Este sábado "Con el poder del Pueblo, ¡Abajo el Régimen!"
Con el poder del Pueblo, ¡Abajo el Régimen!
El Régimen instaurado por la Transición en 1978 y
todo su entramado de élites políticas, económicas, judiciales,
mediáticas y sindicales, coronadas por la monarquía heredera de Franco,
se está desmoronando.
La percepción de la masividad de la corrupción
por parte del pueblo no debe llevarnos al error de creer que ésta es
reciente o que ha comenzado con la crisis.
La corrupción política es consustancial al
capitalismo. La economía de mercado no puede sostenerse sin poner a los
aparatos del Estado a su servicio. En el caso del Estado español, el
engranaje institucional corrupto de la Dictadura encabezado por la
Monarquía, se transmutó íntegramente en la llamada democracia. Lo único
nuevo fue la incorporación al latrocinio de las cúpulas políticas de
Gobiernos municipales y autonómicos de todos los colores, y sobre todo y
a gran escala, del PP y del PSOE.
Lo que ahora se pone de manifiesto son tres hechos claves para entender lo que sucede:
1º. Las acusaciones de corrupción, que salen de
las mismas esferas del poder, se utilizan como arma arrojadiza entre
fracciones enfrentadas y son la expresión más rotunda de su
descomposición.
2º. La corrupción manifiesta de importantes
sectores de la izquierda institucional, incluido el soborno sistemático
de los grandes aparatos sindicales, ha servido desde la Transición para
poner a los supuestos representantes de la clase obrera al servicio del
capital y para destruir organizaciones construidas a fuerza de muertos y
de años de cárcel.
3º. Las nuevas opciones electorales que se alzan
con el objetivo de “acabar con la casta” ocultan sistemáticamente “la
mano que mece la cuna” y que no es otra que la de la gran burguesía – de
aquí y de fuera – que corrompe a los políticos para realizar sus
negocios. El objetivo es hacer creer a la gente que cambiando las caras
del Gobierno y renovando el aparato del Estado se pueden solucionar los
problemas.
La represión del Estado contra la libertad del pueblo
La crisis general del capitalismo, que azota con
especial fuerza al Estado español, está haciendo tambalearse los
cimientos del engranaje institucional de la Transición, mostrando a las
claras, no su agotamiento como dicen algunos, sino la enorme traición a
quienes lucharon contra el fascismo en la guerra civil y durante la
Dictadura, sobre la que se erigió, y que contó con la colaboración
indispensable de la izquierda institucional.
El espectáculo esperpéntico del Gobierno, el
Tribunal Supremo, el Tribunal Constitucional y la Fiscalía General del
Estado lanzados como buitres a impedir que el pueblo catalán expresara
pacíficamente en las urnas su voluntad de autodeterminación, es una
muestra más de su gran debilidad. El marco de la Transición no sirve ni
para que las diferentes fracciones de la burguesía resuelvan sus
problemas, precisamente porque el pueblo trabajador de las diferentes
nacionalidades y territorios del Estado está constituyéndose – al calor
de la crisis – como sujeto político.
Las luchas obreras y populares, las huelgas que
utilizan nuevas formas de resistencia, movilizaciones que expresan
formas radicales de combate como las de Gamonal y Can Víes, o las gran
manifestaciones de las Marchas de la Dignidad , dan cuenta de formas
inéditas de organización al margen de las “grandes” organizaciones
políticas y sindicales.
La brutal represión ejercida, especialmente
contra la juventud – como la que recae en Madrid sobre Alfon, Miguel e
Isma – muestra en qué medida las clases dominantes corruptas usan el
terror del Estado contra unxs jóvenes que saben que su único camino es
la lucha. Todo ello, mientras las bandas fascistas campan libremente por
barrios y pueblos, haciendo gala impunemente de la violencia sobre lxs
trabajadores inmigrantes y sobre la juventud combativa.
La Deuda o la Vida
Frente a un Régimen que se desmorona y unas
políticas que atenazan las condiciones de vida de la inmensa mayoría, la
Coordinadora Republicana de Madrid alerta frente a los intentos de
organizaciones políticas que se presentan como “alternativa”, de
camuflar lo que sucede con el Pago de la Deuda, consecuencia directa de
la imposición de las políticas de la Unión Europea y de la pertenencia a
la Zona Euro. Tanto el PSOE primero, como el PP después - siempre con
el contubernio de CiU, PNV y CC -, ejecutando esas políticas, imponen
férreamente recortes, privatizaciones, desahucios y contrarreformas
laborales como garantía del pago de la Deuda y de beneficios
empresariales. El pueblo trabajador, y muy especial mente la juventud,
las mujeres y la clase obrera inmigrante están pagando con sus vidas
destrozadas una Deuda que se ha generado trasladando masivamente a la
gran banca y a las grandes multinacionales fondos públicos.
Es un círculo infernal sin fin. Las previsiones
del Gobierno fracasan una tras otra porque la crisis capitalista no
tiene salida. Sus profecías, que ni ellos mismos se creen, no tienen
otro objetivo que intentar impedir que el pueblo sea consciente de que
no hay salida ni en la UE, ni en el capitalismo, y actúe en
consecuencia.
Porque ningún gobierno, municipal, autonómico o
el del Estado – sea del color que sea – va a poder resolver los
gravísimos problemas del pueblo trabajador sin enfrentar el Tratado de
Estabilidad de la Zona Euro y las leyes que lo desarrollan en el Estado
español, y que aseguran la disolución de cualquier Gobierno cuyas
políticas no ejecuten sus mandatos.
Por ello, la Coordinadora Republicana plantea
que la primera prioridad es la construcción del poder organizado del
pueblo capaz de imponer, por encima de la Troika, del FMI y del BCE, que
primero están sus derechos y sus condiciones laborales y de vida.
Para ello, gobierne quien gobierne, es preciso
enfrentarse, tanto a toda la escoria que con la Transición se perpetuó,
empezando por la Monarquía, como a una Unión Europea que impone
políticas incompatibles con derechos sociales y laborales.
No hay otra salida poner al servicio del pueblo
la riqueza para que el pueblo la administre. Y no hay otra solución que
expropiar a los expropiadores.
Es preciso que la juventud, que se enfrenta hoy a
la aniquilación de sus esperanzas de vida, reanude el hilo rojo de
quienes – con la misma juventud y esperanzas – supieron encarnar la
misma dignidad de pueblo trabajador que hoy nos constituye.
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