Brasil: la derrota del golpe se decide en la calle. Por Ángel Guerra Cabrera.
Tragué
 sapos, pero pude presenciar casi hasta el final el denigrante 
espectáculo de los corruptos, ignorantes y desvergonzados diputados 
brasileños. En nombre de Dios, la familia y, hasta algunos, con loas a 
la dictadura militar, una holgada mayoría aprobó, sin fundamento 
jurídico,  el inicio del juicio político a la presidenta Dilma Rouseff. 
Por eso ha tenido tan mala prensa fuera de Brasil y no ha recibido el 
apoyo público de un solo gobierno en el mundo.
Era
 el preámbulo del golpe de Estado, que marcha a todo trapo en las 
cúpulas, gestado por una coalición del capital financiero y el 
agronegocio internacionales capitaneados desde Washington. Sin 
subestimar el importante papel de los grupos económicos y mediáticos 
locales, la cadena Globo en particular, que junto a los demás medios 
dominantes tomó hace tiempo la dirección de los partidos opositores, 
dedicados a instigar el odio, la histeria y a calumniar un proyecto al 
que nunca pudieron vencer electoralmente. Esta cofradía atrajo al centro
 del plan golpista a las formaciones “aliadas” al Partido de los 
Trabajadores(PT), incluyendo al vicepresidente Michel Temer. 
Es
 enorme la concentración de intereses que persigue destruir 
políticamente a Dilma y, por carambola, al PT y, sobre todo, a Lula da 
Silva, quien en lugar de ser reelecto en 2018, pues no tiene 
contrincante que se le acerque, podría acabar injusta y arbitrariamente 
en la cárcel. De esta forma, liquidar el Brasil incluyente construido 
por los gobiernos del PT, que sacó de la pobreza y la marginación a 
decenas de millones con planes asistenciales y de educación, salud y 
vivienda popular. Además de apoderarse de sus enormes recursos 
naturales, comenzando por el gigantesco yacimiento petrolífero Tupi.
Si
 el juicio político -o impeachment- contra la presidenta triunfara, 
permitiría, como ya ocurre en Argentina, un brutal y acelerado asalto a 
los salarios y a los derechos sociales de los trabajadores y los más 
desfavorecidos, con trasferencias millonarias de riqueza a una pequeña 
elite. Y esto no es todo, pues llevar hasta las últimas consecuencias un
 atraco de esa naturaleza a poblaciones que fueron muy beneficiadas 
socialmente en las dos últimas décadas exige despojar de sus ripios a la
 desvencijada democracia burguesa y avanzar hacia los que se prefiguran 
como mal disfrazados regímenes de fuerza.
A
 escala regional, la victoria del golpe significaría un duro golpe a la 
arquitectura de unidad e integración latino-caribeña, cuyas primeras 
piedras colocó el trascendental liderazgo de Hugo Chávez, Néstor 
Kirchner y el propio Lula. Esa alianza permitió la derrota del ALCA y 
coadyuvó al surgimiento de otros gobiernos populares. Posteriormente, 
con Evo Morales y Rafael Correa ya a bordo, encabezó, con la inspiración
 y el sólido apoyo de Fidel y Raúl Castro, la construcción de un 
entramado de instituciones regionales como la UNASUR y la CELAC, cuya 
deriva de independencia respecto a Estados Unidos podría sufrir un 
retroceso importante de consolidarse el golpe 
mediático-parlamentario-judicial contra Dilma.
El
 golpe en Brasil persigue cercenar de los BRICS al gigante suramericano,
 y con ello provocar una sensible grieta en el entramado emancipador de 
nuestra América y en el orden multipolar que ha ido emergiendo del 
ascenso de China, Rusia e India como importantes jugadores de la escena 
internacional. 
Con
 las ramas judicial y legislativa y la policía federal minadas por la 
corrupción y ansiosas de retornar a Brasil “al mundo”, o sea, a la 
subordinación al imperialismo, incluidos los programas de “ajuste” 
estructural del Fondo Monetario lnternacional, el arma fundamental para 
derrotar el golpe es la movilización popular en las calles. Aunque el 
frente antigolpe prepara también una estrategia para la defensa de Dilma
 en el Senado, cámara que tiene la última palabra sobre si procede el 
impeachment.
Han
 venido creciendo importantes marchas del Movimiento de Trabajadores sin
 Tierra y el Bloque Brasil Popular y se espera que experimenten un salto
 el primero de mayo, cuando hay convocadas manifestaciones en todo el 
país contra el golpe y por las demandas del movimiento popular, cuyo 
centro será la ribera de Anhangabaú, en San Pablo.
Lula
 ha dicho que con el golpe la oposición busca llegar al poder de forma 
ilegítima e implementar autoritariamente una agenda neoliberal derrotada
 en las urnas y que habrá lucha por la democracia.
Ese es el camino. En Brasil, en Argentina, en Venezuela, en todas partes.
Twitter: @aguerraguerra
 
