Venezuela, la DEA desmiente a Trump. Por Ángel Guerra Cabrerapor La pupila insomne |
Los registros de la agencia
antidrogas de Estados Unidos, DEA por sus siglas en inglés, desmienten
rotundamente, como veremos, las banales acusaciones de narcotráfico
lanzadas por Donald Trump contra su homólogo venezolano Nicolás
Maduro y miembros de su gobierno. Queda claro que la nueva y belicosa
embestida del magnate inmobiliario contra Venezuela tampoco tiene nada
que ver con la defensa de la democracia ¡Al contrario¡ Y es consecuencia
del absoluto fracaso de todos los planes
golpistas y desestabilizadores de su administración contra el gobierno
constitucional y legítimo del presidente Maduro. No en menor medida,
también de un desesperado intento electoralista por hacer que los
estadounidenses miren hacia otro lado y no al cuadro
dantesco de su cada vez más desastrosa y mortífera gestión de la
pandemia del coronavirus, con un saldo altamente negativo mundialmente
que supera de forma notoria en velocidad la del ritmo de contagios y
defunciones de los otros países más afectados por la
enfermedad. Y otra razón para la embestida trumpista antivenezolana muy
probablemente obedezca al muy erróneo cálculo de que la situación de
pandemia colocaría al país bolivariano en una situación más propicia
para hacerlo objeto de las inmorales e ilegales
bravatas y amenazas del propietario de casinos. Resulta que Venezuela
está mostrando una impresionantemente bien conducida estrategia de
contención al virus, apoyada por su población, y, además, por
reconocidos expertos de Cuba, China y Rusia.
Hagamos un muy apretado
resumen de los hitos de la embestida antivenezolana. En una serie de
escenas que más que actos de Estado, asemejan una farsa grotesca,
primero, el Procurador General de Estados Unidos William Barr(en su
momento
recibió de la administración de Bush padre la encomienda de realizar
la fundamentación “legal” para la invasión de Panamá de 1989), acusó de
narcoterrorismo al presidente Maduro y a varios miembros de la cúpula
gubernamental venezolana y, al estilo de Lejano
Oeste, ofreció recompensas por informaciones que condujeran a su
detención.
Curiosamente, la acusación
incluye a dos generales hace tiempo desertores del instituto armado de
Venezuela y domiciliados en el extranjero. Jurídicamente hablando, la
acusación de Barr es totalmente inválida, toda vez que acorde
a la Carta de la ONU y hasta la de la putrefacta OEA, el gobierno de un
país no tiene jurisdicción sobre el territorio de otro. Eso, sin contar
que Barr no presentó prueba alguna contra el presidente Maduro y los
otros venezolanos que involucró, simplemente
porque no las tiene. No es ocioso añadir que una acusación no es ni
remotamente un fallo de culpabilidad, por lo que su uso en este caso no
pasa de ser una torcedura de la ley por Barr para cumplir con los
propósitos políticos antivenezolanos de Trump. La
cuestión es muy clara. La DEA afirma en todos sus informes hasta 2019
que Colombia es la “fuente primaria para la cocaína capturada en Estados
Unidos”. Según el Cocaine Signature Program elaborado por la DEA en
2018 “aproximadamente 90 por ciento de las muestras
de cocaína analizadas fueron de origen colombiano, seis por ciento de
origen peruano y cuatro por ciento de origen desconocido”. En otras
palabras, de acuerdo con los registros de la agencia federal para las
drogas de Estados Unidos no se encuentra en ese
país cocaína ni ningún otro narcótico procedente de Venezuela.
De modo que la conferencia de
prensa ofrecida la Casa Blanca pocos días después de la acusación de
Barr en la que se anunció por Trump el inicio de “la más grande
operación antidroga llevada a cabo en el hemisferio occidental” y
el despliegue de toda una armada en el Caribe, pero apuntando a tierras
bolivarianas, no es más que otro episodio de la farsa antivenezolana
dirigida a hacer presión contra Caracas y a justificar un eventual
ataque posterior, sea por paramilitares desde Colombia
o por un operación de más envergadura.
Lo único razonable que puede
hacer Estados Unidos en una coyuntura humanitaria tan dramática como la
que sufre la humanidad, y su propia población en primer lugar, es apoyar
el llamado a la paz y a silenciar las armas en el mundo
formulado por el secretario general de la ONU Antonio Guterres,
levantar el bloqueo a Venezuela, Cuba, Nicaragua, Palestina, Irán y
Siria. De una vez respetar el derecho de Venezuela a la
autodeterminación y que el secretario de Estado Pompeo deje de presentar
marcos “para la transición a la democracia” en Venezuela que el pueblo
de ese país aventará al cesto de la basura como siempre que su soberanía
e independencia se han visto amenazadas.
Twitter: @aguerraguerra
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