El
gobierno español condecora al Comisionado General de la Policia Federal de
México. Masacres,
medallas y mariachis
Xavier
Vinader. El
Temps
Traducido
del catalán para Rebelión por Lucas Marco
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Fue,
como mínimo, esperpéntico. Al mismo tiempo que una ola de violencia sacudía a
México de arriba abajo –el asesinato y desaparición de 43 estudiantes de
magisterio de Ayotzinapa por la
Policía, el secuestro y la muerte del diputado Gómez Michel y
el fusilamiento por militares de 22 personas en Tlatlaya- y se evidenciaba, de
nuevo, la corrupción y el desbarajuste de los cuerpos de seguridad de aquel
país, uno de sus máximos capitostes, el cuestionado comisionado general de la Policia Federal,
Enrique Francisco Galindo Ceballos, viajó a España para recibir una
condecoración del Ministerio del Interior. Y no lo hizo a hurtadillas, sino
bastante acompañado y por todo lo alto. Se llevó con él el mariachi completo de
su corporación: 11 dragones de la Policía Federal con uniforme de gala. Para que no
faltara de nada en la fiesta.
El propio ministro del
Interior, el beatífico Jorge Fernández Díaz, se quedó de pasta de boniato
cuando durante la celebración de la fiesta de la Policía Nacional,
condecoró al comisario Galindo Ceballos, con la medalla al mérito policial en
la modalidad de Plata Honorífica, y vio de cerca la guardia pretoriana de
policías-mariachis que llevaba. El director general de la Policía, Ignacio Cosidó,
intuyendo el marasmo, cogió el micro y, tras reconocer el esfuerzo realizado
por el Gobierno mexicano para mejorar las condiciones de seguridad entre las
naciones, inició un discurso que no tiene desperdicio: “Estamos ampliando el
ámbito de seguridad europeo a una dimensión iberoamericana y México, con su
Policía Federal, es un país líder en este proyecto común”. Nada sobre las
constantes violaciones de los derechos humanos por los cuerpos policiales
mexicanos, los asesinatos extrajudiciales y los centenares de desaparecidos…
Los policías-mariachis hicieron dos representaciones –en Madrid y Palencia- que
se alternaron con la de la Orquesta Sinfónica del Cuerpo Nacional de
Policía. En todos los actos, el comisario Galindo-Ceballos alabó la sólida
relación entre las dos policías y agradeció la ayuda de los españoles en la
creación de la Gendarmería
mexicana. Y se quedó tan ancho.
Paralelamente, en México,
se iban descubriendo más y más datos (escalofriantes) sobre cómo habían sido
asesinados los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa (Guerrero) por
agentes de la
Policía Municipal y sicarios del narcotráfico, y aparecían
nuevos testimonios sobre fusilamientos extrajudiciales… que la Secretaría de la Defensa Nacional
había tratado de camuflar como enfrentamientos entre militares y presuntos
delincuentes. Prácticas que, hasta ahora, nadie ha reconocido haber enseñado
nunca.
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