 
infantil, engañando a expertos de Naciones Unidas (5). 
Por supuesto, ni una prueba, ni un testigo. Ni el testimonio de una sola mujer obligada a abortar. Tampoco
 una mínima explicación sobre cuáles serían esos misteriosos 
“incentivos” que llevan al personal de los hospitales cubanos a forzar 
abortos y manipular estadísticas. 
Sin embargo, este texto, y otros con similares fabulaciones, han sido publicados en no pocos medios internacionales (6). 
Por cierto, su autor, Juan Ramón Rallo, es el director del Instituto Juan de Mariana, un think tank
 expañol defensor del neoliberalismo extremo (7). La fuente para su 
reportaje: un texto publicado en la revista “Health Policy and Planning”
 (8), cuyos autores pertenecen al Instituto de Libre Mercado de Texas
 (Texas Free Market Institute), cercano al Tea Party republicano y que 
ampara todo tipo de estudios en contra de la sanidad pública (9).
¿Ahora entienden este disparate un poquito mejor?
José Manzaneda es Coordinador de Cubainformación.
(5)  https://www.metro.se/artikel/kuba-verkar-manipulera-statistiken-om-sp%C3%A4dbarnsd%C3%B6dligheten-xr
