Las tareas de la izquierda revolucionaria ante Podemos y otras opciones electorales.
- Publicado en Viernes, 08 Agosto 2014 09:56
- Escrito por Ángeles Maestro
Lo
que algunos pensaron que era un aguacero de primavera se ha
transformado en un ciclón político. La última encuesta del CIS muestra
que, más allá de análisis rigurosos acerca de los poderosos apoyos
mediáticos de la formación de Pablo Iglesias y de su debilidad
programática, que la sitúa en el mismo espacio político que IU, Podemos
tiene la capacidad de trastocar el escenario electoral.
El principio del fin de la Transición
El voto recibido por esa organización en
las elecciones europeas, junto a la gran abstención, al crecimiento del
voto en blanco, al ascenso de IU, ERC y Bildu, rubricaron el principio
del fin del bipartidismo y con él de los pilares que – mediante la
alternancia en el gobierno de PP y PSOE – han venido sustentando el
engranaje político desde la Transición.
La concreción electoral de cambios
profundos en el espectro social fue determinante para forzar la
abdicación de Juan Carlos, en un intento lampedusiano de cambiar de cara
para mantener a una más que desprestigiada Monarquía borbónica, clave
de bóveda de los aparatos del Estado herederos de la Dictadura que han
venido sustentando la continuidad del poder económico.
La inusitada precipitación con que se
hizo y la mal disimulada resistencia del ex rey reveló el desasosiego
que cunde en las filas del poder – PSOE incluido, por supuesto - ante
un cambio de escenario político, cada día más probable, con Podemos como
protagonista y, sobre todo porque revela el profundo rechazo popular a
un bipartidismo que ya nos es capaz de engañar a través de la alterancia
a las mayorías sociales.
Lo que me interesa realizar aquí es
avanzar en el análisis de las tareas de la izquierda coherente, a partir
de importantes trabajos realizados – como el de Vicente Sarasa1
– escrito en el mes de febrero de este año, y por tanto antes de las
elecciones europeas, que sitúa con claridad la posición de la línea
revolucionaria ante lo que ya se identificaba como un nuevo escenario
político-electoral.
Tras el terremoto político del 25 de
mayo, urge abrir líneas de debate, y de posible coincidencia con
organizaciones revolucionarias, no tanto sobre la formación Podemos en
sí u otras, sino sobre lo que expresa el apoyo popular que concitan, con
el objetivo de identificar con claridad las tareas que nos esperan a
quienes sabemos que nos acercamos a periodos críticos en los que la
clase obrera y los pueblos nos jugamos la derrota o la victoria.
Podemos y el agotamiento de IU
Podemos es, entre otras cosas, la
expresión político-electoral del agotamiento de una IU que, a pesar de
las cabriolas políticas de los últimos tiempos hablando de “procesos
constituyentes” y otros movimientos “desde abajo”, ha demostrado desde
hace años su incapacidad para abanderar cualquier proceso de ruptura
creíble con el engranaje de poder que ahora es percibido por las masas
como un lastre. El peso de la traición del PCE en la Transición, la
inquebrantable alianza de la Coalición con el aparato de CC.OO. - ni
siquiera rota tras su complicidad fáctica con las contrarreformas del
PSOE y del PP – su sistemático alineamiento con la aberración
antidemocrática de las políticas “antiterroristas” y su colaboración en
políticas privatizadoras y de especulación urbanística – corrupción
incluida – de la que es botón de muestra su voto en el Ayuntamiento de
Madrid apoyando la recalificación de la Ciudad Deportiva del Real
Madrid, la incapacitan para ser considerada como izquierda coherente.
IU, ante la presión del poder, siempre
se ha situado en lo “políticamente correcto” y en la práctica ha
mostrado que su estrategia real era intentar gobernar con el PSOE a toda
costa. El resultado es que buena parte de su electorado ha considerado
que es “más de lo mismo” y por lo tanto incapaz de servir para echar a
los responsables de tanto desastre.
Desde la movilización social a la apuesta por el poder político para echarles de una vez.
El voto masivo a Podemos – y el que
probablemente reciban otras formaciones como la que lidera Ada Colau o
otras – es la manifestación de la apuesta política de las luchas
sociales: conquistar el poder político a través de las urnas para echar a
“la casta” al basurero de la historia. Ese es el objetivo común
fundamental de quiénes les votaron y les votarán y para ello poco
importa el programa.
Es más que probable que formaciones
electorales como Podemos, Municipalia, Guanyem Barcelona u otras,
cosechen importantes éxitos electorales en la medida que representan la
desesperación ante la ausencia de futuro, sobre todo de la juventud, y
el hartazgo de sectores populares ante la corrupción
político-empresarial generalizada de quienes les niegan lo más
indispensable para vivir.
Tras la potente movilización que supuso
el 15M en gran parte del Estado, que sin programa político claro exigía a
los gobernantes que escucharan al pueblo, las Marchas de la Dignidad
encarnaron un ascenso en el nivel de lucha y de organización que
apuntaban un programa de ruptura – el No al Pago de la Deuda – y que
exigía a los gobiernos de la Troika que se fueran. Los cerca de dos
millones de personas de todos los puntos del Estado que abarrotaron las
calles de Madrid no fueron suficientes para echarles. Aunque se dio un
importante paso que señala el camino para la construcción unitaria de
poder popular en muchos barrios y pueblos, la percepción en la calle
fue, una vez más, de impotencia.
Echarles es ahora el principal objetivo para cada vez más gente.
¿Basta con echarles con el voto?
Los cambios en el poder político
electoral no afectan esencialmente a la médula del poder real. Tampoco
implican necesariamente modificaciones de fondo en la correlación de
fuerzas que, para que se consoliden, requieren de avances decisivos en
el nivel de organización del pueblo. Y éstos, con la extensión
suficiente, aún no se han producido.
Ante el riesgo de estos cambios pudieran
dar lugar a políticas contrarias a sus intereses – más insoportables
aún en tiempos de crisis - las oligarquías del Estado y de la UE tienen
dos opciones preventivas. O bien desnaturalizar y domesticar a los
nuevos dirigentes, vía sobornos o amenazas de todo tipo, o bien impedir
que lleguen al poder mediante gobiernos de coalición, de tecnócratas o
directamente por medio de un golpe de Estado.
Los ejemplos de corrupción o amenazas de
dirigentes políticos son interminables, pero quiero destacar aquí dos
casos de organizaciones de la izquierda europea integrantes del mismo
Grupo en el Parlamento Europeo que Podemos e IU: la griega Siryza y la
alemana Die Linke.
En
el primer caso y tras haber mantenido una ambigüedad calculada en
relación con su propuesta de salir del Euro y de la UE, su líder Alexis
Tsipras aseguró su permanencia en la Eurozona cinco días antes de las
últimas elecciones[1]; de la misma forma aseguró que mantendría a Grecia
en la OTAN y que no habría desmantelamiento de las bases militares de
EE.UU.
Las
presiones sobre Die Linke se produjeron ante la posibilidad de que su
ascenso electoral le permitiera gobernar en determinados länders con el
SPD y se concretaron en necesidad de eliminar su apoyo a la causa
palestina para pasar a apoyar el “derecho de Israel a defenderse” y
evitar así ser acusada de “antisemita”. En un comunicado de 2011 la
organización citada afirmaba: “No participaremos en iniciativas sobre el
conflicto de Oriente Medio que hacen llamamientos por la solución de un
Estado para Palestina e Israel, o por la implementación de boicots
contra productos israelíes, o incluso, en la Flotilla de este año hacia
Gaza"[2].
Acerca de la corrupción y la traición
que implica, que tiene un efecto destructivo incomparablemente mayor
sobre la izquierda que sobre la derecha, no es necesario poner más
ejemplos pero sí realizar una reflexión imprescindible ante uno de los
riesgos más grandes de las nuevas experiencias político-electorales:
creer que la historia empieza con ellas y que su inocencia – asegurada
en cuanto que no han tocado poder – es un talismán imperecedero.
Muy al contrario. La memoria de nuestra
historia como clase obrera y como pueblos es indispensable. En la
Transición y posteriormente, muchos líderes políticos y sindicales, con
años de cárcel a sus espaldas, o se corrompieron, o no fueron capaces de
impedir que los intereses de las clases dominantes se impusieran. El
resultado más dramático no fue sólo la victoria de los enemigos de
clase, sino la destrucción de las organizaciones a las que
representaban.
Por lo tanto, ¿quién asegura que la
capacidad de corrupción del poder hacia dirigentes concretos de Podemos u
otros, no se ejerza y triunfe, cómo ha sucedido hasta ahora?. ¿La
pregunta imprescindible es: ¿Cómo vamos a impedir que esa triste
historia se reproduzca? Los y las que traicionaron a su clase y a sus
pueblos también eran jóvenes y también representaban “el cambio” y “la
transformación social”.
No pagar la Deuda y construir el poder del pueblo.
Hay una única respuesta válida. Sólo el
poder del pueblo organizado es capaz de oponerse a la enorme fuerza de
la presión de los intereses económicos que pretenden realizarse a costa
de lo que sea. Y esto vale tanto para preservar a las y a los
representantes políticos de la corrupción y la traición que implica, o
para que quien se deje sobornar, no lo haga impunemente.
En
cuanto a los contenidos de los programas de gobierno de ayuntamientos,
CC.AA. o Estado hay una condición general que es requisito
imprescindible para cualquier otra: Negarse al pago de la Deuda[3]. Es
preciso que cualquier programa político anteponga la satisfacción de las
necesidades sociales a los objetivos de reducción de la Deuda y del
Déficit[4] que se incluyeron en el nuevo artículo 135 de la
Constitución, que impone la UE a través del Tratado de Estabilidad
(TSCG) y el Estado mediante la Ley 2/2012.
El
asunto es central porque el pago de la Deuda y el cumplimiento de los
objetivos de reducción del Déficit, impiden cualquier soberanía política
y determina la práctica desaparición de los servicios públicos. Además
el entramado normativo citado contempla incluso la disolución de
gobiernos democráticamente elegidos si no se cumplen los objetivos de
reducción del gasto público en plazos determinados. ¿Eso quiere decir
que es imposible no pagar la Deuda? Ni mucho menos. Significa que frente
a unos marcos legales (europeo y estatal) que actúan como corazas y que
niegan de hecho el poder político – puesto que no le dejan el menor
margen de maniobra – sólo con el poder del pueblo podrá permitir decir a
un gobernante , como hizo Thomas Sankara : Si yo no les pago ustedes no
se mueren. Si yo les pago, mi pueblo se muere”[5]
Se acercan etapas críticas y los pueblos
tenemos el deber de aprender de la historia, de todos los intentos que
la clase obrera y los condenados de la tierra han realizado de “asaltar
los cielos”. Ante el desmoronamiento electoral de los partidos que
representan el poder económico y el engranaje de la Transición que han
sustentado, y sobre todo, que encarnan el mecanismo de dominación de la
UE, del BCE y del FMI, ¿no es previsible que cualquier Gobierno que
pretenda atender a las necesidades del pueblo y que, por tanto se
enfrente a la propiedad privada y a su engranaje de poder, reciba la
misma respuesta que recibió la Unidad Popular de Chile o el intento de
derrocamiento de Chávez en 2002?
La cuestión de fondo que hay que
enfrentar es otra que una hipotética victoria por la vía electoral. Sin
negarla, porque es posible que se produzca.
La tarea de la izquierda coherente no es
zanjar la cuestión calificando a Podemos, o a cualquier otra
alternativa electoral, de “pequeño burguesa”, esperando que el pueblo
nos reconozca como alternativa revolucionaria.
Es preciso intervenir en los diferentes
marcos de organización popular, incluidos los político-electorales como
los citados, con la inteligencia suficiente como para situarnos en el
nivel de conciencia y experiencia del pueblo trabajador señalando las
líneas rojas que en el plano estrictamente político son indispensables
para enfrentar los tiempos duros que nos esperan. Es posible la
intervención pedagógica para cuestionar el discurso “ciudadanista”
cuando se impone la ofensiva más dura de la burguesía en todos los
frentes dirigida contra las masas proletarizadas. Es necesario que,
desde la experiencia concreta, el pueblo trabajador perciba que sólo
desde la construcción de la independencia de clase, es posible enfrentar
a “la casta”.
La creciente politización de la gente, y
su necesidad de comprensión que las devastadoras consecuencias de la
crisis sus vidas, abre el camino para desvelar que no se trata de
situarse ante “el agotamiento del Pacto de la Transición” sino de
desenmascarar el propio Pacto y a sus artífices como responsables de la
construcción de la estructura corrupta de poder político, empresarial y
sindical – y en conjunto – de todos los aparatos del Estado que llevan
el código genético de la Dictadura.
Existe el caldo de cultivo para
intervenir sobre la desmemoria que sustentó y perpetúa todo ese
engranaje y por experiencia puedo decir que – sobre todo la juventud –
está reclamando llenar con planteamientos de identidad de clase ese
vacío que le hace vulnerable ante cualquier oportunismo. La evidencia de
que no hay espacio político para alternativas sociales o de derechos
laborales en el marco de la UE, la necesidad de salir de la OTAN o la
indispensable solidaridad internacionalista frente al imperialismo más
brutal que ha parido el capitalismo, son principios políticos
indispensables que es preciso introducir con criterios de oportunidad y
la suficiente inteligencia en los debates.
Al tiempo que Red Roja plantea la
necesidad de intervenir en estos procesos, descarta la participación
directa de sus militantes en las diferentes candidaturas, sobre todo
porque todas las fuerzas son pocas para dedicarlas a la tarea
fundamental de avanzar en la organización y el poder del pueblo.
Nuestro trabajo, y creemos que el
cualquier organización coherentemente revolucionaria, es impulsar y
participar en todos los procesos de organización popular para que cada
vez más sectores conscientes del pueblo trabajador entiendan que la gran
tarea, más allá de los procesos electorales, es construir su propia
fuerza.
El objetivo prioritario es crear Comités y Asambleas de pueblos y barrios,
integrados por todas las organizaciones y movimientos que representen
las luchas legítimas del pueblo en cada lugar, y sobre la base de los
Comités de las Marchas de la Dignidad, allí donde sea posible: con
quienes combaten en el movimiento obrero, en el movimiento antifascista,
con los movimientos por la vivienda, la sanidad, la educación, por los
centros sociales ocupados, etc, con la finalidad de extender, fortalecer
y ampliar sus luchas. Y es preciso incluir el No al Pago de la Deuda en
primer lugar de cualquier programa u objetivo de lucha.
Al tiempo que planteamos la intervención
en todo marco de organización popular, señalamos que los Comités y
Asambleas de pueblos y barrios deben ser independientes y diferenciados
de los marcos político-electorales. La experiencia repetida muestra que
cuando un movimiento social se transforma o está penetrado por opciones
electorales está garantizada su ruptura y su desaparición. Los casos son
muchos, pero los más significativos son la destrucción del movimiento
ciudadano a raíz de los gobiernos municipales de PCE y PSOE en la
Transición y, más recientemente, de la potente Asamblea por Tenerife,
tras la decisión de una parte de presentarse a las elecciones.
Y ello precisamente porque uno de sus
objetivos fundamentales es controlar al gobierno, a cada nivel, y sea
cual sea la formación que lo ejerza, para erigirse en contrapoder contra
la previsible corrupción de la representación política y para exigir la
adopción de políticas que satisfagan de las necesidades del pueblo
trabajador.
La gran tarea es,pues, acompañar la toma
de conciencia de la gente que inevitablemente se enfrentará a la
evidencia de que el mecanismo electoral no asegura nada y que comprenda
que, además de votar a quien le plazca, lo esencial es avanzar en la
constitución del poder real del pueblo. El riesgo de que opciones
fascistas aniden en sobre el terreno abonado del fracaso de ilusiones
electorales como las citadas es real y no podemos ignorarlo.
El objetivo de la construcción del poder
de la clase obrera y del pueblo trabajador no es una hermosa frase, ni
una consigna huera. Hay que prepararlo y fortalecerlo – lucha a lucha
– en el seno de las mismas estructuras que están surgiendo, para estar
en condiciones de enfrentar el verdadero combate por el poder político
real que, inevitablemente, no será electoral.
8 de agosto de 2014
[3] ¿Por qué el pago de la Deuda es una trampa mortal? http://unidadpopulark.blogspot.com.es/
[4] http://redroja.net/index.php/noticias-red-roja/noticias-cercanas/1910-informe-de-red-roja-sobre-la-ley-organica-22012-el-final-de-cualquier-soberania-y-el-arma-de-destruccion-masiva-de-los-servicios-publicos
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