España vacía La España sin médicos, colegios y trenes: "Si te pasa algo y tienes suerte, vas al hospital a 60 km; si no, te mueres por el camino"
La realidad de los pueblos es la historia de una 
carencia. Las sucursales bancarias van desapareciendo, el transporte 
público es dificultoso, siempre faltan médicos, la conexión a internet 
depende del azar y los colegios se ven amenazados por la despoblación. O
 peor. Sufrir un problema médico grave puede suponer más de 100 
kilómetros hasta ser atendido.

Vista de Aranda de Moncayo. WIKIPEDIA
Hay una España vaciada
 de médicos, colegios, bancos y trenes. Existe una España en la que si 
alguien sufre un problema grave debe recorrer más de un centenar de 
kilómetros para recibir el tratamiento sanitario adecuado. No es difícil
 encontrar esa España en que los centros escolares cuentan con menos de 
diez niños. Hay una España en la que las gestiones bancarias son 
complicadas porque no hay sucursal y tratar de acceder a sus 
aplicaciones móviles es una quimera cuando apenas hay cobertura. Es la 
España amenazada con quedarse fuera de servicios.
En cada región de la península ibérica hay una situación especial, pero hay una sensación común. Por ejemplo, en Aranda de Moncayo, un pueblo de 70 habitantes en la provincia de Zaragoza, vive Ángel Escorihuela.
 Está convencido de que nunca se marchará porque tiene allí su vida y 
sus negocios. Pero eso no le tapa los ojos ante una amplia carencia de 
servicios. "El autobús, si no le llamas no viene. Los colegios están 
mal; hay con cinco o seis niños pero no es lo mismo que en un colegio 
con más actividad y más medios. Teníamos dos bancos y ahora tienes que 
ir a Illueca (a 20 kilómetros) o Calatayud (casi 50 km) y a la gente 
mayor tienes que llevarle al banco o llevarle el dinero tú o sus 
familiares. La tienda del pueblo todavía queda y es básica. Tiene arroz,
 pasta, un poco de carne, alguna fruta y verdura y para de contar; si 
quieres algo especial tienes que salir de aquí", señala un residente 
durante todo el año.
Escorihuela vivió antes en Teruel, donde dice que hay
 más "concepto de lo rural". Pero los tiempos de la autonomía como 
fortaleza han cambiado. "Son pueblos de montaña con los inconvenientes 
de que nieva bastante y no puedes salir del pueblo. Y están concebidos 
como pequeños pueblos-Estado. Eran ultrasostenibles y tenían todos los 
servicios, como el herrero, capintero... pero aislados", recuerda Alberto Alfonso Pordomingo, vecino de Oliete (Teruel)  antes de mostrar las costuras.
"Oliete está a 25 minutos de Andorra, capital 
de la comarca; y a una hora de Zaragoza. La autovía está a 60 
kilómetros. Está muy dejado de infraestructura pública. La estación de 
ferrocarril más cercana está a 45 kilómetros y cada vez hay menos 
trenes; está en La Puebla de Híjar y para ir a Barcelona o a Madrid 
tiene que ser con trenes que llamamos borriqueros y estás cinco 
horas. Ya te deprime", aclara desde esta localidad turolense que ha 
perdido el 90% de sus habitantes en los últimos diez años. Aun así, 
apunta que la situación todavía no es tan mala como en otros lugares 
hermanos: "Hay otros pueblos donde no hay colegio ni bar ni tienda. La 
gente directamente no quiere ir porque no quieren ir a un pueblo 
terminal porque queremos estar en comunidad. Nadie quiere enterrarse en 
vida, nadie quiere ir a un sitio sin servicios" .
Estos pueblos aragoneses no son un excepción. En 
España hay 8.124 municipios, de los que aproximadamente la mitad cuentan
 menos de 500 habitantes. Esos datos oficiales maquillan otra verdad. 
Por ejemplo, en Samos (Lugo), hay censados unos 1.500 habitantes 
mientras que la realidad diaria se reduce a unos 150 vecinos. La España 
vaciada de servicios también está presente. "Tengo que hacer la compra a
 20 kilómetros y el hospital está a 29. Hay ambulatorio por la mañana 
pero después hay que tirar de familia o de taxi si pasa algo. No hay 
guarderías ni ninguna posibilidad para conciliación laboral. Hay un 
centro de mayores que no da servicios estupendos. Simplemente se les 
limpia, se les da de comer y andando. Todavía hay sucursal de banco, 
miniambulatorio y los servicios basiquísimos. Pero no hay ningún tipo de
 actividad. Simplemente algo de comida a domicilio", enumera Óscar Leirado Río, un residente habitual.
En esta zona gallega se congratulan porque el Camino 
de Santiago pasa cerca y eso ayuda a disfrutar de algunos servicios. 
Aunque algunos penden de un hilo o de la fortuna. "No tenemos telefonía 
fija en casa, no hay esa opción. Internet está subvencionado con 
cobertura de teléfono móvil y tarifa limitada, pero es de hace seis 
meses. Antes era muy complicado. Con el Camino de Santiago tenemos 4G 
pero si estás diez kilómetros más allá, olvídate", recuerda Leirado Río.
El problema de internet
En Aranda de Moncayo la televisión es por cable 
porque es imposible recibir un señal nítida en el televisor. En Oliete 
nadie se plantea contratar Netflix, HBO, Amazon o Disney porque 
hay zonas en las que simplemente no hay cobertura móvil. Si hay muchos 
visitantes se colapsa la red y la fibra óptica es algo que conocen por 
experiencia ajena. "Internet también es una mierda en los pueblos. Tengo
 mucho tiempo para hacer muchas cosas que podría hacer por internet 
porque paso mucho tiempo en el campo, pero no puedo hacerlas porque no 
hay conexión. Nosotros tenemos una casa rural y es un cisco; no hay 
datáfono porque no hay cobertura suficiente", secunda sobre Aranda de 
Moncayo Ángel Escohiruela, secretario de la Asociación contra la 
Despoblación Rural.
La falta de una conexión estable y fuerte no es una 
cuestión baladí para estos municipios. Ni siquiera es un capricho local.
 "Lo que sobre todo falta en los pueblos más pequeños es internet porque
 saben que sin eso no van a tener población joven que vaya ni siquiera 
una semana. Es imprescindible ya en todo el mundo rural ipso facto 
porque no es que se vayan a quedar sin habitantes, es que se quedan sin 
visitantes y algunos pueblos viven de ello", alerta Rubén Contreras, concejal de Repoblación e Integración en Belorado (Burgos).
Falta de médicos
En Belorado han perdido 400 habitantes en la 
última década (actualmente quedan 1.800) a pesar de contar con más 
posibilidades que en algunas zonas de su entorno. "Gracias a Dios 
tenemos casi todos los servicios posibles y aun así las despoblación es 
fuerte. Tenemos centro de salud, instituto, colegio, farmacia, 
biblioteca, fibra óptica...", recuerda Contreras. Pero cuentan con un 
talón de Aquiles común en la España que se vacía: la asistencia médica. 
"El mundo sanitario rural es un problema, no hay suficientes médicos en 
España. Nos hemos encontrado que teniendo siete plazas de médico sólo 
estábamos cogiendo seis porque no había. Conocemos muchos pueblos en los
 que también les pasa. Es un tema del que no se habla, la falta de 
médicos es desastrosa", adelanta Contreras.
En Puebla de Sanabria (Zamora) el problema es
 similar. Son cabeza de comarca, incluso disponen de estación de tren 
con alguna parada de línea, pero las carencias de médicos asustan. 
Cuentan con siete plazas para cubrir varias demarcaciones de la 
provincia pero sólo tienen seis médicos. Cuando llega el verano se 
dispara el mismo problema que en la mayor parte de los pueblos: la 
población se multiplica por cinco en una localidad con 1.400 habitantes 
censados como residentes. No aumenta el número de médicos en vacaciones 
y, si los profesionales acuden a una urgencia, deben dejar vacía la 
consulta.
"Hace un año se hizo una norma por la cual se iba a 
intentar incentivar a los médicos en zonas de montaña, como la nuestra, y
 no se ha hecho nada. Si tú les incentivas e incluso los propios centros
 de salud, seguramente algunos se quedan aquí. Pero quieren un trabajo 
más estable, un contrato con más horas y conocer a sus pacientes", 
explica José Fernández Blanco, alcalde de Puebla.
¿Por qué no hay médicos rurales? "En Castilla-La 
Mancha ha habido muchos años en que no se han convocado oposiciones. 
Llegar a un pueblo desconocido, estar un mes en un sitio y otro en otro 
también lo complica todo. Yo soy interina, llevo dos años en un mismo 
pueblo y estoy contenta. Pero sí que hay compañeros que están media 
mañana en una o media mañana en otro", explica la doctora Teresa Méndez, médica de familia en Bujurón,
 un pueblo manchego con 1.300 habitantes censados. Ella es coordinadora 
del grupo de trabajo de Medicina Rural de la SmeFYC (Sociedad Española 
de Medicina de Familia y Comunitaria) y comprende las renuncias aunque 
trata de voltear la situación. "La cuestión es muchas veces el 
desconocimiento. Hay compañeros que creen que al estar en un centro de 
salud más grande y urbano facilita las cosas. Se quedan en el centro de 
salud porque es el centro en el que se han formado, no van a ir a un 
pueblo solo y que les venga una urgencia grave y se vean un poco 
desprotegidos", explica la doctora.
Virginia Alonso, enfermera en Guadarrama 
(Madrid), confirma la situación incluso en una comunidad en la que, en 
teoría, las comunicaciones y servicios son mejores que en otras zonas 
rurales gracias a la proximidad con la capital de España. "Con nosotros,
 que estamos en la sierra, nadie quiere venir. Hay falta de médicos. Se 
va alguien de vacaciones y les cuesta conseguir a uno, que suena raro 
pero es verdad. Es rural y la gente no se va a desplazar todos los días 
50 kilómetros desde Madrid, por ejemplo", señala. En Guadarrama 
se suman las listas de espera y una asistencia que excede a lo previsto 
en un pueblo con 15.620 residentes censados. "Yo tengo unos 30 pacientes
 al día pero los médicos tienen mucho más; ellos tienen unas listas 
interminables. Es una barbaridad, tienen más de 50 en siete horas, yo no
 sé cómo lo hacen", reconoce. Y eso que en este centro no les toca 
asumir otras responsabilidades. "Yo no tengo administrativa, soy mi 
enfermera y mi residente. Cojo el teléfono, si tengo una urgencia grave 
tengo que atenderlo solo", recuerda la doctora Méndez.
Más de 100 kilómetros para una emergencia
Si alguien de la zona de Sanabria tiene que 
ser tratado en un hospital le esperan más de 100 kilómetros hasta 
Zamora. "Son 80 kilómetros de safari, un paso por la reserva de la 
Sierra de Culebra. O sea, riesgos y accidentes, que hay muchísimos", 
describe el alcalde de Puebla. Las mujeres del Alto Sanabria que van a 
dar a luz también deberán adelantarse porque el hospital de Verín
 (Orense), el más cercano (a más de 50 kilómetros), ha cerrado. Si 
acuden a la capital zamorana serán más de 130 km por carretera entre 
contracciones. Eso, si tienen suerte. "Cuando te envían directamente 
para Zamora ya corre a cargo porque tienes que bajar con tu coche. La 
problemática es que hay mucha gente que no dispone de un vehículo o de 
movilidad propia porque son gente mayor y dependen de segundas personas.
 Muchas veces llamas al servicio sanitario para una ambulancia y no te 
pueden atender porque igual han salido para un accidente en carretera o 
para otra urgencia y lo mismo hay dos ambulancias", señala Juan José Castro, vecino de Palacios de Sanabria.
El problema de la falta de servicios no se reduce 
únicamente a casos severos. La vida diaria es mucho más complicada en 
comparación con la ciudad. "Condiciona mucho el transporte público.
 Parece una tontería pero si voy a mandar a un paciente mío a que se 
haga una radiografía a un pueblo de al lado y no hay transporte público,
 eso dificulta mucho. A los pacientes en el ámbito rural les condiciona 
que solo pase un autobús por el pueblo y que para ir a la rehabilitación
 o a una prueba a un hospital tengan que usar su propio coche", recuerda
 la doctora Méndez desde Castilla-La Mancha. Alonso Pordomingo, desde 
Oliete, explica una situación similar: "Sólo te puedes poner malo de 
10.30 a 12. Y das gracias de que tenemos médico. Si te pasa algo y 
tienes suerte, te vas al hospital a Alcañiz, a 60 kilómetros; y si no 
tienes suerte, te mueres por el camino".
Oportunidades
Que exista una España fuera de servicios es también 
una oportunidad para los emprendedores locales para tratar de solucionar
 alguno de estos problemas con beneficios económicos. "En los pueblos, 
la pirámide poblacional está totalmente invertida. Hay mucha gente mayor
 y pocos jóvenes. En Osa de Montiel (Albacete), los servicios y 
atenciones que demandan las personas mayores solucionarían mucho el 
problema de empleo a la vez que el problema que tienen los mayores para 
salir de su territorio, de su comarca, de la zona que conocen. Al 
sacarles de su terreno se les inflige bastante daño, y tenerlos 
atendidos en el mismo pueblo solucionaría mucho el problema de empleo", 
apunta Francisca Muñoz Oliver.
La ganadora del Premio de Excelencia a la Innovación
 para Mujeres Rurales en 2014 lo sabe por experiencia laboral y 
personal. "Hemos tenido que ingresar en una residencia a un tío mío con alzhéimer
 precoz que le ha sobrevenido a los 55 años cuando no lo hemos podido 
tener en la casa. Está a 40 kilómetros de aquí, en Villarrobledo, el 
punto más cercano que hemos podido permitir. Si estuviera en el pueblo, 
lo estaríamos viviendo todos los días. Mi madre, que tiene 75 años, 
estaría viendo a su hermano todos los días. Y los servicios sociales no 
tienen que buscar la rentabilidad, sino el bien para la población", 
señala esta vecina de un pueblo que ha bajado de más de 3.000 habitantes
 a 2.400 en menos de una década.
Por otra parte, la doctora Méndez trata de convencer
 a sus compañeros de profesión. "La medicina familiar en el ámbito 
familiar es precioso y queremos que muchos compañeros den el paso. Si no
 van al ámbito rural es por desconocimiento muchas veces, porque te 
forman en el ámbito urbano y en el hospital y no conoces lo bonito que 
es ser médico de pueblo", señala. Pero, además, hace una petición
 a la administración porque considera que podrían ser más útiles gracias
 a su formación: "Podríamos resolver muchas cosas porque tenemos una 
especialidad de cuatro años. Tengo un compañero en un pueblo que se ha 
comprado el ecógrafo. No tiene ningún tipo de sentido que el sistema 
sanitario no te dé esos recursos". En Teruel, Alfonso Pordomingo es uno 
de quienes luchan contra la despoblación con la iniciativa sostenible 
Apadrina un olivo. No sólo se trata de aprovechar árboles centenarios, 
sino que ayudan a encontrar otros trabajos y fomentan actividades para 
repoblar porque de otra manera nadie querría ir allí.
Gracias a sus iniciativas de fomentar las ayudas a 
los trabajadores con familias han logrado una hazaña: el colegio se 
mantiene con cuatro alumnos. "En la España vaciada tenemos la 
problemática bien definida de que al cerrar una puerta de un servicio no
 se vuelve a abrir", alerta Pordomingo. Es una pequeña victoria en 
contra del vacío de España. Y es un triunfo de otro pueblo que lucha por
 no estar fuera de servicios.
 
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