| No tergiversen, qué va, mejor manipulen. Por Carlos Luque Zayas Bazánpor La pupila insomne | 
La 
pisicina tiene cada vez menos agua. En los charcos de su fondo intentan 
nadar dos o tres que se lanzaron a ella en otros tiempos, cuando el agua
 le llegaba abundante desde el Norte. Viendo que el Presidente, sus 
declaraciones y su intensa actividad junto al pueblo, más la Reforma 
constitucional en marcha con amplísima participación popular y lidereada
 por Raúl deja sin futuro aquel proyecto de Cuba imposible con el que no
 hace mucho coquetearon, hasta alguno prueba a llenar la pileta con 
lágrimas. Otro, ¿más inteligente? como en el cuento del emperador 
desnudo intenta tirarle un cabo a quien llora y quiere convencernos de 
que no, de que tal vacío es una tergivesación. 
No es 
tan frecuente tener la oportunidad de paladear una obra paradigmática de
 las artes manipulatorias. De un ejemplo a la vez tan revelador de sus 
espurios recursos, como tan mal disimulado. Es el caso de la 
supuestamente necesaria exhortación a no tergiversar al Presidente.
Su 
autor no escribe “para desaprobar lo que defiende La Pupila”.  No, de 
ningún modo.  Aunque a la vez afirme  que ese blog lo conduce una 
persona cuyas “pasiones ideológicas” han comprometido a un Presidente. 
Una 
ruidosa contradicción, presente en varios puntos del breve libelo. 
Quizás por eso tiene que repetir dos veces, como para que el lector 
nunca dude de lo que afirma, que el blog La Pupila Insomne es 
revolucionario. Concertado o no, es la repetición de un recurso. 
Desde 
un tiempo atrás se viene observando ese curioso recurso comunicativo en 
las plataformas donde se pronuncian, escriben o comentan casi todos los 
que se sintieron “tocados”, preocupados, temerosos u ofendidos por el 
discurso del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de Cuba
 en el último cónclave de los periodistas. No existe mejor expediente de
 ajustarse a un calzón que acogerse a su vestidura. 
El 
recurso consiste en distinguir y separar cuidadosamente al Presidente, 
como objeto de posibles influencias ajenas a sus convicciones. Es un 
viejo recurso muy empleado por las agencias de la 
guerra 
de pensamiento, y que repiten ahora, ya sea por aprendizaje o tarea de 
unos, o ya sea por mímesis de algunos otros amplificadores incautos.
Al 
parecer los tiempos han cambiado tanto que ahora los “nuevos 
revolucionarios” aprenden en exclusivas Academias norteamericanas. Esas 
instituciones en que se endeudan de por vida sus propios nacionales y de
 las que tantos otros sólo ven sus fachadas en las publicaciones.
Pero 
los alumnos aventajados de los países a los que hay que ayudar a ser 
democráticos y, para ello, pagar generosamente la formación de sus 
jóvenes líderes, ya acuden a ellas con el espíritu proclive y propicio 
para un rápido aprendizaje de modos, concepciones y vocabulario. Hablan 
del nuevo presidente y analizan la política cubana, como lo haría un 
periodista gringo de uno de sus congresistas: dicen que es, o puede ser,
 objeto del lobby político, de influencias espurias, de entornos 
dañinos.
Obsérvese
 una vez más el recurso: el Presidente es una cosa. Alguien más, OTROS, 
una oscura oficina, un blog, un apasionado revolucionario, algo 
distinto. Así ahora La Pupila, aunque revolucionaria, sólo ha cometido 
un error irresponsable, impulsado por “la pasión revolucionaria” de la 
que estaría ajeno el propio Presidente. Algo propio de la óptica que 
choca una y otra vez con el mismo valladar. No pueden concebir, porque 
les resulta tan ajeno como los últimos rincones del Universo conocido, 
que el Partido Comunista tiene forjada su unidad precisamente en la 
diversidad que le niegan. La unidad que tanto les duele y lamentan 
explica que las convicciones del Presidente emanen de una colegiatura 
granítica contra la que se estrellarán una y otra vez. No tendrán suerte
 con esas elucubraciones tan caras más allá del Malecón y tan bien 
recibidas en algunas plataformas.
El buen
 arte manipulatorio obedece a  reglas, a su estética y a su falta de 
ética. Si el apotegma  shakesperiano levantó súbitos malentendidos entre
 aquellos que desde hace rato venían dibujando una trayectoria de la que
 obviamente se podía esperar hasta esa desatinada referencia a un 
criminal de guerra para  ilustrar una interpretación, el buen arte 
manipulatorio no tiene por qué recordarlo: seguramente para inficionar 
al lector con la idea de que aquellas reacciones se debían no a la frase
 del Presidente, sino al artículo de un bloguero.
 
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