Fidel y la teoría de la revolución social: apuntes para la reflexión. Por Olga Fernández Ríos
Muchísimas 
son las razones para que todo un pueblo rinda homenaje al líder de la 
Revolución Cubana en su 90 cumpleaños y entre ellas, en esta 
oportunidad, quiero referirme a algunos de sus importantes aportes a la 
teoría de la revolución social a través de dos conceptos: revolución y 
construcción del socialismo.
Su 
sensibilidad humanista lo llevó a hacer suyo el ideario independentista 
de José Martí a la vez que condicionó una inteligente receptividad del 
marxismo desde posiciones anti dogmáticas. Analizar sus concepciones en 
este terreno requiere tener en cuenta que no estamos ante un hombre de 
gabinete o un teórico de la revolución en el sentido estricto del 
término, sino ante un revolucionario devenido en relevante líder 
político de talla mundial, un luchador y un educador social desde su 
temprana juventud.
Pero su 
pensamiento y proyección política no han sido ajenos a la teoría, todo 
lo contrario. La teoría sociopolítica ha desempeñado un importante rol 
en el pensamiento de Fidel Castro, y por tanto en la proyección del 
proceso revolucionario cubano; de la teoría se ha nutrido a la vez que 
ha  realizado aportes en variados temas, contribuyendo a la 
profundización del marxismo, que como él mismo ha reconocido, sigue 
siendo la más avanzada teoría anticapitalista y pro socialista, no 
superada aún. 
A su variada
 producción intelectual  -nacida del  bregar diario y de los retos del 
proceso revolucionario durante más de 60 años- une su capacidad como 
ideólogo comunicador, suerte de labor educativa que ha estado presente 
en cada momento de un pensamiento y una obra integral en la que 
sobresalen varias facetas como son su permanente reflexión sobre la 
importancia de los contextos históricos que marcan los derroteros 
revolucionarios; entender la sociedad como totalidad;  su concepción de 
la historia como condicionante del presente y fuente para su análisis; 
las relaciones entre  teoría y práctica y entre estrategia y táctica, 
unido al manejo no mecanicista de las regularidades del desarrollo 
social, contradicciones y oportunidades. A ello se suman su empeño por 
la integralidad y continuidad de la revolución social,  el 
reconocimiento del lugar del ser humano en ese proceso y del papel de la
 individualidad, de la crítica y la autocrítica.
Desde muy 
temprano Fidel Castro tomó conciencia de que camino al socialismo 
requería transitar por la aplicación consecuente de un programa de 
liberación nacional y justicia social que a su vez creaba condiciones 
para un desarrollo de la cultura política y de consolidación de la base 
social de la Revolución que favoreciera la ruptura con los esquemas 
anticomunistas vigentes en la Cuba neocolonial.
Más allá de 
definiciones que no han faltado en numerosas intervenciones y discursos,
 el líder revolucionario ha profundizado en la vinculación del 
subdesarrollo y la dependencia nacional con el capitalismo y el 
imperialismo, interpretó las condiciones históricas que en Cuba 
favorecían las transformaciones de carácter socialista para la solución 
de los problemas derivados del subdesarrollo y la dependencia.  A la vez
 reivindicó el ideal comunista y desmitificó el esquema que lo 
consideraba ajeno a las necesidades y condiciones latinoamericanas. Este
 es también uno de sus grandes méritos, tanto en su manejo táctico como 
al demostrar que la esencia del socialismo no es contradictoria con las 
raíces y las tradiciones revolucionarias en nuestro continente, 
incluyendo las luchas obreras y las expresiones de internacionalismo.
No hay 
fanatismos reduccionistas en la reivindicación que Fidel hace del 
socialismo que reconoce las especificidades de cada proceso 
revolucionario en condiciones de buscar sus propias vías.  Claro ejemplo
 de esto fue el altísimo respeto que mostró sobre las concepciones de 
Salvador Allende en su intento por desarrollar la revolución a través de
 la vía pacífica, mientras que, en las condiciones de los años 60 y 70 
solidariamente, Cuba apoyaba la lucha armada o de masas que libraban 
pueblos hermanos sometidos a condiciones dictatoriales y represivas. Más
 tarde hemos visto las interesantes y positivas valoraciones de Fidel 
sobre la Revolución Bolivariana en Venezuela y los procesos de cambio 
que tienen lugar en otros países.
Revolución y construcción del socialismo 
Ambos 
conceptos tienen especial relevancia en la teoría marxista de la 
revolución social. Dos ideas de partida para analizarlos en la obra de 
Fidel son, en primer lugar, entender que para él revolución y construcción del socialismo
 son conceptos referidos a un mismo proceso anticapitalista y pro 
socialista; son conceptos que se fusionan, no deben analizarse por 
separado, pueden considerarse sinónimos. En segundo lugar que la 
educación de las masas populares y su cultura política son condiciones 
que garantizan el avance de ese proceso. De ello se desprende que lo 
referido a la construcción del socialismo debe ser punto de partida para
 el análisis de las concepciones de Fidel sobre la educación, la 
cultura, la ciencia y otros muchos temas,  ya que se trata del marco 
histórico, económico y sociopolítico en el que se proyecta y realiza su 
obra revolucionaria en pos de una sociedad anticapitalista y 
antimperialista.
Si bien el concepto que más utiliza es revolución, también utiliza construcción del socialismo lo
 que es teórica y políticamente válido para referirse al proceso de 
transición socialista que es uno de los temas más complejos en la teoría
 marxista porque se trata de un proceso contradictorio, de largo alcance
 en el tiempo y en sus contenidos cualitativos. Además en Cuba se lleva a
 cabo en condiciones de predominio capitalista mundial, de control por 
parte de un sistema institucional transnacional en el que ese predominio
 se apoya y de injerencia y bloqueo  de Estados Unidos  para evitar el 
avance de la Revolución Cubana.  Ello requiere que el análisis de la 
construcción del socialismo y de su proyección teórica y política, se  
realice acorde con las disímiles condiciones históricas de su desarrollo
 pues se trata de un proceso que en gran medida siempre tendrá lugar en 
condiciones inéditas.
En las concepciones de Fidel revolución y construcción del socialismo
 se expresan como unidad. La primera marca el sentido de transformación 
social, como planteó el primero de mayo del año 2000 de “cambiar todo lo
 que tiene que ser cambiado”, y la segunda tiene que ver con la 
naturaleza de los contenidos de esos cambios, que no son cualquier 
cambio, sino los encaminados a sumar condiciones favorables a la 
sociedad socialista. 
Otro 
elemento sobre este tema es que en su compromiso y empeño por la 
construcción del socialismo, Fidel usa el arma de la crítica como 
termómetro que mide el avance revolucionario. Y es crítica como labor 
educativa y como instrumento de cambio que introduce un concepto 
devenido en política: la rectificación, entendida como autocrítica y 
ajuste de la estrategia de orden socialista.
Entre otros,
 un ejemplo de esa capacidad educativa de la crítica se puso de 
manifiesto el 17 de noviembre de 2005 en su intervención en el Aula 
Magna de la Universidad de La Habana en la que a la vez que reconoció la
 meritoria hazaña del pueblo que impidió que en Cuba se produjera el 
derrumbe del socialismo como ocurrió en otros países, realizó un 
profundo análisis sobre problemas endógenos que enfrentaba la Revolución
 Cubana que podían arriesgar su continuidad como es el caso de 
manifestaciones de corrupción y burocratismo. En esa ocasión, además de 
alertar sobre la posible reversibilidad del socialismo, reconoció que 
uno de los mayores errores cometidos fue pensar que se conocía sobre la 
construcción del socialismo, reflexión que amerita un análisis mucho más
 profundo del que estamos en condiciones de realizar en estas 
reflexiones.
Es sin dudas
 una deuda que las ciencias sociales cubanas tienen con relación a la 
teoría de la revolución social necesitada de mayor profundización en las
 condiciones actuales de nuestro país y de los procesos de cambio que 
tienen lugar en América Latina.
No es 
nuestro objetivo adentrarnos en tan complejo tema, lo que ameritaría 
otro tipo de reflexión, pero puede señalarse que si retomamos las 
concepciones de Fidel sobre revolución como “sentido del momento 
histórico” y acerca del pueblo como sujeto revolucionario plural; su 
crítica al capitalismo y al imperialismo; las coordenadas 
socioeconómicas que vincula con la toma del poder político, la hegemonía
 del proletariado concebida en el marco de la necesaria unidad nacional y
 el socialismo como solución a partir de las condiciones de nuestro 
país, encontramos las claves para interpretar sus concepciones sobre la 
construcción del socialismo que devienen en aportes de obligada 
referencia en el desarrollo de la teoría de la revolución social.  A 
ello se une su manejo de la táctica, la forma de explotar las 
contradicciones del enemigo, la capacidad de aglutinar fuerzas y la 
aguda noción del momento idóneo y de la oportunidad para la acción.
Fidel 
considera la construcción del socialismo como un proceso dialéctico en 
el que deben ir concretándose los objetivos socialistas; un proceso de 
continuidad y rupturas en el que la primera está dada por la proyección 
estratégica de avanzar hacia el socialismo, como brújula de toda acción 
socioeconómica y política que se realice, y de rupturas dadas las 
combinaciones de éxitos, fracasos, insuficiencias y errores cometidos a 
partir de las tácticas empleadas en cada momento del proceso o derivadas
 de cambios de coyunturas históricas. Y en ese proceso la educación en 
todas sus facetas ha constituido una de sus pasiones y ocupaciones de 
mayor constancia y relevancia, por considerarla condicionante del avance
 de la Revolución Cubana.
Hoy,  cuando
 millones de seres humanos se plantean luchar por un mundo y una 
sociedad más justa y cuando en varios países el movimiento popular de 
obreros, campesinos, indígenas, activistas sociales, junto con  
intelectuales y académicos, retoman la crítica al capitalismo con 
renovados bríos, las concepciones de Fidel Castro contribuyen al 
análisis y a la transformación del injusto orden social imperante.
De igual 
forma ocurre en Cuba cuando se ha ratificado el socialismo como opción 
de desarrollo con el  empeño y la decisión de no extraviar la ruta  
escogida  que  incluye ciclos de rectificaciones y ajustes acordes a los
 diversos contextos que influyen en la realidad nacional. En ese 
empeño,  como dice el cantautor,  “puede que algún machete se enrede en 
la maleza”,  pero lo importante es saberlo desenredar  y para ello los 
cubanos tenemos una poderosa arma: el legado revolucionario de Fidel 
Castro. No olvidar que ya hay capacidades creadas para continuar 
involucrando cada vez más a los cubanos y cubanas en la solución de los 
desafíos de diversa índole que se enfrentan durante la construcción del 
socialismo.
En ese 
empeño no puede faltar el análisis de la obra de Fidel que hoy es más 
necesaria que nunca cuando en ella se defiende la revolución como 
movimiento de masas, de ahí el peso que ha concedido a la labor 
educativa y al diálogo directo con el pueblo, plagado de hombres y 
mujeres, educados y cultos, capaces de consolidar el  poder político que
 se despliega desde 1959, y capaces de llevar adelante la revolución 
como proceso continuo de liberación nacional de carácter 
antiimperialista y socialista.
6 de agosto de 2016 
Olga 
Fernández Ríos es Doctora en Ciencias Filosóficas, Investigadora del 
Instituto de Filosofía, Académica Titular de la Academia de Ciencias de 
Cuba, Presidenta de la Sección de Ciencias Sociales de la Sociedad 
Económica de amigos del País.
