Pablo iglesias "Este Gobierno tiene la obligación de conseguir el 'sí' del PNV, de ERC, de EH Bildu, de Más Madrid y de Compromís"
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Pablo Iglesias, 
vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030 del
 Gobierno y secretario general de Podemos, recibe a Público en su
 despacho el jueves por la mañana, entre reuniones y llamadas sobre las 
múltiples tareas que le ocupan en este momento, la mayoría vinculadas 
con la gestión social de la emergencia sanitaria sin precedentes que 
sufren España y el resto del mundo. Por el medio, la compleja 
negociación del Gobierno para sacar adelante unos presupuestos cuyo plan
 dé por fin luz verde a la llegada de las ayudas comprometidas por 
Bruselas para paliar la costosa gestión pública de los efectos de la 
pandemia.
¿Qué impresión ha sacado de los encuentros del presidente Sánchez con Pablo Casado (PP) e Inés Arrimadas (Ciudadanos) este miércoles? ¿Ciudadanos vuelve a ser el partido "progresista y socialdemócrata" de sus inicios para ocupar el lugar de Unidas Podemos?
Las reuniones se 
enmarcan en la normalidad institucional de las relaciones políticas. 
Creo que tanto Pablo Casado como Inés Arrimadas han sido muy claros en 
sus declaraciones; además, han sido coherentes. Ciudadanos y el Partido 
Popular son dos fuerzas políticas que gobiernan, y gobiernan junto con 
Vox, en la Comunidad de Madrid, en su Ayuntamiento y también en 
Andalucía. Los tres partidos configuran un bloque, y es verdad que 
podemos escuchar algunos matices, pero configuran un bloque. A partir de
 ahí, ¿el Gobierno de España tiene que tener relación con todos los 
partidos políticos? Por supuesto, pero a la hora de configurar algo tan 
importante como una mayoría para sacar adelante los presupuestos, y que 
pueda dar estabilidad al Gobierno y al país para los próximos años, lo 
que hemos acordado el presidente y yo es muy claro. Primero, pactar unos
 presupuestos, que espero estén lo antes posible, y en ello trabajan 
Nacho Álvarez y María Jesús Montero. Ese documento lo presentaremos el 
presidente del Gobierno y yo. La metodología que hemos acordado para 
negociar es hablar primero con los partidos que apoyaron la investidura 
de este Gobierno, después con quienes se abstuvieron y al final, con 
quienes votaron que no.
El diálogo no debe 
excluir a nadie, pero hay que ser realistas. Creo que en estos años y en
 estos meses se ha demostrado que la única mayoría que puede asegurar la
 estabilidad del Gobierno —y se van a aplicar estos presupuestos para 
afrontar tareas de reconstrucción enormemente importantes para el país— 
es la mayoría de la investidura.
Que Ciudadanos haya sido recibido 
primero en La Moncloa, antes que ERC pese a tener Arrimadas menos 
escaños y haber votado "no" en la investidura, ¿no implica que se le da 
prioridad en las negociaciones, entonces? 
Creo que Arrimadas 
ha sido muy clara: "Nosotros lo que queremos es minimizar el impacto 
político de una de las fuerzas que está en el Gobierno". Yo le agradezco
 la coherencia, pero quien dice que su objetivo político es que las 
ideas de Unidas Podemos, que es una fuerza que gobierna en España, no se
 noten en los presupuestos, creo que se está excluyendo de negociar unos
 presupuestos con un Gobierno del que forma parte Unidas Podemos. Y ojo,
 aquí no hay ninguna crítica, a mí me gusta la gente que habla claro; me
 sorprendería que Arrimadas dijera una cosa diferente. Yo entiendo que 
una formación que gobierna con el Partido Popular y con el apoyo de Vox 
tenga muy difícil negociar con un Ejecutivo donde yo soy vicepresidente,
 es lógico.
¿Ustedes estarían dispuestos a 
renunciar al impuesto a las grandes fortunas o a la derogación de la 
reforma laboral a cambio de ese pacto con Ciudadanos?
Hay un documento 
que es ley, que es el acuerdo programático que firmamos Pedro Sánchez, 
como líder del PSOE y yo como líder Unidas Podemos. Ésa es la ley del 
Gobierno y no hay nada que pueda entrar a cuestionar este documento por 
el cual hay un Gobierno de coalición en este país. La semana pasada 
acordamos una evidencia: este texto es el que va a condicionar la 
elaboración de los presupuestos generales del Estado y a partir de ahí, 
si tenemos un Gobierno de izquierdas, parece muy complicado que éste 
pueda ponerse de acuerdo con formaciones políticas que gobiernan en la 
dirección contraria a lo que ha venido haciendo el Gobierno en todo este
 tiempo. ¿Eso quiere decir que hay que dejar de dialogar con alguien? 
Diálogo con todos. ¿Eso quiere decir que puede haber algunos acuerdos 
puntuales? Por supuesto que sí, pero hay una cosa que todo el mundo 
tiene que entender: además de una aritmética viable tiene que haber una 
política viable. Aritméticamente, el PSOE, Unidas Podemos y Vox suman 
diputados suficientes para dar mucha estabilidad a la legislatura, pero 
eso es políticamente inviable. Parece poco serio y coherente que el 
bloque de gobernabilidad de la derecha, que quien gobierna con PP y Vox,
 como Cs, se pueda poner de acuerdo con un Gobierno de coalición de 
izquierdas. La base de este Ejecutivo no es solamente que estemos dos 
formaciones políticas, sino que es un programa que acordamos, firmamos y
 al que costó mucho llegar.
"Con quien gobierna con Vox, blanqueando a la ultraderecha, creo que es muy difícil pactar, aunque a algunos les pudiera gustar"
A
 partir de ahí, el trabajo va a ser enormemente difícil, porque yo soy 
consciente de que lograr el apoyo de todas las fuerzas políticas que 
vamos a necesitar para sacar adelante los presupuestos no va a ser 
fácil. No va a ser fácil con ERC, pero tampoco va a ser fácil con las 
fuerzas políticas que tienen menos escaños porque legítimamente van a 
plantear sus reivindicaciones. No va a ser fácil lograr un acuerdo con 
el PNV, que algunos dan por hecho, porque el PNV es un negociador muy 
duro y muy árido. No va a ser fácil con EH Bildu ni con otros actores de
 carácter progresista y con reivindicaciones para sus territorios. Pero 
tenemos solamente 155 diputados y, perdonen la expresión informal, nos 
lo vamos a tener que currar mucho. Creo que todo el mundo entiende, 
pues, que donde vamos a encontrar más apoyos para estos presupuestos en 
las fuerzas políticas de izquierdas y que comprenden lo que significa la
 plurinacionalidad de nuestro Estado. Con quien gobierna con Vox, con 
quien está blanqueando a la ultraderecha, creo que es muy, muy difícil, 
aunque a algunos les pudiera gustar. La realidad es la que es.
Sin embargo, ha llegado una pandemia casi en los inicios del Gobierno de coalición y su programa, su hoja de ruta, de alguna forma se han trastocado. La preocupación hoy es si vamos a tener unos presupuestos sociales que puedan cubrir todo el gasto público que acarrea esta emergencia sanitaria.
Ahí la clave 
fundamental es que la pandemia y sus consecuencias económicas y sociales
 han supuesto un antes y un después, incluso un cambio de época: esta 
pandemia cierra el siglo XX. Y a partir de ahí, no hay una discusión 
sobre si tiene que haber unos presupuestos austeros. Hasta el Fondo 
Monetario Internacional está diciendo "Gasten, gasten, gasten" y lo que 
llega de Europa, 140.000 millones, de los que 70.000 son en 
transferencias directas, no tiene precedentes. Ni en el programa 
económico más optimista de Podemos hemos encontrado unas previsiones de 
recursos como las que vamos a tener. Eso significa que los argumentos 
antiguos, que sobre todo usaba la derecha (hay que recortar el gasto 
público, no hay que afrontar la necesidad de consumo por parte de la 
ciudadanía...), esos argumentos de que las políticas neoliberales podían
 ser eficaces, forman parte del pasado. Ahora todo el mundo es neokeynesiano
 y asume que hay que gastar, así que la revisión que se puede llegar a 
producir del acuerdo de coalición es al alza, porque llegan muchísimos 
recursos.
¿De qué tenemos 
que estar hablando ahora, de pactar con la derecha o de pactar cómo 
resolvemos el problema de la industria en España por fin? ¿De pactar con
 la derecha o de aquello de lo que se está hablando en la calle, la 
dependencia excesiva que siempre ha tenido España del turismo? Siempre 
va a haber turismo en España, pero no puede depender solo del turismo; o
 de la construcción y el ladrillo, que han traído no solo corrupción, 
sino enormes deficiencias económicas. ¿Hay que hablar de pactar con la 
derecha o hay que hablar de traer al país una transición ecológica que 
permita una mayor eficiencia energética y una sostenibilidad que son 
imprescindibles? ¿Hay que hablar de pactar con la derecha o de rediseñar
 y financiar una política de cuidados que dé a nuestro país estructuras y
 redes sociales suficientes para afrontar situaciones como la que 
estamos viviendo? Los debates que hay en la calle son evidentes y la 
prueba de que la derecha se ha quedado fuera de juego es que no discuten
 de política, crispan. Tratan de utilizar al Consejo General del Poder 
Judicial como ariete del Gobierno, y esto no lo digo yo, lo dijo la 
propia Cayetana Álvarez de Toledo cuando señaló que lo único que les 
queda para hacer caer este Gobierno es la Justicia. Lo dicen 
abiertamente, crispan, insultan, entran en una estrategia trumpista de
 bulos y desinformación... ¿Por qué? Porque si tenemos que hablar de 
política y economía en este país, las tres derechas están completamente 
fuera de juego. Nuestra obligación es, por tanto, trasladar estos 
debates de país que señalaba a los presupuestos generales teniendo claro
 cuáles son nuestros únicos aliados viables.
Efectivamente, con el relato que 
usted nos hace, la necesidad de esos presupuestos sociales, de 
izquierdas, lo lógico sería pensar que la prioridad en la búsqueda de 
apoyos deberían ser los partidos que facilitaron la investidura del 
Gobierno. Sin embargo, le traslado la percepción pública y es la 
impresión de que Ciudadanos marca esa agenda de negociaciones y ERC o EH
 Bildu se dan por perdidas, no cuentan ya. ¿Ustedes han hablado con 
ellos? ¿Es usted y la gente de su partido quienes van a negociar con la 
izquierda, como se ha publicado?
La metodología 
acordada es clara: lo primero es que Nacho y María Jesús tengan el 
documento, que presentaremos Pedro Sánchez y yo. Y a partir de ahí, 
comienzan las negociaciones oficiales de Nacho y María Jesús con los 
grupos parlamentarios en el orden que dije antes, los que apoyaron, los 
que se abstuvieron y los que votaron que no en la investidura. En la 
dinámica con los grupos, estarán Echenique y Asens junto con Adriana 
Lastra, pero antes de aprobarse el documento no hay negociación oficial.
 Conversaciones informales, sí, y yo no dejo de hablar todos los días 
con muchos dirigentes políticos. Este Gobierno tiene la obligación de 
conseguir el sí del PNV, de ERC, de EH Bildu, de Más Madrid y Compromís,
 así como de otros grupos que van a armar la mayoría. Y ojo, porque en 
las últimas declaraciones tanto ERC como Bildu aseguran que para hacer 
unos presupuestos generales de izquierdas, "estamos disponibles". Vamos a
 hablar y vamos a negociar e, insisto, no va a ser fácil. En concreto, 
en Catalunya, el propio contexto de las elecciones hace que vaya a ser 
mucho más complicado, pero allí hay que hablar con todos; con Junts, 
pero también con esos representantes políticos que quieren armar otro 
espacio y que tienen toda la legitimidad para estar en las 
negociaciones. Hay que hablar con todos, buscar elementos de acuerdo y 
explicar que éste es un contexto sin precedentes, con unos desafíos 
históricos para España, pero también para Catalunya y para Euskadi; 
también para un país que se ve a sí mismo en la diversidad, en una 
proyección hacia el futuro que creo que va en una dirección republicana,
 en el sentido de construir un Estado que sea mucho más integrador 
porque respeta y cuida la diferencia.
"No nos jugamos solo los presupuestos, ni la legislatura; nos jugamos también quién va a estar en la dirección del Estado en las próximas décadas"
Claro
 que hablo con todo el mundo de esa perspectiva de país, porque aquí y 
ahora no nos jugamos solamente los presupuestos, ni esta legislatura; 
nos jugamos también quién va a estar en la dirección del Estado de este 
país en las próximas décadas. Y ahí hay que reconocer la pluralidad de 
lo que vota la gente. El Partido Socialista ha tenido muchos votos, 
nosotros hemos tenido tres millones de votos, pero con eso no hay suma 
parlamentaria. Hay que contar con aliados que, además, expresan una 
España muy plural y muy compleja. La viabilidad de este Gobierno de 
coalición pasa por asumir no solo una agenda social de protección de 
derechos sociales y de apuesta por la innovación, buscando además nuevas
 alianzas con nuevas elites empresariales mucho más emprendedoras y con 
capacidades para asumir la modernización que necesita este país, sino 
también los sectores que representan una España plural y plurinacional. 
Esta España tiene, a mi entender, una tarea pendientes que es la de 
expresarse sobre una nueva configuración del Estado. No es poco lo que 
nos estamos jugando.
En la primera fase de la pandemia,
 España fue referente internacional por la gestión de la crisis. Ahora 
estamos a la cabeza de Europa en número de contagios. ¿Qué 
responsabilidad tiene el Gobierno en esta recaída?
Todos tenemos que 
asumir nuestra responsabilidad. También los gobiernos autonómicos, que 
tienen las competencias sanitarias y de servicios sociales. Siendo 
prudentes y siendo autocríticos es importante poner en relación el 
número de contagios que se detectan, que además tiene que ver con la 
cantidad masiva de pruebas que se están haciendo y que prueban la 
cantidad de asintomáticos que dan positivo, con la tasa de letalidad y 
compararla con la de marzo y abril. Hay que comparar también el nivel de
 colapso hospitalario de entonces, que, con la excepción de la Comunidad
 de Madrid, donde en algunos centros la gestión ya empieza a ser 
difícil, no tiene nada que ver con la situación de marzo y abril, sobre 
todo, en las unidades de cuidados intensivos. Entonces la situación era 
terrible, en número de muertos, colapso de hospitales y de UCIs, pero la
 situación actual, aun siendo preocupante y difícil y en la que no 
podemos bajar la guardia, es completamente distinta si asumimos, como 
dicen los especialistas, que la capacidad letal del virus sigue siendo 
la misma. Estamos en una situación muy diferente, pero seríamos 
enormemente torpes si bajáramos la guardia y no reconociéramos que la 
clave de que estemos como estamos es un nivel de conciencia social 
enorme, para llevar la mascarilla siempre, para mantener las medidas de 
distancia social, para ser precavidos... ¿Estamos en una situación 
distinta en el buen sentido respecto a marzo y abril? Sí. ¿Hay razones 
para estar preocupados y para estar alerta? Todas. ¿El Gobierno debe ser
 autocrítico y reconocer que algunas cosas se podían hacer mejor y que 
el trabajo con las comunidades debe de ser de lealtad y nunca desde la 
competición partidista? Creo que eso está claro.
Entonces, ¿usted no ve riesgo de colapso hospitalario salvo en la Comunidad de Madrid? 
Quiero ser muy 
prudente y hago mías las declaraciones del ministro de Sanidad y del 
responsable del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias 
Sanitarias, Fernando Simón, porque he tenido sensaciones muy incómodas 
al no ser yo especialista en el tema que ocupa el centro de todo. Yo no 
sé de pandemias y, por tanto, tengo que creerme lo que dicen Simón e 
Illa y al Gobierno le toca obedecer a lo que ordenan las autoridades 
sanitarias. Tengo la sensación de que en los últimos meses han aparecido
 nuevos expertos que utilizan muy alegremente un lenguaje que se ha 
popularizado. Todo el mundo habla de PCRs, de carga viral... y a mí en 
esto me gusta ser prudente. Yo me formé en Derecho y en Ciencia Política
 y, con respecto a las potencialidades que tenga el virus de llevarnos a
 una situación extremadamente difícil, nunca voy a decir nada distinto 
de lo que digan las autoridades sanitarias.
La sensación que se ha proyectado 
es de descoordinación entre el Gobierno y las comunidades autónomas y de
 las comunidades autónomas entre sí. ¿Es un fracaso del Estado de la 
Autonomías o subyace una necesidad de federalizar España, de 
descentralizarla más y mejor? 
Esta crisis ha 
demostrado que las soberanías compartidas son una realidad en España y 
además —y esto lo puedo decir porque estuve en la última conferencia de 
presidentes—, el tono entre los que tenemos responsabilidades 
administrativas es muy diferente al tono con el que se mediatiza el 
discurso político. El presidente del Gobierno se ha reunido casi más 
veces con las comunidades autónomas que con su Consejo de Ministros. Él 
habla de cogobernanza, pero en la práctica lo que tenemos en España, 
insisto, es una situación de soberanías compartidas, que todo el mundo 
reconocía y que se produce hacia fuera, porque claro, la política 
monetaria no la deciden el Gobierno de España ni el Congreso de los 
Diputados, sino que la decide básicamente el Banco Central Europeo. 
España ha cedido muchas competencias soberanas que están en Europa, y 
probablemente la discusión más importante que ha tenido España en los 
últimos años ha sido en el Consejo Europeo, donde creo que el presidente
 Sánchez hizo un buen trabajo. Pero también hay una situación de 
soberanías compartidas hacia dentro, porque el sistema sanitario español
 es un sistema descentralizado y cada comunidad tiene su propio sistema 
sanitario y de servicios sociales. A partir de ahí, o trabajamos todas y
 todos juntos y coordinados o esto no funciona y el Estado no solamente 
es la Administración central, sino que Estado son también las 
comunidades y los ayuntamientos, que tienen un papel absolutamente 
central para controlar un fenómeno para el que la legislación de nuestro
 país no estaba preparada.
El estado de alarma era una figura que 
tuvimos que utilizar pero que nadie concibió para dar respuesta a una 
pandemia global; no había instrumentos jurídicos diseñados para 
enfrentarse a una situación como ésta. En un país como España, en el que
 conviven diferentes culturas y también diferentes instituciones de 
profundas raíces históricas, lo que mejor funciona es un modelo federal o
 confederal.
"En un país como España, en el que conviven diferentes culturas e instituciones de profundas raíces históricas, lo que mejor funciona es un modelo federal o confederal"
Nuestro
 Estado de las Autonomías tiene imperfecciones por su propio diseño, 
pero responde más a la realidad de nuestro país que a una construcción 
histórica del Estado español que arranca en el enfrentamiento entre 
isabelinos y carlistas después de la muerte de Fernando VII y que 
construyó un Estado centralista contra el que protestaron demócratas y 
republicanos y, posteriormente, el movimiento obrero, porque no 
respondía a la realidad de España. Creo que la España que se ha 
articulado históricamente en torno a una monarquía y un Estado 
centralizado representado por ella no responde a la realidad de un país 
donde se hablan diferentes idiomas, hay distintas culturas, diferentes 
instituciones... Y esto no tiene que ver solo con la izquierda; siempre 
digo que en Navarra, el PP se presenta con una confluencia que se llama 
Unión del Pueblo Navarro y que tienen clarísimo que sus fueros, una 
manera de tener un derecho civil diferente en Navarra, es una parte muy 
importante de su identidad política. Y, con todo el respeto, son más de 
derechas que el caballo de Don Pelayo. Entienden, sin embargo, la 
plurinacionalidad cosustancial a nuestro país. Por lo tanto, 
descentralización, compartir soberanías, gobernar juntos,... es lo más 
sensato y lógico para un país como el nuestro, que no se parece a 
Francia, donde los jacobinos fueron capaces de construir un Estado 
completamente diferente al que se construyó aquí. Y eso hay que 
normalizarlo, porque es algo de lo que tenemos que sentirnos orgullosos.
 Me gusta vivir en un país de diferentes idiomas, diferentes 
instituciones y una descentralización en la que creo que se puede seguir
 avanzando. La clave para que sigamos siendo un país unido en el futuro 
es, precisamente, el reconocimiento de la diferencia y la necesidad de 
profundizar esa realidad de soberanías compartidas.
La defensa de lo público es un 
mensaje que se traslada insistentemente desde Podemos y el equipo del 
Gobierno, pero con las competencias transferidas en materia de educación
 y sanidad, como decía, ¿hay alguna forma para blindar que los fondos 
estatales o europeos que reciban las comunidades se destinen 
efectivamente a salvar lo público?
Yo me creo la 
descentralización y evidentemente, los fondos que tienen una finalidad 
concreta deben ser aplicados en ese marco y no utilizando el dinero que 
llega para otra cosa. Los fondos que llegan para reforzar lo público no 
se pueden utilizar para favorecer privatizaciones, pero al mismo tiempo,
 tenemos que reconocer que tenemos un Estado descentralizado donde los 
ciudadanos de diferentes territorios tienen la capacidad de elegir 
gobiernos que tienen unas capacidades muy concretas (servicios sociales,
 educación, sanidad...) y que son los legitimados en el marco de la ley 
para aplicar sus políticas. Por lo tanto, claro, tienen también la 
responsabilidad.
Todo el mundo se 
ha dado cuenta de que algunos cuando había estado de alarma, decían 
"Quítenme el estado de alarma", y ahora que no lo hay, dicen "Pónganmelo
 otra vez". Y nosotros les hemos dicho: "Si usted lo quiere, el Gobierno
 está a su disposición para que un Ejecutivo autonómico solicite el 
Estado de Alarma y se apruebe en las Cortes Generales". Pero pídalo 
usted, porque la gente puede tener la sensación de que esto es un poco 
como el perro del hortelano, que en realidad, no es que ustedes no 
estuvieran en desacuerdo con el estado de alarma o que hoy no estén de 
acuerdo con la situación actual, sino que era criticar por criticar. Si 
un Gobierno autonómico considera que en algún momento, en su territorio 
se tienen que instalar modalidades de control poblacional o de control 
de movilidad que requieran de un instrumento jurídico como el estado de 
alarma, pídanlo y nosotros aportamos nuestros diputados para que eso se 
convierta en una realidad. Pero en el momento en que dijimos esto, 
parece que algunos han relajado el tono.
¿Cómo es posible que viendo que el
 coronavirus no se iba de vacaciones y no ha dado la tregua que se le 
supuso en verano, la organización de la apertura del año escolar se haya
 hecho tan tarde? ¿Qué responsabilidad asume el Gobierno como 
coordinador de la lucha contra la pandemia? 
Es lógico que la 
gente esté preocupada. Yo tengo tres hijos y las condiciones de 
seguridad en las que vuelven a clase es algo que nos preocupa a todos. Y
 aquí, efectivamente, las competencias son autonómicas, pero nosotros 
tenemos unas tareas de coordinación y de elaboración de protocolos, 
precisamente, para asegurar esas condiciones de seguridad en la vuelta a
 las aulas, tanto para las niñas y niños, jóvenes que van a la 
Universidad y los propios docentes. Creo que se está llevando a cabo un 
buen trabajo, aunque seguramente siempre se pueden hacer las cosas 
mejor, pero me consta que el ministro de Universidades y la ministra de 
Educación se están dejando la piel para que las condiciones de vuelta a 
clase sean aseguradas al máximo en las comunidades autónomas.
Si algo parece claro es que España
 debería de salir de esta crisis con una sanidad pública mucho más 
fuerte. ¿Qué medidas va a adoptar el Gobierno para que esto se consiga? 
No quiero 
adelantarme a la negociación que van a llevar a cabo Nacho Álvarez y 
María Jesús Montero sobre los presupuestos, que constituyen 
probablemente, la ley más importante de la legislatura, pero creo que sí
 puedo avanzar una serie de tareas fundamentales que están en el 
espíritu de los acuerdos programáticos de la coalición de gobierno. 
España se tiene que reindustrializar y tenemos que asumir que este país,
 en el futuro, no puede depender exclusivamente del turismo, que aunque 
siempre va a ser una industria fundamental, no puede ser la única porque
 nos coloca en una situación de dependencia y vulnerabilidad cuyos 
efectos estamos viendo ahora. España tampoco puede apostar únicamente 
por la industria del ladrillo, porque ya vivimos una crisis relacionada 
con ella y sabemos de sus consecuencias. España debe apostar por I+D+i, 
por la innovación, y por lo tanto, por que desde las administraciones, 
favorezcamos las condiciones para que intervengan sectores empresariales
 y emprendedores que pongan encima de la mesa valor añadido y no lo que 
hemos visto en las últimas décadas. Por ser muy claro, las grandes 
empresas vinculadas al ladrillo y a las industrias tradicionales siempre
 tendrán un papel importante en la economía, pero hace falta nuevo 
talento emprendedor; hace falta una nueva alianza de país, con sectores 
empresariales más dinámicos preparados para poner a nuestro país en una 
situación distinta, que nos asegure más dispositivos soberanos para 
enfrentar situaciones difíciles y un mejor desarrollo. Porque nuestro 
país no tiene que competir en bajos salarios, sino en desarrollo 
tecnológico y poniendo en valor una de nuestras ventajas competitivas 
claves, que es el clima, para el desarrollo de nuevas fuentes de energía
 mucho más sostenibles.
Además, está el 
sistema de cuidados y creo que esta pandemia ha puesto de relieve que es
 una de las grandes asignaturas pendientes de nuestro sistema de 
bienestar. Hay que construir lo que Vicenç Navarro llama el "cuarto 
pilar del Estado del Bienestar" inspirándonos en los modelos nórdicos, y
 ahora tenemos una oportunidad excelente. Para que todo el mundo lo 
entienda, pongamos el ejemplo del modelo residencial, que ha demostrado 
sus límites, incluso haber colocado en una situación de peligro real a 
las personas mayores, personas que han trabajado mucho, se han esforzado
 mucho y no han contado con un servicio público que las protegiera. Hay 
que apostar por un modelo que ya se desarrolló en países del norte de 
Europa y que es la asistencia domiciliaria, que serviría además para 
crear empleo en sectores que tienen mucha dificultad para encontrarlo y 
que podría permitir permanecer en sus casas a muchas personas mayores 
que no tienen necesidad de estar en una residencia si disponen de un 
trabajador público que les visite y ayude varias veces al día en algunas
 cosas. Es más eficaz en términos económicos y en términos de la 
dignidad de la persona, que estará mucho más protegida si se produce una
 pandemia y mucho más a gusto porque está en su casa. Además, evita 
entregar a algunos piratas corruptos la gestión de la salud y la 
dignidad de nuestros mayores. Éstos sí son retos de país, y se presentan
 en el momento en que tenemos una oportunidad histórica; a lo mejor, si 
no hubiera llegado ese punto de giro en la conciencia europea, habría 
sido muy difícil afrontar el problema de la reindustrialización de 
España, o el de la economía de los cuidados, o el de atraer al nuevo 
proyecto de país a nuevos sectores empresariales más dinámicos. Son 
tareas fundamentales que hay que emprender y se tiene que notar quién 
está gobernando en España para llevarlas a cabo.
"Hay que apostar por el modelo de la asistencia domiciliaria, que serviría además para crear empleo en sectores que tienen mucha dificultad para encontrarlo"
Y
 aunque esas competencias estén transferidas, ¿no hay una manera de 
conseguir blindar que unos mínimos sean unos máximos en sanidad, 
educación o dependencia? ¿Están trabajando en algo en este sentido?
Sí, y creo que 
quedó claro en los acuerdos de reconstrucción. Hay un consenso social 
transversal y que es independiente de lo que vote cada uno: con la 
sanidad no puede pasar lo que ha pasado, sobre todo, en territorios 
donde las privatizaciones han sido una realidad. Estoy seguro de que 
mucha gente que haya votado a la derecha o a la ultraderecha tiene claro
 que un servicio público no puede ofrecer lo que estamos viendo: 
profesionales sanitarios trabajando en condiciones de precariedad, 
ineficiencia, privatizaciones que han convertido en un nicho de negocio 
algo que tenía que ser un derecho... Y cuando digo esto es para insistir
 en que trabajar para convertir en políticas públicas los consensos 
sociales muchas veces es lo contrario de ponerse de acuerdo con la 
derecha. En la calle no hay nadie que defienda ahora mismo que las 
privatizaciones sean adecuadas después de lo que hemos visto con la 
pandemia; o que las condiciones de precariedad y que la competencia por 
los salarios bajos favorece la prestación de un servicio público como la
 sanidad. Si hablas con los partidos de derechas, esto es completamente 
diferente. Tenemos la obligación, por tanto, de trabajar por un consenso
 social para que la sanidad sea pública, universal, de calidad y que no 
se produzcan este tipo de situaciones. Convertir los consensos en ley 
implica tener que decir a la derecha que no podemos aceptar lo que han 
estado haciendo en las últimas décadas. Hay un ejemplo que puede 
entender todo el mundo para explicar por qué trabajar por consensos 
transversales es lo contrario de pactar con la derecha: la reforma del 
artículo 135 de la Constitución, que pactaron los dos partidos más 
importantes en España y que iba radicalmente en contra de los consensos 
sociales que se estaban fraguando. Es verdad que el PSOE ha pedido 
disculpas por ello y sus dirigentes han reconocido que se equivocaron 
con esa reforma. En momentos de crisis, defender el interés general, en 
la mayoría de las veces, es lo contrario de los pactos con la derecha. 
Creo que este mensaje es clave para entender lo que tenemos que hacer en
 las próximas semanas y en los próximos meses.
"Trabajar para convertir en políticas públicas los consensos sociales muchas veces es lo contrario de ponerse de acuerdo con la derecha"
Las
 residencias han sido sin duda, el centro del drama en esta pandemia, 
pero son competencia autonómica también. ¿Cómo se revierte un modelo en 
el que confluyen tantos intereses y tan lucrativos? 
Aquí hay dos 
claves: una es democrática y yo espero que cuando haya elecciones, la 
gente tenga memoria y vea cómo actuaron quienes tenían las competencias 
autonómicas; cómo actuaron y lo que dijeron, porque hay dos elementos 
muy graves, lo que se probó que hicieron (los famosos correos 
electrónicos que daban la orden de no trasladar a los mayores, etc.) y 
lo que al mismo tiempo estaban diciendo. Porque en política hay algo 
casi tan grave como equivocarse, y es no reconocerlo después. La otra 
clave es que ha quedado demostrado que el modelo de privatizaciones es 
un fracaso; un modelo que entrega a ciertas empresas una gestión que 
llevan a cabo mediante la precarización de los trabajadores, que ganan 
muy poco con una enorme carga de trabajo. La privatización ha demostrado
 ser ineficaz y enormemente cara para las administraciones públicas.
Tenemos que 
avanzar en ese cuarto pilar del Estado del Bienestar, que se empezó a 
construir con la ley de dependencia de Zapatero en 2007, aunque sigue 
siendo una tarea pendiente en materia de financiación, y se ha 
continuado con el Ingreso Mínimo Vital. No obstante, insisto en que creo
 que hay que avanzar hacia un sistema de atención domiciliaria. ¿Que hay
 gente, grandes dependientes, que van a tener que estar en una 
residencia? Evidentemente, pero hay un número inmenso de personas con 
una cierta edad que con ese sistema gestionado eficazmente podrían estar
 perfectamente en su casa. Y presenta ventajas, no solo en bienestar y 
felicidad de esas personas, sino en términos económicos, porque la bolsa
 de trabajo público que podría generar buscar personal para atender a 
esa gente nos ayudaría en muchos sentidos. Claro que aquí ya no estaría 
el business de algunos que se forran a costa de la salud de los abuelos y abuelas, porque hablamos de un servicio público.
"Los ayuntamientos son la gran asignatura pendiente de la organización territorial de España"
Es
 fundamental en esto que se produzca un diálogo entre administraciones 
para ver cómo lo hacemos y creo que en el futuro, en esto, los 
ayuntamientos tienen que tener un papel crucial. Ellos son, a mi juicio,
 la gran asignatura pendiente de la organización territorial de España. 
Se habla siempre de las comunidades autonómas, de las tensiones de la 
plurinacionalidad, de Catalunya, Euskadi o Galicia... Pero los 
ayuntamientos son las administraciones que tienen el conocimiento y la 
capacidad de intervención más eficaz sobre el territorio y seguramente, 
uno de los grandes desafíos del modelo territorial de España es 
empoderar en términos competenciales a los consistorios en el desarrollo
 de los servicios públicos y, en particular, de ese cuarto pilar del 
Estado del Bienestar. Los ayuntamientos, con un sistema de financiación 
mejor —que tiene un enorme debate ahora mismo— y quizás, con mayores 
competencias para intervenir ahí, podría hacer que en España tuviéramos 
un sistema de atención a la dependencia muchísimo más eficaz.
Hablaba usted del modelo 
productivo en España, que entre turismo y construcción suman el 30% del 
PIB y que explica bastante el shock económico y laboral que está 
sufriendo España en esta pandemia. Usted mismo asegura que, sin otros 
modelos productivos, va a ser muy difícil nuestra recuperación y aunque 
hablaba del servicio público de la dependencia, ¿en qué otros sectores 
productivos están pensando? Y sobre todo, ¿de qué plazos estamos 
hablando para esa reconversión?
La clave de la 
oportunidad que tenemos tiene que ver con un transición que se está 
produciendo en la dirección del Estado en España. Algunas veces, en el 
Congreso, he podido decir a Pablo Casado "Usted no va a ser presidente 
nunca", si dejan votar a todos los españoles y no se ilegalizan partidos
 políticos. Estos seis o siete años han definido unos bloques de 
gobernabilidad muy claros y la mayoría que ha conseguido la derecha en 
Madrid o en Andalucía no es extrapolable al resto del Estado, y esto lo 
confirmaría cualquier especialista en demoscopia. Si somos inteligentes y
 responsables a la hora de cuidar una mayoría de investidura que se 
puede convertir en una mayoría de dirección de Estado, podemos estar 
hablando de dos décadas. Creo que la derecha gestionando el Estado en 
España ha hecho muchísimo daño, y no voy a hablar de lo que significó 
Solchaga y algunos dirigentes del PSOE que presumían porque España era 
el país donde era más fácil hacerse multimillonario. Todos recordamos 
además algunas deficiencias en la construcción de nuestro papel en 
Europa.
Pero todo lo que 
representó el mundo de Aznar, que representó vaciar de capacidades 
soberanas el Estado, lo que significó construir una serie de clientelas 
empresariales corruptas y de patrimonialización del Estado, de 
patrimonialización de la judicatura, que es lo que estamos viendo ahora 
con el PP cuando nos dice "No, no, como yo no voy a ganar las 
elecciones, voy a utilizar a los míos en el CGPJ para que, sin ninguna 
legitimidad, fuera de plazo, con dos años de retraso en la renovación...
 ataquen al Gobierno". El daño que ha hecho a España la derecha en el 
Estado creo que nos tiene que hacer tomar conciencia de que tenemos una 
oportunidad de que haya una dirección de Estado diferente en las 
próximas décadas, donde va a estar el PSOE, donde vamos a estar 
nosotros,... pero donde van a estar también otras fuerzas políticas que 
al igual que nosotros, han sido excluidas históricamente de la gestión 
del Estado en España.
"Unidas Podemos ha acabado con una ley histórica no escrita que decía "La gente que piensa así no puede tocar el Estado en España"
Lo
 que representa que nosotros estemos en el Gobierno —y creo que ustedes 
son conscientes de lo que ha costado— es romper una cláusula histórica 
que duraba cien años en España. Lo que ha conseguido Unidas Podemos es 
acabar con una ley histórica no escrita que decía "La gente que piensa 
así no puede tocar el Estado en España". Y por eso, algunos se han 
quitado la careta; por eso escuchamos los discursos y vemos las cosas 
que estamos viendo para acabar con nosotros sin reparar en medios 
ilegítimos. Aprovechemos la oportunidad, aprovechemos que ahora hay una 
gente en el Gobierno que puede favorecer alianzas con sectores que han 
estado históricamente excluidos de esa dirección de Estado en España. 
¿Lo vamos a poder hacer solos? No, hace falta una sociedad civil 
organizada, movimientos sociales que entiendan que tienen que tirar de 
este Gobierno para cumplir una serie de tareas; hacen falta alianzas con
 fuerzas políticas que muchas veces llegaron a la conclusión de que lo 
que quieren es olvidarse de este Estado e irse. Pero hay que invitarles y
 convencerles de que si trabajamos juntos, a lo mejor se puede construir
 una estructura de convivencia muy favorable para los intereses de los 
ciudadanos de este país. Por la oportunidad de todo esto hay la tensión 
que hay; por eso Cayetana dice que los jueces acaben con el Gobierno, 
por eso Pablo Casado dice que mientras haya un partido republicano en el
 Gobierno, nosotros no vamos a pactar la renovación del Poder Judicial y
 se declara públicamente en rebeldía y en una posición golpista. 
Imaginen que Pedro Sánchez dijera que como no quiere que gobierne Vox, 
no convoca elecciones en España. Una locura, la gente tiene que entender
 que esto que está ocurriendo es la resistencia de quienes han 
patrimonializado el Estado siempre. Esa agresividad, esas portadas que 
vemos, que los medios de comunicación se hayan quitado ya cualquier 
ropaje de deontología periodística y asuman abiertamente la propaganda 
de guerra como praxis de cada portada, con telediarios que se han 
convertido en aparatos de propaganda sin matices... Es como la serie The loudest voice,
 donde se ve en lo que se había convertido la FOX, ésa es la realidad de
 la mayor parte de los medios de comunicación en España. Pero todo esto 
no revela la fuerza de esas elites, sino su desesperación, el pataleo, 
porque están viendo que por primera vez, se pueden quedar fuera de lo 
que consideraban su cortijo. Ellos ganaron una guerra para que 
determinada gente nunca más pudiera formar parte de la dirección de los 
destinos de este país. Ojalá todas las fuerzas democráticas de este país
 entiendan lo que nos jugamos y lo importante que es que este Gobierno 
pueda caminar en la dirección correcta y no en la que a algunos les 
gustaría.
Las medidas de apoyo social 
aprobadas por este Gobierno marcan una diferencia evidente con respecto a
 cómo se abordó la crisis financiera de 2008, cuando se priorizaron la 
austeridad pública y la salvación de los bancos. ¿La va a marcar también
 el reparto de los fondos europeos? ¿Cuáles serán las prioridades y en 
qué orden?
Hay un cambio de 
paradigma. En el acto en el que estuvimos el lunes, donde el presidente 
hizo un discurso, estaban algunas de las caras históricas del gran poder
 empresarial en España. A mí me faltaban otras, como las del 
empresariado catalán o vasco, y faltaban otros empresarios y, sobre 
todo, empresarias jóvenes, que tendrían mucho que decir sobre lo que hay
 que hacer en este país. Pero los que estaban —y tuve la oportunidad de 
hablar prácticamente con todos— demuestran que los empresarios son gente
 pragmática, que entiende una crisis sistémica como en la que estamos 
viviendo. Y hemos tenido poco menos que nacionalizar los salarios para 
proteger a empresas y familias. Estamos en un contexto de transformación
 absoluta y eso lo han entendido los grandes empresarios de este país. 
Hay que apostar por la innovación y quien pretenda reeditar los modelos 
del pasado creo que no se va a entender bien con este Gobierno. Los 
empresarios del Ibex con los que he hablado lo comprenden y a algunos 
les sorprendería el grado de coincidencia en que las etiquetas del 
pasado (ser de izquierdas es apostar por un poco más de gasto público y 
ser de derechas es apostar por privatizaciones y la contención del 
gasto) se han quedado atrás. Ahora estamos en un momento neokeynesiano,
 posterior a una gran catástrofe en la que todavía estamos inmersos, 
pero que nos recuerda a los años treinta en EE.UU., posterior a la 
reconstrucción después de la II Guerra Mundial. Ahora necesitamos 
empresarios con un gran sentido de país que no vengan a contarnos que 
España va a competir en bajos salarios o que las industrias de 
referencia en España tengan que ser solo el turismo o la construcción.
En esta transición
 que estamos viviendo, este país tiene que quitarse de encima su 
subalternidad económica en el marco de la división de trabajo europea 
con respecto a la UE o con respecto a otros países. No se puede estar 
hablando de España solo porque tiene jóvenes trabajando por muy bajos 
salarios en sectores de bajo valor añadido. Es una vergüenza que en los 
últimos años buena parte de nuestros investigadores se hayan tenido que 
ir fuera de España a trabajar. Creo que tenemos muchas oportunidades: 
las energías renovables que pueden abrir grandes posibilidades en una 
transición ecológica. Puede haber un modelo de desarrollo que proteja 
los derechos sociales, que proteja la dignidad de amplios sectores de la
 población y que pueda corregir los desastres que ha causado en España y
 en todo el mundo el modelo neoliberal. Va a ser muy difícil y la 
situación mundial no siempre llama al optimismo: la correlación de 
fuerzas a nivel geopolítico, las elecciones en EE.UU. en noviembre, la 
relación de éste con China... Pero moderadamente y sin perder el sentido
 de la realidad, lo que ha ocurrido en los últimos meses en Europa, al 
menos deja varias posibilidades para hacer política en un sentido 
progresista muy interesante.
"Necesitamos empresarios [...] que no vengan a contarnos que España va a competir en bajos salarios o que las industrias de referencia [...] tengan que ser solo el turismo o la construcción"
Hablando
 de modelos productivos, hay una industria que está resultando bastante 
rentable a las arcas públicas de Canadá y Uruguay, entre otros países, y
 que se consiguió tras la legalización del cannabis. ¿Se lo han 
planteado para España? 
Yo lo he defendido
 siempre. No he convencido todavía a Pedro Sánchez; cuando se lo digo, 
se ríe, y yo le digo: "Presidente, no te rías, que esto son muchos 
recursos". En mi opinión, el debate sobre esto no es si hacerlo o no, 
sino quién lo hace primero. Esto va a ocurrir, es imparable: el cannabis
 se va a legalizar en todas partes. Aquí podemos ser inteligentes o 
dejar el tren pasar. Pero creo que deberíamos ser inteligentes y asumir 
que, en términos de salud pública, en términos de seguridad ciudadana, 
en términos de recursos para el Estado que pueden tener además una 
orientación finalista que vaya en la dirección de la sanidad… es una 
oportunidad que habría que aprovechar. ¿Que el cannabis es un problema 
para la salud pública? Claro. Y el whisky, y el tabaco… claro que sí. 
Pero creo que para evitar todas las mafias y toda la criminalidad 
asociada al tráfico parecería que es mucho más sensato hacer lo que ya 
han hecho muchos países (Uruguay, Canadá…) y aprovechar la ventaja 
competitiva que tendría España. Yo en esto no tengo ninguna duda. Es 
verdad que el partido socialista es mucho más conservador en estas cosas
 y ojalá les podamos convencer, porque creo que no hay nada que perder.
El señor Sánchez se lleva muy bien con el señor Trudeau, y además tienen buena química, ¿no?
Podrían fumarse la pipa de la paz [risas].
Hablaba antes de cambio de paradigma y de modelos obsoletos y no he podido evitar pensar en la monarquía. ¿Qué valoración hace de la huida del rey Juan Carlos? ¿Qué margen de maniobra tiene Unidas Podemos en el Gobierno para retirar a Juan Carlos I el título de rey o para promover un cambio?
Me parece un 
escándalo. Que el anterior jefe del Estado huya, y huya además a lo que 
muchos llaman el lugar del crimen (Emiratos Árabes Unidos, que es una 
dictadura), es escandaloso, es una vergüenza para nuestro país. 
Lógicamente la seguridad del exjefe del Estado la pagan todos los 
ciudadanos, no es aceptable. Y creo que es la peor imagen internacional 
para España. Es algo que nos avergüenza y que en nuestro país solamente 
lo defiende la derecha y la ultraderecha.
A partir de ahí, 
¿existe una correlación parlamentaria para que esto pueda cambiar ya? No
 me hago ilusiones. El partido socialista es un partido monárquico, 
nosotros somos republicanos, pero ellos tuvieron más votos que nosotros y
 por tanto la correlación es la que es.
¿Qué es lo que 
creo que va a terminar ocurriendo? Y yo se lo he dicho a gente del 
partido socialista. Creo que su gente les va a obligar a girar tarde o 
temprano. El PSOE —y Pedro Sánchez lo dejó muy claro en aquella carta 
("monarquía, monarquía, monarquía")— se reivindica como el partido 
arquitecto de este modelo de monarquía constitucional y considera que 
hay que defenderlo a muerte. Pero tarde o temprano su militancia y sus 
votantes van a conseguir lo mismo que consiguieron con Pedro Sánchez: 
cuando la dirección del partido socialista dijo "Susana Díaz, Susana 
Díaz, Susana Díaz", la militancia dijo: "Pues aunque tengáis a buena 
parte de los medios de comunicación del sistema, aunque tengáis a todo 
el aparato del partido, nosotros queremos otro candidato que está 
diciendo que hay que llegar a un acuerdo por la izquierda".
"Que el anterior jefe del Estado huya [...] es escandaloso, es una vergüenza para nuestro país"
Yo
 creo que eso va a terminar ocurriendo en el partido socialista y que 
más temprano que tarde vamos a tener en España una república. Creo que 
ya es un consenso en algunos territorios de nuestro país absolutamente 
mayoritario, y también entre las generaciones jóvenes. Creo que cada vez
 hay más gente de derechas que dice "pero por qué no una jefatura del 
Estado elegida democráticamente"; y si el jefe o jefa del Estado es un 
corrupto, pues se le juzga como a cualquier otro ciudadano y acabamos 
con estos privilegios e inviolabilidad, que son incompatibles con los 
principios democráticos. Yo creo que eso se va a ir abriendo paso, y que
 además los republicanos vamos a ir construyendo una alianza que va a ir
 creciendo poco a poco. Pero eso tiene que crecer en lo social: los 
partidos siempre van por detrás de la sociedad.
¿Cuál es el 
elemento clave? ¿Por qué la monarquía de Juan Carlos fue tan importante 
en este país? Se ha hablado siempre de su papel en el 23-F, de su papel 
nombrando a Suárez…, pero lo fundamental del éxito de su reinado —aparte
 incluso de esa habilidad que tuvo para acercarse más a sectores 
progresistas, sobre todo al partido socialista aunque también mantuvo 
siempre una relación muy especial con Santiago Carrillo; Juan Carlos I 
era consciente de que a la derecha la iba a tener, de lo que se trataba 
era de ganar simpatía por el otro lado y de ahí la campechanía y estas 
cosas— era su relación con los sectores empresariales. Esa era la clave.
 ¿Para qué sirve la monarquía en España? Es el mejor aliado de los 
empresarios y de la proyección internacional del empresariado español. Y
 eso durante mucho tiempo pudo ser así, es una verdad incontestable, 
ahora eso es así.
¿Las nuevas élites
 empresariales que necesita España van a tener en la institución 
monárquica un elemento que les haga ganar prestigio y capacidad de 
negocio en el exterior? Yo creo que esto es insostenible. Y esto lo digo
 con el mayor respeto personal por el actual jefe del Estado; las veces 
que he hablado con él me parece una persona seria, trabajadora y 
prudente. Pero es que soy republicano y pienso que en mi país algún día 
al jefe del Estado le tendremos que elegir votando.
"Más temprano que tarde vamos a tener en España una república"
Pero
 creo que es una cuestión estructural que esto vaya cambiando y creo que
 los últimos acontecimientos que afectan a Juan Carlos I son 
indisociables de la institución monárquica. La monarquía en España es 
Juan Carlos I, hasta el punto de que su nombre aparece en la 
Constitución española. El hecho de que las trincheras que se han 
establecido para defenderle sean las que son, digamos, lo más viejo, lo 
más reaccionario, lo más retrógrado de nuestro país, creo que refleja 
una tendencia hacia el agotamiento histórico. ¿Hay a día de hoy una 
correlación parlamentaria que permita un cambio constitucional en esa 
dirección? No, eso lo sabemos todos. ¿Pero se va a configurar una nueva 
correlación de fuerzas a nivel social? Yo creo que eso ya está pasando y
 prueba de ello es que algunos no quieren preguntar en el CIS: es más 
torpe no preguntar por esto que preguntar, porque el hecho de que no 
preguntes lo que revela es tu enorme preocupación al respecto. Entonces 
casi mejor preguntar, porque a veces la verdad es preferible a la 
sospecha o al miedo. Creo que esto va a terminar ocurriendo.
Pero el referéndum monarquía-república entonces, si no hay correlación parlamentaria, va a ser más complicado conseguirlo a corto o medio plazo...
Al final se 
conseguirá lo que la gente pida y lo que la gente exija. Yo creo que las
 posiciones de las formaciones políticas que estamos en el Congreso de 
los diputados son conocidas. Y los que podríamos ser favorables a 
preguntar a la gente tenemos los números que tenemos. Pero que la gente 
reflexione. Si se le hubiera preguntado a alguien hace muy poquitos años
 "¿Usted cree que el partido socialista aceptará alguna vez un gobierno 
de coalición con Unidas Podemos y que alguien como Pablo Iglesias pueda 
estar en ese Gobierno?", imagínense lo que hubieran dicho hace uno, dos,
 tres, cuatro o cinco años. Bueno, pues aquí estamos. Las cosas que 
parecen imposibles terminan ocurriendo, a veces antes de lo que algunos 
se imaginan.
O sea, ¿que es posible que no veamos a Leonor como reina de España?
Yo creo que eso dependerá de la ciudadanía española. Nada frena a la democracia.
¿Hay novedades sobre la investigación del acoso que sufrieron usted y su familia en Asturias durante su semana de vacaciones?
No que yo conozca. Ojalá hubiera sido solamente durante esos dos días.
Supongo que ese acoso continúa en su casa.
Todos y cada uno 
de los días desde hace cuatro meses. Insultos, gritos… A mí en esto me 
gusta relativizar: hay gente a quien en España le han pegado un tiro en 
la cabeza o le han encarcelado o le han torturado por hacer política; no
 es nuestro caso, entonces a mí no me gusta la victimización. Pero no es
 agradable, sobre todo cuando tienes tres niños pequeños, que no 
entienden todo, pero que claro que oyen y claro que les afectan tanto 
los gritos como la situación en la que nos ven a nosotros. Esto no ha 
ocurrido jamás en este país, jamás.
Sin embargo, le acusan de promover escraches y luego quejarse cuando los sufre usted. ¿Se da por aludido?
Vayamos a los 
hechos. A Soraya Sáenz de Santamaría le hicieron una protesta en frente 
de su casa un día, y ese mismo día hubo una carga policial, varios 
detenidos y creo que hubo una serie de criterios jurídicos posteriores 
muy claros. Lo que se ha hecho con nosotros no ha ocurrido nunca. Yo no 
soy favorable en ningún caso a que el domicilio de alguien pueda ser 
objeto de protesta; creo que sería perfectamente legítimo que en la 
puerta del ministerio todos los días que lo desearan hubiera ciudadanos 
que se quisieran manifestar contra mí. Y que incluso dijeran cosas que 
no son agradables.
Alguien dijo "No, 
es que Iglesias dice de naturalizar el insulto". Pero oiga usted, si yo 
soy la persona más insultada de este país. No digo "naturalizar", pero 
qué vas a hacer... No se puede perseguir y denunciar a todo aquel que te
 insulta o te dice algo desagradable. Creo que las cosas se pueden 
encauzar por vías razonables. Este verano, cuando estuve en un curso de 
El Escorial, había unas señoras con banderas franquistas protestando, y 
tienen todo el derecho a protestar y a decir lo que quieran, porque es 
en un contexto de una actividad pública. Yo creo que la gente sabe que, 
seguramente, las autoridades judiciales, si se tratara de un ministro 
del Partido Popular, habrían actuado de forma diferente, y a los hechos 
me remito.
¿Usted está al habla con el ministro de Interior y el ministro de Justicia sobre esto?
Por supuesto que 
sí. Yo estoy más que satisfecho y agradecido con la tarea de los Cuerpos
 y Fuerzas de Seguridad, en particular con el servicio de protección, 
los policías nacionales que nos protegen, que hacen no solo unas tareas 
profesionales magníficas, sino además con un trato humano que es muy de 
agradecer. Cuando tú tienes que estar con tus hijos pequeños, la 
dimensión humana de las personas que te protegen es muy importante; son 
encantadores y no tendrían por qué serlo, no les va en el sueldo eso y 
sin embargo lo son, y yo solo puedo estar agradecido.
Claro, cuando 
llega una denuncia ante un juez o una jueza y te dice "no, esto no es 
acoso", uno se queda con la sensación de "¿Estaría diciendo lo mismo si 
fuera un ministro del Partido Popular?". Porque en el pasado no ha sido 
así. Uno tiene la sensación de que no siempre se actúa de la misma 
manera según quién sea el ofendido.
Yo creo que es 
escandaloso lo que está ocurriendo, pero al mismo tiempo también sabemos
 por lo que es, y si alguien piensa que eso nos va a intimidar y a 
alejar de nuestras tareas de Gobierno, pues al contrario, eso nos 
confirma que lo que estamos haciendo es enormemente importante, porque 
si no lo fuera, no se articularía todo ese odio. Pero claro que no es 
agradable y no se lo deseo a nadie.
Acaba de pedir que se le devuelva la condición de perjudicado en la 'pieza Dina' del 'caso Villarejo'. ¿Qué valoración hace de la evolución judicial de esta pieza y del enorme ruido mediático generado a cada segundo con ella?
Tengo que ser 
prudente, lógicamente, pero creo que hay hechos que son incontestables. 
Aquí lo que parece que habría que perseguir es que en el ordenador del 
comisario Villarejo apareciera una copia del contenido de un teléfono 
que le fue robado a una persona de mi equipo.  Y el contenido de ese 
teléfono ha quedado acreditado que le fue entregado por Villarejo a 
periodistas como Eduardo Inda y tienen ese contenido también algunos 
medios de comunicación como El Confidencial o El Mundo. 
Eso es gravísimo y eso es lo que habría que perseguir. Porque parece 
evidente, y así quedó quedó acreditado en una comisión parlamentaria, 
que se hicieron informes tratando de fabricar pruebas falsas para acusar
 a Podemos de delitos gravísimos. Y parece que algunos quieren darle la 
vuelta a esto y decir "no, no, no, debes ser tú el culpable de que le 
hayan robado el teléfono a una persona de tu equipo". Bueno, creo que 
cualquier observador atento es perfectamente consciente de lo que está 
ocurriendo.
Y también se ve 
una cosa muy clásica con nosotros: se nos acusa de delitos gravísimos. 
Esos delitos gravísimos y esas acusaciones, durante muchas semanas 
ocupan horas y horas en las tertulias de televisión, abren portadas en 
ciertos periódicos, abren ciertos telediarios… Al final todo queda en 
nada y, en el mejor de los casos, hay un tratamiento mediático discreto 
de que eso efectivamente ha quedado en nada. Tengo que ser prudente, 
lógicamente, pero a nadie se le escapa lo que está ocurriendo.
¿Y sobre la investigación a raíz de las declaraciones de su exabogado José Manuel Calvente?
Que investiguen 
hasta el final, que la Justicia nos investigue hasta el final, que nos 
requieran todos los documentos que quieran, todas las declaraciones que 
procedan, que lo miren todo. No es la primera vez. Hasta 14 denuncias 
sobre la supuesta financiación irregular de Podemos han quedado en nada.
 ¿Qué es lo que creo que terminará ocurriendo otra vez? Que se hablará 
muchísimo en las tertulias de televisión, que habrá lógicamente un daño 
reputacional y que al final la rumorología quedará básicamente en eso. 
Creo que la gente es consciente de lo que ocurre y de dos evidencias: 
probablemente si al Partido Popular se le hubiera investigado como se 
nos investiga a nosotros, muchos de sus dirigentes estarían en la 
cárcel. Y otra evidencia: nosotros, precisamente por los enemigos que 
tenemos y por el poder de estos enemigos, no nos podemos permitir ni 
hacer una cuenta mal. Y eso creo que la gente lo sabe.
¿Qué le han parecido las cartas que han enviado los expresidentes del Gobierno y, sobre todo, los exlíderes sindicales en apoyo a Martín Villa? Zapatero fue el presidente que puso en marcha la ley de Memoria Histórica…
Vergonzoso. Y a mí
 me ha dolido mucho ver ahí la firma de Antonio Gutiérrez, de Nicolás 
Redondo, de José Luis Rodríguez Zapatero. Creo que ha estado muy bien 
que CCOO y UGT se desmarquen. Porque nadie está pidiendo venganza. 
Fíjese, si se probara que Martín Villa fue el responsable de eso, yo no 
deseo que vaya a la cárcel por la edad que tiene. Pero hombre, lo que se
 está pidiendo es un juicio justo, que se sepa: que tenga un juicio con 
todas las garantías y que, efectivamente, si no tuvo ninguna 
responsabilidad eso quede acreditado, pero que si tuvo una 
responsabilidad, sin el más mínimo ánimo de venganza, pues que eso se 
sepa en este país. Que se sepa que pudo haber órdenes políticas para 
asesinar a trabajadores que estaban luchando por la democracia y que los
 que tenían la responsabilidad política pidan perdón y den la cara. Y ya
 le digo que yo no deseo nada malo para un señor que ya es muy mayor. 
Pero ver las cartas de esta gente tratando de influir en una jueza... A 
lo mejor es un poco fuerte que varios expresidentes, algunos de ellos 
con vínculos económicos con gente muy poderosa como Felipe González o 
José María Aznar, puedan tratar de intimidar a una autoridad judicial. 
Vergonzoso.
En un momento de crisis y cambios 
inéditos, al menos en la democracia posfranquista, ¿se arrepiente de 
haber entrado en el Gobierno?
Al contrario. Creo
 que logramos lo que muchos pensaban que era imposible y que sus efectos
 se empezaron a notar desde el principio. Fíjese que no ha sido fácil, 
porque no es agradable tener que asumir una pandemia global desde el 
Gobierno ni tampoco es agradable vivir la crispación que crea la derecha
 y sus intentos de persecución con respecto a nosotros.
Pero cuando a 
pocos días de gobernar, hablando con el jefe de la patronal, con Yolanda
 Díaz, consigues que el salario mínimo suba a 950 euros, que estaba en 
700 y pico hace muy poco; lograr un nuevo derecho social en España como 
el ingreso mínimo vital —que, ojo, está llegando tarde, y ahí estamos 
discutiendo mucho: no puede ser que haya tantas solicitudes sin 
responder porque hay mucha gente que lo necesita—... Que sea tan 
evidente que se ha notado nuestra presencia en el Gobierno a la hora de 
construir el escudo social: la prohibición de los desahucios; lo que ha 
significado proteger hasta cierto punto, siempre menos de lo que a 
nosotros nos hubiera gustado, a los inquilinos; que los trabajadores 
autónomos hayan podido recibir por primera vez en España una prestación;
 la manera en la que Yolanda Díaz ha organizado los ERTES, que han 
protegido a millones de familias y a miles de empresas; la ley del ‘Solo
 sí es sí’, que ha llevado Irene Montero a la práctica... Pues claro que
 se nota que estamos en el Gobierno. Si no se notara, no se entenderían 
las persecuciones, los acosos, la agresividad... Si a mí me dicen en 
sede parlamentaria "tu padre es un terrorista", eso es porque claro que 
se nota que estamos en el Gobierno y que estamos cambiando cosas.
Costó muchísimo, 
fue muy duro a nivel interno: yo recuerdo los debates dentro de nuestra 
formación política y en el seno de la izquierda en la línea de "¿Pero no
 es preferible un acuerdo programático con el PSOE, aunque el PSOE luego
 gobierne con Ciudadanos?". Vosotros [por Público] sacasteis la 
noticia de que estaba pactado que Rivera fuera vicepresidente... "¿No es
 mejor esto antes que tirar los dados otra vez y que pueda volver la 
derecha?".
Toda la caña que 
se nos dio, todos los debates internos que tuvimos, que fue duro... 
bueno pues al final aguantamos, resistimos y lo conseguimos. Y entramos 
en el Gobierno habiéndonos dejado muchas plumas por el camino, muchos 
años de juventud, muchos votos también, pero creo que se nota la 
diferencia. Y yo eso lo vivo como algo de lo que estoy enormemente 
orgulloso. Cuando peleas puedes perder y puedes haber peleado de manera 
inteligente, haber hecho las cosas bien, puedes haber sido honesto, y 
aún así te pueden ganar; nada garantiza en política tener éxito.
Creo que nuestro 
principal objetivo cuando nacimos, que era participar en un Gobierno en 
este país, pues hombre, con menos peso del que nos gustaría y habiendo 
vivido situaciones muy difíciles, pero lo conseguimos: conseguimos 
romper una cláusula de exclusión histórica de ochenta años, y eso a mí 
ya no me lo va a quitar nadie. Y es quizá uno de mis mayores orgullos 
políticos.
Aunque luego donde
 ves esto es en pequeños detalles: el otro día fui al supermercado y, 
como a partir de cierta cantidad puedes pedir que te lleven a casa la 
compra, vino a casa un trabajador del supermercado que era inmigrante y 
no sabía que iba a mi casa; estuvimos hablando, me dijo que estaba muy 
emocionado y que su mujer y él están " a muerte" con nosotros "porque, 
si no estuvierais, los trabajadores inmigrantes en este país no 
tendríamos a nadie que nos defendiera". Tampoco creo que sea exactamente
 así, claro que habría más gente que les defendería. Pero que te digan 
algo así en un contexto en el que ciertos medios de comunicación te 
tratan de reventar diariamente, en el contexto de la agresividad que 
hay… son esos pequeños momentos los que te recuerdan, más allá de los 
éxitos históricos, la importancia de lo que estás haciendo y te dan 
mucha fuerza.
 
 







 
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