02/03/2019
Mujer, indígena y rebelde. Lideresa del movimiento indígena hondureño organizado en el COPINH y una de las grandes revolucionarias de nuestro tiempo. En escuelas y universidades se debería estudiar el pensamiento y acción de Berta.
Yo trabajaba en Chiapas realizando documentales y aprendiendo de las comunidades zapatistas.  Nos hablaron de la lucha de Berta y fuimos a conocerla. Era el 2006. Esa fue mi escuela y empecé a comprender el mundo de manera mucho más profunda. Berta nos concientizaba sobre la responsabilidad histórica que nos ha tocado a esta generación. La recuerdo resistiendo en las calles junto a miles de indígenas megáfono en mano: “Las mujeres ya no vamos a ser objetos, ni espectadoras, somos actoras y protagonistas de las transformaciones sociales… Berta tenía un pensamiento muy profundo, conocía bien el mundo y el pensamiento occidental pero lo que la hace invencible es su cosmovisión indígena. Para comprender un poco mejor esa cosmovisión debemos contextualizar: los pueblos indígenas habitan desde hace miles de años en territorios muy ricos en bienes naturales. Son las defensoras de las selvas, bosques, ríos, mares… De su resistencia dependemos gran parte de la humanidad. La comunidad científica advierte del peligro inminente que corremos como especies. El cambio climático ya está aquí. Los amos del dinero cada vez van siendo menos y más poderosos. Su avaricia expresada a modo de saqueo de la naturaleza para fabricar productos suntuarios no tiene límites. Estamos en cifras récords de desigualdad, refugiados y depredación de la naturaleza. Casi mil millones de personas pasan hambre mientras pocas decenas de hombres blancos acumulan más dinero que la mitad de la población mundial.  En la lucha por nuestra supervivencia, los pueblos indígenas son esenciales. Berta lo sabía y por eso no desmayaba en la lucha. Emitía amor, esperanza, ilusión y alegría, pilares fundamentales para cambiar el rumbo de la destrucción de nuestra casa, la Tierra. Mientras recogía el Premio Goldman advertía: “Nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de estar sólo contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal”.
En el 2009 se ejecuta un golpe de estado en Honduras. La oligarquía del país y la CIA colocan a un títere como presidente. El pueblo hondureño se levanta de manera no violenta. Millones de personas en las calles durante más de 6 meses exigiendo libertad y democracia. Los miles de hondureños que hoy huyen de la miseria y la violencia intentando llegar a Estados Unidos son la herencia del golpe. Días después de tomar el poder, los militares disparan contra una masiva manifestación asesinando a un adolescente. En el homenaje al compañero caído y delante de miles de personas, Berta: “Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”.  Yo estaba grabando a pocos metros de ella y sentí como por su voz hablaban los millones de indígenas rebeldes que durante 527 años resisten al desprecio y la violencia, al racismo y al patriarcado. Durante más de cinco siglos no han podido acabarlos. Ellas son nuestra esperanza. Ellas, las que vienen de la profundidad de la historia, la dignidad rebelde, son el futuro.
Después de mucha reflexión y análisis decidimos desde el Colectivo Miradas realizar el documental Los hilos del tablero sobre el complejo militar industrial como instrumento de fuerza de choque para saquear los recursos naturales y controlar países y territorios. Durante el rodaje, hace justo tres años, nos llegó la amarga noticia del asesinato de Berta. Los autores intelectuales siguen libres. La impunidad campa a sus anchas. La tristeza cala hondo. La indignación la canalizamos mediante el documental. Nuestro homenaje y aporte es mostrar parte de su legado. Nuestra responsabilidad histórica es continuar la lucha de Berta Cáceres: “Despertemos humanidad ya no hay tiempo”.