 “Hoy
 en Grecia somos testigos de una verdad que la izquierda anticapitalista
 conoce bien o debería conocer bien: un gobierno que se bate en retirada
 sobre las cuestiones de economía, un gobierno que se vuelve hacia la 
derecha en términos de orientación de clase, es un gobierno que 
retrocede en todos los frentes.
“Hoy
 en Grecia somos testigos de una verdad que la izquierda anticapitalista
 conoce bien o debería conocer bien: un gobierno que se bate en retirada
 sobre las cuestiones de economía, un gobierno que se vuelve hacia la 
derecha en términos de orientación de clase, es un gobierno que 
retrocede en todos los frentes.
La política del gobierno de Tsipras sobre la crisis de las personas 
refugiadas es una política que retrocede ante el racismo: las personas 
refugiadas continúan ahogándose en el mar Egeo. Quienes ha alcanzado el 
país son “albergados” en condiciones miserables, que se vuelven peores 
tras las decisión de los países de los Balcanes de cerrar las fronteras,
 de cerrar el “pasillo de los Balcanes” hacia la UE”.
El “Consejo de jefes políticos” ha sido convocado el vienes 4 de 
marzo de 2016 por Alexis Tsipras, el jefe de un gobierno griego 
determinado a aplicar todas las exigencias austericidas de las 
instituciones internacionales (Troika) y de lo esencial del capital 
griego. Pero este último podría tener que hacer frente a una crisis 
interna del ejecutivo a finales de marzo de 2016 con ocasión del 
depósito de un paquete de leyes: sobre la seguridad social, la ley 
laboral, la ley sobre los impuestos, etc.
Este Consejo reúne a los dirigentes de los partidos parlamentarios y 
se celebra bajo la presidencia de Prokopis Pavlopoulos, miembro de Nueva
 Democracia (ND). El 18 de febrero de 2015, fue elegido Presidente de la
 República helénica. Un solo voto, el de Ioanna Gaitani -entonces 
diputada de Syriza y miembro de DEA-, se opuso a su nombramiento. Esta 
posición ha sido validada por la evolución de la dirección de Syriza y 
de su aparato gubernamental.
El Consejo de jefes políticos es convocado habitualmente para asuntos
 particularmente importantes. Oficialmente, la agenda trataba sobre la 
crisis de las personas refugiadas. En realidad, todo el mundo sabe que 
el objeto de la discusión era la organización del consenso. Hay 
numerosas previsiones según las cuales se efectuará una ampliación de la
 base parlamentaria del gobierno Syriza-ANEL (Griegos independientes), 
una ampliación que podría llegar a tomar la forma de un gobierno de 
unidad nacional (con la participación de ND), si el peligro de pérdida 
general del control de la situación política se afirma.
Solo unos meses después de las elecciones del 20 de septiembre de 
2015, Tsipras, que estaba entonces “triunfante”, se vuelve hacia los 
vencidos para demandarles ayuda. Confiesa así su dificultad para 
gestionar una crisis social y política profunda.
La credibilidad y la configuración del gobierno se degradan a un 
ritmo acelerado. Debe hacer frente aun doble problema: de una parte, se 
encuentra frente a las dificultades de la aplicación del Tercer 
Memorándum y, de otra, se encuentra frente a la crisis de las personas 
refugiadas tanto en el plano de las relaciones con la OTAN, Turquía y el
 ejército, como en el de la incapacidad de responder a ella mínimamente:
 hay proyectos gubernamentales de organización de verdaderos campos de 
concentración, rodeados y vigilados por el ejército y otras fuerzas, 
campos alejados de los centros urbanos… En efecto, ¡el turismo va a 
hacer su aparición en mayo!
Sin las múltiples acciones de solidaridad de la población, que 
sustituye en gran medida a las instituciones invisibles, las personas 
refugiadas conocerían aún una situación más terrible. Esta solidaridad 
concreta obstaculiza la utilización de la “crisis de los derechos de los
 refugiados” por los neonazis de Amanecer Dorado, cuya presencia se 
manifiesta solo en el norte del país donde confluyen la “cuestión 
macedonia” (es decir un ascenso nacionalista) y la de un número enorme 
de personas refugiadas abandonadas por el gobierno: hombres, mujeres y 
niños sobreviven en el barro.
El primer test al que debía enfrentarse Tsipras, tras la mutación de 
Syriza y la firma del vergonzoso acuerdo del 13 de julio de 2015 con los
 acreedores y los “euro-führer” (por analogía al calificativo usual 
alemán de Wirtschaftsführer), era su obligación de aplicar una 
contrarreforma salvaje del sistema de seguridad social. Las ideas 
principales de la reforma, planteadas por el Ministro de Trabajo, 
Georgios Katrougalos, tendrían como resultado la desintegración 
definitiva del sistema público de seguridad social y, a partir de ahí, 
el apoyo a la entrada de las firmas privadas en el sector de las 
jubilaciones y la atención sanitaria.
Estas “ideas” han provocado grandes movilizaciones de los 
agricultores y de los científicos independientes (“profesiones 
liberales”) que serían evidentemente las primeras víctimas de la 
contrarreforma. El gobierno ha intentado, con ansiedad, evitar las 
movilizaciones de los obreros -consecuencia del éxito de la huelga 
general del 4 de febrero de 2016- haciendo la promesa de que las 
jubilaciones de los asalariados no serían tocadas. Todo el mundo sabe 
que esta promesa es totalmente falsa.
Por el momento, estamos en una situación de tregua de las 
movilizaciones. Las direcciones reales de los agricultores y de las 
“profesiones liberales” han retrocedido finalmente, tras las promesas de
 Tsipras de organizar un “diálogo”.
A propósito de esto, la posición del KKE (PC) ha jugado un papel 
importante: en los sindicatos de trabajadores, votaba a favor de la 
huelga general pero… planteándola para más tarde. De esta forma daba al 
gobierno el tiempo necesario para organizar sus maniobras para preparar 
el fin de marzo. El papel del KKE ha sido peor frente a los 
agricultores. Ha aceptado participar en el “diálogo” con Tsipras, y 
luego ha propuesto detener las movilizaciones prometiendo recuperarlas… 
más tarde. Una vez más, está demostrado que nuestro juicio sobre el 
papel de cada fuerza efectiva de la izquierda debe estar fundado en la 
constatación de sus acciones y no en sus declaraciones.
A pesar de esto, todo el mundo sabe que la tregua de las luchas será 
breve. El gobierno debe presentar la ley sobre la Seguridad Social a 
finales de marzo o comienzos del mes de abril de 2016 como muy tarde. Y 
entonces, deberá enfrentarse, de nuevo, con una movilización general.
Lo peor para Tsipras es que los acreedores, con la intensificación de
 la crisis, demandan cada vez más. La Troika exige bajadas generales de 
las jubilaciones (¡y las caracteriza como “demasiado generosas”!) 
mientras que el FMI declara que la condición para continuar su 
participación en el “programa de ayuda” griego implica la toma de las 
medidas adicionales de “rigor” que equivalen a 7,5-9 mil millones de 
euros, ¡incluyendo la bajada del miserable salario mínimo! Es muy 
difícil para el gobierno de Syriza -a pesar de todas las contradicciones
 entre su retórica y su política real- asumir una política así.
Hoy en Grecia somos testigos de una verdad que la izquierda 
anticapitalista conoce bien o debería conocer bien: un gobierno que se 
bate en retirada sobre las cuestiones de economía, un gobierno que se 
vuelve hacia la derecha en términos de orientación de clase, es un 
gobierno que retrocede en todos los frentes.
La política del gobierno de Tsipras sobre la crisis de las personas 
refugiadas es una política que retrocede ante el racismo: las personas 
refugiadas continúan ahogándose en el mar Egeo. Quienes ha alcanzado el 
país son “albergados” en condiciones miserables, que se vuelven peores 
tras las decisión de los países de los Balcanes de cerrar las fronteras,
 de cerrar el “pasillo de los Balcanes” hacia la UE.
En estas condiciones, Tsipras ha invitado a la OTAN para que la flota
 militar tome la misión de “rechazar” a las personas refugiadas hacia 
Turquía, donde tres millones de ellas están amontonadas. La presencia de
 la Marina de la OTAN en el Egeo complica la cuestión de la crisis de 
las personas refugiadas dada la guerra en Siria. En efecto, hay ya una 
fuerza naval rusa en el sudeste del Mediterráneo. Se añade también el 
factor importante del antagonismo entre Turquía y Grecia por el dominio 
en esta región poblada de islas (y de recursos en gas y petróleo). Hoy, 
el antirracismo está estrechamente ligado a la lucha antiimperialista y 
antiguerra.
El gobierno de Tsipras no puede gestionar efectivamente la 
combinación de estos problemas. Así, se abre de nuevo una crisis 
política profunda. Una crisis que puede llevar a un gobierno de unidad 
nacional o al escenario incontrolable de nuevas elecciones, 
obligatorias.
La Unidad Popular intenta reaccionar en estas condiciones. La UP fue 
derrotada en las elecciones del 20 de septiembre de 2015 (no logró el 3%
 necesario para entrar en el Parlamento; solo el 2,82%). Pero ha reunido
 a un gran número de militantes, reagrupados en organizaciones locales 
en todo el país. Fuerzas militantes que disponen de una experiencia en 
la organización de las luchas. Es una realidad que nadie puede negar.
DEA (Izquierda Obrera Internacionalista) milita en las filas de la 
UP. De cara a la conferencia de fundación de la UP (probablemente en 
mayo de 2016), llevamos a cabo abiertamente una batalla de idas por una 
política de la izquierda anticapitalista verdaderamente radical, pero 
también por la constitución y al funcionamiento democrático de la UP y 
su ampliación.
Actualmente, la Red Roja (en relación con DEA) organiza discusiones 
en todo el país. Defendemos en ellas la necesidad de reunir a toda la 
izquierda anticapitalista radical alrededor de la UP: desde Antarsya 
hasta los grupos radicales que abandonaron Syriza pero que no se han 
integrado en la UP. Discutimos sobre el programa de transición necesario
 para hacer frente a la UE y a la necesidad de perfilar, a partir de los
 combates presentes, una perspectiva socialista, de la izquierda radical
 (que va a la raíz de las necesidades sociales de la mayoría popular) de
 la que tenemos necesidad hoy.
Pero somos conscientes de que no tenemos tiempo de sobra. Los 
acontecimientos en Grecia van muy probablemente, de nuevo, en la 
dirección de una gran crisis social y política.
Antonis Ntavanellos. Miembro del Consejo de Unidad Popular griego.
 
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