Sociología ideológica

lunes, 12 de mayo de 2014

Movimientos sociales, sindicalismo y Frente de Izquierdas

Movimientos sociales, sindicalismo y Frente de Izquierdas
Movimientos sociales, sindicalismo y Frente de Izquierdas

No voy a repetir todos los datos que ya son muy sabidos. La pobreza, tanto relativa como absoluta, ha crecido de forma espectacular en España, y en algunas regiones más que en otras (menos en las industrializadas, más en el resto), muchas familias subsisten gracias a las redes familiares de solidaridad, en el trabajo informal o negro, etc., las tasas de paro son desconocidas en este país y continuarán subiendo, aumento de la exclusión social, desahucios…etc.
¿Con qué problemas nos encontramos de movilización?
El número de huelgas, con la crisis, ha aumentado de forma espectacular, pero aunque han aumentado las huelgas solidarias y el número de movilizaciones en general, se nota el cansancio de los manifestantes, que es una de las causas de los fracasos sonoros de las últimas movilizaciones en España.
Por otro lado, la estrategia de los sindicatos continua encerrada en la lógica de movilización para la consecución de mejoras concretas en los convenios colectivos, o en la lucha contra los ERE, etc., que siendo necesarias son insuficientes para la situación que nos encontramos actualmente. Por otro lado, la estrategia de la “época dorada del capitalismo” del “pactismo” es un sonoro fracaso en la actualidad donde la derecha ha decidido, con la connivencia de algunos sectores relevantes del partido centrista del PSOE, romper el modelo social europeo y el consenso post-II Guerra Mundial (en nuestro caso post-Dictadura). Pero los problemas de los sindicatos son más profundos que la culpabilización de las “cúpulas” (que suele ser un mecanismo simplista de análisis de la situación).
Entre estos problemas nos podemos encontrar con tres fundamentalmente:
1º) El cambio del capitalismo fordista-productivo al capitalismo financiero ha producido un cambio en el paradigma de organización del mundo laboral (precarización) y ha debilitado las relaciones de cooperación y solidaridad. No por nada Ulrich Beck le llama la “Sociedad del Riesgo”. Esto ha debilitado fundamentalmente el poder de los sindicatos, ya que al terciarizarse la economía y entrar la precariedad como estado natural de muchas personas, dificulta que estos sectores vean al sindicalismo de clase como una opción válida de lucha. Si uno no reconoce a sus compañeros de trabajo como compañeros e iguales, si uno no pasa mucho tiempo en la misma empresa, los lazos que sustentan la solidaridad se rompen y se diluyen, lo que dificulta el compromiso (que es a largo plazo), y hace imposible que los problemas de la empresa sean sentidos como problemas comunes entre los compañeros de trabajo.
Sin embargo, donde los sindicatos han mantenido un potencial fuerte ha sido en la industria, astilleros, minería y en la administración, donde los trabajos tienden a ser más fijos y los trabajadores pasan largas temporadas en contacto con sus compañeros, lo que permiten que se forjen un sentimiento de compañerismo, de cierta lealtad o por lo menos de considerarse iguales, con intereses comunes, etc. Aquí es donde la vieja estrategia sindical continua vigente.
2º) La des-regulación, el viraje a la 3ª Vía de los Partidos Socialistas, y las deslocalizaciones, han ido mermando el poder negociador de los sindicatos. El hecho de que la solidaridad internacional haya ido menguando de forma alarmante ha ido colocando a la estrategia sindical a la defensiva. Las amenazas entre el cierre y deslocalización de una actividad industrial o tragar ruedas de molino desmoviliza mucho. Las distintas contrarreformas laborales han ido mermando los derechos laborales e introduciendo la “flexibilización” laboral que daña y debilita a los sindicatos.
3º) La propia sociedad, y afiliados sindicales, han entrado en la dinámica consumista-individualista que promueve la sociedad del consumo, eso ha ido colocando, junto a las deslocalizaciones, y a la “derechización” del funcionariado público, en posiciones defensivas al sindicalismo español (y europeo). Su debilidad ha ido derivando al sindicalismo a posturas más “pactistas”, ya que la propia sociedad se ha ido convirtiendo en “poco combativa”. La falta de sindicalización en los sectores jóvenes, precarios y en exclusión social termina dejando las movilizaciones sindicales muy localizadas en ciertos sectores.
Sin embargo, a pesar de la posición débil de los sindicatos, estos han hecho un esfuerzo de movilización y de lucha importante en estos últimos años. Son las organizaciones de izquierda con más fuerza en el país, y no veo que se pueda tratar de montar un Frente de Izquierdas sin contar con ellos (CCOO y UGT), incluso con algunos de los sindicatos minoritarios. Con estos últimos hay que tener cuidado, ya que tienen el “complejo minoritario”, y muchas veces buscan más crecer y tener razón, que movilizar, está muy extendido el sectarismo en estos grupos, lo que dificulta la colaboración, incluso en cosas en las que se está de acuerdo (esa es mi experiencia en las movilizaciones en la US con el SAT).
¿Cómo lograr que los sindicatos apoyen un Bloque social y de progreso para anteponer una contrahegemonía al Bloque Hegemónico  de poder que hay a día de hoy? ¿Cómo lograr que los sindicatos rompan la barrera que les impide llegar a los sectores precarios y/o excluidos? ¿Cómo lograr que los sindicatos se involucren más políticamente y dejen más de lado el sindicalismo de gestión (mayoritario hasta hace un tiempo)? ¿Esto es posible, o es mejor ir captando a militantes sindicalistas para que se impliquen en el proceso de construcción de este frente y sirvan para movilizar a los sectores más combativos del movimiento obrero clásico y del funcionariado?
Hay que comentar que los barrios de tradición obrera y barrios con núcleso industriales votan mayoritariamente al PSOE, o se van a la abstención. ¿Cómo recuperar ese voto al que no llega IU?
De hecho, voy a incluir uno de los párrafos de mi tesina sobre Bolivia y sobre el movimiento obrero más fuerte de América Latina, agrupada en torno a la COB (Central Obrera Boliviana), que da algunas claves de lo que pasa con los sindicatos en una clave estructural en el momento en el que se enfrentaron a las contrarreformas estructurales:
“Los mineros marchaban atónitos por que se iba a cercenar el pacto social y moral creado con la formación del Estado nacionalista en 1952. El excedente minero había permitido la creación de la CBF y sus más de treinta empresas productivas, las divisas mineras habían permitido la comunicación y el avance en la <<marcha hacia oriente>>, con ella se había extendido la universalización de la educación pública gratuita, se expandió el comercio interno, y se pagaron los salarios de burócratas, maestros, oficiales, oficinistas, etc. La condición minera había permitido al migrante desarraigado lograr un ascenso social programado a largo plazo, había permitido una formación democrática, un aprendizaje de formas de auto-organización, identificación colectiva y simbólica, la creación de redes de solidaridad y mutuo apoyo sin contar con la filiación sanguínea si no con la de clase, había fomentado el habitus de la lucha organizada a través del sindicato que interpela al Estado como demandante, aunque nunca como soberano. Los obreros mineros y fabriles habían apostado por la democracia como opción de intervención en los asuntos de la cosa pública, eran los fundadores de un sentido real de ciudadanía democrática a través del sindicato, a fin de cuentas eran el elemento más decisivo en esta línea del programa de la modernidad.
La muerte de la condición minera101 se encontraba enraizada en el proyecto de reestructuración de la economía mundial hacia un nuevo tipo de modelo postfordista. En los años setenta las nuevas condiciones económicas internacionales se encontraban en fase B102, que arrastraban a unas empresas mineras en decadencia hacia su cierre, apostándose por sectores capaces de generar un nuevo paradigma tecnológico que multiplicase las ganancias, formase nuevos mercados de consumo y atrajese capitales. Además reestructuran las formas de trabajo que consagra la tecnología, que produce esta nueva composición y aseguran unas tasas de ganancia apetecibles para las nuevas inversiones. Para ello los gobiernos, y las empresas, tratan de deshacerse de las resistencias y antiguas reglas de negociación alcanzadas en la fase ascendente, cuando el trabajo pudo imponer beneficios sociales y derechos conquistados. Ésto supone una nueva reconfiguración de la trama del poder entre trabajo-capital en el ámbito estatal y por consiguiente reconfigura también la situación de la clase con la introducción de nuevas formas de organización y de acumulación que supone la reducción de la capacidad de negociación que es introducida a través del paro, la depresión y el despido, además de por la aparición de nuevas categorías socio-profesionales altamente especializadas y enraizadas en el nuevo sistema productivo con base tecnológica electroinformática.
La situación de miseria moral y material producida por este choque no supone automáticamente una respuesta colectiva de las clases subalternas afectadas, más bien dependerá de las experiencias acumuladas durante años, de la extensión de redes de solidaridad y de acción, de la creación de certezas movilizadoras y de la confianza en la acción común. 
La ruptura de ramos de la producción, y en muchos casos de su desaparición, se produce en el marco de la introducción de las nuevas ramas productivas basadas en la electro-informática, que crearon un hueco de memoria y continuidad en la capacidad de resistencia del mundo del trabajo, de tal forma que a fines de los años 90 se había regresado, en gran parte de la población mundial, a situaciones similares a la precariedad característica de fines del siglo XIX.
Paz Esntenssoro era consciente de todo ello, a diferencia de los líderes mineros a la defensiva, y por eso trató de modificar las condiciones de ciudadanización corporativa y reducir los beneficios sociales de la misma, abaratar la fuerza de trabajo, desarticular las formas de organización contestataria de la sociedad civil, y al fin, dar por terminada una composición política de la sociedad dominante desde 1952.
Más de 15000 personas se lanzaron a la carretera para interpelar al Estado a cumplir los pactos que había suscrito y sostenido desde 1952. Mineros, amas de casa, estudiantes y campesinos confluyeron en una marcha dramática exigiendo el cese de las injusticias y reclamando los derechos conquistados con gran sufrimiento. Este tipo de movilización estaba fuertemente arraigado en la ciudadanía corporativa, ordenada por centros de trabajo, a través de la responsabilidad compartida, la lucha colectiva por los derechos comunes. Lucha organizada a través de mecanismos de unificación colectiva, representación simbólica y formación de la identidad social representados en la forma de asamblea, marcha, movilización y rebelión, pero siempre en la posición de demandantes ante el Estado, reconociendo a éste en su lucha y en una posición subordinada, que será resultado de las propias limitaciones de la forma sindical y de ciudadanía corporativa. Álvaro García Linera103 afirma que con la dramática marcha por la vida de 1986, que abrirá un largo ciclo de marchas y crucifixiones populares en las siguientes décadas, marcará a su modo el nacimiento de una época de impotencias dramatizadas de las clases populares. La impotencia, puesta de manifiesto aquí, no es, en aquella parte del espacio político, definida por la capacidad de movilizarse en masa o por la obtención de solidaridad de otros sectores sociales.
Sin embargo, la situación de 1986 no era la de las victorias heroicas de las milicias obreras durante abril de 1952. Esta vez los mineros carecían de plan histórico con el derrumbe de sus certezas y el fracaso sonado del capitalismo de Estado, se volvían, por tanto, una fuerza conservadora que lejos de entender el calado de los cambios que estaban ocurriendo, sólo atinaban a intentar mantener lo existente. La reestructuración del Estado y de la economía dejaba fuera a los mineros y a su sindicato, la COB, de sus posiciones intrusistas dentro de éste. El éxito del plan Estenssoro supuso un ciclo de continuadas derrotas populares que los mantendrá a la defensiva, hasta la reversión de este proceso catorce años más tarde, cuando vuelvan a recuperar la iniciativa con un nuevo proyecto que superaba las limitaciones del minero, con la Coordinadora del Agua y la Vida de Cochacamba. […] Bolivia con Estenssoro aplicará 5 de las 10 medidas que serán recomendadas en los 90 por el Consenso de Washington. Medidas que habían sido confeccionadas por Williamson, y otros autores, que sintetizaban las medidas que eran objeto de consenso entre los organismos financieros internacionales establecidos en Washington (BM, FMI y BID), y los distintos departamentos de la Administración de EEUU. Como estábamos diciendo, el Decreto supremo 21060 promulgado por el gobierno Estenssoro, consideró la disciplina fiscal, la reforma tributaria, la liberalización de la tasa de interés, un tipo de cambio competitivo y la apertura importadora.
Sus medidas tuvieron los siguientes efectos en el país: 23.000 mineros, 5000 trabajadores del empleo privado y 18000 empleados públicos despedidos, reducción del 40% del salario real en los sectores público y privado. A partir de 1987, se produjo una segunda etapa del Decreto, donde se profundizaba la apertura de las importaciones mediante una nueva protección uniforme a la producción nacional con un arancel del 20%, y la adhesión de Bolivia al GATT (Acuerdo General de Aranceles y Comercio), que anunciaba la gran oleada de ajustes estructurales, apertura comercial y financiera y privatizaciones acometidas en la década de los 90.
El Decreto Supremo y el ataque a la COB, supondrá el fin de la herencia política y económica de la Revolución Nacional de 1952. Éste hecho pondrá fin a una ciudadanía entendida desde la formación de la misma en el sindicato, la ciudadanía <<corporativa>>, y dará paso a una nueva forma de ciudadanía, <<la ciudadanía irresponsable>>, típica del nuevo proceso de producción que se irá imponiendo a lo largo y lo ancho del mundo, y del ocaso del movimiento obrero como se había organizado hasta ese momento. El derrumbe de la URSS, y del pacto de Varsovia, pondrá fin a la búsqueda del cambio revolucionario, y anunciará la mayor década de implantación democrática en la región, y en gran parte del mundo. Pero, este proceso tendrá sus sombras, ya que también será la época donde el pensamiento neoliberal, sobre todo en materia económica, tendrá un auge y terminará por convertirse en hegemónico, de tal manera que será trasladado a el pensamiento clásico de izquierdas en la forma de la ¨Tercera Vía¨, que terminará por colocar en la irrelevancia a los partidos de izquierdas al perder la batalla ideológica.”
En el caso de los partidos políticos, este mismo problema se ha ido dando. Los partidos políticos están muy envejecidos, con una ausencia importante de jóvenes de los puestos de dirección o de puestos importantes, y cuando algunos de estos jóvenes han sido “promocionados” a puestos de importancia (excepto Alberto Garzón y alguno más) nos hemos echado a temblar (como por ejemplo con Susana Díaz). Más allá del funcionamiento interno defectuoso, en términos democráticos, de las propias organizaciones, la “izquierda” institucional ha ido dejando de lado a la “izquierda social”. Con la ruptura con los sindicatos en los 90 hemos ido llendo al desastre. La introducción de la 3ª Vía y del discursos tecnocrático ha ido alejando, en general, a la gente de las organizaciones políticas, pero también la llegada del “modelo de bienestar basado en el consumo”, y del fuerte individualismo añadido.
Viendo los últimos acontecimientos en España, desde el 15M en adelante, vemos la aparición de una “militancia soft”, normalmente organizada de forma muy informal y hacia un objetivo concreto, pero en general muy reacia ha realizar política partidaria en el sentido clásico. La falta de conciencia ciudadana, gracias a esos 40 años de Dictadura, más el crecimiento espectacular de la riqueza del país en los años de la burbuja, la corrupción, el hiperindividualismo, el consumo desenfrenado, la precariedad…ha debilitado poco a poco el compromiso con organizaciones que perduren en el tiempo. La ofensiva en la Academia y la batalla cultural e ideológica triunfante por parte de la derecha, tras el derrumbe de la URSS y los gobiernos Tatcher-Reagan, han ido colocando a la izquierda en una situación de debilidad sin precedentes, sobre todo conceptual y de discurso, al irse abandonando los términos de izquierdas, el lenguaje transformador y de denuncia social. La batalla mediática ha sido una derrota sonada, ya que ha ido dejando a la izquierda en España sin altavoz mediático donde poder expresarse, y a una derecha con unos altavoces sobredimensionados. Por no hablar del abandono de la “cuestión social” y el combate contra las desigualdades que fue popularizado entre la izquierda europea por la Exposición Universal de París de 1900 y por los debates de la II Internacional, que fue sustituido por la lucha por los colectivos excluidos de derechos civiles (homosexuales, la mujer, el tema racial…).
¿Cómo recuperar ese discurso de izquierdas? ¿Cómo podremos volver a poner la cuestión social y la lucha contra las desigualdades como centro del debate de la izquierda? ¿Cómo lograr conjugar la militancia <<soft>>, con la militancia más clásica y con las necesidades de creación y mantenimiento de una cierta burocracia?
Nueva clase obrera, viejo sindicalismo y nuevas formas de organización
Hay una clara tendencia entre amplios sectores de la izquierda y del  sindicalismo alternativo,tan anticuado y obsoleto como el mayoritario, en culpar del desapego que los trabajadores tienen hacia los sindicatos a su burocratización.En mi opinión,ese es un análisis simplista que no profundiza en absoluto en la esencia del problema,que no es otro,fundamentalmente,que la falta de actualización de las viejas y trasnochadas estructuras sindicales a la realidad de la nueva clase obrera postfordista surgida al calor del neoliberalismo.La desindustrialización provocada por el traslado de empresas a paises sin legislación laboral y con sueldos esclavistas ha hecho desaparecer casi por completo a la gran industria,granero clásico de afiliados a los sindicatos, y la atomización del mundo del trabajo en múltiples pequeñas empresas y falsos autónomos hacen completamente obsoletas las viejas estructuras sindicales basadas en ramas industriales.El sindicalismo hace mucho tiempo que se tenía que haber organizado por ámbitos laborales.Por ejemplo,en un centro comercial o en un polígono industrial hay miles de trabajadores repartidos en cientos de empresas de todo tipo.La mayoría de ellas apenas pasan de la media docena de empleados,por lo que ni siquiera llevan a cabo elecciones sindicales.Deberían de elegirse representantes sindicales por cada centro comercial o por cada polígono industrial,al margen de la actividad que desarrolle cada una de esas empresas.Pero no sucede así,por lo que nos encontramos con que el sindicalismo no ha conseguido llegar a esos trabajadores,que a dia de hoy son la mayoría,y al no hacerlo ha fracasado en la mayor y más importante de sus funciones: el empoderamiento de los trabajadores,el sentido de colectividad que es lo que al final,crea la conciencia de clase imprescindible para defenderse de los abusos de las patronales.Y eso sin olvidar el olvido total y absoluto que las centrales sindicales han tenido y siguen teniendo hacia los trabajadores desempleados,que son cada día mas,y a los que se ha abandonado a su suerte,sin ninguna organización que les permita empoderarse,seguirse sintiendo parte de la clase trabajadora y mantener su dignidad y su conciencia de clase.Solo hay que echar una ojeada a los cursos que ofrecen los sindicatos para darse cuenta de que estos van dirigidos,en su gran mayoría, a trabajadores con empleo,cuando podían ser una magnífica oportunidad para mantenerse en contacto con estos trabajadores sin trabajo,aunque esos cursos no les valiesen para otra cosa.
Esto nos lleva directamente al otro gran problema que se le achaca a los sindicatos : su claudicación ante las patronales y el sistema económico capitalista que las sustentan. De esto también se le echa la culpa a la burocratización sindical, pero en el análisis se olvidan varias cuestiones. Una de ellas es que existen sindicatos que no están burocratizados, pero que tampoco atraen e los trabajadores, debido quizá a su discurso revolucionario. No nos olvidemos que los sindicatos son de por si organizaciones pactistas y reformistas,(esa es su razón de ser, negociar con las patronales mejoras laborales) y no una vanguardia revolucionaria como pretenden algunos.Y esto no es un problema de ahora, sino de siempre.Ya Rosa Luxemburgo, en su texto “Huelga general, partido y sindicatos” alertaba, a principios del siglo XX, de la peligrosa tendencia del SPD alemán a hacerle seguidísimo a los sindicatos en sus posturas reformistas, alertando de que los sindicatos eran lo que eran, organizaciones reformistas que querían obtener beneficios para los trabajadores dentro del sistema, pero que la función del partido era otra: la de construir una alternativa al sistema, por lo que era importante convencer a los sindicatos de que siguieran al partido, y no al revés.
Todo esto se ha agravado con la irrupción del neoliberalismo, del postfordismo y de la atomización y precarización del mundo del trabajo. Ante el continuo cierre de empresas y el aumento de la precarización, los escasos obreros industriales y funcionarios, aquellos que forman la masa de trabajadores sindicados, se han hecho tremendamente conservadores y se niegan a participar en cualquier lucha que ponga en riesgo sus derechos elementales, convertidos, a dia de hoy, en auténticos privilegios. El sindicalismo se ha hecho corporativo,es decir, se preocupa de mantener el estatus de los trabajadores en activo, o al menos perder lo menos posible, pero es inútil esperar a que exijan más.Tratar de que los sindicatos asumieran consignas como la del reparto del trabajo resulta impensable. Los que antes se consideraban la “vanguardia de la revolución”, a dia de hoy son la mayor de sus rémoras.Y con respecto a los trabajadores precarios, imposibles de empoderar a través de una organización ya que no pueden adquirir espíritu de colectividad, (hoy trabajan en esta empresa,mañana en otra,pasado mañana están desempleados….), poco se les puede pedir, ya que su trabajo está permanentemente pendiente de un  hilo.
Esto nos tendría que hacer reflexionar cuando lanzamos alegremente consignas como la huelga general, una herramienta de lucha muy útil durante el capitalismo industrial y fordista, pero tal vez completamente inútil a dia de hoy, con una legislación laboral que permite el despido a la primera de cambio. Los escasos trabajadores industriales se negarán a ella, y la gran masa de trabajadores precarios no se atreverán a hacerlo. No se les puede pedir que se conviertan en mártires. Es fundamental diseñar nuevas formas de protesta que no impliquen una  huelga general,en mi opinión, condenada al fracaso, y los fracasos son muy difíciles de superar. Así como buscamos nuevas formas de hacer política, así también hay que buscar nuevas formas de lucha.
Pero sobre todo, hemos de tener en cuenta que estamos ante un problema político, el capitalismo en su vertiente mas despótica, el neoliberalismo, no ante un problema laboral, y que es la política y los movimientos políticos, y no los sindicales, los que han de organizar la lucha y dar solución a nuestros problemas.
Es por eso que creo tan fundamental articular de una vez por todas ese nuevo movimiento político, (y digo movimiento, no partido), que sirva tanto como referente electoral como organizador de la movilización y catalizador de la indignación popular.Y aquí es donde veo grandes discrepancias, aquí es donde veo un despiste generalizado de la izquierda, incapaz de encontrar el equilibrio entre las enseñanzas del método de análisis marxista y el embobamiento que que nos ha sumido el postmodernismo imperante en los últimos tiempos. Estamos cayendo en el error de considerar a la sociedad civil como un sujeto antagónico a algo, en este caso, a la “casta política” y a las oligarquías, olvidando que la sociedad civil por si misma no es antagónica a nada, sino que es dentro de la sociedad civil donde se producen los antagonismos. La sociedad civil es heterogénea, y no tienen los mismos intereses el trabajador explotado que el empresario explotador, el obrero desahuciado que el banquero desahuciador, y todos ellos forman parte de la sociedad civil. No caigamos en el discurso de los Mario Conde, Rosa Diaz o Beppe Grillo.
A veces tengo dudas de si el 15M ha servido para avivar conciencias o para diluirlas como un azucarcillo en una taza de café. Ha aumentado el nivel de movilización, cierto, pero ha sido tan mal utilizado, sin dotarlo de objetivos claros, sobresaturándolo,(surgen en las redes multitud de plataformas e iniciativas de dudosa implantación real, incluso sobredimensionadas por la izquierda, otro gran error, que se pasan el dia convocando movilizaciones como si fuesen verbenas) que ya hemos llegado al punto de la saturación y el agotamiento. La “multitud”, ese concepto que puso tan de moda Toni Negri,y que vimos movilizarse en España y en otros puntos del mundo,(hace poco en Brasil) es un pollo sin cabeza que anda y anda alrededor de si mismo hasta desangrarse y morir, (nos sobran ejemplos prácticos para comprobarlo). Es imprescindible darle ya, de una vez por todas, un carácter marcadamente político a la movilización popular, que ya está dando claros síntomas de agotamiento. No podemos seguir a remolque de todas las ocurrencias que surgen a través de las redes y que parece que tienen el monopolio de la movilización, aparte de las “procesiones de banderas y globos” organizadas por los sindicatos en su patético intento de convencernos de que no están más muertos que una momia.
El movimiento político que construyamos tiene que ser mucho mas que una simple coalición electoral que presentar a unas elecciones, tiene que ser mucho más que un compadreo circunstancial entre partidos, partiditos y partidetes.Y no se trata de unir a las siglas de los partidos también las siglas de los movimientos sociales, (insisto,muchos de ellos sobredimensionados por ciertos sectores dela izquierda), como pretenden dichos sectores de la izquierda. Eso sería un error de bulto, aparte de crear tensiones internas insuperables dentro de los propios movimientos sociales y volver a poner sobre la mesa del debate la tan manida “manipulación de la izquierda“.Tenemos que ser capaces de construir un gran movimiento cívico-político con estructuras abiertas y flexibles que permita la participación de esos activistas que,desde el trabajo en las organizaciones sociales, hayan adquirido conciencia política. Esa es la verdadera relación que debe de tener la alternativa política con los movimientos sociales, esa y no otra, esa y no la absurda e imposible idea de integrar sus siglas en un frente político. Cuanto antes tengamos esto claro, antes dejaremos de dar palos de ciego repitiendo como loros la expresión “unidad de la izquierda politica con la izquierda social” sin saber en realidad lo que eso significa.
Y para hacerlo, no podemos permitirnos el lujo de tirar por la borda todo lo construido hasta ahora. La historia de la lucha contra las injusticias sociales no comenzó el 15 de Mayo de 2011, ya venía de muy atrás. No caigamos en el error de la autoflagelación de la izquierda, en el error de pensar que todo lo hecho hasta ahora está mal hecho y que tenemos que empezar de cero. Cuando oigo decir a muchas personas de izquierda, incluso supuestos intelectuales de prestigio, que la izquierda debe de aprender de la “democracia interna” y de la “horizontalidad” de los nuevos movimientos sociales, se me ponen los pelos como escarpias.Y por una sencilla razón: denotan un desconocimiento total de cómo funcionan en realidad esos movimientos, que, en mi opinión, poco nos tienen que enseñar a los que siempre creimos en la necesidad de la democracia interna de los partidos y hemos combatido desde dentro de ellos a los burócratas, arribistas y aprovechados.
Por eso no confío en absoluto en todas las “ocurrencias” que pretenden crear algo totalmente nuevo y “desde abajo”.Vivimos en la sociedad en la que vivimos, no en la que nos gustaría vivir, y no podemos olvidar que es una sociedad donde se ha impuesto desde hace mucho tiempo el concepto que tan bién nos explicaba Gramsci de hegemonía burguesa, su escala de valores a través de una educación productivista, de unos medios de comunicación a sus servicio….Somos una sociedad que ha renunciado durante decenios a hacer política, entregando los partidos a manos de arribistas,lameculos y estómagos agradecidos, una sociedad que hasta hace muy poquito se cría clase media simplemente porque podía sacer dinero del cajero con la tarjeta de crédito que el banco le había dado tan “generosamente”,tenemos una juventud muy preparada en profesiones técnicas pero sin la mas mínima cultura política, (leer en el facebook debates entre jóvenes activistas sociales resulta muy deprimente y ya no digamos asistir a una asamblea de alguna plataforma ciudadana). Esa es la realidad que tenemos, nos guste o no nos guste, y desde esa realidad, intentar construir algo desde cero y desde abajo supondría que acabaríamos todos calvos antes de que algo útil surgiese de ahí.Yo no creo en el concepto leninista de partido vanguardia, pero es evidente que hay personas, las menos,mas concienciadas que otras,con cierta experiencia politica, (cuidado, no confundir experiencia política con experiencia institucional), y creo que son esas personas, a partir de los partidos existentes o que haya que construir, las que tienen que tomar la iniciativa, tirar del carro, construir las estructuras del movimiento y echarlo a andar. Será entonces cuando el resto de la gente se integrará y participará. No nos olvidemos de dos cosas fundamentales: el movimiento politico perfecto no existe, (ni existirá) y el movimiento se hace andando, no esperando a que surja de la nada. Será la iniciativa y la participación en la lucha lo que lo haga crecer. Es un error pretender que surja de una chistera como si fuese el conejo de un mago.
Y para terminar, la importancia del movimiento consiste en construir contrahegemonía, y eso se consigue a través de a participación ciudadana en la movilización, en la creación de redes solidarias, en toda la multitud de formas de empoderamiento ciudadano,y eso debe de traducirse en votos a la alternativa, por eso tiene que tener un referente electoral claro. Son los partidos los que tienen que tener la iniciativa de crear las estructuras del movimiento, pero no nos olvidemos que es más importante construir el movimiento que construir un partido más o un partido menos,de una tradición  o de otra.
¿Cómo lograr “politizar” a los movimientos sociales? ¿Es deseable que estos se introduzcan dentro de las estructuras partidarias? ¿Con cúales se pueden contar para formar ese Bloque de progreso? ¿Cúal es la estrategia adecuada? ¿Es mejor captar sólo a un % de activistas que estén más politizados y radicalizados? ¿Cómo se puede romper la dinámica de luchas sólo sectoriales? ¿Pueden y/o deben los partidos de izquierdas ponerse al frente de la lucha social para derribar al gobierno? ¿Si es así como puede realizarse?
Después del fracaso de la cumbre social, o de ver como ha sido insuficiente. ¿Qué es lo que se debería de hacer para lograr recuperar el pulso en las movilizaciones? ¿Porqué el nivel de movilización ha caído de forma alarmante, que se puede hacer para reavivarlo?
Movimientos sociales, sindicalismo y Frente de Izquierdas
Pedro González de Molina Soler, Secretario de Organización de Alternativa Socialista (CLI-AS).
Nueva clase obrera, viejo sindicalismo y nuevas formas de organización
Alejandro Blanco Montero, militante de CLI-AS Galicia.
Bibliografía:
101Para un texto con un análisis más profundo y completo, y que considero bastante acertado recomiendo la lectura de,
Álvaro García Linera, ¨La muerte de la condición obrera del siglo XX¨, en El retorno de la Bolivia Plebeya, La Paz,
Comuna y Muela del Diablo, 2000.
102 Nikolai Kondratieff, “The Long Waves in Economy Life”, en Beverly Hills and London Review, No. 4, 1979;
Robert Brenner, Turbulencias en la economía mundial, Santiago de Chile: lom y Centro de Estudios Nacionales de
Desarrollo Alternativo (ce nda), 1999; Theotonio Dos Santos, “La cuestión de las ondas largas”, en Jaime Estay,
Alicia Girón y Osvaldo Martínez (coords.), La globalización de la economía mundial, México, Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM) e Instituto de Investigaciones Económicas (iie ), 1999

No hay comentarios:

Publicar un comentario