El poder popular en Venezuela
Si alguna vez puede tener éxito la democracia 
participativa, la gestión directa del pueblo en los asuntos que más les 
conciernan, es hoy en Venezuela. Los textos legales nos hablan de crear 
Comunas, a partir de la elección de los Consejos Comunales. Los Comités 
llevan la administración directa de los temas que les afectan. La Ley 
Orgánica de los Consejos Comunales, cuyos primeros pasos los da de la 
mano del Ministerio del Popular para la Agricultura y Tierras, en 
febrero de 2008, afirma: “Por cuanto, dentro del marco legal de la 
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela se promueve la 
participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la 
gestión pública, con el objetivo de cumplir un doble propósito 
representado por el ejercicio de la democracia de la forma más directa y
 protagónica posible, y lograr la interiorización individual y colectiva
 del proyecto político de desarrollo nacional, enmarcado en los 
principios de soberanía, autogestión y solidaridad como medio único para
 garantizar el completo desarrollo individual y colectivo de las 
comunidades”.
Y añade: “Por cuanto…se promueve la actuación, la distribución 
vertical del poder público incorporando al poder popular representado 
por comunidades organizadas, comunas, consejos comunales, consejos de 
los trabajadores, consejos estudiantiles, consejos campesinos, consejos 
artesanales, consejos de pescadores, consejos deportivos y otras 
organizaciones locales que a través de su participación protagónica 
ejerzan funciones de cogestión que sirvan para optimizar el desarrollo 
de las funciones propias de los entes públicos en aras a lograr los 
fines del Estado”.
La Comunidad es el núcleo espacial básico e indivisible constituido 
por personas y familias que habitan en un ámbito geográfico determinado 
vinculadas por características e intereses comunes. Allí se reúnen las 
organizaciones comunitarias, los comités de trabajo y los voceros y las 
voceras que coordinan el funcionamiento del Consejo Comunal. La Asamblea
 de Ciudadanos y Ciudadanas es el órgano máximo de organización y 
decisión del Consejo Comunal.
Y todo eso, y nada menos que eso, es lo que están intentando. Porque 
lo más interesante, y tantas veces emocionante, es observar la realidad 
cotidiana de la actuación de los hombres y de las mujeres implicados en 
esta experiencia.
El proyecto de un socialismo autogestionado no se ha quedado en los 
discursos de Chávez. Se lo ha creído la mayoría del pueblo, y lo está 
poniendo en marcha. He recorrido las Comunas creadas ya, he hablado con 
los voceros de los Consejos Comunales, he asistido a las reuniones de 
mujeres de la red de organizaciones feministas, La Araña Feminista, he 
conocido la escuela de formación feminista Argelia Laya, he participado 
en la asamblea y debate en celebración del Día del Trabajo Doméstico, 
que estaba abarrotada de personas –ya que varios hombres participaron 
también-, y he sido invitada a la III Asamblea Nacional Consejo 
Consultivo del Poder Popular de las Mujeres y la Igualdad de Género a la
 que asistieron 120 organizaciones de mujeres de todo el país.
Y he visitado el mítico Barrio 23 de enero, donde hombres y mujeres 
han construido una ciudad desde los cimientos, que solo ellos y ellas 
dirigen, organizan, producen, con un entusiasmo que para mí quedaba 
perdido en el recuerdo de la militancia de los años heroicos de la 
dictadura española y la Transición.
La implicación de los obreros y de las obreras, de las amas de casa, 
de vecinos y dirigentes vecinales, en la construcción de viviendas, en 
la creación de pequeños negocios, en la organización y solidaridad en 
ayuda de los más necesitados, es ejemplar. Son tantos los entusiastas, 
las dirigentes de vanguardia, las militantes de los diversos aspectos de
 la organización de las Comunas que serían precisos muchos días para 
hablar con ellos. Con total libertad. Nadie vigila nuestros pasos, 
nuestras visitas a las Parroquias, a los Consejos Comunales, ni con 
quien ni de qué se habla con los hombres y las mujeres que nos reciben, 
ni intervienen en las entrevistas.
Se han creado radios y televisiones comunales que emiten hasta un 
territorio extenso, y sobre todo se conectan por Internet. Programas que
 diseñan los propios comuneros. Muchachas muy inexpertas todavía que 
están aprendiendo, locutores aficionados y algunos más veteranos, que 
informan de la realidad cotidiana de sus vecinos. Sin que nadie controle
 ni censure lo que allí se dice. Ninguno de los dirigentes 
gubernamentales aparece por esos medios de comunicación a supervisar los
 programas, y cuando les invitan se ven sometidos a entrevistas 
incómodas y sobre todo a demandas de lo que queda por hacer.
Se puede crear una Comuna, en cualquier territorio, parroquia, 
pueblo, ciudad, convocando a una asamblea como establece la ley. La 
reunión de varios Consejos Comunales formará una Comuna. Un Ministerio 
de Comunas se limita a proporcionar recursos a las iniciativas que se 
van planteando. La Directora General de ese Ministerio, María Inés 
Novas, se disculpa a cada rato por la burocracia inevitable, mientras 
estimula a todos sus colaboradores a participar en la creación del Poder
 Popular en los más alejados rincones del país.
Lo más insólito es que en chiringuitos, tiendas, pequeños triciclos 
donde se venden arepas y jugos, en restaurantes y hoteles, se exhiben 
unas hojas en el mostrador para que los vecinos y clientes firmen en 
solicitud de la creación del Consejo Comunal y poder así constituir una 
Comuna. Y lo más sorprendente, y enternecedor, es que en varios 
tenderetes en la calle, y en librerías, papelerías, tiendas de diversos 
productos, se venden copias impresas en papel sencillo, cosidas con una 
grapa, de la Constitución Venezolana, de la Ley del Proceso Social del 
Trabajo, de la de la Vivienda, de la de Protección del Menor, de la del 
Poder Comunal, de los Consejos Comunales, de Educación, de Salud, de Por
 una Vida Libre de Violencia para las Mujeres, es decir toda la 
colección legislativa que ha ido aprobándose en el país en los últimos 
quince años, por un precio ridículo, para que los más modestos 
trabajadores las compren…y las lean. El gobierno inserta anuncios en la 
televisión insistiendo en que se organicen en su propia Comuna o Consejo
 Comunal. Y lo hacen, y además discuten las leyes y cuando asisten a las
 asambleas y a las reuniones con el gobierno, las citan en apoyo a sus 
demandas.
En la III Asamblea del Consejo Consultivo de las Mujeres se 
repartieron decenas de copias de la Ley por una Vida Libre de Violencia 
para las Mujeres, que las participantes cogían ávidamente y se llevaban.
 Puedo constatar que muchas la leían o la habían leído. Los venezolanos y
 las venezolanas no se consideran al margen del cuerpo legislativo de su
 país. Es constante el requerimiento de las ministras y viceministras, 
en los actos públicos, a las mujeres, a los vecinos, a los comuneros 
para que asuman el protagonismo y la dirección política y social de los 
asuntos que les afectan.
Si en algunos momentos los gobernantes se quejan es de la apatía de 
algunos sectores.  Resulta totalmente nuevo y sorprendente para una 
española que los y las participantes en los actos públicos se dirijan a 
los ministros para presentar sus demandas, que además entregan escritas a
 una responsable del Ministerio, que las recoge y asegura tenerlas en 
cuenta.
Son muchas más las atribuciones que tiene el pueblo en el proceso de 
construcción del Poder Popular que debe ser el que controle y exija al 
poder político la buena ejecución del mandato que aquel le ha dado.
Es evidente que en Venezuela es posible construir un socialismo popular. Todo depende de la actuación de los colectivos sociales, siempre que los críticos, los indiferentes y los hostiles les dejen vivir y trabajar en paz. Cosa que los enemigos no suelen hacer.
Es evidente que en Venezuela es posible construir un socialismo popular. Todo depende de la actuación de los colectivos sociales, siempre que los críticos, los indiferentes y los hostiles les dejen vivir y trabajar en paz. Cosa que los enemigos no suelen hacer.
 
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