Certificado de defunción
- Escrito por Redacción
- Viernes, 19 Julio 2013
Los grupos de la oposición en el Congreso han firmado lo
 que llaman el “certificado de defunción” de la Ley Wert. Se comprometen
 a que en cuanto el PP pierda la mayoría absoluta, “en el primer período
 de sesiones de la próxima legislatura procederán a derogar la LOMCE”.
Ya veremos en qué queda luego el compromiso, pero como 
gesto abre un interesante camino a seguir: la posibilidad de que la 
oposición acuerde recomponer los destrozos de Rajoy.
Un camino a seguir, en efecto: ya puestos, podrían añadir
 en el mismo acuerdo el compromiso de derogar la última reforma laboral,
 la de pensiones que está al caer, y los recortes educativos, sanitarios
 y de dependencia del último año y medio. Y extender el acuerdo a 
ámbitos autonómicos, para comprometerse en cada Comunidad a revertir 
privatizaciones sanitarias, recortes educativos y sociales, y hasta 
Eurovegas.
“Pero por qué quedarnos en esta legislatura”, dice un 
diputado en la reunión: “podríamos seguir rebobinando, y acordar una 
modificación constitucional que elimine el cambio que PP y PSOE pactaron
 para consagrar la austeridad en la Constitución”. En ese momento el 
representante del PSOE se pone nervioso, y otros asistentes a la reunión
 proponen que, ya que hemos llegado hasta ahí, anulemos también los 
recortes de Zapatero, su reforma de pensiones, y por supuesto su reforma
 laboral.
“Pues si hay que derogar las dos últimas, ya puestos 
vayamos derogando una tras otra todas las reformas laborales con que los
 sucesivos gobiernos han ido recortando derechos”, propone otro 
representante, que pese a ser de un grupo pequeño no se achica.
La reunión acaba sucumbiendo al legendario efecto “yaque”, ese que aparece cada vez que te pones a hacer obras en casa: “ya que cambiamos
 el baño, por qué no aprovechamos también para pintar el pasillo” y 
luego otro “yaque”, y otro… Pues los diputados igual: “ya que nos
 ponemos a derogar, deroguemos a lo grande: revirtamos también el 
proceso de privatización y concentración de las cajas de ahorros, y ya que,
 sigamos desandando el camino por el que las cajas perdieron de vista su
 objeto social y se emborracharon de ladrillo e inversiones locas, para 
que vuelvan a estar al servicio de la sociedad.”
Por ese camino, y después de devolver sus casas a las 
familias desahuciadas, desurbanicemos todos esos terrenos que en su día 
urbanizamos para nuevos barrios que ya no necesitamos, y eliminemos 
todos los pegotes de cemento que destrozan la costa y otras zonas. Al 
final, acabaremos derogando por innecesaria la Ley del Suelo que tanto 
hizo por la burbuja, y anularemos muchas de las recalificaciones 
urbanísticas hechas al calor de la misma. Esto por supuesto implicará la
 devolución de las gigantescas plusvalías que unos pocos se repartieron,
 y también el reembolso de las comisiones y “donaciones” con que los 
partidos hicieron caja en tantos municipios a golpe de recalificación.
Algunos en la reunión empiezan a mirar al techo o al 
teléfono, pero en ese momento entran por la ventana los gritos de los 
ciudadanos, que desde la calle animan el acuerdo: “¿Por qué no seguimos 
desandando, revirtiendo, derogando, anulando, borrando? Incluyamos en el
 acuerdo las empresas públicas que fueron malvendidas, los servicios que
 fueron privatizados, los oligopolios favorecidos, el tinglado del 
mercado eléctrico, el destrozo ambiental…"
Una vez que coges velocidad, ya es todo cuesta abajo 
hacia atrás en el tiempo, y por el camino puedes replantearte el euro, 
que tantos disgustos nos ha acabado causando; e incluso la propia 
entrada en una Europa que ahora sabemos que contenía la semilla 
neoliberal y que terminaría como ha terminado. Eso implicaría, claro, 
devolver mucho dinero y ver desaparecer tantas infraestructuras que 
hemos construido con fondos comunitarios: algunas lamentaríamos 
perderlas, de otras quizás nos alegraríamos. Y a cambio podríamos 
recuperar sectores reconvertidos e industrias que fueron desmanteladas a
 lo loco.
El viaje en el tiempo da vértigo, y los firmantes buscan 
algo donde agarrarse mientras los más ambiciosos siguen empujando para 
derribar todo lo que encuentran a su paso. “¡La OTAN!”, gritan en la 
calle. “¡La monarquía!”, añaden otros. “¡La ley electoral que hizo 
posible el bipartidismo!”, exclama el representante de un partido 
siempre perjudicado en el reparto de escaños. “¡La Constitución!”, 
gritan al mismo tiempo dos de los reunidos, desafiantes.
En algún momento habrá que pisar el freno, sí, y dejar de
 deshacer, de borrar, de derogar, de anular. Habrá que decidir cuándo 
empezó a joderse todo, a ver si regresando a ese momento somos capaces 
de empezar otra vez y, eligiendo otros caminos, no acabar cayendo otra 
vez en este agujero.
Al coger la pluma, las manos tiemblan. Nunca es fácil firmar un certificado de defunción de todo un sistema.
eldiario.es
 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario