Los besos seguirán « durmiendo en la piedra ». Un homenaje a los jóvenes del Moncada. Por Patricia Pérez, Ana Katherine Martínez y Haydeline Díaz
« Los grandes derechos no se compran con lִágrimas,
 sino con sangre. Las piedras del Morro son sobrado fuertes para que las
 derritamos con lamentos, y sobrado flojas para que resistan largo 
tiempo a nuestras balas ». 
José Martí Pérez
El 26 de julio de 1953, para prolongar 
la gesta heroica de la independencia de Cuba y hacer realidad el 
proyecto revolucionario martiano, un grupo de cientocincuenta y tres 
jóvenes dirigidos por Fidel Castro Ruz organizó y llevó a efecto el 
asalto al cuartel Moncada de Santiago de Cuba, tomando simultáneamente 
el cuartel Carlos Manuel de Céspedes de la ciudad de Bayamo. Apenas unas
 horas antes del suceso, el líder de las acciones de la llamada 
Generación del Centenario afirmaba delante de sus compañeros de lucha : 
« de todas maneras este movimiento triunfará. Si vencen mañana, se hará 
más pronto lo que aspiró Martí ».
Siguiendo el ejemplo de nuestros 
próceres, quienes aseguraron con sus recursos personales la empresa 
emancipadora de la independencia de Cuba, ochenta de esos jóvenes 
ofrendaron asimismo su vida y fueron vilmente torturados y asesinados 
por los esbirros del tirano Fulgencio Batista, Monstrum horrendum
 que mudó los soldados de la república encadenada en « artesanos 
perfectos del crimen » y trocó sus uniformes de fuerza pública en trajes
 de carniceros.
Después del asalto y teniendo el terror 
como única razón de estado, el universalmente conocido proceso ‒que se 
desarrolló en Santiago del 21 de septiembre al 16 de octubre de 1953–, 
terminó con la histórica autodefensa de Fidel en la sala de estudios de 
las enfermeras del Hospital Civil Saturnino Lora. El joven abogado 
rodeado de ballonetas caladas condenó las violaciones al régimen 
constitucional, desmontó una a una las artimañas que llevaron al autor 
del golpe de estado del 10 de marzo de 1952 a concentrar en sus manos 
todos los poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), denunció 
contundentemente los crímenes cometidos contra los prisioneros y los 
males que los gobiernos ilegítimos y espurios, por ambiciones desmedidas
 y por interés culpable,  inflijían a la nación cubana (Manifiesto del Moncada).
 Allí expuso, además, las cinco leyes revolucionarias que serían 
proclamadas inmediatamente después del triunfo: la de la tierra, la de 
la industria, la de vivienda, la de la salud, la de la educación y del 
desempleo, devolviéndole al pueblo la soberanía que proclamara 
legalmente la Constitución de 1940. Luego, la prisión fecunda en la Isla
 de Pinos, el exilio hacia México, el desembarco del Grama y la victoria
 de enero de 1959 materializaron los ideales de los asaltantes del 
Moncada. Así, con la República Nueva, se llevó a cabo el programa 
anunciado por Fidel en su célebre alegato conocido como La Historía me absolverá, transcrito y publicado clandestinamente en 1954.
En el Día de la Rebeldía Nacional,
 el pueblo cubano rinde un justo homenaje a esos héroes que abonaron con
 su sangre nuestra historia. Con la misma firmeza con que ellos se 
enfrentaron a una dictadura sangrienta para alcanzar la libertad y la 
independencia de Cuba, y a pesar de la constante hostilidad económica, 
politica y financiera que cruelmente se nos impone, preservamos nuestras
 conquistas sociales y mantenemos el elevado espíritu solidario de los 
héroes y mártires del Moncada.
En medio de condiciones muy adversas, y 
pese a la actual crisis sanitaria, Cuba continúa aportando su ayuda y su
 colaboración médica en varios rincones del mundo, salvando vidas en los
 cinco continentes sin contar esfuerzos ni recursos y afrontando además 
todas las campañas de difamación destinadas a desacreditrar al personal 
médico cubano. Pero sabemos que « un principio justo desde el fondo de 
una cueva puede más que un ejército» (J.Martí). Con la misma vehemencia 
con que nos atacan y nos menosprecian a fuerza de argumentos mendaces en
 esta era de internet, nosotros desmontamos las falacias con que 
nuestros enemigos pretenden cada día derribarnos. Como bien lo precisó 
Fidel en una de sus cartas a enviadas a Melba Hernández a raíz de los 
hechos del Moncada: «No se puede abandonar un momento la propaganda 
porque es el alma de toda lucha. La nuestra debe tener su estilo propio y
 adaptarse a las circunstancias»1. Es por eso que hoy sumamos
 también las redes sociales a aquellos terrenos donde habitualmente 
hemos tenido que librar tantas batallas.
Aunque somos un país del Tercer Mundo, 
asediado por un criminal bloqueo estadounidense que no nos ha dado 
tregua, hemos logrado el control de la pandemia con la prevención y el 
tratamiento precoz de todos los enfermos, hemos reducido igualmente a 
niveles mínimos los índices de letalidad y los contagios gracias a la 
aplicación de medicamentos que son el resultado de nuestro propio 
desarrollo biotecnológico y de los notables avances de la ciencia 
cubana. Nuestra nación se enorgullece de tener ocho académicos que 
participan hoy como asesores para el enfrentamiento de la Covid, de los 
60 que han sido seleccionados para ello a nivel mundial.
Aun pueden verse en las paredes del antiguo cuartel, como « besos que duermen en la piedra»2,
 las huellas que dejó el asalto al Moncada. Por diversos factores las 
acciones fracasaron en el plano militar, pero confirieron una 
extraordinaria victoria moral y política a los heroicos revolucionarios.
 Su estela de luz nos acompaña para que podamos derribar otros muros con
 las raíces inquebrantables de su fe y cimentar con ellos nuestras 
futuras hazañas en Cuba, en América y en el resto del mundo.