Cárcel de Guantánamo: una historia de infamia
Pablo Jofré Leal. Rebelión/HIspantv
El día 16 de
noviembre del 2008, el entonces recién electo presidente estadounidense,
Barack Hussein Obama, concedió su primera entrevista de prensa. El
escenario escogido fue el programa de televisión de la cadena CBS “60
Minutos”. Allí, ante millones de televidentes estadounidenses y otros
tanto cientos de millones a lo largo del mundo, se escucharon algunas
promesas del mandatario afroamericano en materia de política exterior.
Parte de ese compromiso de campaña y discursivo de Obama, al momento
del triunfo, remitía a que Estados Unidos bajo su administración de
gobierno, no cometería los errores de su antecesor George W. Bush y
haría efectiva dos medidas apenas tomara posesión de la Casa Blanca el
día 20 de enero del año 2009: reunirse con sus asesores de seguridad
nacional y con los responsables militares para diseñar un plan que
permitiera el retiro de las tropas desplegadas en Irak y en segundo
lugar ordenar el cierre de la cárcel militar de la Base de Guantánamo.
Esta última decisión se enmarcaba en las acusaciones al gobierno
estadounidense y al ejército de ese país de torturar a cientos de
prisioneros en el enclave colonial de Guantánamo. En ese territorio
radica una Base militar y Naval de Estados Unidos a contrapelo de la
soberanía cubana y donde instalaron una cárcel, para detener allí a los
sospechoso de actividades terroristas de la organización Al Qaeda, tras
los atentados del 11 de septiembre del año 2001 en Nueva York y
Washington. La prisión, alberga en la actualidad a 149 detenidos (llegó a
albergar a 600 prisioneros) 79 de los cuales han sido declarados
liberables.
La cárcel de Guantánamo representaba, según Obama,
la más seria amenaza a la credibilidad de Estados Unidos como una
democracia defensora de los derechos humanos. Resultaba, por tanto,
intolerable e inaceptable, para el presidente norteamericano, que la
“mayor democracia del mundo” fuera acusada de permitir torturas contra
prisioneros a los cuales se acusaba de terrorismo pero cuyos juicios y
supuestos actos criminales, en la gran mayoría, no había sido
demostrados, habían sido obtenidos bajo apremios físicos y sicológicos,
con largos años privados de libertad, sufriendo condiciones de
confinamiento por largos períodos y condiciones de habitabilidad bajo
temperaturas sofocantes con uso de métodos de interrogatorio
absolutamente prohibidos por todas las convenciones internacionales. Una
cárcel que merecía críticas de organismos internacionales en defensa de
los derechos humanos e incluso líderes de opinión dentro de los propios
Estados Unidos.
En ese panorama de inmoralidad, Obama planteó a
inicios de su primer período presidencial esa percepción. Ello
implicaba transitar hacia el cierre del recinto y trasladar los presos a
territorio estadounidense continental, acelerar procesos judiciales de
aquellas personas que quedaría demostrado, tras largos años de encierro,
que eran inocentes e incluso pensar en enviar parte de esos prisioneros
a sus países de origen para que fuesen juzgados allá. Obama sostuvo que
“como parte de un esfuerzo para restaurar la autoridad moral de Estados
Unidos cerraré Guantánamo. He dicho reiteradamente que Estados Unidos
no tortura y me aseguraré que no torturamos”.
Tras seis años de
gobierno, terminado su primer período presidencial y reelecto, bajo las
mimas promesas anteriores, el análisis en materia de cumplimiento de
compromiso de este Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, demostró, no
sólo el absoluto desprecio a la palabra empeñada, sino también que este
presidente está sujeto a los designios y decisiones, no de la sociedad
estadounidense, sino del aparataje del complejo militar-industrial
estadounidense, que es quien define qué se hace en materia de política
exterior, que favorezca los intereses geoestratégicos de esta
superpotencia. Obama no sólo ha incumplido la palabra dada, lo seguirá
haciendo pues está absolutamente imposibilitado políticamente, de lograr
su ideario tras la intervenciones, principalmente en Libia y Siria,
además de Irak, con su fracasada política del Leading From Behind.
En el mes de enero de este año 2014, como parte de un mensaje a la
nación, Obama reiteró la intención de cerrar la prisión de Guantánamo y
reubicar aquellos prisioneros que aún permanecen en este recinto – 149
hombres, principalmente de Afganistán, Paquistán y yemenitas - y
reubicar aquellos presos que aún permanecen en este recinto.
Ante esa idea el Congreso norteamericano estableció una serie de frenos
legales, para evitar así que Obama cerrara la cárcel, trasladarlos a
Estados Unidos y juzgarlos allá o enviarlos a otro país. Desde 2009, 18
países de todo el mundo han acogido a un total de 48 detenidos,
reduciendo la lista al actual número de 149 prisioneros. Desde la
apertura de este campo de torturas 600 prisioneros de guerra de un total
de 35 nacionalidades, han pasado parte importante de sus vidas privados
de libertad. Este cronista señalaba a medios de comunicación en esa
oportunidad que “Doce años desde que se instaló la prisión ilegal de
Guantánamo y cinco desde la promesa de Barack Obama respecto a que la
cerraría. Nuevamente se promete cerrar una cárcel considerada una
vergüenza para el mundo, una vergüenza para los Estados Unidos y, sobre
todo, que sigue siendo el peor ejemplo del peor atentado a los derechos
humanos que puede cometer una nación”
En el mes de abril del
2014, nuevamente Obama volvió a la carga señalando que su intención era
cerrar Guantánamo como recinto carcelario. En las clásicas palabras de
quien dirige la mayor economía del mundo, ni siquiera hizo mención la
carácter inhumano de esta Cárcel sino que debería ser cerrada porque
“Guantánamo es cara y es ineficaz, daña nuestra imagen internacional y
reduce la cooperación con nuestros aliados en los esfuerzos
antiterroristas además de ser una herramienta para el reclutamiento de
extremistas” pero, las fatuas palabras de Obama reflejaban simplemente
un discurso vacío, carente de verdaderas intenciones, sobre todo si
recordamos que el mismo mandatario es el autor de una orden Ejecutiva,
para preservar el sistema de detenciones indefinida de Guantánamo sin
que haya sido derogada.
Glenn Greenwald abogado
constitucionalista estadounidense, columnista, bloguero y escritor daba
luces sobre estas expresiones de Obama, más voladores de luces que una
realidad “Obama debería reunir el coraje político necesario para
enfrentarse al Congreso en el tema de Guantánamo. Si su Secretario de
Defensa es incapaz de certificar un traslado en condiciones difíciles,
Obama conserva la capacidad para trasladar prisioneros con una exención
de seguridad nacional, una potestad que nunca ha utilizado… Mantenerles
en Guantánamo a causa de su nacionalidad va en contra de la justicia…
Obama parece haber tirado la toalla sobre Guantánamo. En enero, cerró la
oficina del enviado que estaba al frente de los esfuerzos para cerrar
la instalación. Ahora, el ejército estadounidense está invirtiendo en un
cable de fibra óptica hasta la base y planeando cuidados médicos
especialidades para detenidos de edad. Eso sugiere que algunos van a
seguir allí el resto de su vida natural”
Pese a la denuncia
permanente de las atrocidades cometidas por la CIA y las fuerzas
militares estadounidenses, la Base sigue abierta y efectivamente
represente un enorme gasto para los contribuyentes norteamericanos, pues
cada interno le cuesta al presupuesto estatal unos 800 mil dólares al
año contra los 35 mil con los que se mantiene un preso en los
establecimientos penitenciarios en la Unión. Pero, más allá de ese
gasto, ¡allá ellos que se gasten su dinero!!!! el que sea utilizado para
encerrar, torturar, vejar y violentar los derechos humanos de decenas
de presos políticos es una aberración que hay que condenar con todas
nuestras fuerzas.
En la lógica mercantilista estadounidense,
Guantánamo es una cárcel cara - por tanto representa un gasto que hay
que controlar - es ineficaz - no ha cumplido el propósito de acallar las
voces y acciones de protesta contra las intervenciones de Estados
Unidos en el mundo. Ni siquiera se habla de la posibilidad de restituir
ese territorio a su legítimo dueño: Cuba – sino que simplemente se habla
de cerrarla por “razones económicas y de imagen. La vergüenza que cubre
el actuar internacional de la mayor potencia del mundo tiene nombre: es
la ignominiosa cárcel de la Base Naval de Guantánamo.
La Cárcel
Militar de Guantánamo no es una prisión, es un campo de torturas. Es la
versión moderna de los campos de concentración nazis de la segunda
guerra mundial. Son la versión en tierras americanas de Treblinka,
Auschwitz y Dachau entre otros centros de tortura, de desaparición y
genocidio. Son la versión estadounidense de Villa Grimaldi, de Tejas
Verdes en Chile, de la Escuela de Mecánica de la Armada en Argentina.
Son la expresión que las autoridades estadounidenses ignoran los
derechos humanos que dicen defender. Son el ejemplo patente que Estados
Unidos es el mayor violador de derechos humanos en el mundo.
En
ese mes de abril del 2014, al que hago referencia, específicamente el
día lunes 29, aterrizaron en el aeropuerto de Guantánamo, refuerzos
médicos, enfermeras y técnicos para atender a 130 huelguistas musulmanes
en huelga de hambre, desde el 6 de febrero del 2014. Ese refuerzo tuvo
un significado: aún más tortura a los detenidos, claro que ahora bajo
más supervisión médica, de tal manera que no fueran a morirse en esas
sesiones de alimentación forzada, que han sido criticada incluso por la
Cruz Roja internacional. Este organismo internacional, el único
autorizado a entrar al centro militar, reiteró que está en contra de ese
procedimiento y respeta el principio de permitir a los detenidos elegir
su destino.
Las autoridades militares han implementado este
método de alimentación forzoso, que consiste en insertar una sonda
nasogástrica (un tubo plástico) por la nariz, que llegue hasta el
estómago para así introducir nutrientes líquidos “No permitiremos que
ningún preso se muera de hambre”, aseguró el portavoz de la prisión, el
teniente coronel Samuel House. Palabras que reflejan el deseo final “que
los presos mueran confinados pero no de hambre”.
Para el
relator especial de Naciones Unidas contra la Tortura, el argentino Juan
Méndez, "en determinadas condiciones la alimentación forzada puede ser
un trato cruel, inhumano y degradante, y en algunos casos, hasta una
tortura. La alimentación forzada es un procedimiento muy violento, que
implica atar al detenido, introducirle tubos por la nariz hasta el
estómago y forzarlo a aceptar la comida sin vomitar, algo que puede
durar varias horas”
Obama, ha reiterado en varias oportunidades
que comparte la decisión de alimentar a los prisioneros con sondas
nasogástricas “No quiero que esos individuos mueran”, ha asegurado el
presidente sobre una población reclusa que en un 50%, según dictámenes
de las propias autoridades estadounidenses no representan peligro alguno
y sin embargo llevan 11 años encarcelados. En Guantánamo, según datos
de la Cruz Roja, existen 149 detenidos que fueron capturados en el
extranjero en operaciones, que significaron la complicidad de cuerpos de
seguridad de Paquistán, Israel, las nuevas autoridades Libias,
Afganistán e Irak entre otras.
Todos ellos y llevan más de una
década sin enfrentar juicio ni cargos concretos. Son esos presos, la
gran mayoría, quienes han desafiado a las autoridades carcelarias a
través de sus ayunos y huelgas de hambre, para denunciar el
confinamiento por tiempo indefinido al que son sometidos, las largas
horas sometidos a permanecer amarrados al piso en posición fetal,
privados de alimentos y agua, atados con cadenas bajo un sol inclemente,
el registro a sus pertenencias y la confiscación de copias del Corán.
Y aunque Estados Unidos se ha obstinado en silenciar lo que ocurre en
ese centro de tortura, el asunto incluso se convierte en un tema con
muchas aristas para sus relaciones internacionales. Tal ha sido el caso
de las represalias rusas frente a las sanciones estadounidenses por el
conflicto en Ucrania. La Cancillería rusa, en pleno diferendo por las
sanciones y sus réplicas, emitió un listado con el nombre de 18
funcionarios estadounidenses a los que se les niega el ingreso a Moscú.
“Nuestra lista incluye principalmente a aquellos responsables de
legalizar la tortura y mantener convictos ilimitadamente en la prisión
especial de Guantánamo, de detener y secuestrar ciudadanos rusos en
terceros países y de poner en peligro sus vidas y su salud”, argumenta
el texto del Ministerio de Relaciones Exteriores.
En esta
historia vil contra los derechos de decenas de hombres encarcelados en
el enclave colonial de Guantánamo, el pasado día 29 de septiembre el
Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), el
chileno José Miguel Insulza, pidió a los países latinoamericanos que
tomen medidas destinadas a acoger en sus territorio a presos de
Guantánamo de entre los 79 que Estados Unidos ha señalado están en
condiciones de ser liberados si alguna nación les recibe. "Solicito
respetuosamente a los países que puedan hacerlo, de manera consistente
con sus políticas nacionales y su legalidad interna, considerar
favorablemente esta situación, para recibir a personas actualmente
recluidas en Guantánamo, con el fin de permitirles retomar sus vidas
después de su prolongada detención" aseveró Insulza.
Esta idea
ha surgido en el marco de los deseos de la administración de Obama de
cerrar el penal, donde ha encontrado la férrea oposición de los
congresistas republicanos de trasladar a los presos a territorio
estadounidense . "Una respuesta favorable para recibir a un número
reducido de ellos, que no presenten riesgo para su seguridad,
contribuiría a reducir sustantivamente este grave caso humanitario en
territorio de las Américas " declaró el Secretario General de la OEA.
Insulza, con una comprometedora declaración permitió dar luces sobre
las graves trasgresiones a los derechos humanos de esos 79 presos “Se
trata de personas que no han sido juzgadas, ni lo serán, por crimen
alguno y las exhaustivas evaluaciones a que han sido sometidas por parte
de las autoridades de Estados Unidos han determinado que no presentan
riesgos graves para la seguridad de este país, ni de aquel que los
acoja" Entonces, la pregunta que sale a borbotones, indignada, impotente
y de claro rechazo a las políticas estadounidenses es ¿cómo es posible
que esos 79 hombres hayan pasado una década en la cárcel, bajo
sufrimientos inenarrables, sometidos a apremios físicos y sicológicos
que han merecido la condena unánime de organizaciones defensoras de
derechos humanos de todo el mundo, para que finalmente las propias
autoridades que los encarcelaron afirmen que no representan peligro
alguno? Este es un escándalo mayúsculo, es una prueba más de la
ignominia, el descaro y la prepotencia de Estados Unidos frente a los
derechos humanos.
Las declaraciones de Insulza se dieron con
apego a la línea manifestada por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, que fue el primer organismo internacional en solicitar el
cierre de la cárcel de Guantánamo, como también exigir a Washington
medidas cautelares para la protección de los derechos de los prisioneros
de Guantánamo y poder visitarlos que en repetidas oportunidades ha
llamado al cierre de dicho campo de detención. Igualmente las
declaraciones de Insulza consignaron la necesidad de saber qué va a
pasar con los otros 70 prisioneros, sobre los cuales Estados Unidos
debería tomar una decisión. En la cual, lo más probable, vista la
negativa republicana a trasladarlos a territorio contiene tal
estadounidense, terminen encerrados en la misma Base naval.
P
ara continuar con esta historia de infamia del gobierno estadounidense, a
días de las elecciones para la Cámara de Representantes, el día 4 de
noviembre, el presidente Obama declaró – por enésima vez su intención de
cerrar Guantánamo y enviar los presos a territorio estadounidense para
juzgarlos. Frente a esas palabras, los legisladores republicanos
advirtieron, por boca del presidente de la Cámara de Representantes,
John Boehner que “ Obama cometería un peligroso error si decidía
trasladar a esos detenidos a cárceles en Estados Unidos. Una aplastante
mayoría de estadounidenses y de legisladores de los dos partidos (…) se
opone a trasladar a Estados Unidos a los terroristas encarcelados en
Guantánamo, y sin embargo la Casa Blanca sigue avanzando en sus
proyectos…En momentos en que los yihadistas islámicos decapitan
estadounidenses, la Casa Blanca está tan decidida a trasladar a estos
terroristas desde Guantánamo a Estados Unidos que analiza la manera de
ignorar al Congreso y reescribir unilateralmente la ley” sostuvo Boehner
quien calificó la iniciativa del Premio Nobel de la Paz como “otro
ejemplo de la herencia de ilegalidad que nos dejará esta
administración”.
Al margen de las declaraciones de los
organismos internacionales, los líderes de opinión y los gobiernos de
los países que condena la existencia de esta Cárcel de la vergüenza, las
sociedades, los pueblos del mundo tenemos el deber de emitir y dar a
conocer nuestro rechazo a la presencia de una Base Naval de un país
extranjero en territorio cubano contra la voluntad de ese país, una base
ilegal que representa un enclave colonial en un país soberano, que
además es utilizado como campo de confinamiento y tortura.
Nuestras palabras no sólo deben ser de rechazo ante las promesas
incumplidas de este singular premio Nobel de la Paz, sino también a la
necesidad de que se retire cualquier país ocupante de cualquier enclave
en cualquier parte del mundo. Guantánamo debe ser cerrado, los soldados
deben volver a su país, el territorio debe ser devuelto a Cuba, los
presos que han sido torturados, despreciados, torturados, humillados y
privados de su libertad por una década ya deben volver a sus hogares.
Estados unidos debe cesar su papel de arrogante, soberbio, sargento del
mundo o someterse - en la propia lógica llevada a cabo por sus
administraciones de gobierno de dar y recibir "diente por diente" y se
entienda, por tanto, que existan represalias ante su actuar de gendarme
mundial.
Artículo del Autor cedido por Hispantv
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