Por qué el Gobierno Rajoy está profundamente equivocado
Por Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra
Una de las medidas predecibles que está tomando el gobierno del 
Partido Popular es la de reducir los impuestos de las rentas superiores,
 incluyendo aquellas que se derivan de la propiedad. Paralelamente, 
existe una rebaja del impuesto de sociedades de las grandes empresas en 
especial atención de las que facturan más de 150 millones de euros al 
año y que representan el 0,12% de todas las empresas del país. Es una de
 las rebajas más notables que ha habido en España de los impuestos sobre
 las rentas del capital y las rentas superiores, beneficiando 
principalmente al 10% de la población de renta superior (especialmente 
al 1% más pudiente). El gobierno del Partido Popular está favoreciendo 
de una manera muy marcada a los que en lenguaje popular se conoce como 
ricos y súper ricos.
¿Por qué se realizan estos recortes fiscales tan favorables a los sectores de la población con más recursos?
El argumento justificativo de este tratamiento fiscal discriminatorio
 es que las rebajas de impuestos a estos sectores beneficia no solo a 
los individuos que pagarán menos impuestos, sino también a toda la 
economía, pues los beneficiarios directos tendrán más dinero y lo 
invertirán, creando empleo. Este argumento lo aplican, preferentemente a
 las rebajas del  Impuesto de Sociedades, pues se asume que, cuando el 
empresario tenga más dinero, lo invertirá, creando más empleo. En otras 
palabras, no se grava el capital porque gravarlo repercutiría 
negativamente en la creación de puestos de trabajo. De ahí la conclusión
 de que, si se desgrava el capital, se creará más empleo. Se ha llegado 
incluso a decir que la baja creación de empleo se debe a la supuesta 
alta imposición del Impuesto de Sociedades de las grandes empresas.
El problema de este tipo de argumentación es que la evidencia 
existente no la avala. Los datos, fácilmente obtenibles, señalan que 
estos supuestos son insostenibles. Lo que sí muestran los datos es que 
la baja creación de empleo se debe, primordialmente, al descenso muy 
notable de la demanda de productos y servicios, consecuencia, en gran 
parte, de la bajada de salarios y el elevado desempleo, que han causado 
un descenso muy marcado del consumo. Esta es la mayor causa del escaso 
crecimiento económico y creación de empleo. Un factor también importante
 es el descenso del gasto y empleo públicos, con la consiguiente 
reducción de la ocupación y la creación de puestos de trabajo.
La falta de evidencia que avale tales argumentos
Toda la evidencia empírica existente muestra que no hay una relación 
estadística entre la riqueza acumulada y concentrada en las clases 
pudientes y en las grandes empresas, por un lado, y la creación de 
empleo, por otro. El caso más claro de que los beneficios fiscales para 
el capital y los sectores con más riqueza (incluyendo rentas) no 
determinan mayor creación de empleo es lo ocurrido en los últimos 
treinta años a los dos lados del Atlántico Norte (Norteamérica y Europa 
Occidental), donde se han estado aplicando políticas neoliberales de 
rebajas impositivas del tipo descrito. Estas políticas fiscales han 
facilitado la concentración de la riqueza, alcanzando niveles nunca 
antes vistos, mientras que la creación de empleo ha sido mucho menor a 
la existente en el periodo anterior (1945-1980), conocido como “la época
 dorada del capitalismo”, cuando las cargas impositivas a las rentas 
superiores, a las clases más pudientes y a las grandes empresas, eran 
muy superiores a las del periodo 1980-2012. Así, mientras que las rentas
 del 1% más rico de EEUU se triplicaron durante el periodo 1980-2012 
(mientras que los salarios estuvieron estancados o crecieron poco), la 
creación de empleo bajó, siendo mucho menor que en el periodo 1945-1980.
Y la causa de ello es fácil de ver. El factor más importante en la 
determinación de los puestos de trabajo es la demanda de productos y 
servicios, que determina que haya que producir más productos y 
servicios, requiriendo, para ello, más trabajadores y empleados. Y los 
elementos más importantes para explicar el nivel de demanda son los 
salarios y el empleo. A mayores salarios y a mayor gente asalariada, más
 demanda y más creación de empleo.
Por qué no se está creando empleo
Lo que ha pasado en los dos lados del Atlántico es que en el periodo 
1980-2012 las rentas del trabajo han bajado, en parte debido al descenso
 de los salarios. Una característica de este periodo es que la riqueza 
que se iba creando en estos países, como resultado del crecimiento de la
 productividad, iba más a enriquecer a las rentas del capital 
(propietarios y gestores de las grandes empresas financieras, 
industriales y de servicios) que a las rentas del trabajo, como 
resultado de las políticas públicas de corte neoliberal que favorecieron
 al primero (el capital) a costa del trabajo (salarios). Para darse 
cuenta de la magnitud de estas rebajas salariales, es interesante 
observar que, si los salarios en EEUU se hubieran mantenido al nivel de 
1970, el salario medio hoy sería de 40.000 dólares más de lo que es (ver
 vídeo “¿Quiénes son los creadores de empleo?” en www.vnavarro.org). Y ahí está la raíz del problema.
El aumento de la riqueza (incluidas las rentas) del súper rico tiene 
poco impacto en la demanda. Las rentas del súper rico son hoy miles de 
veces más elevadas que las del trabajador. Tiene tanto dinero que 
recibir más no quiere decir que consuma muchos miles de veces más que el
 trabajador. Su impacto en el consumo es, por lo tanto, mucho menor. De 
ahí que la demanda fuera mucho mayor en el periodo 1945-1980, cuando los
 salarios eran más altos y el empleo mayor (y las rentas superiores eran
 gravadas a niveles mucho más elevados que los del periodo neoliberal).
En realidad, lo que debería hacerse es gravar mucho más, y no menos a
 las rentas superiores y a las rentas del capital (al revés de lo que 
están haciendo los gobiernos neoliberales, incluyendo el español) y, con
 el dinero conseguido, el Estado debería crear empleo, tal como 
históricamente han hecho los países escandinavos de tradición 
socialdemócrata. Uno de cada cuatro suecos trabaja en los servicios 
públicos del Estado del Bienestar, comparado con uno de cada diez en 
España. Si España tuviera el porcentaje de la población adulta 
trabajando en los servicios públicos del estado del bienestar que tiene 
Suecia, se crearían casi seis millones más de puestos de trabajo 
eliminando el paro. Tales servicios podrían financiarse con la 
eliminación de las bajadas de impuestos de sociedades de las grandes 
empresas que han ocurrido en España desde el año 2006 o gravando a las 
rentas del capital al mismo nivel que las rentas del trabajo. El hecho 
de que se esté haciendo lo opuesto es debido a la enorme influencia de 
los súper ricos sobre el Estado. Así de claro.
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