lunes, 10 de agosto de 2015

Grecia, el Plan B y sus implicaciones Por Jacques Sapir.


La prensa internacional ha publicado varios artículos que detallan las propuestas formuladas por Yannis Varoufakis a Alexis Tsipras, propuestas que fueron rechazadas por el primer ministro griego. Dichos artículos arrojan luz sobre el contenido del "plan B" existente en Grecia. Estas propuestas muestran que, contrariamente a lo que algunos siguen afirmando, entre ellos Pierre Laurent, secretario nacional del PCF (ver su entrevista en Marianne [1]), la alternativa no era entre la “quiebra” y la capitulación. Hubo aquí una mentira consciente sobre las razones de la rendición de Tsipras. Existía, en efecto, otro camino posible y en absoluto “rocambolesco”. Pero ello implicaba, en un plazo relativamente corto, la salida de Grecia del euro, una posición que parece aceptada por algunos colaboradores de Varoufakis[2]. Es preciso sacar las consecuencias correspondientes.
El contenido de dicho plan “B”
Este plan fue revelado en parte por un diario griego [3], a partir de filtraciones procedentes del aparato gubernamental. Al ser dicho diario muy opuesto a Syriza, conviene tener cuidado con las formulaciones que se utilizan, y que no corresponden en absoluto a la realidad. Sin embargo, nos enteramos de que, a partir de diciembre de 2014, es decir, antes de las elecciones de enero de 2015, Varoufakis y Tsipras pensaban que habrían de enfrentarse a una oposición decidida del BCE y al bloqueo de la actividad bancaria en Grecia. El periodista británico Ambrose Evans-Pritchard, en The Telegraph, da la versión de Varoufakis[4]. Esta fuente puede considerarse más fiable y, en todo caso, más honesta que la del periódico griego. Romaric Godin, de La Tribune, cuya cobertura de los acontecimientos de Grecia saludamos desde aquí, publicó un artículo más breve sobre el tema[5].
El plan de Varoufakis era crear un sistema paralelo al sistema oficial para los pagos entre el gobierno y las empresas [6]. Pero, al estar las autoridades fiscales griegas bajo el control de facto de expertos designados por la “Troika”, se vio obligado a hacerlo en secreto. Este sistema paralelo de pagos habría permitido que el gobierno griego eludiera el bloqueo de los bancos organizado por el BCE. También habría permitido un rápido desplazamiento del euro a la dracma, pero Varoufakis, en palabras recogidas por The Telegraph, sólo contemplaba esta medida como recurso extremo [7]. Siempre según las declaraciones hechas a Ambrose Evans-Pritchard en The Telegraph, Varoufakis afirma que fue en la noche del 5 al 6 de julio, cuando el “No” había triunfado holgadamente en el referéndum, cuando Tsipras se negó a poner en práctica aquel sistema, lo que provocó la renuncia de Varoufakis.
Sé, gracias a mis contactos con miembros del equipo de Varoufakis, que dicho sistema paralelo de pagos era sólo uno de los elementos del “plan B”. El control directo de los bancos y del Banco Central, en el marco de los poderes extraordinarios que tendría que haber reclamado Tsipras, era otro de esos elementos. En las conversaciones que tuve con miembros del gabinete, expliqué la necesidad de ser conscientes de que dichas medidas constituían un incumplimiento de los tratados, y que había que presentarlas como una respuesta a las acciones ilegales del BCE en relación con Grecia.
En el fondo, es evidente que la negativa de Tsipras a aplicar el “Plan B” está ligada a su negativa, cualesquiera que sean las razones, a romper con el marco del euro y de Europa. Las explicaciones sobre el temor a la “quiebra” de los bancos no se sostienen porque, precisamente, el plan tenía como objeto remediar la situación de los bancos. La decisión de Alexis Tsipras fue política. Situado ante la disyuntiva de elegir entre el programa de Syriza y la UE, optó por la UE y la austeridad. Eso es lo que explica su capitulación a la semana siguiente y la aceptación del diktat europeo del 13 de julio.


Las consecuencias del control directo del Banco Central de Grecia
Un punto importante aquí, pues se ha aludido reiteradamente a él en el debate francés, y especialmente en los debates públicos que tuve con Jacques Généreux y Jean-Luc Mélenchon [8], tiene que ver con el control directo del Banco Central. Dicha medida tiene esencialmente por objeto recuperar la soberanía monetaria y desbloquear las reservas existentes en el Banco de Grecia, y también en los bancos comerciales, pero bajo tutela del Banco de Grecia. Dichas reservas ascendían a 12 mil millones de euros y habrían permitido que la circulación monetaria se reanudara durante unas semanas.
Una fuente del BCE, de la que se ha hecho eco un artículo del Financial Times, indica que, ante tal medida, el BCE habría denunciado las reservas requisadas como “dinero falso” [9]. Dicho artículo contiene, por otro lado, diversas inexactitudes. Pero lo que nos interesa aquí es la reacción del BCE ante la puesta bajo control gubernamental de uno de los bancos centrales de la zona euro. De hecho, el BCE no puede distinguir entre el dinero en circulación antes de la requisa y la fracción de dinero confiscada como resultado de la requisa. Lo único que puede hacer técnicamente es aislar al país que ha efectuado la mencionada requisa y obligar a los bancos de los demás países de la zona euro a no reconocer validez como euro a la moneda circulante en el país autor de la requisa. Tengamos en cuenta que esto es ya en parte lo que el BCE había impuesto a Grecia. Pero en el caso de una toma de control gubernamental es posible que el BCE aísle completamente al país que la ha llevado a cabo, obligándole o bien a no comerciar en absoluto con los demás países de la zona euro, o bien a cambiar moneda y abandonar de hecho la eurozona.
En otras palabras, la requisa podría conducir rápidamente a una salida del euro. En el caso de Grecia, el gobierno griego podría legítimamente decir que el control directo de la banca, que habría sido necesario para evitar la destrucción del sistema bancario griego, no eran más que la respuesta a la acción ilegal del BCE, que había puesto en peligro el sistema bancario pese a que una de sus tareas, tal como estipulan sus estatutos, es precisamente garantizar el buen funcionamiento del sistema bancario. Pero, de hecho, está claro que las acciones del BCE ya no se ajustan a ningún tipo de legalidad. Este último se ha convertido en un monstruo, o más bien un tirano, que se ha desembarazado de cualquier regla.
Implicaciones
Las implicaciones de semejante evolución del BCE están claras para cualquier gobierno que pudiera entrar en conflicto con las instituciones de la zona euro. Tendría que recurrir muy rápidamente al estado de excepción. En la práctica esto significa que, en el caso de Francia, si un gobierno, por ejemplo como resultado de una elección presidencial o en otras circunstancias, iniciara un pulso con las instituciones de la zona euro, tendría que invocar muy rápidamente el artículo 16 con el fin de poder, mientras dure la crisis, gobernar por decreto. Recordemos los términos:
“Cuando las instituciones de la República, la independencia de la Nación, la integridad de su territorio o el cumplimiento de sus compromisos internacionales se vean amenazados de manera grave e inmediata y el funcionamiento regular de los poderes públicos constitucionales se vea interrumpido, el Presidente de la República tomará las medidas exigidas por tales circunstancias, previa consulta oficial al Primer Ministro, los Presidentes de las Asambleas y el Consejo Constitucional.
Informará a la Nación mediante un mensaje.
Estas medidas deberán estar inspiradas por la voluntad de asegurar a los poderes públicos constitucionales, en el plazo más breve posible, los medios para llevar a cabo su misión. El Consejo Constitucional será consultado al respecto.
El Parlamento se reunirá de pleno derecho.
La Asamblea Nacional no podrá ser disuelta durante el ejercicio de los poderes de excepción.
Al cabo de treinta días de ejercicio de los poderes de excepción, el Consejo Constitucional podrá ser convocado por el Presidente de la Asamblea Nacional, el Presidente del Senado, sesenta diputados o sesenta senadores, con el fin de examinar si siguen vigentes las condiciones enunciadas en el párrafo primero . El Consejo se pronunciará al respecto, en el plazo más breve posible, mediante un anuncio público. Al cabo de sesenta días de ejercicio de los poderes de excepción, y en cualquier momento una vez transcurrido dicho plazo, procederá de pleno derecho a dicho examen y se pronunciará al respecto en los mismos términos [10].”
Está claro que las “instituciones de la República” y “el funcionamiento regular de los poderes públicos constitucionales” serían claramente puestos en entredicho por el riesgo de caos bancario. Cabe señalar que el artículo 16 confiere plenos poderes al Presidente de la República, siendo meramente indicativa la opinión del Primer Ministro, de los Presidentes de las cámaras o del Consejo Constitucional. Del mismo modo, hay que señalar que, en su sentencia Rubin de Servens, que data del 2 de marzo de 1962, el Consejo de Estado precisa que la decisión de ejercer los poderes de excepción es “un acto de gobierno que no es competencia del Consejo de Estado juzgar en cuanto a su legalidad ni controlar el tiempo de su aplicación”. En otras palabras, el Consejo de Estado se ha situado al margen de un posible control, a priori o a posteriori, de las disposiciones del artículo 16.
Cualquier “plan B” debe, pues, incluir claramente el recurso, tan pronto como sea posible, al artículo 16.
Notas
[1]
Pierre Laurent: “La salida de la zona euro no impide la presión de los mercados”, entrevista con Bruno Rieth, Marianne, 25 de julio de 2015, http://www.marianne.net/pierre-laurent-sortie-zone-euro-n-empeche-pas-pression-marches-100235637.html
[2]
D. Munevar, “¿Por qué he cambiado de opinión acerca del Grexit”, en SocialEurope 23 de julio de 2015, http://www.socialeurope.eu/2015/07/why-ive-changed-my-mind-about-grexit/
[5]
[8]
El debate con Jean-Luc Mélenchon data de julio de 2013, y fue dirigido por el equipo de imagen fija. Mélenchon se refiere al control bancario directo a partir de las conversaciones que mantuve desde la primavera de 2011 con Jacques Généreux, quien en ese momento era el responsable de “economía” del Partido de la Izquierda.
[9]
Kerin Hope y Tony Barber, “Plan secreto  de Syriza durante las discusiones sobre la crisis para volver a la dracma”, Financial Times, 24 de julio de 2015, http://www.ft.com/intl/cms/s/0/2a0a1d94-3201-11e5-8873-775ba7c2ea3d.html#axzz3gx22HCKc
[10]
Redacción de 2008.



Nota: Traducido por Miguel Candel

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