martes, 29 de noviembre de 2016

El suceso llevaría a un aumento del nivel del mar de tres metros y a la desaparición de ciudades costeras como Nueva York y Miami El mayor dique glaciar antártico se agrieta y puede colapsar

El suceso llevaría a un aumento del nivel del mar de tres metros y a la desaparición de ciudades costeras como Nueva York y Miami
El mayor dique glaciar antártico se agrieta y puede colapsar
Infolibre

La ruptura de la plataforma de hielo se está produciendo de dentro hacia fuera, algo poco habitual y muy preocupante

Un enorme glaciar en la Antártida que sirve de dique para el hielo del interior del continente se deshace de adentro hacia afuera, con grietas y hendiduras en su interior que hacen temer su colapso, informa Europa Press.

El glaciar Pine Island, parte de la plataforma de hielo que delimita la banquisa del Antártico Occidental, es uno de los dos glaciares que los investigadores creen son más propensos a sufrir un rápido retiro, trayendo más hielo desde el interior de la capa de hielo hasta el océano. El derretimiento inundaría las costas alrededor del mundo.
Un iceberg de 350 kilómetros cuadrados se separó del glaciar en 2015, pero no fue hasta que los investigadores de la Universidad Estatal de Ohio probaron un nuevo software de procesamiento de imágenes cuando se notó algo extraño en las imágenes de satélite tomadas antes del evento.
En las imágenes vieron evidencias de que una grieta se formó en la base misma de la plataforma de hielo cerca de 35 kilómetros tierra adentro en 2013. La grieta se propagó durante dos años, hasta que apareció a través de la superficie del hielo y puso el iceberg a la deriva en un proceso de 12 días entre finales de julio y principios de agosto de 2015.
"Generalmente se acepta que ya no se trata de si la capa de hielo del Antártico Occidental se derrite, sino de cuándo", dijo el líder del estudio, el profesor asociado de Ciencias de la Tierra en la Ohio State University Ian Howat, . "Este tipo de comportamiento de desmembramiento proporciona otro mecanismo para el retiro rápido de estos glaciares, reforzando la probabilidad de que podamos ver un colapso significativo de la Antártida Occidental en nuestras vidas".
Si bien es la primera vez que los investigadores han presenciado una profunda fisura subterránea que se abre en el hielo antártico, han visto rupturas similares en la capa de hielo de Groenlandia, donde el agua del océano ha penetrado tierra adentro a lo largo del lecho rocoso y comenzó a derretir el hielo desde abajo.
Howat dijo que las imágenes satelitales proporcionan la primera evidencia fuerte de que estas grandes plataformas de hielo antárticas responden a los cambios en su borde oceánico de una manera similar a lo observado en Groenlandia.
"Las grietas generalmente se forman en los márgenes de una plataforma de hielo, donde el hielo es delgado y sujeto a cizallamiento que lo desgarra", explicó. "Sin embargo, este último evento en el glaciar Pine Island fue debido a una grieta que se originó desde el centro de la plataforma de hielo y se propagó a los márgenes, lo que implica que algo debilitó el centro de la formación, una grieta derretida en el nivel de roca de fondo por un océano que se calienta".
Otra pista: La grieta se abrió en el fondo de un "valle" en la plataforma de hielo donde el hielo había adelgazado en comparación con el hielo circundante.
El valle es probablemente una señal de algo que los investigadores sospechan desde hace mucho tiempo: debido a que el fondo de la capa de hielo del Antártico Occidental se encuentra por debajo del nivel del mar, el agua del océano puede penetrar en el interior y permanecer sin ser vista. Nuevos valles que se forman en la superficie serían un signo exterior de que el hielo se estaba derritiendo muy lejos.
El origen de la grieta en el glaciar Pine Island no habría sido visto, si no hubiera sido porque las imágenes del Landsat 8 que Howat y su equipo analizaban se estaban tomando cuando el sol estaba bajo en el cielo. Las largas sombras proyectadas sobre el hielo atrajeron la atención del equipo hacia el valle que se había formado allí.
"Lo realmente preocupante es que hay muchos de estos valles más arriba del glaciar", agregó Howat. "Si en realidad son sitios de debilidad que son propensos al agrietamiento,podríamos ver una pérdida de hielo más acelerada en la Antártida".
Más de la mitad del agua dulce del mundo está congelada en la Antártida. El glaciar Pine Island y su gemelo cercano, el glaciar Thwaites, se asientan en el borde exterior de uno de los flujos de hielo más activos del continente. Al igual que los corchos en una botella, bloquean el flujo de hielo y mantienen cerca del 10% de la capa de hielo del oeste de la Antártida de drenaje en el mar.
Estudios han sugerido que la capa de hielo del Antártico Occidental es particularmente inestable y podría colapsar dentro de los próximos 100 años. El colapso conduciría a un aumento del nivel del mar de casi 3 metros, lo que engulliría a las principales ciudades de Estados Unidos como Nueva York y Miami y desplazaría a 150 millones de personas que viven en costas en todo el mundo.
"Tenemos que entender exactamente cómo se forman estos valles y grietas, y lo que significan para la estabilidad de la plataforma de hielo", dijo Howat. "Estamos limitados en la información que podemos obtener del espacio, por lo que esto significará dirigir campañas aéreas y de campo para recopilar observaciones más detalladas." Estados Unidos y Reino Unido se están asociando en un gran programa científico de campo dirigido a esa área de la Antártida. Esto proporcionará otra pieza al rompecabezas".

Fuente: http://www.infolibre.es/noticias/mundo/2016/11/28/el_mayor_dique_glaciar_antartico_agrieta_puede_colapsar_58168_1022.html

Lecciones de Fidel Pablo González Casanova Alainet

Lecciones de Fidel
Alainet
Realizar el sueño de Martí anunciando que venía “una revolución nueva” fue un decir y hacer del Manifiesto del Moncada y del proceso revolucionario cubano. Desde entonces las expresiones personales o colectivas de Fidel y sus compañeros del 26 de Julio, y, después, del nuevo Partido Comunista Cubano, lograron una identidad entre la palabra y el acto que es necesario entender, pues si no, no se entiende nada.
La realidad es más rica que la palabra, y ya enriquecida, ésta vuelve a enriquecerse con lo nuevo que deja ver el pensarla y hacerla. Así, en la expresión del párrafo anterior se trae a la memoria un sueño, el de José Martí, quien será realmente considerado como “autor intelectual de la revolución cubana”.
Es un sueño del pasado, pero es un sueño que anunció una revolución nueva en la que, con otros héroes e intelectuales cubanos, tendrían también fuerte presencia Marx y Lenin, y en que al socialismo de estado, encabezado entonces por la URSS, la República Popular China y múltiples movimientos de liberación nacional, Fidel y la Revolución Cubana añadirían objetivos y valores fundamentales –martianos-, en los que no sólo destaca la moral como reflexión ética sino como moral de lucha, como arma contra la corrupción, como meta para la cooperación, la solidaridad, y la mente. Esos sueños, renovados una y otra vez, buscaron y buscan superar, en todo lo que se puede, el “individualismo”, el “consumismo”, el “sectarismo” y la “codicia”, enemigos jurados de los oprimidos y explotados de la Tierra.
En algo no menos importante se diferenció la Revolución Cubana, y es que en su paso por el socialismo de estado, siempre se empeñó en lograr que sucediera a la insurrección y a la guerra de todo el pueblo un socialismo de estado de todo el pueblo. Ese objetivo planteó varios problemas ineludibles, entre ellos, la necesidad de combinar las organizaciones jerárquicas centralizadas y las descentralizadas, con las autónomas y horizontales, en que las comunidades del pueblo ejercieran una democracia directa y otra indirecta nombrando a candidatos que sin propaganda alguna merecieran la confianza de quienes los conocían.
Allí no quedó el empeño. Como reto para realizarlo se planteó, ante la opresión y la enajenación, la necesidad de animar los sentimientos, la voluntad y la mente de los insumisos, para que hicieran suyo el nuevo arte de luchar y gobernar. Al mismo tiempo las propias vanguardias buscaron liberarse de los conceptos dogmáticos que sujetaban al pensamiento crítico y creador.
Al desechar el “modelo de la democracia de dos o más partidos entre los que elegir”, un “modelo” que originalmente sirvió a aristocracias y burguesías, para compartir el poder, el Partido Comunista Cubano tampoco siguió los modelos de la URSS y China. A impulsos del Movimiento del 26 de Julio, que a raíz de su triunfo decidió disolverse, al Partido Comunista Cubano le fue asignado el objetivo de asegurar y defender la Revolución de todo el pueblo, con la participación y organización de sus trabajadores, campesinos, técnicos, profesionales, estudiantes y en general con la juventud rebelde.
La lógica de organizar el poder del pueblo estuvo muy vinculada con la de hacer fracasar cualquier intento de golpe de estado, invasión o asedio, lo que se probaría a lo largo de más de medio siglo, frente a las reiteradas incursiones del imperialismo y frente al criminal bloqueo que habría hecho caer a cualquier gobierno que no contara con la inmensa mayoría del pueblo organizado.
Si en la invasión de Playa Girón y a lo largo de su desarrollo Cuba contó con el apoyo de la URSS y del campo socialista, ni la estabilidad de su gobierno ni las reformas y políticas revolucionarias que logró emprender se habrían realizado si el gobierno de todo el pueblo hubiera sido suplantado por un régimen autoritario, burocrático o populista. El gobierno del pueblo cubano no sólo mostró ser una realidad militar defensiva, sino particularmente eficaz en el impulso a la producción, a los servicios –que en medio de grandes trabas y errores inocultables—logró grandes éxitos, muchos de ellos reconocidos como superiores a los de países “altamente desarrollados”.
A las garantías internas y externas de la democracia de todo el pueblo, de su coordinación y unidad necesarias, se añadió el carácter profundamente pedagógico y dialogal del discurso político, y todo un programa nacional de educación, que iba desde la alfabetización integral –literal, moral, política, militar, cultural, social, económica y empresarial- hasta la educación superior y el “impetuoso desarrollo de la investigación científica”.
Es cierto que en todos esos ámbitos, el movimiento revolucionario enfrentó problemas que no siempre pudo resolver, o resolver bien; pero en medio de los más de 50 años de criminal bloqueo y de incontables asedios por parte del poderoso vecino del Norte, de las corporaciones imperialistas y su complejo militar-empresarial, político y mediático, y tras la restauración del capitalismo en el inmenso campo socialista, Cuba fue y es el único país que mantiene su proyecto socialista de un “mundo moral”, o de “otro mundo posible” como se acostumbra decir, o de “otra organización del trabajo y la vida en el mundo” como dijo el clásico.
Entre las nuevas y viejas contradicciones, Cuba sigue hasta hoy poniendo en alto un socialismo que, con Martí presente, es respetuoso de todos los humanismos laicos y religiosos. Es más, Cuba sigue haciendo suya la lucha contra el poder de los dictadores y contra la opresión y explotación de los trabajadores, sin que por ello haya olvidado la doble lucha, que sus avanzadas propusieron desde el l959: “una rebelión contra las oligarquías y también contra los dogmas revolucionarios”.
Si en tan notables batallas hay contradicciones innegables, no por eso han dejado de oírse, y en parte de atenderse, enérgicas reconvenciones que con frecuencia han hecho Fidel y numerosos dirigentes históricos de la Revolución contra corrupciones, incumplimientos, abusos, que con la economía informal y el mercado negro, han sido y son –hoy más que nunca- el peligro estructural e ideológico más agresivo, que renueva y amplía la cultura de la tranza, del individualismo y el clientelismo, de la corrupción, la cooptación y la colusión.
No es cosa de referirse aquí a todo lo que frente a las incontables ofensivas, nos enseñan Fidel y la Revolución Cubana para la emancipación de los seres humanos y para la organización del trabajo y de la vida en la tierra. Ni es cosa aquí de profundizar en las lecciones que nos da un líder como Fidel que se negó a que se hablara de “castrismo”, y que logró frenar todo culto a la personalidad. Pero si hasta para sus enemigos a menudo resulta imposible acallar el respeto que se ven obligados a tenerle, no son de olvidar tantos y tantos actos de su vida que se inscriben en un reconocimiento necesario.
Este enunciado de algunas lecciones de Fidel que aparecen en sus discursos y no sólo en sus numerosas contribuciones a la Revolución Cubana, quiere ser más bien un ejercicio de pedagogía por el ejemplo, un llamado que preste atención a aquéllos modos de pensar, actuar, construir, luchar y expresarse, que permiten comprender por qué, tras la restauración del capitalismo en el “campo socialista”, con la firmeza de Fidel y del pueblo cubano, sólo la pequeña Isla de Cuba ha logrado mantener la verdadera lucha socialista, que incluye la democracia como gobierno de todo el pueblo, y como reorganización de la vida y el trabajo por una inmensa parte de trabajadores y ciudadanos organizados. Y en esa lucha, que va a las raíces de la condición humana, se cultiva y defiende el respeto a los distintos modos de pensar y creer de laicos y religiosos, con búsqueda permanente de la unidad en medio de la diversidad de insumisos y rebeldes y con una clara postura martiana y marxista.
Precisar –con otros muchos-- los pensamientos compartidos por Fidel y por las masas revolucionarias del pueblo cubano, es adentrarse en una historia particularmente rica de un pueblo en lucha por la emancipación. Fidel, el “Movimiento 26 de Julio” y el pueblo cubano son sucesores de vigorosas proezas rebeldes en las que destaca, la de Maceo, héroe primero de la larga lucha por la independencia y por la libertad, a la que siguió, como gran revolucionario, muerto en batalla, uno de los pensadores más profundos y precisos de la historia universal, como fue José Martí, expresión máxima del liberalismo radical, pues no sólo fue uno de los primeros en descubrir el imperialismo como una combinación del colonialismo y el capital monopólico, sino en descubrir los lazos de los movimientos independentistas de su tiempo con las luchas de los pobres y los proletarios, posición que lo hizo sumarse a los homenajes póstumos a Carlos Marx por haber sido éste, como dijo “un hombre que se puso del lado de los pobres”.
Fidel, y el Movimiento 26 de Julio vienen de esa cepa. En su pensar y luchar los acompaña incluso la inteligencia de aquellos teólogos que destacaron en la Habana de fines del siglo XVIII y principios del XIX, y que son un antecedente de la teología de la liberación… En las conversaciones de Fidel con Frei Betto y en numerosos actos en que el problema religioso se planteó, Fidel dio amplias muestras de un gran respeto al humanismo que se expresa en la religión cristiana y en otras religiones. Ese respeto es hoy más necesario que nunca, pues corresponde a una de las viejas y nuevas formas de la liberación humana, en lucha por el derecho a lo diferente, por la igualdad en la diversidad, ya sea de religiones o de posiciones laicas, o de variaciones de razas y de sexos o de afinidades sexuales, o de edades y nacionalidades. Bien lo dijo Fidel muchas veces: “No somos antiamericanos. Somos antiimperialistas”
Orientarse en las lecciones de Fidel para entender y actuar en la emancipación humana, contribuye a desentrañar lo que sus palabras tienen de ejemplar y de actos para pensar y actuar en circunstancias similares, captando lo parecido y lo distinto, e incluso el quehacer del “hombre concreto que se es y que se descubre a sí mismo”, como dijo Armando Hart.
Con ese objetivo de comprensión y acción, cabe señalar --a manera de profundizar en el hilo del pensamiento--, lo que las lecciones de Fidel tienen de metas y valores: 1º para la organización, 2º para la estrategia y la táctica, y 3º para el juicio favorable o contrario a la emancipación en que se defienden y renuevan concretamente las verdaderas metas de la lucha.
El discurso político de Fidel ha sido –insistimos y precisamos otra gran tarea-- para que pueblo y trabajadores puedan defender y participar cada vez más, en la organización y marcha de un estado de todo el pueblo. El objetivo de organización se mantuvo y mantiene en más de medio siglo de bloqueo del imperialismo, y se inscribe en una cultura de la confrontación y de una concertación, que sin aferrarse a la lucha abierta, y sin ceder en los principios en “la lucha suave”, parece caracterizar a los procesos revolucionarios de nuestro tiempo. Tanto la práctica de la confrontación como la de la concertación implican medidas de organización de la moral, de la conciencia y de la voluntad colectivas. Suponen también un claro planteamiento de que la concertación puede darse en medio de conflictos y en medio de una lucha de clases que sigue incluso cuando parecen predominar los consensos. La experiencia de Cuba a ese respecto es inmensa, y no sólo en defensa de su propia revolución y por los variados enfrentamientos y acuerdos con Estados Unidos, sino por haber participado en la guerra de Angola contra el ejército del antiguo país colonialista y racista de África del Sur, --el más Poderoso del Continente-, y tras haber ayudado a su derrota, y haber logrado que se sentara en la mesa de negociaciones hasta llegar a un compromiso de paz. Si la historia de la guerra y de la paz en África, con un inmenso destacamento de fuerzas cubanas dirigidas por Fidel desde La Habana, es una de esas formas de la realidad que superan la imaginación, también es otra experiencia, que junto con la resistencia inconcebible a un bloqueo de más de cincuenta años confirma la capacidad de Cuba para actuar en una historia en que como la de Colombia, también combina un proceso revolucionario que alterna confrontaciones y concertaciones. Si semejante posibilidad está y estará llena de incógnitas, nada impide explorar los nuevos terrenos de la guerra y la paz en un mundo cuyo sistema de dominación y acumulación se encuentra en crisis terminal.
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Las lecciones Fidel en el juicio de las conductas seguidas son también particularmente creadoras y fecundas en la crítica de aciertos y desaciertos, y no sólo de conductas políticas o morales --con llamados de atención, dictámenes favorables o desfavorables, aprobaciones y reprobaciones, elogios y estímulos, sino, con sus reflexiones sobre las mejores formas de actuar para alcanzar las metas emancipadoras.
En cualquier caso es indispensable tener presente que las lecciones de Fidel, incluso cuando a primera vista suenen a veces como meras formas de hablar, obvias o elementales, encierran a menudo formas de incesante conducta real antes desacostumbrada, antes desentendida y desoída como guía de la acción que se vive, y que sólo aparece con la vinculación de la palabra y el acto. Con esa amalgama se hace la historia.
En aquél discurso que Fidel pronunció la noche del 8 de enero de 1959, a su llegada a la Habana, dijo entre sus primeras palabras: “…la tiranía ha sido derrocada. La alegría es inmensa…Y sin embargo queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos creyendo que en lo adelante todo será fácil: quizás en lo adelante todo sea más difícil…” Y a esa afirmación que podía frenar el ilimitado entusiasmo reinante añadió, más como explicación que como excusa: “Decir la verdad es el primer deber de todo revolucionario…” Aclaró lo que entraña no engañar ni engañase. “¿Cómo ganó la guerra el Ejército Rebelde? Diciendo la verdad. ¿Cómo perdió la guerra la tiranía? Engañando a los soldados.” El mensaje era la primera lección del arte revolucionario de gobernar para ganar. No engañar al pueblo ni dejar que el pueblo se engañe con los triunfos. Y tras narrar, como ejemplo, en qué forma, decir la verdad, había servido para el triunfo del ejército rebelde, concluyó: “Y por eso yo quiero empezar –o mejor dicho, seguir—con el mismo sistema, el de decirle al pueblo siempre la verdad.”.
La práctica de la verdad y la práctica de la moral serían los valores y los medios de una lucha revolucionaria, que además organizaría su legítima defensa, frente a las tradicionales ofensivas de “la zanahoria y el garrote”, de la corrupción y la represión permanentemente renovadas y armadas por la oligarquía y el imperio. Tanto la verdad como la moral practicadas serían constitutivas de un proceso que necesariamente tendría que armarse para defenderse.
En aquel discurso en la Plaza de la Revolución en que Fidel empezó a definir cómo sería la democracia en Cuba, y en aquella plaza donde había un inmenso “lleno” de guajiros y de trabajadores de la caña, de las fábricas y de los servicios, Fidel le preguntó al pueblo: “En caso de tener que escoger, ¿qué preferirían? ¿Un voto o un rifle?” Y se oyó un grito gigantesco: “¡Un rifle!” El clamor vehemente y el gozo inmenso de la multitud, determinó la meta y la organización de un ejército y un estado del pueblo y de los trabajadores. De paso expresó la temible dificultad que para los imperialistas presentaría invadir a Cuba…Fue esa una de las primeras clases para aprender a tomar decisiones. Planteó, además, uno de los más difíciles problemas a resolver: el de la lucha política y armada de todo el pueblo, y el de la construcción de un estado de todo el pueblo, con mediaciones que de por sí eran distintas a las mediaciones de los estados de corporaciones y complejos, pero que requerían combinar a la vez los conocimientos especializados que se trasmiten en institutos y universidades con el saber de los pueblos. Lograr una decisión acorde con el proyecto del estado del pueblo, y lograrla con el saber del pueblo y con el uso óptimo de los conocimientos técnicos y científicos más avanzados sería a lo largo de toda la historia cubana, una de las principales tareas de toda la población militante y trabajadora con sus distintas especialidades y conocimientos. En ella el aprender a aprender fue y es una experiencia muy rica para cada uno y todos los participantes. En ella también destaca la organización de un estado y un sistema político que para ser de todo el pueblo y para ser a la vez eficaz en la defensa, en la producción, en la distribución, en el intercambio, en los servicios tiene que plantearse constantemente el problema de la libertad y la disciplina sin que una avasalle a la otra ni disminuya su respectivo peso en las argumentaciones y las decisiones. A ese objetivo –que necesariamente debe vencer muchas contradicciones-- se añaden combinaciones de estructuras y comportamientos que tradicionalmente se plantearon como opuestos. Para funcionar en el interior de la Isla y en sus relaciones internacionales, el estado del pueblo revela una necesidad ineludible el combinar las organizaciones coordinadas con las jerárquicas centralizadas y descentralizadas; el combinar la democracia directa con la democracia representativa, de donde deriva el problema del Estado de todo el pueblo y del Partido Comunista de la Revolución Nueva, Martiana y Marxista, con militantes cuyos méritos comprobados puedan ser confirmados una y otra vez y cuya misión consiste en lograr el mejor funcionamiento y coordinación de las fuerzas y empresas estatales, y en la defensa e impulso de una revolución democrática y socialista, de veras nueva por sus prácticas y principios, por su moral comprobada en la conducta, y por “su hablar a la conciencia del hombre, al honor del hombre, a la vergüenza del hombre…”
Las contradicciones que en el proceso necesariamente aparecen corresponden por un lado a las de una “clase subordinada” –como diría Gramsci-; pero subordinada al Poder del Pueblo y no al de las corporaciones, y en que al motor moral e ideológico de exigencias ejemplares en sus miembros, se añaden los oídos y los ojos del propio pueblo, organizado desde las asambleas locales hasta la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Si en todo este proceso, la moral de lucha y cooperación es fundamental, precisamente lo es porque se trata de hacer una “revolución nueva” como dijo el Manifiesto del Moncada, cuyo propósito vital consiste en “realizar el sueño irrealizado de Martí”, y en la que “…lo decente y lo moral es raíz fuerte y poderosa de lo revolucionario recordando que la base de la moral está en la verdad” como también señaló Fidel en su lección sobre la vanguardia. “La vanguardia – sostuvo—trasmite con su acción y su pensamiento, la teoría, la ideología revolucionaria que viene de un marxismo no sólo aprendido de los libros sino de las experiencias propias en la vida”. Y en relación al conocimiento, desde los inicios de la Revolución, Fidel precisó que como parte esencial, el método del saber y el hacer se apoya en el saber anterior del pueblo y en el que adquiere en el curso de la lucha, como había dicho el “Ché”.
Es cierto que al destacar palabras y actos a los que ninguna revolución había dado semejante peso ni en sus teorías, ni en sus ideologías, ni en su práctica, es necesario añadir dos comentarios más que de ellas derivan: uno es que representan no sólo a la nueva revolución que se inicia en Cuba, sino a la que debe plantearse en el mundo entero –con el pensar y el hacer de la inmensa variedad de pueblos, naciones y condiciones en la lucha de clases.
Dominar totalmente la actual desesperanza que deriva del fracaso de reformas y revoluciones que dieron al traste con la moral como filosofía vital y como práctica colectiva e individual, es sin duda el camino que habrá de seguir la Humanidad para salir de esa terrible desesperanza que señaló recientemente Noam Chomsky en palabras precisas.
Superar la desesperanza es la nueva batalla y en ella Fidel con Cuba tienen otra gran experiencia que ofrecer a la Humanidad. A partir de movimientos como el de Cuba, y tomando en cuenta el estado actual de las luchas, de las organizaciones y de la conciencia rebelde, como en el llamado del Moncada, se ha vuelto necesario plantear en el mundo entero una Revolución realmente nueva. Y si en Cuba encontramos logros increíbles alcanzados en la lucha por una independencia, un socialismo, una democracia y una libertad de veras, y vemos que en ella hay aún serias limitaciones a superar, en ella encontramos también lo más avanzado que en la organización del trabajo y la vida ha alcanzado la Humanidad. Cualquier intento por salir de la desesperanza necesitará más pronto de lo que nos imaginamos tomar en cuenta las aportaciones de Cuba para la organización de otro mundo posible Y al hacerlo encontrará confirmada la aportación de Cuba a una nueva revolución democrática y socialista, leyendo la sentencia que se dictó contra los intentos conspirativos de un grupo que bajo los auspicios de la URSS pretendió organizar un Estado y un Partido como los que –en su largo ocaso—la URSS implantó en los países satélites y en su propia tierra.
Abordar el problema en relación al debate que se da sobre la democracia directa y la representativa, y de la Revolución social en que los pueblos se organicen en formas puramente horizontales, es fundamental para advertir el sentido que Fidel ha dado a una y otra posición en el curso de sus palabras y sus juicios.
Entre los problemas que plantea la alternativa uno es el que se refiere a las limitaciones y contradicciones internas de los propios partidos y organizaciones comunistas, socialistas, populares y de liberación nacional o regional. Es cierto que el control de los gobiernos por los pueblos es la solución fundamental pero que su organización debe hacerse, a sabiendas –entre otras fuentes—de lo que le dijo Fidel en Chile a una inmensa multitud, cada vez más presionada por los agentes provocadores de la CIA, por los “maoístas”, ya infiltrados de arriba abajo, y por organizaciones supuestamente más radicales que la Unidad Popular encabezada por el Presidente Allende. Cuando Fidel, tras un emocionante discurso en la Plaza Municipal de Santiago, ya tenía ganada a la multitud y levantando la mano y la voz le preguntó animoso: “¿Ustedes creen que el pueblo se equivoca?” y el pueblo le contestó con un clamoroso ¡NOOOOOO! Fidel le contestó a toda voz, como si estuviera conversando: “Pues fíjense que sí”. A lo que sucedió una inmensa risa solidaria contra los provocadores del golpe, y en apoyo a Fidel y la Unidad Popular.
Tiene razón Marta Harnecker cuando en su América Latina y el socialismo del siglo XXI a diferencia de lo ocurrido en el XX afirma que “debe ser la propia gente la que defina y fije las prioridades”, la que controle eficiencia y honestidad de un trabajo “no alienado” y de cualquier vicio burocrático, administrativista, centralista y autoritario. Ella misma hace ver que no estamos contra la democracia representativa sino contra la que no es representativa de los trabajadores y las comunidades. Marta Harnecker recuerda que Marx plantea que hay que descentralizar todo lo que se pueda descentralizar, y sostiene con razón que el estado que tiene fines sociales lejos de debilitarse se fortalece con la descentralización. Hoy, en México, el zapatismo por su lado ha realizado el máximo empeño para que los pueblos y comunidades aprendan a gobernar y para que el estado del pueblo se integre de tal modo al pueblo que ya no se pueda hablar del estado sin referirse al pueblo, y a las comunidades, no sólo organizadas en formas coordinadas y jerárquicas, sino en redes de resistencia, cooperación y “compartición”, que dominen las artes y las ciencias así como el saber popular, y que a la cultura general del aprender a aprender y a informarse añadan conocimientos especializados, que puedan cambiar si lo quieren a lo largo de la vida. Por su parte ese gran pensador que fue el comandante bolivariano Hugo Chávez hizo particular énfasis en que “sin la participación de fuerzas locales, sin una organización de las fuerzas desde abajo, de los campesinos y los trabajadores por ellos mismos, es imposible el construir una nueva vida”. La Venezuela del Presidente Nicolás Maduro hizo realidad ese objetivo, al organizar sus fuerzas desde abajo, dispuestas a dar la vida para defender su independencia, su libertad y su proyecto socialista…Por eso precisamente la oligarquía y el Pentágono, no pudieron realizar el “golpe blando” que tanto prepararon en todos los terrenos contra el pequeño pueblo del Caribe, rico en petróleo…
En el párrafo citado, Chávez recuerda que el proyecto del control del poder por las comunidades, fue el de los soviets con que Lenin quiso estructurar el estado de los trabajadores y las comunidades de la Unión Soviética, y añadió con razón que con el tiempo, la URSS “se convirtió en una república soviética sólo de nombre” y, ahora, hasta el nombre se ha quitado.
Si tras esta exploración del cuerpo político y revolucionario del siglo XXI volvemos a las lecciones de Fidel, recordamos aquélla, entre muchas, más con que queremos dar término a este breve recuento. En el juicio a Escalante y a propósito de las intromisiones de la Unión Soviética -que en tantos otros casos apoyó a Cuba, pero que no por su solidaridad tenía derecho alguno de patrono-, el pensamiento de Fidel, del Fiscal, del Partido, y de Cuba Revolucionaria precisó claramente lo que la Revolución en esa Isla es dentro de la historia universal y por lo que puede contribuir tanto --con sus experiencias—a la historia universal.
Con el juicio a Escalante y su grupo se derrotó deliberadamente la intención de hacer de Cuba un satélite de la URSS. La sentencia del Fiscal expresó todas las lecciones de Fidel al rechazar las falsas acusaciones de Escalante y su “grupo de conspiradores” que se habían vuelto agentes de la Gran Potencia. El Fiscal, en su sentencia, negó terminantemente la falsa acusación de los conjurados contra el gobierno cubano de que estaba persiguiendo a los miembros del antiguo Partido Comunista, antes llamado Partido Socialista Popular, y afirmó que no sólo gozaban éstos de todo respeto sino que se les consideraba como miembros activos de la Revolución. El Fiscal denunció calumnias miserables, como que había un frente antisoviético y tachó de serviles a quienes lanzaban tales infundios. Y lo más importante, se expresó en un párrafo en que se advierte que las lecciones de Fidel ya se habían vuelto lecciones de colectividades, Ese párrafo decía “Lo que no nos perdonan estos enanos es ser capaces de pensar y actuar independientemente, al apartarnos de los clisés de los manuales, lo que no nos perdonan es la fe en la capacidad de nuestro pueblo para seguir su camino, la decisión de dar nuestro aporte a la causa revolucionaria.” Y añadía: “Nadie puede endilgarnos el calificativo de satélites y por eso se nos respeta en el mundo. Y ésta nuestra práctica revolucionaria, es una actuación conforme al marxismo—leninismo, a la esencia del marxismo-leninismo”, una esencia que concretamente deriva de la acción y la reflexión del pensar y el hacer revolucionario en el acá y el ahora y no en el antes y el allá.
Si la situación crítica del mundo y de sus alternativas ha sembrado la desesperanza, hay grandes experiencias para la organización de la libertad, de la vida y el trabajo en otro mundo posible y necesario. Entre ellas destaca la Cuba marxista y martiana.
Podríamos detenernos en muchas otras lecciones fundacionales, precisarlas y ampliarlas, pero en la imposibilidad de incluir su inmenso número y de analizar con detalle las formas de actuar a que las lecciones conducen, voy a destacar algunas más, relacionadas con las motivaciones y acciones conducentes al logro de las metas revolucionarias.
Fidel –en sus reflexiones y acciones- plantea una lucha, una construcción y, una guerra integral que incluye los problemas empresariales, militares, políticos, ideológicos y culturales, así como los de la comunicación y la información. Aquí las lecciones adquieren un carácter de tal modo colectivo que sólo se pueden expresar como obra de la Revolución y de las crecientes avanzadas de un pueblo que venía del “Estado del Mercado Colonial” y del “Complejo empresarial-militar-político y mediático” y que así como lo dejaron, con la cultura que lo dejaron, con la moral que en a muchos de sus miembros enajenados dejaron --a muchos de sus miembros enajenados--, con el analfabetismo integral que a tantos de ellos la opresión les impuso, y, eso sí y también con numerosísimos contingentes de admirable resistencia moral, intelectual y colectiva, que entre todas esas desigualdades, frenos y también virtudes innegables, inició la marcha de la emancipación y aprendió, con las juventudes revolucionarias, a aprender mucho de lo que su memoria y saber ignoraban, y que él y las juventudes fueron haciendo suyo.
La construcción del nuevo poder se inició al mismo tiempo en el estado, en el sistema político, en la sociedad, en la defensa integral, en la cultura y la economía, en la información y la comunicación, el arte y la fiesta. Adentrarse en ella puede empezar por la construcción y la transición a un estado del poder del pueblo. En ese terreno Ricardo Alarcón de Quesada ha escrito –con toda experiencia- un libro sobre Cuba y su lucha por la democracia. En ese y muchos otros escritos puede verse que al objetivo de la democracia como poder (Kratia) del pueblo (Demos) en un Estado-Nación corresponde necesariamente a una variante historia de la lucha de clases y por la independencia. Entre las variaciones más profundas de esa historia se encuentra el “Período Especial” tras la disolución del bloque socialista, y el que hoy vive Cuba con el paulatino cese del Bloqueo a que la sometió Estados Unidos.
Hoy, más que nunca, la principal defensa del proceso revolucionario cubano consistirá en la atención creciente a la democracia integral, y en ella a la organización permanente del diálogo y la interacción entre sus miembros, como tarea prioritaria. Nuevamente, la democracia de todo el pueblo será el arma más poderosa con que cuente Cuba. ¡Vencerá! ¡Venceremos!
Pablo González Casanova es Ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/181975

lunes, 28 de noviembre de 2016

FIDEL: Su nombre lo pronuncian los pueblos de los 5 continentes

Su nombre lo pronuncian los pueblos de los 5 continentes
“Fidel, Fidel, los pueblos te agradecen / palabras en acción y hechos que cantan, / por eso desde lejos te he traído / una copa del vino de mi patria: / … / Está llena de tantas esperanzas / que al beberla sabrás que tu victoria / es como el viejo vino de mi patria: / no lo hace un hombre sino muchos hombres / y no una uva sino muchas plantas: / no es una gota sino muchos ríos: / no un capitán sino muchas batallas. / Y están contigo porque representas / todo el honor de nuestra lucha larga / y si cayera Cuba caeríamos, / y vendríamos para levantarla, / y si florece con todas sus flores / florecerá con nuestra propia savia. / Y si se atreven a tocar la frente / de Cuba por tus manos libertada / encontrarán los puños de los pueblos, / sacaremos las armas enterradas: / la sangre y el orgullo acudirán / a defender a Cuba bienamada.”
Fragmento del poema: A Fidel Castro. Libro: Canción de Gesta. Autor Pablo Neruda.

Cada obrera, cada obrero, cada trabajadora, cada trabajador, ha soñado alguna vez con un momento en que fuese libre, en que se encontrase con las necesidades cubiertas y un mundo más justo. El sueño de la clase obrera, de la clase trabajadora, ha sido una y mil veces el de ser victoriosa, respetada, reconocida, con sus leyes, leyes que elabora junta y que junta comparte. Ser victoriosa con su enemigo el gran capital, respetada por su enemigo el gran capital, reconocida por su enemigo el gran capital.
Pero el sueño se ha roto tantas veces que se ha llegado a creer que era imposible, que era una quimera, que era mejor no soñar, no tener deseos, no tener esperanzas, no tener vida propia ni pensar en un mundo mejor. A veces las revoluciones se apagaban, otras se consumían en su propia llama, otras la llama era tan tibia que no se sabía por qué no era fuego ni agua. Aunque siempre, en todas partes había, hay, habrá, obreras y obreros, trabajadoras y trabajadores, soñando, actuando para que se haga realidad la esperanza. Y entre esas revoluciones ha llegado hasta nuestros días la Revolución Cubana, victoriosa a pesar de su enemigo el gran capital, respetada a pesar de su enemigo el gran capital, reconocida a pesar de su enemigo el gran capital, el mismo enemigo de toda la clase obrera, la clase trabajadora en los 5 continentes. Por eso en los 5 continentes se pronuncia el nombre de Fidel con agradecimiento, con actos que inspiran, con hechos que cantan. Fidel representa el honor de nuestra lucha larga, de nuestra lucha histórica, de nuestra lucha por el mundo soñado, en el que la justicia social y la igualdad sean la ley. En los cinco continentes los pueblos pronuncian su nombre porque con su nombre (y me aprovecho aquí de algunas de sus palabras en la II declaración de La Habana, que pronunció en la Plaza de la Revolución en 1962), con su nombre la clase obrera “reafirma la voluntad de marchar con todo el mundo y no con una parte de él. (Y siguió narrando la acción, contando los hechos que cantan). “En Punta del Este se libró una gran batalla ideológica entre la Revolución cubana y el imperialismo yanqui. ¿Qué representaban allí? ¿Por quién habló cada uno de ellos? Cuba representó los pueblos. Estados Unidos representó los monopolios. Cuba, por la soberanía. Estados Unidos, por la intervención. Cuba, por la cultura. Estados Unidos, por la ignorancia. Cuba por los alfabetizadores asesinados. Estados Unidos, por los asesinos.”
Se ha difundido la noticia de su fallecimiento y en las fábricas, en los campos, en las selvas, en los desiertos, en los mares, en las montañas, la clase obrera con sueños de justicia ha pronunciado el nombre de Fidel. He recibido noticias de diversas partes del mundo donde los humildes, las gentes trabajadoras, han salido a las calles a gritar su nombre, en Palestina he visto imágenes de Ramalla, y en un comunicado del Secretario General del Frente Democrático para la Liberación de Palestina, el señor Nayewf Hawatmeh, declara: “Gloria al compañero Fidel, último gran internacionalista revolucionario. Gloria al pueblo cubano y su revolución, el desarrollo, la justicia social y el socialismo.” En Madrid, España, he visto imágenes de la gente trabajadora gritando su nombre, en Venezuela, en Bolivia, en París… Un gran futbolista, Javier C. Gallego, (CD Leganes y Selección Nacional de Fútbol de España) me ha hecho llegar sus condolencias escribiendo:”Siento mucho la muerte del comandante Castro. Si pudiera transmitir mi pesar en sus redes, le estaría agradecido. Hoy en el partido llevaré brazalete negro en su honor y en honor al pueblo cubano. Hasta la Victoria Siempre.”
Hoy pronunciamos su nombre porque es el símbolo del antiimperialismo, y es el nombre con el que la clase obrera ha vencido al capitalismo. Por eso el imperio le ha odiado tanto, ha atentado contra él 650 veces, ha pretendido acabar con la resistencia del pueblo cubano bloqueándolo, ha envenenado a su población, ha destruido sus cosechas, ha atentado causando entre el pueblo de Cuba miles de muertos y heridos, ha querido callar los hechos en Cuba, la solidaridad de Cuba con los más necesitados del mundo, ha construido en territorio cubano colonizado la prisión más antihumana…: el imperialismo nos hace antiimperialistas, y nuestra sangre y nuestro orgullo acuden a defender a Fidel, a Cuba bienamada. Hasta la victoria siempre.

‘Comes y te vas’, el día en que Fox hizo el ridículo con Fidel Castro


Fidel: su legado. Atilio A. Boron

Fidel: su legado.   Atilio A. Boron

La desaparición física de Fidel hace que el corazón y el cerebro pugnen por controlar el caos de sensaciones y de ideas que desata su tránsito hacia la inmortalidad. Recuerdos que se arremolinan y se superponen, entremezclando imágenes, palabras, gestos (¡qué gestualidad la de Fidel, por favor!), entonaciones, ironías, pero sobre todo ideas, muchas ideas. Fue un martiano a carta cabal. Creía firmemente aquello que decía el Apóstol: trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras. Sin duda que Fidel era un gran estratega militar, comprobado no sólo en la Sierra Maestra sino en su cuidadosa planificación de la gran batalla de Cuito Cuanevale, librada en Angola entre diciembre de 1987 y marzo de 1988, y que precipitó el derrumbe del régimen racista sudafricano y la frustración de los planes de Estados Unidos en África meridional. Pero además era un consumado político, un hombre con una fenomenal capacidad para leer la coyuntura, tanto interna como internacional, cosa que le permitió convertir a su querida Cuba -a nuestra Cuba en realidad- en una protagonista de primer orden en algunos de los grandes conflictos internacionales que agitaron la segunda mitad del siglo veinte. Ningún otro país de la región logró algo siquiera parecido a lo que consiguiera Fidel. Cuba brindó un apoyo decisivo para la consolidación de la revolución en Argelia, derrotando al colonialismo francés en su último bastión; Cuba estuvo junto a Vietnam desde el primer momento, y su cooperación resultó de ser de enorme valor para ese pueblo sometido al genocidio norteamericano; Cuba estuvo siempre junto a los palestinos y jamás dudó acerca de cuál era el lado correcto en el conflicto árabe-israelí; Cuba fue decisiva, según Nelson Mandela, para redefinir el mapa sociopolítico del sur del continente africano y acabar con el apartheid. Países como Brasil, México, Argentina, con economías, territorios y poblaciones más grandes, jamás lograron ejercer tal gravitación en los asuntos mundiales. Pero Cuba tenía a Fidel…Martiano y también bolivariano: para Fidel la unidad de América Latina y, más aún, la de los pueblos y naciones del por entonces llamado Tercer Mundo, era esencial. Por eso crea la Tricontinental en Enero de 1966, para apoyar y coordinar las luchas de liberación nacional en África, Asia y América Latina y el Caribe. Sabía, como pocos, que la unidad era imprescindible para contener y derrotar al imperialismo norteamericano. Que en su dispersión nuestros pueblos eran víctimas indefensas del despotismo de Estados Unidos, y que era urgente e imprescindible retomar los iniciativas propuestas por Simón Bolívar en el Congreso Anfictiónico de 1826, ya anticipadas en su célebre Carta de Jamaica de 1815. En línea con esas ideas Fidel fue el gran estratega del proceso de creciente integración supranacional que comienza a germinar en Nuestra América desde finales del siglo pasado, cuando encontró en la figura de Hugo Chávez Frías el mariscal de campo que necesitaba para materializar sus ideas. La colaboración entre estos dos gigantes de Nuestra América abrió las puertas a un inédito proceso de cambios y transformaciones que dio por tierra con el más importante proyecto económico y geopolítico que el imperio había elaborado para el hemisferio: el ALCA.
Estratega militar, político pero también intelectual. Raro caso de un jefe de estado siempre dispuesto a escuchar y a debatir, y que jamás incurrió en la soberbia que tan a menudo obnubila el entendimiento de los líderes. Tuve la inmensa fortuna de asistir a un intenso pero respetuoso intercambio de ideas entre Fidel y Noam Chomsky acerca de la crisis de los misiles de Octubre de 1962 o de la Operación Mangosta, y en ningún momento el anfitrión prestó oídos sordos a lo que decía el visitante norteamericano. Una imagen imborrable es la de Fidel participando en numerosos eventos escenificados en Cuba –sean los encuentros sobre la Globalización organizados por la ANEC; los de la Oficina de Estudios Martianos o la Asamblea de CLACSO en Octubre del 2003- y sentado en la primera fila de la platea, munido de un cuadernito y su lapicera, escuchando durante horas a los conferencistas y tomando cuidadosa nota de sus intervenciones. A veces pedía la palabra y asombraba al auditorio con una síntesis magistral de lo dicho en las cuatro horas previas, o sacando conclusiones sorprendentes que nadie había imaginado. Por eso le decía a su pueblo “no crean, lean”, fiel reflejo del respeto que sentía por la labor intelectual.
Al igual que Chávez, Fidel un hombre cultísimo y un lector insaciable. Su pasión por la información exacta y minuciosa era inagotable. Recuerdo que en una de las reuniones preparatorias de la Asamblea de Clacso del 2003 nos dijo: “recuerden que Dios no existe, pero está en los detalles” y nada, por insignificante que pareciera, debía ser librado al azar. En la Cumbre de la Tierra de Río (1992) advirtió ante el escepticismo o la sonrisa socarrona de sus mediocres colegas (Menem, Fujimori, Bush padre, Felipe González, etcétera) que la humanidad era “una especie en peligro” y que lo que hoy llamamos cambio climático constituía una amenaza mortal. Como un águila que vuela alto y ve lejos advirtió veinte años antes que los demás la gravedad de un problema que hoy está en la boca de cualquiera.
Fidel ha muerto, pero su legado –como el del Che y el de Chávez- vivirá para siempre. Su exhortación a la unidad, a la solidaridad, al internacionalismo antiimperialista; su reivindicación del socialismo, de Martí, su creativa apropiación del marxismo y de la tradición leninista; su advertencia de que la osadía de los pueblos que quieren crear un mundo nuevo inevitablemente será castigada por la derecha con un atroz escarmiento y que para evitar tan fatídico desenlace es imprescindible concretar sin demora las tareas fundamentales de la revolución, todo esto, en suma, constituye un acervo esencial para el futuro de las luchas emancipatorias de nuestros pueblos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuente

La historia me absolverá, de Fidel Castro Un discurso político que cambió el rumbo de América Latina Kintto Lucas

La historia me absolverá, de Fidel Castro
Un discurso político que cambió el rumbo de América Latina

Las palabras son, a veces, como imágenes escondidas en la memoria. La memoria es como un laberinto por donde caminan los recuerdos. Los recuerdos como las palabras, pueden tener la libertad de los escritores o estar presas en ese laberinto de la memoria. Hay palabras que se pierden en el camino, hay palabras marcadas por la pasión o el miedo, hay palabras cubiertas de dolor, hay palabras eternas y fugaces. Pero las palabras, sean eternas o fugaces, nos sirven para construir el mundo que queremos o el mundo que no queremos. De los encontronazos con la realidad que queremos y con la realidad que no queremos nacieron, y nacen, palabras que en el instante de su alumbramiento, son parte palpitante de la historia, se hacen síntesis de ideales y pasiones. La palabra revolución, por ejemplo, con el andar de los siglos se fue ahuecando, envileciendo, entrampando en su propio laberinto. Sin embargo, hay momentos históricos que no solo reivindicaron la palabra, si no que se constituyeron en hechos fundamentales para posicionar la revolución social en la memoria colectiva. En los procesos revolucionarios existen derrotas militares que finalmente se transformaron en victorias políticas y hechos que marcaron el rumbo de los acontecimientos en el futuro. Los Asaltos a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en julio de 1953 en Cuba, fueron una derrota militar del movimiento revolucionario cubano, que Fidel Castro transformó en victoria política, pronunciando el discurso más trascendente del siglo XX en América Latina. Ese hecho se produjo en un momento histórico particular.

En febrero de 1950 después que China y la Unión Soviética reconocieron el gobierno de Ho Chi Minh en Vietnam, Estados Unidos lo consideró un “instrumento del comunismo internacional” y por lo tanto peligroso para los intereses estadounidenses en Asia si finalmente ganaba la guerra de independencia contra Francia. Meses después otorgaba los primeros quince millones de dólares en ayuda militar al gobierno francés para combatir al movimiento revolucionario vietnamita.

El senador Joseph McCarthy inició la persecución contra aquellos que el gobierno estadounidense consideraba de tendencia “comunista”. Primero fueron los integrantes del Partido Demócrata y luego los dirigentes sociales, artistas, escritores, consolidando una política de terrorismo de estado.

Estados Unidos y otros países de Europa rompieron el aislamiento del dictador Francisco Franco e hicieron alianza con él para perseguir a los partidarios de izquierda. La ONU suspendió los acuerdos que, en 1946, provocaron la retirada de embajadores de varios países y la exclusión de España de los organismos vinculados. Fue un cheque en blanco para profundizar la represión y el terror sobre la población opositora. Dos años después el país será admitid en la Unesco limpiando así los crímenes el franquismo. También en 1950 se inicia la guerra de Corea.

En 1952 ganó las elecciones presidenciales estadounidense el general retirado Dwight D. Eisenhower llevando como compañero de fórmula a Richard Nixon. Personajes acordes con un momento histórico de avance del conservadurismo en Estados Unidos y su acelerado enfrentamiento con la Unión Soviética (URSS). Ese año, en argentina murió Eva Duarte y empezó la caída del gobierno de Juan Domingo Perón. En noviembre de 1952 Estados Unidos hizo explotar su primera bomba H, quinientas veces más potente que la bomba atómica que destruyó Hiroshima y Nagasaky.

En marzo de1952 en Cuba, Fulgencio Batista dio un Golpe de Estado y se declarándose dictador e instalando un gobierno represivo y corrupto en alianza con latifundistas, empresas estadounidenses y la Mafia, que controlaba los casinos y cabarets de La Habana. Los sectores opositores al régimen fueron perseguidos, encarcelados y asesinados. En 1953 finalizó la guerra de Corea luego de tres años de duros enfrentamientos entre el norte y el sur y miles de muertos en el camino.

En marzo de 1953 murió Joseph Stalin a los 73 años, tras 29 años de gobernar la URSS consolidando la unidad mediante un régimen represivo. En agosto de 1953 los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña, presididos por Eisenhower y Churchil, con la dirección de la Central de Inteligencia Americana (CIA) y mercenarios contratados, provocaron un golpe de Estado en Irán, a favor de Mohamed Reza Pahlevi , que instauró una dictadura. Las piezas claves de la operación fueron el Secretario de Estado de Estados Unidos, John Fuster Dulles, su hermano Allen, director de la CIA, y Kermit Roosevelt, también de la CIA e hijo de Theodore Roosevelt. Dos años antes, el entonces Primer Ministro iraní Muhammad Mossadegh había nacionalizado la Anglo-Iranian Oil Company. También en 1953 Camboya (Kampuchea) declara su independencia de Francia. De a poco se fue consolidando la guerra fría.

En Cuba a principios de 1953, el movimiento opositor a Batista liderado por Fidel Castro contaba ya con unos 1200 integrantes entre obreros, campesinos, profesionales universitarios y estudiantes. La realidad política hacía necesaria una acción importante para posicionar al movimiento y luego provocar una insurrección que llevará a la caída de Batista. Entonces, planificaron la toma de dos cuarteles.

Ubicado en Santiago de Cuba, el Cuartel Moncada era el segundo del país, con unos mil efectivos, pero estaba alejado como para recibir ayuda militar inmediato en caso de ser tomado. Santiago se hallaba situada en la costa sur, junto al mar, rodeada de montañas, lo que, en parte podía facilitar la defensa posterior a la ocupación y el inicio de la lucha guerrillera en las montañas si había que retirarse.

En la elección del lugar había además un contenido de reivindicación histórica y simbólica, ya que las tres guerras independentistas del siglo XIX, fueron en esa zona del país. También el pueblo de esa región era reconocido por su rebeldía ya que ahí se produjeron importantes insurrecciones populares en el siglo XX. En paralelo al asalto del Moncada se tomaría el cuartel Carlos Manuel de Céspedes en el municipio de Bayamo.

El mando militar del operativo era dirigido por Fidel Castro y el mando civil por Abel Santamaría. Los pocos recursos que habían logrado reunir sirvieron para adquirir 165 armas, entre fusiles calibre 22 y escopetas de caza, los uniformes y realizar el entrenamiento previo al asalto ya que nadie tenía experiencia militar.

El 26 de julio era domingo de carnaval, un festejo popular tradicional en Santiago, al que concurría gente de distintos lugares del país. Esa fiesta por un lado mantendría distraída a la población y a las fuerzas represivas y por otro no despertaría sospechas de que jóvenes de otras provincias estuvieran en la ciudad. Participaron 131 combatientes, organizados en tres grupos. El primero al mando de Fidel atacaría el Moncada. Los otros dirigidos por Abel Santamaría y Raúl Castro ocuparían el Hospital y el Palacio de Justicia que estaban al lado.

Antes de la acción Fidel Castro pronunció las siguientes palabras: "Compañeros: Podrán vencer dentro de unas horas o ser vencidos; pero de todas maneras, ¡óiganlo bien, compañeros!, de todas maneras el movimiento triunfará. Si vencemos mañana, se hará más pronto lo que aspiró Martí. Si ocurriera lo contrario, el gesto servirá de ejemplo al pueblo de Cuba, a tomar la bandera y seguir adelante. El pueblo nos respaldará en Oriente y en toda la isla. ¡Jóvenes del Centenario del Apóstol! Como en el 68 y en el 95, aquí en Oriente damos el primer grito de ¡Libertad o muerte! Ya conocen ustedes los objetivos del plan. Sin duda alguna es peligroso y todo el que salga conmigo de aquí esta noche debe hacerlo por su absoluta voluntad. Aún están a tiempo para decidirse. De todos modos, algunos tendrán que quedarse por falta de armas. Los que estén determinados a ir, den un paso al frente. La consigna es no matar sino por última necesidad”.

El Hospital y el Palacio de Justicia fueron tomados. En el Moncada, el grupo principal, logró desarmar la guardia pero llegó una patrulla y se provocó un tiroteo. Eso alertó a la tropa que se movilizó rápidamente para atacar a los rebeldes. Tras un duro enfrentamiento y ante un enemigo superior en efectivos y armas, Fidel Castro vio que era imposible continuar la lucha y ordenó la retirada. Los 28 combatientes que intentaron tomar el Cuartel de Bayamo, también fracasaron.

Tras la derrota, Batista decretó Estado de Sitio y aumentó la represión contra diversos sectores opositores, clausuró medios de comunicación de izquierda y aplicó medidas de censura a la prensa y la radio. Seis combatientes de los dos cuarteles murieron en los enfrentamientos, más de cincuenta fueron asesinados después por el ejército pero los presentaron como caídos en el combate, unos pocos escaparon y los demás fueron capturados y torturados.

Como nadie es amigo de las derrotas, en la época muchos sectores de la izquierda latinoamericana criticaron la acción diciendo que fue una aventura.

Meses después, en octubre, el juicio a Fidel Castro se transformará en una tribuna para denunciar los asesinatos y torturas, cuando el líder revolucionario pronunciará su alegato de autodefensa, conocido posteriormente como La historia me absolverá, por la última frase pronunciada al realizar su defensa.

El discurso de cuatro horas provocó la reacción de distintos sectores de la sociedad y se transformó en un golpe directo a la imagen de Batista. La indignación de la población por el trato a los prisioneros dañó seriamente la imagen de Batista. Hubo pronunciamiento de jueces, religiosos y diversas organizaciones condenando el asesinato y la tortura de los prisioneros. Tras el discurso Fidel Castro se convirtió en un héroe para los sectores populares. En el alegato, al decir de diversos analistas, Fidel Castro se transformó de acusado en acusador y logró quebrar el silencio impuesto por la dictadura, posicionando el discurso revolucionario y provocando un crecimiento de su imagen como líder. “No se mató durante un minuto, una hora o un día entero, sino que en una semana completa, los golpes, las torturas, los lanzamientos de azotea y los disparos no cesaron un instante como instrumento de exterminio manejados por artesanos perfectos del crimen. El cuartel Moncada se convirtió en un taller de tortura y muerte, y unos hombres indignos convirtieron el uniforme militar en delantales de carniceros", explicó Fidel.

El cuestionamiento de Fidel al pedido de sentencia realizado por el fiscal acusador fue en un cuestionamiento político al régimen de Batista y su Sistema Judicial. “Es un principio elemental de derecho penal que el hecho imputado tiene que ajustarse exactamente al tipo de delito prescrito por la ley –aseguró el líder cubano. Si no hay ley exactamente aplicable al punto controvertido, no hay delito. El artículo en cuestión dice textualmente: ‘Se impondrá una sanción de privación de libertad de tres a diez  años al autor de un hecho dirigido a promover un alzamiento de gentes armadas contra los Poderes Constitucionales del Estado. La sanción será de privación de libertad de cinco a veinte años si se llevase a efecto la insurrección’.¿En qué país está viviendo el señor fiscal? ¿Quién le  ha dicho que nosotros hemos promovido alzamiento contra los Poderes Constitucionales del Estado? Dos cosas resaltan a la vista. En primer lugar, la dictadura que oprime a la nación no es un poder constitucional, sino inconstitucional; se engendró contra la Constitución, por encima de la Constitución, violando la Constitución legítima de la República. Constitución legítima es aquella que emana directamente del pueblo soberano”.

Más adelante incluso ironizó utilizando un lenguaje que llegaba a la mayoría de la gente. “En segundo lugar, el artículo habla de Poderes, es decir, plural, no singular, porque está considerado el caso de una república regida por un Poder Legislativo, un Poder Ejecutivo y un Poder Judicial que se equilibran y contrapesan unos a otros –argumentó Fidel. Nosotros hemos promovido rebelión contra un poder único, ilegítimo, que ha usurpado y reunido en uno solo los Poderes Legislativos y Ejecutivo de la nación, destruyendo todo el sistema que precisamente trataba de proteger el artículo del Código que estamos analizando. En cuanto a la independencia del Poder Judicial después del 10 de marzo, ni hablo siquiera, porque no estoy para bromas... “.

El alegato también se transformó en un cuestionamiento al sistema económico e indirectamente al propio sistema capitalista. “El porvenir de la nación y la solución de sus problemas no pueden seguir dependiendo del interés egoísta de una docena de financieros, de los fríos cálculos sobre ganancias que tracen en sus despachos de aire acondicionado diez o doce magnates -afirmó. El país no puede seguir de rodillas implorando los milagros de unos cuantos becerros de oro que, como aquél del Antiguo Testamento que derribó la ira del profeta, no hacen milagros de ninguna clase. Los problemas de la República sólo tienen solución si nos dedicamos a luchar por ella con la misma energía, honradez y patriotismo que invirtieron nuestros libertadores en crearla. Y no (…) consiste en dejarlo todo tal cual está y pasarse la vida farfullando sandeces sobre la ‘libertad absoluta de empresa’, ‘garantías al capital de inversión’ y la ‘ley de la oferta y la demanda’, como habrán de resolverse tales problemas. En un palacete de la Quinta Avenida, estos ministros pueden charlar alegremente hasta que no quede ya ni el polvo de los huesos de los que hoy reclaman soluciones urgentes. Y en el mundo actual ningún problema social se resuelve por generación espontánea”.

Fidel denunció, describió y analizó la realidad política, social y económica de Cuba resumida en seis temas fundamentales y desarrolló propuestas para superar los problemas a partir de un gobierno revolucionario. La necesidad de distribuir de la tierra entre os campesinos para mejorar la producción, la urgencia de un proceso de industrialización para promover el desarrollo, la construcción de vivienda para los sectores populares en las ciudades, políticas para mejorar la educación con planes de alfabetización y mejora del salario de los maestros, y acciones urgentes para desarrollar el sistema de salud.

Para cumplir las propuestas sería necesario promulgar cinco leyes revolucionarias. Primero establecer la vigencia de la Constitución cubana de 1940 y restablecer el estado de derecho. Segundo realizar la Reforma Agraria. Tercero establecer que los trabajadores industriales reciban el 30 por ciento de los beneficios de sus empresas. Cuarto, decretar que los trabajadores de la industria azucarera reciban el 55 por ciento de los beneficios generados por su empresa. Quinto, confiscar los bienes de las personas culpables de fraude al Estado. Así, con estas y otras políticas se superaría el desempleo tan alto que existía en Cuba. Además, el discurso de Fidel estuvo atravesado por una reivindicación permanente de José Martí, de su figura histórica y de su pensamiento, generando simpatía en la población.

Luego describió las acciones que debería tomar un gobierno para solucionar los problemas económicos y sociales con propuestas que hasta hoy están vigentes. “Un gobierno revolucionario con el respaldo del pueblo y el respeto de la nación después de limpiar las instituciones de funcionarios venales y corrompidos, procedería inmediatamente a industrializar el país, movilizando todo el capital inactivo que pasa actualmente de mil quinientos millones a través del Banco Nacional y el Banco de Fomento Agrícola e Industrial y sometiendo la magna tarea al estudio, dirección, planificación y realización por técnicos y hombres de absoluta competencia, ajenos por completo a los manejos de la política”, afirmó Fidel Castro.

Explicó además cómo resolver el problema agrario. “Un gobierno revolucionario, después de asentar sobre sus parcelas con carácter de dueños a los cien mil agricultores pequeños que hoy pagan rentas –afirmó el líder revolucionario-, procedería a concluir definitivamente el problema de la tierra, primero: estableciendo como ordena la Constitución un máximo de extensión para cada tipo de empresa agrícola y adquiriendo el exceso por vía de expropiación, reivindicando las tierras usurpadas al Estado, desecando marismas y terrenos pantanosos, plantando enormes viveros y reservando zonas para la repoblación forestal; segundo: repartiendo el resto disponible entre familias campesinas con preferencia a las más numerosas, fomentando cooperativas de agricultores para la utilización común de equipos de mucho costo, frigoríficos y una misma dirección profesional técnica en el cultivo y la crianza y facilitando, por último, recursos, equipos, protección y conocimientos útiles al campesinado ”.

Sobre la falta de viviendas también hizo propuestas que seguramente sorprenden todavía a muchos. “Un gobierno revolucionario resolvería el problema de la vivienda rebajando resueltamente el cincuenta por ciento de los alquileres, eximiendo de toda contribución a las casas habitadas por sus propios dueños, triplicando los impuestos sobre las casas alquiladas, demoliendo las infernales cuarterías para levantar en su lugar edificios modernos de muchas plantas y financiando la construcción de viviendas en toda la Isla en escala nunca vista, bajo el criterio de que si lo ideal en el campo es que cada familia posea su propia parcela, lo ideal en la ciudad es que cada familia viva en su propia casa o apartamento –argumentó Fidel Castro. Hay piedra suficiente y brazos de sobra para hacerle a cada familia cubana una vivienda decorosa. Pero si seguimos esperando por los milagros del becerro de oro, pasarán mil años y el problema estará igual. Por otra parte, las posibilidades de llevar corriente eléctrica hasta el último rincón de la Isla son hoy mayores que nunca, por cuanto es ya una realidad la aplicación de la energía nuclear a esa rama de la industria, lo cual abaratará enormemente su costo de producción. Con estas tres iniciativas y reformas el problema del desempleo desaparecería automáticamente y la profilaxis y al lucha contra las enfermedades sería tarea mucho más fácil”.

También remarcó la importancia de la Educación para el avance de los pueblos y señala la necesidad de una reforma estructural. “Finalmente, un gobierno revolucionario procedería a la reforma integral de nuestra enseñanza, poniéndola a tono con las iniciativas anteriores, para preparar debidamente a las generaciones que están llamadas a vivir en una patria más feliz -explicó. No se olviden las palabras del Apóstol: ‘Se está cometiendo en [...] América Latina un error gravísimo: en pueblos que viven casi por completo de los productos del campo, se educa exclusivamente para la vida urbana y no se les prepara para la vida campesina. El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos. Un pueblo instruido será siempre fuerte y libre’. Pero el alma de la enseñanza es el maestro, y a los educadores en Cuba se les paga miserablemente; no hay, sin embargo, ser más enamorado de su vocación que el maestro cubano. ¿Quién no aprendió sus primeras letras en una escuelita pública? Basta ya de estar pagando con limosnas a los hombres y mujeres que tienen en sus manos la misión más sagrada del mundo de hoy y del mañana, que es enseñar. Debe concedérseles además a los maestros que desempeñan su función en el campo, el uso gratuito de los medios de transporte; y a todos, cada cinco años por lo menos, un receso en sus tareas de seis meses con sueldo, para que puedan asistir a cursos especiales en el país o en el extranjero, poniéndose al día en los últimos conocimientos pedagógicos y mejorando constantemente sus programas y sistemas”.

“¿De dónde sacar el dinero necesario?”, se preguntó Fidel. Y respondió con una acusación que golpea hasta hoy. “Cuando no se lo roben, cuando no haya funcionarios venales que se dejen sobornar por las grandes empresas con detrimento del fisco, cuando los inmensos recursos de la nación estén movilizados y se dejen de comprar tanques, bombarderos y cañones en este país sin fronteras, sólo para guerrear contra el pueblo, y se le quiera educar en vez de matar, entonces habrá dinero de sobra –explicó”.

El manifiesto fue además un llamado a la conciencia colectiva poniendo en evidencia la indiferencia de la sociedad ante la realidad social. “ Lo inconcebible es que haya hombres que se acuesten con hambre mientras quede una pulgada de tierra sin sembrar; lo inconcebible es que haya niños que mueran sin asistencia médica, lo inconcebible es que el treinta por ciento de nuestros campesinos no sepan firmar, y el noventa y nueve por ciento no sepa de historia de Cuba; lo inconcebible es que la mayoría de las familias de nuestros campos estén viviendo en peores condiciones que los indios que encontró Colón al descubrir la tierra más hermosa que ojos humanos vieron -aseguró. La sociedad se conmueve ante la noticia del secuestro o el asesinato de una criatura, pero permanece criminalmente indiferente ante el asesinato en masa que se comete con tantos miles y miles de niños que mueren todos los años por falta de recursos, agonizando entre estertores de dolor y cuyos ojos inocentes, ya en ellos el brillo de la muerte, parecen mirar hacia lo infinito como pidiendo perdón para el egoísmo humano y que no caiga sobre los hombres la maldición de Dios".

La historia me absolverá, es la defensa de la causa revolucionaria y la base teórica fundamental del plan de gobierno que sería asumido luego por el Movimiento 26 de Julio y diversos sectores políticos y sociales, que se aglutinarán en torno al documento político. Su posterior impresión y distribución clandestina aportó a un rápido crecimiento del movimiento revolucionario.

La historia me absolverá, no fue solamente un manifiesto de denuncia de los crímenes de las fuerzas represivas y defensa de los combatientes, si no, sobre todo, un pronunciamiento político que se transformará en antecedente fundamental para el triunfo de la Revolución en Cuba y pieza política clave en los distintos procesos revolucionarios que surgirán en toda América Latina.

En el imaginario cubano primero y latinoamericano luego, se posicionó la idea de que la revolución era única forma de cambiar la realidad social, política y económica. Si bien no es posible analizar qué hubiese ocurrido si Fidel Castro no realizaba su defensa y pronunciaba su alegato, si es posible determinar que el mismo se convirtió en un hecho político que superó la derrota militar.

La historia me absolverá no es un discurso más de Fidel Castro. Si bien son muchos sus discursos trascendentes al triunfar la Revolución y durante el proceso de construcción revolucionaria, éste es el más importante porque estableció las bases y marcó el camino hacia un triunfo revolucionario a pocos kilómetros de las costas estadounidenses en un momento histórico en que las luchas sociales empezaron a propagarse por todo el mundo. Pero además, es un documento político estratégico y de increíble vigencia en la actualidad. Ese alegato, que hoy la Campaña de Lectura Eugenio Espejo acerca en este libro, transformó la derrota militar en una victoria política de los revolucionarios cubanos. Al leer La historia me absolverá,los jóvenes podrán comprender de mejor forma la relevancia histórica que adquirió Fidel Castro, más allá de la Revolución Cubana.

En su excelente novela El año de la muerte de Ricardo Reis, José Saramago señala “A esta ciudad le basta saber que la rosa de los vientos existe, este no es el lugar donde los rumbos se abren, tampoco es el punto magnífico donde los rumbos convergen, aquí precisamente cambian los rumbos”. Con La historia me absolverá, se abren, convergen y cambian los rumbos…

* Texto del Prólogo de La historia me absolverá, editado por la Campaña de Lectura Eugenio Espejo, Quito, 2016.

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