jueves, 25 de junio de 2020

Un Nobel verdaderamente merecido. Por Ángel Guerra Cabrera por La pupila insomne

Un grupo de importantes personalidades ha lanzado la iniciativa de pedir el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a las brigadas médicas cubanas que combaten la covid-19 en 27 países y que a lo largo de los años han intervenido heroicamente en el enfrentamiento a numerosos desastres naturales y epidemias alrededor del mundo. La idea es muy justa y oportuna pues los médicos internacionalistas cubanos son, en estos tiempos de pandemia, desigualdad extrema e insoportable injusticia social, un paradigma difícilmente igualable de solidaridad humana y entrega a la causa de salvar vidas. Ello, en marcado antagonismo con el desenfrenado egoísmo de America First enarbolado por Donald Trump, cuando la Casa Blanca expone la salud y la vida de millones de estadounidenses en el altar de business is business, gatillando la propagación desbocada del virus y la muerte, como si fueran pocas las gravísimas violaciones a los derechos humanos que comete sistemáticamente, dentro y fuera de sus fronteras.  Si el Nobel ha de ser un galardón a quienes buscan el bien común, la justicia y la cooperación internacional, estos candidatos son sus merecedores, pues como afirmó Noam Chomsky ningún país ha tenido una actitud internacionalista como la de Cuba ante la pandemia. Para apoyar la propuesta, firmar en www.CubaNobel.org
Chomsky es precisamente uno de quienes aboga por la entrega del galardón a los galenos cubanos junto a los Premios Nobel Adolfo Pérez Esquivel y Alice Walker, el líder del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil Joao Pedro Stédile, el periodista Ignacio Ramonet, los actores Danny Glover y Mark Ruffalo, los músicos Chico Buarque, Silvio Rodríguez y Tom Morello, los escritores Luis Britto y James Early y los realizadores Oliver Stone y Pedro Costa. Una campaña de apoyo a la iniciativa ha sido lanzada en Brasil por el teólogo Leonardo Boff y el capítulo brasileño de la Red En Defensa de la Humanidad y existen convocatorias semejantes en Francia, Argentina e Italia. El movimiento se expande velozmente mientras desde Washington, con Pompeo a la cabeza y un odio irrefrenable, se vierten veneno y amenazas contra la cooperación médica cubana un día sí y el otro también. Es natural que a un grupo filofascista, como el que hoy detenta el gobierno en la potencia del norte, le provoque rabia una actividad de tan hondo contenido humanista y totalmente contraria a la lógica del  mercado. Se trata también de privar a Cuba de su primera fuente de divisas,ya que aunque en países pobres la cooperación de Cuba es casi gratuita, o gratuita del todo, hay otros muchos que sí dan una contraprestación  
La mitad de los 6250 médicos de  que disponía Cuba en 1959 desertó poco después del triunfo de la Revolución. Pero en 1960, La Habana envió una brigada médica a a asistir a las víctimas del megaterremoto que asoló a Chile. En 1963 envió una brigada de 55 médicos a la Argelia recién independizada. A partir de entonces fue común encontrar galenos cubanos en África. En 1970 despachó una brigada médica a Perú para atender a las victimas del terremoto de Áncash.  La visión y la voluntad política de Fidel Castro hizo que muy temprano se emprendiera un programa de formación de personal de salud que ha llevado a que hoy existas 13 universidades médicas y a que Cuba sea uno de los países que posee mas médicos por habitantes en el mundo. También condujo a la creación del gran complejo de centros de investigación biomédica, que ha sido imprescindible para producir medicamentos de punta a pesar del cada vez más asfixiante bloqueo yanqui, proteger a la población de muchas enfermedades infecciosas y producir nacionalmente ocho de las vacunas que se administran anualmente.
Desde 1963 más de 600 mil trabajadoras y trabajadoras de la salud cubanos han brindado sus servicios en más de 164 países. Más de 2000 combaten el coronavirus en 28 naciones, alrededor de 700 en México. En el Caribe lo hacen más de 600.
En 2005, a raíz del paso del huracán Katrina por Nueva Orleans, Fidel propuso al gobierno de Estados Unidos el envío de una importante fuerza médica para asistir a los damnificados. Con Bush en la presidencia la respuesta fue negativa pero el hecho dio lugar a la creación por el comandante del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias Henry Reeve. Reeve fue un joven de Brooklyn que murió combatiendo en las filas independentistas cubanas, donde por su valor y capacidad ganó muy joven el grado de brigadier y una gran admiración y cariño de los cubanos.   
Desde su creación, el contingente ha actuado ante terremotos (Paquistán, 2005; Indonesia, 2006; Perú, 2007, China, 2008; Haití, 2010; Chile, 2010; Nepal, 2015; Ecuador, 2016), lluvias intensas (Guatemala, 2005; Bolivia, 2006; México, 2007; El Salvador, 2009; Chile, 2015; Venezuela, 2015), emergencias médicas (cólera en Haití, 2010; ébola en Sierra Leona, Guinea Conakri, Liberia, 2014) y huracanes (Dominicana, 2015; Islas Fiji, 2016; Haití, 2016).
Twitter: @aguerraguerra

martes, 23 de junio de 2020

Y quizás amanezca, pero deberá ser en otro mundo. Por Sara Rosenberg por La pupila insomne

Y quizás amanezca, pero deberá ser en otro mundo. Por Sara Rosenberg

por La pupila insomne
En la tragedia griega el hombre (el héroe) se enfrenta con su destino previamente fijado y lo desvía. Lo eclosiona. Podría quedarse quieto y vivir o sobrevivir sin desafiar lo que le ha sido otorgado. Sin embargo, por deseo, por voluntad de justicia, por necesidad, porque es lo que siente que debe hacer, por amor o por odio, por principios, se enfrenta a su destino.
Quizás simplemente sea porque estar vivo implica en algún momento de la vida desafiar al destino. Enfrentarse con lo dado para crear algo nuevo. Todo lo demás es conformismo, obediencia, muerte de la vida. Esclavitud.
Y la historia nos demuestra que los grandes saltos son también modos de detenerse para saltar después al abismo. Todo por crear, nada por guardar. Todo por ganar y nada por perder salvo las cadenas, diría repitiendo nuestra vieja consigna.
Este virus extraño y tan desconocido como previsible podría entenderse como una metáfora –o un avatar- cruel de la quietud, de la pérdida de la capacidad de enfrentarnos con nuestro destino otorgado y aceptado como el único posible. Es el virus de la quietud, es la pasividad lo que nos aterra, la imposibilidad de mantener los vínculos sociales de donde nace toda fuerza y todo pensamiento humano.
Sin embargo recién ahora empieza a romperse por todos los costados y la humanidad entera vuelve a moverse y a pronunciarse a partir de un hecho detonante, pero que ha sido la norma en el mundo de la explotación del hombre por el hombre porque la esclavitud de los pueblos americanos y la caza de esclavos en África para conquistar capital y territorios  funda un modo de producción y de vida hasta nuestros días. El modo de producción capitalista.

El asesinato de un hombre negro a manos de la policía en Estados Unidos, un hecho que se ha repetido miles de veces con total impunidad, en esta coyuntura es la gota que colma el vaso. Un balcón al abismo. Y al mismo tiempo un puente en construcción entre la historia y el futuro.  Es notable y celebro que las estatuas de colonizadores, esclavistas y asesinos sean derribadas, pintadas y señaladas.  Han  permanecido demasiado tiempo insultando la memoria de millones de víctimas, -como en el caso de Leopoldo el Belga-genocida del Congo- entre otros tantos piratas, esclavistas y colonizadores.
Como dice Benjamin, “La tradición de los oprimidos nos enseña entretanto que el “estado de emergencia” en que vivimos es la regla. Debemos llegar a un concepto de historia que resulte coherente con ello. …” (1)
En Madrid, que es una zona de alto riesgo estuvimos casi cien días encerrados y aterrados por no saber qué estaba pasando y qué pasa. Algo se movió en los talones. Algo nos hizo desconfiar de todos los que decían saber y algo nos hizo buscar razones o causas o explicaciones un poco menos paranoicas.
Algo empezó a humanizarnos, tal vez, porque aunque fuera en medio de una tragedia que como toda tragedia es incontrolable, nos hizo estar juntos y compartir destino; aunque  está claro que no todo destino es el mismo: no es lo mismo estar en la cola del hambre que estar en un chalet y en la seguridad médica privada. No es lo mismo, pero al mismo tiempo el calibre del desconocimiento nos igualó por algunos instantes. Y los que sólo tenemos seguridad publica -salud pública, educación pública, vivienda y trabajos precarios- comprendimos rápidamente que el estado y lo público habían sido golpeados de muerte y que las privatizaciones que pagamos con nuestro trabajo nos condenaban a tener una salud pública incapaz de hacer frente a la catástrofe. (1)
Aquí en España, en Italia, en Estados Unidos, en Francia, Bélgica, Suecia, etc etc… la salud y todo los llamados “derechos humanos y sociales”  fueron privatizados mientras nos dedicábamos a endeudarnos y a divertirnos y a pensar que existía eso que llamaron el estado del bienestar  y que el capitalismo “bueno” era posible.
Trabajar fue la ley y cobrar poco y aceptar siempre porque no hay otro curro, fue la consigna.  La súper-explotación se cebó con todos y las ganancias de las grandes corporaciones se triplicaron. (Ver estadísticas, hay muchas y no es lo mío)
Es curioso, la vida es curiosa y trágica siempre. Por primera vez después del confinamiento y hace solo dos semanas fuimos a la Puerta del Sol a protestar, con mascarilla y sólo cincuenta personas guardando distancia de seguridad de metro y medio. Siempre obedientes, siempre correctos. Pedimos con carteles y con palabras que  hubiera un fondo de emergencia y que no se recortaran más derechos ni sociales ni laborales. Lo mínimo.
Antes de este gesto en Puerta del sol, los fascistas habían salido a la calle a golpear cacerolas gritando “libertad” en el barrio de Salamanca y en otros barrios ricos del país.  Una palabra para analizar a la luz de qué libertad es la que piden y porqué la piden. Sobre todo cuando son los que siempre han condenado la libertad y desde siempre la han perseguido.  Pensé entonces que invertían el sentido de la palabra, tal como los nazis invirtieron el sentido del socialismo, -el nazional-socialismo- refiriéndose a la  libertad de seguir explotando la fuerza de trabajo, de la limpiadora, de sus obreros, o camareros, o dependientes de tienda, o de sus inquilinos, ya que son dueños de la mayoría de los edificios-burbuja inmobiliaria, de la libertad para traficar, mercar y ganar. Todo un tema el tema de la palabra “Libertad”.  También en USA los grupos fascistas- suprematistas  salieron a la calle a gritar “libertad”, y en Argentina y en Brasil hicieron lo mismo, gritaron “libertad” al son de sus cacerolas en contra de la ayuda médica solidaria de Cuba y en contra de las medidas de protección.
¿Libertad para qué, qué libertad, libertad para explotar o libertad para hacer justicia? ¿Libertad para que nada cambie, libertad en si, o libertad para si? ¿Libertad para ser solidarios, humanos, internacionalistas?
En un momento, durante el mes de abril –en  el pico de la pandemia y los muertos in crescendo -pensé que no era solo un virus de laboratorio sino un programa de eugenesia muy bien controlado; o dirigido, al menos. Me permito, como todos un cierto grado de paranoia. Los viejos sobran, no producen y mueren. No hay que pagar largas jubilaciones y hay más de veinte mil viejos muertos en residencias privadas administradas como granjas y negocio…que dejarán en las arcas del estado sus jubilaciones.
Bueno, realmente quería justificar con este texto solo un deseo y una especie de constatación: lo dicho, no es científico mi planteamiento, solo empírico, pero creo que el virus se asusta cuando nos humanizamos, luchamos y tomamos el destino en nuestras manos y que pulula y se incrementa con la pasividad y con la aceptación y el miedo, tal como el dicho popular que nos contagiaron previamente  “es lo que hay…y hay que aceptarlo” porque esa derrota asumida es el núcleo de una cultura agónica, y claro, enferma.
El destino –y su hija la obediencia ciega- esa entelequia que niega la historia y cualquier transformación se ha colado en nosotros para debilitarnos y para hacer que el pensamiento débil nos cuente siempre historias de sin salida (en películas, novelas, series…) donde la condena de la rebeldía es constante y la historia como bucle es inevitable. Nada más alejado del espíritu trágico y del héroe.
Y por eso el dolor –el “yo” en sus aisladas desgracias- se coloca en el centro de la historia y tergiversa la palabra “libertad”. Una sensibilidad burguesa que huele a podrido y que tal vez, eso es lo que más deseo -si el virus no se aposenta en mis pulmones a modo de venganza- podamos vencer entre todos.
Lo cierto es que el planeta entero se mueve y depende de nosotros romper las cadenas que no supimos ver a tiempo. El virus es solo eso, una especie de ceguera que empieza a despejarse. Y ha desnudado los resultados del neoliberalismo que no sólo debilitó y corrompió los estados y lo público sino el espíritu colectivo y propiamente humano.
Y en este desnudo integral hemos visto con toda claridad dos modelos: o capitalismo salvaje (en el que vivimos y morimos a mansalva) o socialismo (aquellos países que como Cuba, Venezuela, Nicaragua, China, Corea, Viet –Nam y con todos los matices y problemáticas que conocemos – Rusia, Irán y Siria) han enfrentado la pandemia reforzando el estado y lo público, haciendo que prevalezca la salud sobre el negocio/ganancia y con otro concepto, donde la “humanidad” tiene sentido. Porque como dicen los cubanos, “Patria es humanidad” y treinta y cuatro brigadas médicas, -dos mil quinientos cooperantes en veintiséis naciones, que se suman a otros que estaban en cincuenta y seis países más-  lo han demostrado ampliamente.
Si, son dos modelos, la máxima ganancia acumulada por un 1% y que necesariamente cuenta con estados destruidos y débiles en nombre del derecho absoluto de las corporaciones y el globalismo, o estados fuertes y participativos desde la base que defienden lo público, la distribución equitativa de la riqueza y la preservación y desarrollo de la humanidad y el planeta.
Insisto, no me guardo ningún claroscuro, porque las tonalidades de grises son parte de todo proceso de cambio. La tragedia traerá una transformación, habrá que pensar, aprender e inventar el modo para salir del congelamiento y su virus: el miedo a cambiar y a perder o ganar, inoculado a través de un aparato ideológico y cultural implacable e inmenso que ha sido capaz de torcer el sentido mismo de la palabra libertad, porque la libertad humana solo es posible construyendo el “Nosotros”, socialista y soberano.
NOTAS:
  1. Tesis de filosofía de la historia. Walter Benjamin. (tesis nº VIII) – (Premia editora, La nave de los locos, Mexico 1977)
  1. Todo mi agradecimiento a los trabajadores sanitarios que pusieron el cuerpo a pesar de la falta de medios y la precariedad a la que nos condena el sistema neoliberal.
  1. No puedo en este corto espacio hablar de las corporaciones militares y la tremenda ofensiva sobre Venezuela, Cuba y Siria, el desplazamiento de tropas a las  fronteras del este de Europa, la macabra propaganda contra China y toda la agónica ofensiva imperialista. Pero la solidaridad se extiende y vencerá, ni bloqueos ni sanciones pueden detener el curso de la historia.
La pupila insomne | 23 junio, 2020 de 7:46 | Etiquetas: capitalismo, Coronavirus, Covid-19, Sara Rosenberg | Categorías: Historia, Literatura | URL: https://wp.me/p10AwN-iu1

Y quizás amanezca, pero deberá ser en otro mundo. Por Sara Rosenberg por La pupila insomne

Y quizás amanezca, pero deberá ser en otro mundo. Por Sara Rosenberg

por La pupila insomne
En la tragedia griega el hombre (el héroe) se enfrenta con su destino previamente fijado y lo desvía. Lo eclosiona. Podría quedarse quieto y vivir o sobrevivir sin desafiar lo que le ha sido otorgado. Sin embargo, por deseo, por voluntad de justicia, por necesidad, porque es lo que siente que debe hacer, por amor o por odio, por principios, se enfrenta a su destino.
Quizás simplemente sea porque estar vivo implica en algún momento de la vida desafiar al destino. Enfrentarse con lo dado para crear algo nuevo. Todo lo demás es conformismo, obediencia, muerte de la vida. Esclavitud.
Y la historia nos demuestra que los grandes saltos son también modos de detenerse para saltar después al abismo. Todo por crear, nada por guardar. Todo por ganar y nada por perder salvo las cadenas, diría repitiendo nuestra vieja consigna.
Este virus extraño y tan desconocido como previsible podría entenderse como una metáfora –o un avatar- cruel de la quietud, de la pérdida de la capacidad de enfrentarnos con nuestro destino otorgado y aceptado como el único posible. Es el virus de la quietud, es la pasividad lo que nos aterra, la imposibilidad de mantener los vínculos sociales de donde nace toda fuerza y todo pensamiento humano.
Sin embargo recién ahora empieza a romperse por todos los costados y la humanidad entera vuelve a moverse y a pronunciarse a partir de un hecho detonante, pero que ha sido la norma en el mundo de la explotación del hombre por el hombre porque la esclavitud de los pueblos americanos y la caza de esclavos en África para conquistar capital y territorios  funda un modo de producción y de vida hasta nuestros días. El modo de producción capitalista.

El asesinato de un hombre negro a manos de la policía en Estados Unidos, un hecho que se ha repetido miles de veces con total impunidad, en esta coyuntura es la gota que colma el vaso. Un balcón al abismo. Y al mismo tiempo un puente en construcción entre la historia y el futuro.  Es notable y celebro que las estatuas de colonizadores, esclavistas y asesinos sean derribadas, pintadas y señaladas.  Han  permanecido demasiado tiempo insultando la memoria de millones de víctimas, -como en el caso de Leopoldo el Belga-genocida del Congo- entre otros tantos piratas, esclavistas y colonizadores.
Como dice Benjamin, “La tradición de los oprimidos nos enseña entretanto que el “estado de emergencia” en que vivimos es la regla. Debemos llegar a un concepto de historia que resulte coherente con ello. …” (1)
En Madrid, que es una zona de alto riesgo estuvimos casi cien días encerrados y aterrados por no saber qué estaba pasando y qué pasa. Algo se movió en los talones. Algo nos hizo desconfiar de todos los que decían saber y algo nos hizo buscar razones o causas o explicaciones un poco menos paranoicas.
Algo empezó a humanizarnos, tal vez, porque aunque fuera en medio de una tragedia que como toda tragedia es incontrolable, nos hizo estar juntos y compartir destino; aunque  está claro que no todo destino es el mismo: no es lo mismo estar en la cola del hambre que estar en un chalet y en la seguridad médica privada. No es lo mismo, pero al mismo tiempo el calibre del desconocimiento nos igualó por algunos instantes. Y los que sólo tenemos seguridad publica -salud pública, educación pública, vivienda y trabajos precarios- comprendimos rápidamente que el estado y lo público habían sido golpeados de muerte y que las privatizaciones que pagamos con nuestro trabajo nos condenaban a tener una salud pública incapaz de hacer frente a la catástrofe. (1)
Aquí en España, en Italia, en Estados Unidos, en Francia, Bélgica, Suecia, etc etc… la salud y todo los llamados “derechos humanos y sociales”  fueron privatizados mientras nos dedicábamos a endeudarnos y a divertirnos y a pensar que existía eso que llamaron el estado del bienestar  y que el capitalismo “bueno” era posible.
Trabajar fue la ley y cobrar poco y aceptar siempre porque no hay otro curro, fue la consigna.  La súper-explotación se cebó con todos y las ganancias de las grandes corporaciones se triplicaron. (Ver estadísticas, hay muchas y no es lo mío)
Es curioso, la vida es curiosa y trágica siempre. Por primera vez después del confinamiento y hace solo dos semanas fuimos a la Puerta del Sol a protestar, con mascarilla y sólo cincuenta personas guardando distancia de seguridad de metro y medio. Siempre obedientes, siempre correctos. Pedimos con carteles y con palabras que  hubiera un fondo de emergencia y que no se recortaran más derechos ni sociales ni laborales. Lo mínimo.
Antes de este gesto en Puerta del sol, los fascistas habían salido a la calle a golpear cacerolas gritando “libertad” en el barrio de Salamanca y en otros barrios ricos del país.  Una palabra para analizar a la luz de qué libertad es la que piden y porqué la piden. Sobre todo cuando son los que siempre han condenado la libertad y desde siempre la han perseguido.  Pensé entonces que invertían el sentido de la palabra, tal como los nazis invirtieron el sentido del socialismo, -el nazional-socialismo- refiriéndose a la  libertad de seguir explotando la fuerza de trabajo, de la limpiadora, de sus obreros, o camareros, o dependientes de tienda, o de sus inquilinos, ya que son dueños de la mayoría de los edificios-burbuja inmobiliaria, de la libertad para traficar, mercar y ganar. Todo un tema el tema de la palabra “Libertad”.  También en USA los grupos fascistas- suprematistas  salieron a la calle a gritar “libertad”, y en Argentina y en Brasil hicieron lo mismo, gritaron “libertad” al son de sus cacerolas en contra de la ayuda médica solidaria de Cuba y en contra de las medidas de protección.
¿Libertad para qué, qué libertad, libertad para explotar o libertad para hacer justicia? ¿Libertad para que nada cambie, libertad en si, o libertad para si? ¿Libertad para ser solidarios, humanos, internacionalistas?
En un momento, durante el mes de abril –en  el pico de la pandemia y los muertos in crescendo -pensé que no era solo un virus de laboratorio sino un programa de eugenesia muy bien controlado; o dirigido, al menos. Me permito, como todos un cierto grado de paranoia. Los viejos sobran, no producen y mueren. No hay que pagar largas jubilaciones y hay más de veinte mil viejos muertos en residencias privadas administradas como granjas y negocio…que dejarán en las arcas del estado sus jubilaciones.
Bueno, realmente quería justificar con este texto solo un deseo y una especie de constatación: lo dicho, no es científico mi planteamiento, solo empírico, pero creo que el virus se asusta cuando nos humanizamos, luchamos y tomamos el destino en nuestras manos y que pulula y se incrementa con la pasividad y con la aceptación y el miedo, tal como el dicho popular que nos contagiaron previamente  “es lo que hay…y hay que aceptarlo” porque esa derrota asumida es el núcleo de una cultura agónica, y claro, enferma.
El destino –y su hija la obediencia ciega- esa entelequia que niega la historia y cualquier transformación se ha colado en nosotros para debilitarnos y para hacer que el pensamiento débil nos cuente siempre historias de sin salida (en películas, novelas, series…) donde la condena de la rebeldía es constante y la historia como bucle es inevitable. Nada más alejado del espíritu trágico y del héroe.
Y por eso el dolor –el “yo” en sus aisladas desgracias- se coloca en el centro de la historia y tergiversa la palabra “libertad”. Una sensibilidad burguesa que huele a podrido y que tal vez, eso es lo que más deseo -si el virus no se aposenta en mis pulmones a modo de venganza- podamos vencer entre todos.
Lo cierto es que el planeta entero se mueve y depende de nosotros romper las cadenas que no supimos ver a tiempo. El virus es solo eso, una especie de ceguera que empieza a despejarse. Y ha desnudado los resultados del neoliberalismo que no sólo debilitó y corrompió los estados y lo público sino el espíritu colectivo y propiamente humano.
Y en este desnudo integral hemos visto con toda claridad dos modelos: o capitalismo salvaje (en el que vivimos y morimos a mansalva) o socialismo (aquellos países que como Cuba, Venezuela, Nicaragua, China, Corea, Viet –Nam y con todos los matices y problemáticas que conocemos – Rusia, Irán y Siria) han enfrentado la pandemia reforzando el estado y lo público, haciendo que prevalezca la salud sobre el negocio/ganancia y con otro concepto, donde la “humanidad” tiene sentido. Porque como dicen los cubanos, “Patria es humanidad” y treinta y cuatro brigadas médicas, -dos mil quinientos cooperantes en veintiséis naciones, que se suman a otros que estaban en cincuenta y seis países más-  lo han demostrado ampliamente.
Si, son dos modelos, la máxima ganancia acumulada por un 1% y que necesariamente cuenta con estados destruidos y débiles en nombre del derecho absoluto de las corporaciones y el globalismo, o estados fuertes y participativos desde la base que defienden lo público, la distribución equitativa de la riqueza y la preservación y desarrollo de la humanidad y el planeta.
Insisto, no me guardo ningún claroscuro, porque las tonalidades de grises son parte de todo proceso de cambio. La tragedia traerá una transformación, habrá que pensar, aprender e inventar el modo para salir del congelamiento y su virus: el miedo a cambiar y a perder o ganar, inoculado a través de un aparato ideológico y cultural implacable e inmenso que ha sido capaz de torcer el sentido mismo de la palabra libertad, porque la libertad humana solo es posible construyendo el “Nosotros”, socialista y soberano.
NOTAS:
  1. Tesis de filosofía de la historia. Walter Benjamin. (tesis nº VIII) – (Premia editora, La nave de los locos, Mexico 1977)
  1. Todo mi agradecimiento a los trabajadores sanitarios que pusieron el cuerpo a pesar de la falta de medios y la precariedad a la que nos condena el sistema neoliberal.
  1. No puedo en este corto espacio hablar de las corporaciones militares y la tremenda ofensiva sobre Venezuela, Cuba y Siria, el desplazamiento de tropas a las  fronteras del este de Europa, la macabra propaganda contra China y toda la agónica ofensiva imperialista. Pero la solidaridad se extiende y vencerá, ni bloqueos ni sanciones pueden detener el curso de la historia.
La pupila insomne | 23 junio, 2020 de 7:46 | Etiquetas: capitalismo, Coronavirus, Covid-19, Sara Rosenberg | Categorías: Historia, Literatura | URL: https://wp.me/p10AwN-iu1

Castilla y León oculta los datos de muertes por residencias para "no perjudicar los intereses económicos" de las empresas

Castilla y León oculta los datos de muertes por residencias para "no perjudicar los intereses económicos" de las empresas

  • El Gobierno de Fernández Mañueco niega la información sobre número de fallecidos en geriátricos privados solicitada a través de la Ley de Transparencia
  • Las cuatro empresas con más residencias en la región son: Clece, cuyo principal accionista es Florentino Pérez; Colisée y DomusVi, controladas por fondos de inversión de Jersey e Inglaterra, y Aralia, propiedad de un procesado en ‘Gürtel’
  • La mayoría de los geriátricos de Clece y Aralia son de titularidad pública, pero los explotan esas dos compañías tras recibir sendas concesiones
  • Sólo 64 de las 700 residencias de Castilla y León cuentan con gestión pública
  • infoLibre ofrece este artículo sobre el coronavirus en abierto gracias al apoyo de los socios. Aquí más información sobre cómo suscribirte o regalar una suscripción

Publicada el 22/06/2020 a las 06:00
Orden del Gobierno de Castilla y León negando datos sobre muertes en residencias privadas.
Orden del Gobierno de Castilla y León negando datos sobre muertes en residencias privadas.

El Gobierno de Castilla y León considera que “los intereses económicos y comerciales” de las empresas de residencias están por encima del derecho de los ciudadanos a conocer qué ocurrió durante la pandemia en los geriátricos de la región. Así consta en una orden del Gobierno que preside Alfonso Fernández Mañueco (PP), firmada el pasado 3 de junio, en la que se deniega el acceso a la información sobre número de fallecidos en los geriátricos privados de la región, solicitada al amparo de la Ley de Transparencia [puedes ver la resolución íntegra de la Junta al final del texto].
Dicha norma, aprobada en 2013 con el objeto de “ampliar y reforzar la transparencia de la actividad pública”, reconoce el derecho de los ciudadanos a acceder a la información pública. En su artículo 14 establece, no obstante, una serie de límites a ese derecho de forma que una Administración puede negar los datos que le solicitan cuando suponga un perjuicio para la seguridad nacional, la investigación de ilícitos penales o la protección del medio ambiente, entre otros asuntos detallados en una larga lista. Una de esas cuestiones, recogida en el artículo 14.1.h), es que se cause un perjuicio a “los intereses económicos y comerciales”.

A ese artículo es precisamente al que se agarra la Junta de Castilla y León para negar los datos de fallecimientos en las residencias privadas. Entre el 14 de marzo y el 14 de junio, murieron en dicha región 2.587 residentes con coronavirus o con síntomas compatibles con la enfermedad.
En la orden del Gobierno de Fernández Mañueco se explica que los Servicios Jurídicos de la Junta emitieron un informe analizando qué datos sobre fallecimientos en residencias pueden difundirse. Ese dictamen se apoya en el citado artículo 14.1.h), que limita el derecho de acceso a la información para proteger “los intereses económicos y comerciales”, a pesar de que en la misma norma se determina que la aplicación de cualquier límite “será justificada y proporcionada a su objeto y finalidad de protección y atenderá a las circunstancias del caso concreto, especialmente a la concurrencia de un interés público o privado superior que justifique el acceso”.

Pese a que el informe no es vinculante, el Ejecutivo de Fernández Mañueco lo hace suyo y asume las dos conclusiones básicas del mismo:
– La Junta puede proporcionar datos numéricos de personas fallecidas en centros residenciales de titularidad autonómica, con la desagregación que considere oportuna, incluyendo el nivel de cada residencia o centro individualmente considerado.

– Sobre el resto de centros que no sean de su titularidad, incluidos los intervenidos públicamente, sólo podría trasladar la información de fallecimientos de forma agregada, de tal modo que impida una relación de vinculación entre un número de fallecidos y la identificación y localización individual de cada residencia.
De esta forma, para proteger los "intereses económicos y comerciales" de las empresas de residencias, la Junta de Castilla y León no sólo oculta los datos de muertes en geriátricos privados. Tampoco ofrece información sobre la residencias de titularidad pública de las Diputaciones –hay en total 20 en las nueve provincias– o de los Ayuntamientos –existen 158–, ni de aquellas que siendo privadas reciben dinero público para la concertación de plazas, ni siquiera de las que han tenido que ser intervenidas durante la pandemia por el Gobierno autonómico ante la caótica situación que se vivía en ellas.
En realidad, ni siquiera facilita datos desagregados de los 21 geriátricos de titularidad autonómica que operan en la comunidad. Cinco de ellos están gestionados por empresas privadas y, en esos casos, tampoco publica el dato de decesos por centro. Su protección de los "intereses económicos y comerciales" de las empresas llega hasta ese extremo.
Pero, ¿qué intereses son exactamente los que está protegiendo el Gobierno autonómico del PP? Para saberlo, infoLibre explica a continuación quiénes son las principales empresas de residencias que operan en Castilla y León y quiénes son los propietarios de dichas compañías. 
Los "intereses comerciales" que protege Mañueco
Castilla y León es la región más extensa de España y una de las más envejecidas. Una situación que se refleja en el número de residencias: con una población de 2,4 millones de personas, cuenta con 700 geriátricos (sin contar otros centros asistenciales, como por ejemplo los de salud mental). Por establecer una comparación: la Comunidad de Madrid tiene 6,6 millones de habitantes y dispone de 474 residencias. 
De esos 700 centros, 199 son de titularidad pública (el 28,4% del total) y 501 son privados. Pero ese porcentaje es engañoso a la hora de analizar quién gestiona los centros: 135 de esas residencias de titularidad pública –cinco de la Comunidad, una de la Diputación de Soria y 129 de ayuntamientos–, son explotadas por empresas privadas, tras recibir la correspondiente concesión. El resultado es que sólo hay 64 geriátricos que son de titularidad y gestión públicas, lo que supone el 9,1% del total.
La principal empresa del sector en Castilla y León, con amplia diferencia respecto al resto, es Clece. Filial de ACS, cuyo principal accionista es Florentino Pérez, gestiona 29 residencias. Está presente en todas las provincias, salvo Ávila y Zamora. Es especialmente fuerte en León, donde tiene 10 centros. El dato más llamativo es que 17 de los 29 geriátricos los explota gracias a concesiones públicas: una de la Junta en Burgos, otra de la Diputación de Soria y 15 de corporaciones municipales. 
Como explicó infoLibre en un reportaje sobre el sector residencial en España, Clece es la segunda compañía más importante de España, con 61 centros en total. En cuanto a su propiedad, Florentino Pérez es dueño del 12,52% del grupo ACS, propietario único de Clece. Los primos Alberto Cortina y Alberto Alcocer controlan el 5,07% del capital y el fondo de inversión Blackrock el 5,05%.
La segunda empresa con más centros en Castilla y León es Colisée, que explota la inmensa mayoría bajo la marca comercial La Saleta. Dispone en total de 11 geriátricos, pero su presencia se concentra en Salamanca, donde tiene ocho centros. Además gestiona dos en Burgos y uno en Valladolid. Una de las residencias es de titularidad pública: la de Macotera, que pertenece al ayuntamiento de la localidad salmantina. infoLibre desveló la semana pasada la decisión de Colisée de cobrar 85 euros mensuales, desde ahora hasta diciembre, a los residentes de los 50 centros que tiene en España. Un hecho que se supo precisamente gracias a la denuncia de los familiares de mayores que viven en Macotera. Con esa medida, pretendía recaudar tres millones de euros. Tras publicarse la noticia, Colisée dio marcha atrás y afirmó que esa especie de tasa covid pasaba a ser "voluntaria".
Colisée es el cuarto grupo que más residencias acumula en España. Desde junio de 2017, su accionista principal es el fondo de inversión IK Investment, que opera desde un territorio fiscalmente opaco: la isla de Jersey, en el Canal de la Mancha. Como ocurre siempre con este tipo de fondos, resulta prácticamente imposible conocer quiénes son las personas que han puesto el dinero para realizar una inversión concreta, y por tanto no se sabe quiénes son los verdaderos dueños de la compañía. En este caso de Colisée.
La tercera empresa más relevante en Castilla y León es DomusVi, que cuenta con nueve geriátricos, repartidos por seis provincias (tres en Zamora, dos en Burgos y uno en Ávila, León, Palencia y Valladolid). Ninguno de ellos es de titularidad pública, aunque varios reciben dinero de la Junta para la concertación de plazas (la Administración paga una cantidad para que se atienda a un residente en el centro).
DomusVi es la empresa líder del sector en España, con 138 geriátricos. Su principal accionista es otro fondo de inversión, Intermediate Capital Group (ICG), en este caso con sede en Londres.
La cuarta empresa más relevante en Castilla y León es Aralia, controlada por José Luis Ulibarri, un empresario burgalés doblemente procesado en el caso Gürtel, uno de los principales escándalos de corrupción de las últimas décadas. Aralia explota siete residencias: cinco de ellas en León, una en Burgos y otra en Valladolid. Llama la atención que cinco de esos siete centros son de titularidad pública y fueron adjudicados mediante concesión a la compañía de Ulibarri: dos por la Junta autonómica –uno en Burgos y otro en León–, dos por corporaciones locales y otro por una junta vecinal.
Aralia, con 20 geriátricos repartidos por cuatro comunidades, está también entre los principales grupos del sector en España. Ulibarri y su familia controlan al menos el 63% de su capital. El empresario burgalés está procesado en dos piezas de Gürtel por pagar dinero a cambio de adjudicaciones y fue detenido en la operación Enredadera.
Otros grupos empresariales que tienen una posición hegemómica en el sector en España cuentan con escasa presencia en Castilla y León. Es el caso de Vitalia Home (tiene cuatro geriátricos), Orpea (cuatro), Ballesol (tres), Sanitas (dos), Caser (dos) y Amavir (uno).
Más allá de las sociedades mercantiles, hay que destacar la relevancia que tienen en Castilla y León entidades de la Iglesia católica, que gestionan decenas de residencias. Destacan especialmente dos: las Hermanitas de los Ancianos Desamparados y Cáritas. Las primeras gestionan 13 centros, muy repartidos por la región, de forma que tienen presencia en todas las provincias menos en Segovia. Cáritas se encarga de 12 geriátricos, seis de ellos en Zamora.
Mayor presencia aún tiene Mensajeros de la Paz, que no es una entidad de la Iglesia, pero que está presidida por un sacerdote: Ángel García, conocido como el padre Ángel. Dicha asociación dispone de 15 residencias en la comunidad autónoma, siete de ellas en León y cuatro en Palencia. Una parte significativa –el 40%– son concesiones públicas municipales: en concreto, cuatro en León y dos en Palencia.
Más allá de los grupos con presencia nacional y de las entidades vinculadas a la Iglesia católica, también hay empresas locales que tienen una implicación relevante: el Grupo Matellanes 48 gestiona seis residencias (cinco en Zamora), la sociedad El Niño Jesús explota otras seis (todas en Zamora) y Las Encinas cuenta con cinco centros (todos en León).
Comisionado de Transparencia
La orden denegando los datos de fallecimientos por residencias que fue dictada por la Consejería de Familia –cuya titular es María Isabel Blanco (PP)– no es firme en vía administrativa. La legislación establece que cabe una reclamación potestativa ante el Comisionado de Transparencia de Castilla y León. El periodista de infoLibre que realizó la solicitud presentó ya dicho recurso, que fue admitido a trámite por el Comisionado el 19 de junio. Este órgano tiene ahora tres meses para resolver. En última instancia, un ciudadano puede acudir a la jurisdicción contenciosa cuando considere que una Administración ha cercenado su derecho de acceso a la información pública.
En el texto de la reclamación se recuerda que la jurisprudencia del Tribunal Supremo obliga a interpretar de forma "restrictiva" cualquier limitación al derecho de acceso a la información pública (ver STS 3530/2017, de 16 de octubre), se argumenta que la transparencia en un tema de salud pública debe prevalecer frente a los "intereses económicos y comerciales" de las empresas y se denuncia la "discriminación" que supone ofrecer los datos de ciertas residencias de titularidad pública mientras que se ocultan los de aquellos geriátricos de gestión privada.
También se destaca la paradoja de que la Junta asuma que desvelar un alto número de fallecidos en una residencia puede causar un perjuicio a los "intereses económicos y comerciales" de una empresa y no tenga en cuenta su corolario –que la inexistencia de muertes en un centro puede conllevar un beneficio para éste–, lo que permite concluir que la Junta está en realidad velando por los intereses de unas empresas (las que tienen un alto número de fallecidos) frente a otras (las que no sufrieron decesos).