El País y el límite del ridículo
Paco Bello  | Iniciativa Debate | 28/01/2015
Ser efectivamente ruin, egoísta, vil o 
despreciable puede ser cuestión de carácter o una patología 
diagnosticada o no. Es en cualquier caso una desgracia para los que 
rodean o están sometidos a la influencia de esa persona, entidad o 
empresa –porque los grupos pueden convertirse en singularidades con 
carácter propio–, el tener a algo o alguien así cerca. Ocurre, no 
obstante, que no siempre está tan clara la condición de canalla, porque 
hasta para eso se requiere cierto mérito intelectual, y es que esas 
tendencias conductuales socialmente nocivas, pueden pasar de ser una 
verdadera amenaza, a adquirir connotaciones tragicómicas cuando se 
revela que el presunto canalla es en realidad un pobre desgraciado que 
se ha lesionado apretándose demasiado la boina.
Defender los privilegios de la clase 
dominante desde la clase dominante que siempre ha trabajado por 
aumentarlos entra dentro de la lógica más básica y no da para mostrarnos
 sorprendidos (è così, que dicen los italianos). Esta gente no 
suele estar ahí por su humanitarismo. Pero tampoco suelen estar ahí por 
ser torpes. Esto me hace pensar que cabe que esta generación de 
clasistas no se parezca en nada a la de sus ascendientes, y por no ser 
los verdaderos artífices y no ser más que herederos con una vida 
resuelta y un sistema adaptado a sus exigentes necesidades, sean tan 
inexpertos como extremadamente mediocres hasta para hacer de lo que son:
 unos cabrones.
Esta mañana me encuentro con la siguiente “información” en la portada del otrora prestigioso periódico de Prisa:
En el interior del mismo artículo (que 
ya han modificado en su versión digital varias veces), se dice (y no los
 cito porque con la nueva ley de propiedad intelectual me tocaría pagar 
por citar, gracias al PP) que en la Universidad de Puebla (México) no 
les consta que Juan Carlos Monedero haya ejercido como profesor de 
asignatura ni tampoco a tiempo completo. Y eso está muy bien, pero es 
que en el currículo de Monedero se dice lo siguiente (a él sí puedo 
citarlo sin pagar):
Igualmente, ha sido profesor visitante en la Universidad Nacional de Quilmes (Argentina), la Universidad Nacional de Medellín (Colombia), la Universidad Iberoamericana de Puebla (México) …
Parece por tanto que la explicación que 
da El País, por innecesaria, es claramente tendenciosa. Por si fuera 
poco, el propio Monedero ha tuiteado esto hace un rato…
 ¿Va quedando claro?
Bien, no hace falta insistir en el 
contenido. ¿Qué hace este tipo de información en la portada de El País? Y
 es que sin entrar en si Juan Carlos Monedero ha podido o no exagerar 
(que no mentir) en su CV, cosa que dudo mucho porque no le hace ninguna 
falta, no puedo entender que esto sea noticia, ni de él, ni de nadie.
Hay potrocientos casos de 
cargos políticos en activo que han obtenido sus decorativas 
licenciaturas en esas universidades con altísimos y carísimos 
porcentajes de aprobados a los que nadie ha dedicado el tiempo en los 
grandes medios. Hay otros casos en los que ni en esas favorables 
condiciones han acabado algunos la carrera aunque en sus CV’s sí figuren
 como algo similar para despistar. ¿Y ahora resulta que un licenciado en
 ciencias políticas y en sociología con un doctorado con sobresaliente 
cum laude, con un montón de libros escritos y vendidos (y no 
precisamente de recetas de cocina), y con suficiente reconocimiento en 
el mundo intelectual de izquierdas (valga la redundancia), es el motivo 
de preocupación del más internacional de los periódicos que se publican 
en España.
¿Pero de verdad han creído que todos somos tan necios como ellos? ¿Cuál será la próxima?, ¿a quién le toca?
 
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